1015 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica, se fundamentan los abusos del Poder”
FEMINISMO
Y MACHISMO
Estos
dos conceptos deben ser sometidos a un serio análisis para entender de qué
estamos hablando cuando los utilizamos descuidadamente. En términos generales se piensa en la palabra
“machismo” con un sentido peyorativo que hace que tal condición sea reprobada
como completamente maligna e indeseable en su totalidad; lo contrario sucede
con el “feminismo”. Se da por sentado
que este es un movimiento vindicativo, correcto y justo en todos sus
alcances. No sucede lo mismo con el “machismo”,
calificativo que implica deshonra. Y
esto ha llevado a que cualquier persona se sienta agredida, insultada y
avergonzada cuando le dicen machista, porque en su uso general y
mal aplicado, es un término descalificador.
Y los hombres han llegado a sentir verdadero pavor ante la posibilidad
de ser motejados con esa etiqueta. En
cambio, cualquier “feminista” se encuentra arropada por una aureola de heroína,
de guía, de libertadora del género.
¿Pero, es esa la verdad, o solo se trata de una especie de enredo
lingüístico que ha servido para desacreditar una condición valiosa de los
machos de todas las especies, y en especial, la del hombre? Ser acusado de machista es un insulto, un
agravio que los hombres tratan de evitar a toda costa; incluso renunciando a la
conducta varonil y tratando de aparentar lo que no son. Es una especie de “acoso sexual” ejercido por
las mujeres.
Por
su parte, el feminismo se ha encumbrado en proporción desmesurada, y muchas
veces, sin entender claramente qué es lo que las mujeres quieren de
verdad. En muchos casos, las líderes de
estos movimientos, parece que lo que desean es el exterminio del género masculino. O como me decía una querida amiga: “Ya no es suficiente la igualdad, lo que
exigimos ahora las mujeres, es tomar el látigo”. También
otra lectora de “LA CHISPA” me dice
con una extraña lógica: “…en fin, creo
que el problema (de los embarazos)
es una cuestión de falta de cerebro
(de las mujeres)… y voto porque los hombres se operen
todos”. Es seguro que hay mucho
resentimiento histórico bien justificado; sin embargo, el “problema” del
machismo se ha enfocado mal y de una manera incompleta y distorsionada. Ser
machista NO es un delito, es una condición natural inevitable (biológica y
mental) del macho de cada especie; así que NO
se le puede pedir a un macho que no sea machista. Es ilógico.
Sería como pedirle a una fémina que NO sea feminista, ¿no es así?
La
cuestión está en definir cuáles son los aspectos del machismo que forman la
lacra social de la agresión y del abuso, la cual se deriva de la tendencia
natural del animal más fuerte. El más
débil es y será la víctima propiciatoria del más poderoso. Eso funciona así en TODA la naturaleza. El más
grande se come al más chico. Una ley
inexorable. Y a nadie se le ocurre,
aunque no le guste la situación, que las leonas hagan un movimiento feminista
para NO DARLES DE COMER a sus
holgazanes machos. ¿Y por qué?
Porque ellas “saben” que hay muchas ventajas en este trato aparentemente
injusto. ¿Cómo lo saben? No lo sé, pero ellas lo han entendido desde
toda la eternidad… y lo aceptan con
naturalidad como parte de su programa genético.
Pero hay diferencias en las relaciones hombre-mujer, las cuales deben
ser examinadas racionalmente.
Así,
pues, lo primero que hay que hacer es definir bien cuáles son los objetivos del
feminismo (hay infinidad de manuales y libros con los más variados programas),
pero de una manera simple que llegue directamente a las mujeres de todos los
niveles sociales. El problema es añejo y
enorme, casi desalentador, pero algo se
está avanzando. Desde luego que el
enfoque no debe ser tan radical que atente contra la conservación de la
especie, como esa idea de que “todos los
hombres deben ser capados”, pues tal cosa nada resolvería. Como se dijo en la “Chispa” anterior, mucho de
este problema es culpa de las mujeres en su condición de madres. Ellas denigran y atacan con furia terrible a
sus congéneres cuando estas son sus probables nueras; las vituperan, tratan de putas y están dispuestas a negar
la paternidad de sus propios hijos.
Consideran que ninguna mujer es digna de su “hijito”, y con esto, van
creando en ellos ese sentimiento de superioridad idiota que vemos en millones
de hombres. El peor “machismo” imaginable es el de las suegras (mamás de hombres),
ya que suelen ser capaces de las acciones más egoístas en “defensa” de sus
hijos. Son estas mujeres las que
alcahuetean a sus críos y, actuando como sirvientas ante ellos, los van
deformando y haciendo que desarrollen esas conductas socialmente inaceptables. El hogar materno es el cubil donde se gestan
esas actitudes reprochables de los hombres.
Pero eso NO ES MACHISMO. Es malacrianza, abuso, grosería, estupidez…
En la especie humana ser macho y
machista es un galardón propio de Hombres de verdad:
de padres que se sacrifican por sus hijos, de hermanos que darían la vida por
su hermano. De caballeros que harían de
todo por su dama; de hijos que son el orgullo de sus padres. De hombres que aman a su patria y a todos sus
congéneres. Esos SON MACHOS y MACHISTAS. Hombres
que han comprendido el papel que les toca en la vida como miembros del grupo
del género fuerte. Son defensores,
protectores, proveedores. Ser macho y
machista es un privilegio, un honor y una enorme responsabilidad; por eso NO DEBE utilizarse este término para
señalar una conducta aberrada del hombre.
La fanfarronería, arrogancia, jactancia, tomar licor, ser mujeriego y
otros vicios más NO ES SER MACHO NI
MACHISTA. Es ser estúpido. Pegarle a una mujer y dejar hijos botados NO ES SER MACHO, sino canalla. No debe, pues, denigrarse la condición de
macho ni confundirse con algunos de los peores vicios de los hombres. Se puede decir que esta conducta maligna es
la fase siniestra del machismo, su aspecto negativo. Y es eso lo que debe ser corregido en la
niñez; por todos los miembros de la familia pero, principalmente, por la madre
que, seguramente, ha sido víctima del machismo.
Si
usted es macho y lo tratan de machista, analice la situación con honestidad y
actúe en concordancia, pues este término se ha convertido (mañosamente) en una
especie de tapaboca con el cual muchas mujeres obtienen ventajas desleales ante
el hombre que tiene miedo (real) de ser incluido en esa peyorativa clasificación.
Si le encaraman ese mote, está frito.
Es un intento de “insulto” que ha sido utilizado de manera
ventajista e incluso abusiva, pero ningún hombre debería sentirse abochornado
porque lo llamen machista, a menos que con eso le señalen algún vicio de los
que caen dentro de la categoría de los
abusos de género.
En
cuanto al feminismo, es una responsabilidad de TODAS LAS MUJERES, en todos los frentes; no solo en las manifestaciones
callejeras, sino en el verdadero “campo de batalla” donde se genera este
problema social: el hogar. Es ahí donde la mujer debe fijar las
condiciones sin dar cabida a la doble moral de una ley para los hijos y otra
para las hijas, que es la verdadera
fuente del machismo negativo. Si la
madre impone reglas justas e igualitarias entre todos sus hijos, estos
aprenderán el sentido de la equidad y responsabilidad compartida; si la madre
se da su lugar ante el marido, las hijas
aprenderán esa conducta sin tener que estudiarla en folletos o alborotos
públicos. Pero esta actitud de la mujer debe comenzar mucho antes de que se haya
formado el vínculo de los hijos, cuando todavía puede mandar todo a la porra y
buscarse un mejor compañero. No
cuando ya está esclavizada por la presencia de tres o cuatro niños (de los
inoportunos), porque entonces, ya se entró en la fase gris del matrimonio,
cuando ya nada se puede hacer más que “aguantar
con paciencia y resignación la voluntad de Dios”, lo cual lleva a la mujer
a ser víctima voluntaria del machismo negativo.
Y ese no debe ser el objetivo del feminismo.
Fraternal
y machescamente
RIS Correo: rhizaguirre@gmail.com
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