miércoles, 16 de junio de 2010

274 Un marco jurídico para la selección

274 “LA CHISPA”

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

UN MARCO JURÍDICO PARA LA SELECCIÓN

      Debe crearse una legislación específica para el funcionamiento de la Selección. El deporte NO es una cuestión de poca monta, sino que implica muy serias consecuencias políticas como para que los Estados no tomen más en serio esta actividad. Durante la “guerra fría”, la Unión Soviética utilizó el deporte para demostrar la superioridad del socialismo sobre el capitalismo yanqui. Y le dio buenos resultados como propaganda cuando ganaba los Olimpíadas. El deporte es un instrumento político subvaluado por nuestros gobiernos, pues ahora que fuimos eliminados de la Copa de Oro, todo el mundo empezará a diluir su amargura criticando al Presidente y observando cada detalle de su gestión. Pero si le hubiéramos ganado a México, ¿a quién le importaría que el gobierno no sirva para un carajo? Todos estaríamos felices, e incluso dispuestos a aprobar el T.L.C. que tanto le preocupa al hombre de turno en El Zapote.
      Sin embargo, en nuestro medio, el Estado ha hecho mutis y ha dejado la “cuestión” del fútbol, la gran pasión nacional, en manos de grupos de comerciantes que no ven en este más que un medio para hacer dinero. Y eso es natural para los mercaderes, pues ese es el objetivo de sus actividades. Pero si las consecuencias de la labor de cualquier grupo involucran los sentimientos de toda una nación, las directrices de esta NO DEBEN quedar en sus manos ni a capricho de los propietarios de equipos. La Selección Nacional TIENE que ser un Proyecto Nacional, dirigido por un cuerpo técnico de alto nivel, sin ligamentos ni compromisos políticos con partidos o determinados clubes. Autónomos en cuanto a sus decisiones técnicas; sin interferencia alguna y con un poder de convocatoria que esté por encima de los interese particulares. Algo así como el T.S.E. o la Sala Cuarta del fútbol nacional, cuando se trate de la TRICOLOR.
Debe crearse un presupuesto específico para la Selección Nacional. Algo así como lo que se destina para educación, carreteras, salud y otros. Esto hará posible contratar en el extranjero personal profesional verdaderamente capaz, sin tener que recurrir a “lo más barato”. Tampoco se debe ser chovinista y aplicar la vieja fórmula de que debe preferirse lo nacional aunque sea malo. Un técnico de elevada jerarquía es capaz de hacer milagros en el ánimo de su equipo. Estudiemos el caso de Fabio Capello, y que nos sirva de lección histórica. Cuando consideró que era necesario, mandó a la porra a todas las “vacas sagradas” del Real, y conjuntó un equipo bien balanceado para ganar la copa. Incluso lo vimos rectificar sin obstinarse (caso Beckham). Pero eso no es producto de las ocurrencias o la improvisación, sino del CONOCIMIENTO, la experiencia, el colmillo y la capacidad. Es la consecuencia de la AUTORIDAD, don de mando, sabiduría y del sentido de oportunidad que son las armas de aquellos que son grandes; de los que no “llegan a ver si pueden, sino porque PUEDEN llegan”. Pero Capello o cualquiera de su nivel NO SON BARATOS. En última instancia son los jugadores los que ganan los partidos, pero detrás de ellos se siente la mano de un director técnico que “sabe”. Que tiene un sistema (y sus variantes, según el rival); que sabe qué hombre utilizar en tal o cual situación; que conoce a los rivales y que puede infundir en sus jugadores la mentalidad necesaria para ganar. Como Capello, el Lobo Zagallo o el legendario Helenio Herrera.
     Ser Director Técnico no es cuestión de haber sido futbolista y haberse leído unos cuantos manuales de técnicas y métodos o de haber asistido a unos cuantos seminarios o cursos teóricos. Es toda una vida de estudios y dedicación que empieza a dar sus frutos maduros después de los cincuenta años y, solo excepcionalmente, antes de esa época. Claro que siempre será requisito haber sido un gran futbolista; eso ayuda mucho, pero no es suficiente. La Autoridad solo dimana del conocimiento. Y cuando los jugadores ponen en tela de duda la capacidad de su entrenador (aunque no lo digan públicamente), la suerte está echada.
El proceso de la SELECCIÓN debe ser continuo; no se trata de remendar un “equipo” uno o dos meses antes de algún torneo; la selección debe ser una institución permanente. Un EQUIPO de verdad NO es el producto de la improvisación. Es un proceso sin fin que no debe caer en el descuido, la abulia o sobrestimación de los jugadores. No se debe creer que es suficiente con la calidad individual de estos (caso de la Argentina) para ganar una copa. Debe haber dinero, trabajo de equipo, libertad de acción y gente capaz. El proceso debe involucrar la preparación de profesionales de alto nivel, formados en el extranjero; en lugares de reconocida jerarquía mundial como Brasil, Argentina, Alemania, Holanda, Italia o España. Las escuelas nacionales, por mucho que les incomode este comentario, todavía no tienen la capacidad para llenar ese vacío de profesionales. No es lo mismo recibir lecciones de estrategia futbolística de Quincho Pérez, que de Zico, Tardelli, Bianchi, Zoff, Parreira o Menotti.
         La Selección debe tener primacía sobre los equipos, y la legislación debe permitir la convocatoria de los jugadores por encima de cualquier circunstancia de club. El jugador designado o escogido por el Equipo Técnico de la Selección, pasa a formar parte del patrimonio futbolístico nacional, sin que se alteren sus relaciones profesionales con su equipo una vez finalizados sus compromisos con la Tricolor. El Comité debe ser la palabra final en este proceso. Un ente todopoderoso que solo tenga en cuenta el desarrollo orgánico de este deporte, con el único propósito de dar felicidad a la afición, objetivo final de toda esta actividad.
Mientras no se trate con seriedad este asunto, nos seguiremos lamentando de fracaso en fracaso.
Fraternalmente
RIS

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