miércoles, 27 de noviembre de 2013

1015 Feminismo y machismo



1015   LA CHISPA          

Lema: “En la indolencia cívica, se fundamentan los abusos del Poder”

FEMINISMO Y MACHISMO

Estos dos conceptos deben ser sometidos a un serio análisis para entender de qué estamos hablando cuando los utilizamos descuidadamente.  En términos generales se piensa en la palabra “machismo” con un sentido peyorativo que hace que tal condición sea reprobada como completamente maligna e indeseable en su totalidad; lo contrario sucede con el “feminismo”.  Se da por sentado que este es un movimiento vindicativo, correcto y justo en todos sus alcances.   No sucede lo mismo con el “machismo”, calificativo que implica deshonra.  Y esto ha llevado a que cualquier persona se sienta agredida, insultada y avergonzada cuando le dicen machista, porque en su uso general y mal aplicado, es un término descalificador.  Y los hombres han llegado a sentir verdadero pavor ante la posibilidad de ser motejados con esa etiqueta.  En cambio, cualquier “feminista” se encuentra arropada por una aureola de heroína, de guía, de libertadora del género.  ¿Pero, es esa la verdad, o solo se trata de una especie de enredo lingüístico que ha servido para desacreditar una condición valiosa de los machos de todas las especies, y en especial, la del hombre?  Ser acusado de machista es un insulto, un agravio que los hombres tratan de evitar a toda costa; incluso renunciando a la conducta varonil y tratando de aparentar lo que no son.  Es una especie de “acoso sexual” ejercido por las mujeres.
Por su parte, el feminismo se ha encumbrado en proporción desmesurada, y muchas veces, sin entender claramente qué es lo que las mujeres quieren de verdad.  En muchos casos, las líderes de estos movimientos, parece que lo que desean es el exterminio del género masculino.  O como me decía una querida amiga: “Ya no es suficiente la igualdad, lo que exigimos ahora las mujeres, es tomar el látigo”.   También otra lectora de “LA CHISPA” me dice con una extraña lógica: “…en fin, creo que el problema (de los embarazos) es una cuestión de falta de cerebro (de las mujeres)… y voto porque los hombres se operen todos”.    Es seguro que hay mucho resentimiento histórico bien justificado; sin embargo, el “problema” del machismo se ha enfocado mal y de una manera incompleta y distorsionada.  Ser machista NO es un delito, es una condición natural inevitable (biológica y mental) del macho de cada especie; así que NO se le puede pedir a un macho que no sea machista.  Es ilógico.  Sería como pedirle a una fémina que NO sea feminista, ¿no es así?
La cuestión está en definir cuáles son los aspectos del machismo que forman la lacra social de la agresión y del abuso, la cual se deriva de la tendencia natural del animal más fuerte.  El más débil es y será la víctima propiciatoria del más poderoso.  Eso funciona así en TODA la naturaleza.  El más grande se come al más chico.  Una ley inexorable.  Y a nadie se le ocurre, aunque no le guste la situación, que las leonas hagan un movimiento feminista para NO DARLES DE COMER a sus holgazanes machos.   ¿Y por qué?  Porque ellas “saben” que hay muchas ventajas en este trato aparentemente injusto.  ¿Cómo lo saben?  No lo sé, pero ellas lo han entendido desde toda la eternidad… y lo aceptan con naturalidad como parte de su programa genético.  Pero hay diferencias en las relaciones hombre-mujer, las cuales deben ser examinadas racionalmente.
Así, pues, lo primero que hay que hacer es definir bien cuáles son los objetivos del feminismo (hay infinidad de manuales y libros con los más variados programas), pero de una manera simple que llegue  directamente a las mujeres de todos los niveles sociales.  El problema es añejo y enorme, casi desalentador, pero  algo se está avanzando.  Desde luego que el enfoque no debe ser tan radical que atente contra la conservación de la especie, como esa idea de que “todos los hombres deben ser capados”, pues tal cosa nada resolvería.  Como se dijo en la “Chispa” anterior, mucho de este problema es culpa de las mujeres en su condición de madres.  Ellas denigran y atacan con furia terrible a sus congéneres cuando estas son sus probables nueras; las vituperan, tratan de putas y están dispuestas a negar la paternidad de sus propios hijos.  Consideran que ninguna mujer es digna de su “hijito”, y con esto, van creando en ellos ese sentimiento de superioridad idiota que vemos en millones de hombres.  El peor “machismo” imaginable es el de las suegras (mamás de hombres), ya que suelen ser capaces de las acciones más egoístas en “defensa” de sus hijos.  Son estas mujeres las que alcahuetean a sus críos y, actuando como sirvientas ante ellos, los van deformando y haciendo que desarrollen esas conductas socialmente inaceptables.  El hogar materno es el cubil donde se gestan esas actitudes reprochables de los hombres.  Pero eso NO ES MACHISMO.  Es malacrianza, abuso, grosería, estupidez…
En la especie humana ser macho y machista es un galardón propio de Hombres de verdad: de padres que se sacrifican por sus hijos, de hermanos que darían la vida por su hermano.  De caballeros que harían de todo por su dama; de hijos que son el orgullo de sus padres.  De hombres que aman a su patria y a todos sus congéneres.  Esos SON MACHOS y MACHISTAS.  Hombres que han comprendido el papel que les toca en la vida como miembros del grupo del género fuerte.  Son defensores, protectores, proveedores.  Ser macho y machista es un privilegio, un honor y una enorme responsabilidad; por eso NO DEBE utilizarse este término para señalar una conducta aberrada del hombre.  La fanfarronería, arrogancia, jactancia, tomar licor, ser mujeriego y otros vicios más NO ES SER MACHO NI MACHISTA.  Es ser estúpido.  Pegarle a una mujer y dejar hijos botados NO ES SER MACHO, sino canalla.  No debe, pues, denigrarse la condición de macho ni confundirse con algunos de los peores vicios de los hombres.  Se puede decir que esta conducta maligna es la fase siniestra del machismo, su aspecto negativo.  Y es eso lo que debe ser corregido en la niñez; por todos los miembros de la familia pero, principalmente, por la madre que, seguramente, ha sido víctima del machismo.
Si usted es macho y lo tratan de machista, analice la situación con honestidad y actúe en concordancia, pues este término se ha convertido (mañosamente) en una especie de tapaboca con el cual muchas mujeres obtienen ventajas desleales ante el hombre que tiene miedo (real) de ser incluido en esa peyorativa clasificación. Si le encaraman ese mote, está frito.  Es un intento  de “insulto” que ha sido utilizado de manera ventajista e incluso abusiva, pero ningún hombre debería sentirse abochornado porque lo llamen machista, a menos que con eso le señalen algún vicio de los que  caen dentro de la categoría de los abusos de género.
En cuanto al feminismo, es una responsabilidad de TODAS LAS MUJERES, en todos los frentes; no solo en las manifestaciones callejeras, sino en el verdadero “campo de batalla” donde se genera este problema social: el hogar.  Es ahí donde la mujer debe fijar las condiciones sin dar cabida a la doble moral de una ley para los hijos y otra para las hijas, que es la verdadera fuente del machismo negativo.   Si la madre impone reglas justas e igualitarias entre todos sus hijos, estos aprenderán el sentido de la equidad y responsabilidad compartida; si la madre se da su lugar ante el marido, las hijas aprenderán esa conducta sin tener que estudiarla en folletos o alborotos públicos.  Pero esta actitud de la mujer debe comenzar mucho antes de que se haya formado el vínculo de los hijos, cuando todavía puede mandar todo a la porra y buscarse un mejor compañero.  No cuando ya está esclavizada por la presencia de tres o cuatro niños (de los inoportunos), porque entonces, ya se entró en la fase gris del matrimonio, cuando ya nada se puede hacer más que “aguantar con paciencia y resignación la voluntad de Dios”, lo cual lleva a la mujer a ser víctima voluntaria del machismo negativo.  Y ese no debe ser el objetivo del feminismo. 
Fraternal y machescamente
                                               RIS            Correo: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”         http://lachispa2010.blogspot.com/

martes, 26 de noviembre de 2013

1014 "Machismo" femenino



1014  LA CHISPA       

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

“MACHISMO”   FEMENINO
        No hay duda de que la formación de los hijos (buena o mala) se debe al hogar; y en este, especialmente a la madre.  La escuela y el colegio solo son un factor complementario, pues las bases de lo que uno es, se reciben casi exclusivamente en el hogar.  Los dos ingredientes de la personalidad están dados por el carácter con el que se nace, y por el labrado y pulido que los padres realicen con amor (y a veces con rigor) en sus hijos.  Es en ese sitio y época cuando se plantan las semillas de lo que el hombre y la mujer serán.  Ahí se siembran los automatismos que luego se convertirán en conductas racionales en los adultos.   Mediante la manipulación subliminal, se introduce en la mente de los niños, aquellos programas que han de producir un determinado tipo de ciudadano que, aunque con tendencias malignas producto del carácter, tengan en esa formación básica, los recursos para el control de los comportamientos reprobables.  Una de esas actitudes censurables ante la vida y los demás, es la variante abusiva del MACHISMO (masculino o femenino).  Pero es necesario un pequeño análisis de este fenómeno antes de exorcizarlo como completamente nocivo.  El machismo es necesario y tiene un componente indispensable en la especie, en todas las especies, pues es aquel impulso que genera la conciencia de lo que cada macho es respecto a su grupo biológico.   Es cierto que implica competitividad, agresión, actitud dominante y territorial, pero también de responsabilidad y protección de las hembras, jóvenes y cachorros.  También genera el instinto gremial y asociación para la defensa.  Y aunque el intelecto crea una fundamental diferencia entre el hombre y las otras criaturas, en su fase biológica, este no difiere del resto de los animales; es un simio más de la manada; y eso siempre hay que tenerlo en cuenta.
Esa diferencia entre el Homo sapiens y el resto de los seres es la que nos da el derecho a demandar de este un comportamiento distinto.  Mientras que los animales se apegan estrictamente al programa inscrito en sus genes, el hombre puede introducir en sus patrones de conducta  ciertos elementos que son producto de la “educación”  hogareña y social.  Estas son las desviaciones del machismo que deben ser corregidas mediante la educación esmerada e inflexible.   El machismo es lo que se puede llamar, las condiciones ventajistas que se establecen en el hogar en beneficio de los niños (varones), y las cuales darán nacimiento al despotismo entre los adultos.  Y aunque parezca una aberración y un sinsentido, son las madres las que patrocinan este comportamiento equivocado y anormal.  Al principio, son actitudes que parecen inocuas y sin importancia; sin embargo, constituyen la letal semilla de una actitud posterior que habrá de desembocar, necesariamente, en los terribles abusos de género tan conocidos de todos.  Y aquí se vuelve a hacer presente el tema fundamental, la educación, pues es la carencia de esta, la que conduce a este flagelo de la sociedad.  Son estos niños (varones) malformados por un sistema doméstico mal entendido, los que están destinados a convertirse en hombres (¡y mujeres también!) que hacen víctimas de todos aquellos que son más débiles física o mentalmente. 
¿Cómo funciona esto?  Pues muy sencillamente.   Se trata de una estructura de servicios obligatorios que se implementa en el hogar, a favor exclusivo de los varoncitos menores que las niñas de la familia.  Muy a menudo, por infinidad de razones bien “justificadas”, estas son ocupadas como niñeras de sus hermanitos, lo cual conduce a una relación de vasallaje, tal como lo entienden los varones.  La niña pasa a ser su sirvienta, la que está a las órdenes del niño para servirlo en lo que sea.  Y eso, con la complicidad materna.  “Limpie a su hermanito”,  “Dele el chupón a su hermanito”,  “Limpie ese reguero que hizo su hermanito”,  “Aplánchele la camisa a su hermano”, y un etcétera enorme y bien conocido de todas las mamás.  La niña (futura mujer), es degradada a la condición de sirvienta de los varones (y eventualmente a la de sus hermanas menores), y ahí quedan plantados los nocivos gérmenes de lo que será la conducta machista del hombre ante la mujer.  En su mente, y no por culpa exclusiva de él, la mujer solo es una sirvienta; alguien que está ahí para su servicio y complacencia.  Eso es lo que vio y vivió en su niñez, momento de las impresiones indelebles, y ese sentimiento lo acompañará para siempre, de manera inconsciente; él es el producto de una mala “educación” familiar.  Parece contradictorio que las víctimas del machismo sean, precisamente, sus patrocinadoras inconscientes. (¿?)
Es cierto que las niñas mayores pueden (¿deben?) ayudar a sus madres en el quehacer hogareño, pero esta ayuda debe ser inteligentemente (factor educación) programada para que no se creen esos vínculos inconscientes e irrompibles que conducen al sentido de vasallaje.  Recuerden que la tendencia hacia el lado oscuro del machismo, es un impulso atávico en el hombre; sin embargo, este puede ser atenuado, incluso borrado, cuando la mujer se niega en forma terminante, y desde el principio de cualquier relación, a admitir ese papel de sirvienta en la convivencia de pareja.   Aunque solo sea “ama de casa”, sus deberes y derechos como socia del matrimonio deben ser claramente establecidos.  La mujer, y solo la mujer, debe darlos a valer.  Y desde el principio, pues si capitula en la fase inicial, su derrota queda establecida para siempre.   Comentario aparte merece la mujer profesional.  Sin embargo, debido a esas relaciones de familia en su niñez, muchas de estas mujeres conservan la tendencia hacia ese servilismo hogareño (modelo maternal): trabajan en su profesión, limpian, cocinan, cuidan los niños, lavan, aplanchan y etc. etc., lo cual solo sirve para reafirmar la tendencia machista del hombre.  Además, a liberarlo de lo que deberían ser obligaciones compartidas, concepto que está empezando a calar en los hogares modernos con buena educación.
Como podemos ver, la piedra angular de este problema es la mujer y su conducta derivada de la educación.  Y entre esos temas esenciales de la dominación, está el asunto de los hijos, cuya producción NO debe ser solo para el halago del marido, sino una decisión común y para cuando a la mujer “le dé la regalada gana” (como dice doña Gladys, una apreciable lectora de estas “CHISPAS”).  Ya se ha avanzado bastante en este campo, pero aún falta mucho.  Tener hijos no debe ser el peaje que paguen las mujeres para que alguien les dé la comida y les costee la casa.  Ese no es el camino de la libertad; por el contrario, en estos casos los hijos constituyen el peor grillete que les anula su libre albedrío y la capacidad para sentirse personas ante la vida.
Como hemos visto, el machismo es un mal corregible desde la niñez, en el hogar.  Y su implementación debe estar a cargo de los padres, en especial, de la madre, pues es esta la que está en mayor contacto con sus hijos y la que ejerce la máxima influencia en ellos.  Pero si sigue la conducta errada, se convierte en la gestora femenina del machismo masculino.  Y el segundo paso de esta batalla debe estar a cargo de las mujeres adultas, quienes deben definir claramente las condiciones de cualquier ayuntamiento.  Convivir con alguien no debe ser una ruleta rusa sin reglas sino un acuerdo inteligente en el que se contemplen todos los factores de esa relación y, principalmente, la cuestión de los hijos.  Estos no deben ser producto de la casualidad o los descuidos con el calendario, lo cual los convierte en indeseados.  Llegar a quererlos después, no mitiga lo que el hecho es en sí, ni les confiere la legitimidad afectiva que deberían tener desde antes de la concepción.  Así, pues, el machismo no es un vicio que aparece por generación espontánea en los hombres (y mujeres) adultos, sino que es un largo proceso que tiene sus raíces en los hogares; es ahí donde se siembran las semillas de este mal que tanto sufrimiento ocasiona en todas las sociedades y niveles culturales.
Que estén bien.                           RIS           
Correo: rhizaguirre@gmail.com     Blog “LA CHISPA”        http://lachispa2010.blogspot.com/

sábado, 23 de noviembre de 2013

1013 Los hijos indeseados



1013   LA CHISPA      

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LOS HIJOS INDESEADOS             (Para meditar un poquito)    
            
         Tradicionalmente las sociedades han confiado, de una manera muy turbia, que el control del crecimiento de la población, bien podía estar en las manos de las mujeres; se suponía que estas eran lo suficientemente  juiciosas como para ejercer esa labor de manera eficiente, sin que llegáramos a la explosión demográfica que algunos dicen que estamos viviendo.  Pero, por la situación actual, se deduce que no han sido lo suficientemente capaces para mantener este problema a raya, y que este las ha excedido por las más diversas razones.  Y en vista de que no pueden ejercer un dominio adecuado, los hombres tenemos la obligación de participar de manera más activa en la solución de este lío.  Pero antes de seguir, debemos preguntarnos: ¿de dónde sale esa locura femenina por tener hijos e hijos e hijos e hijos… sin límite, sin consideración alguna por nada ni por nadie; ni siquiera por ellas mismas?  ¿Cuál es el propósito, si es que hay alguno, de semejante empeño?  Aparte de las respuestas cajoneras del Manual, quisiéramos escuchar de las damas, algunas RAZONES que justifiquen la manía de tener hijos.  Nada de las consabidas explicaciones emocionales, sino RAZONES que hagan válido semejante suicidio personal y social.
            Mucho agradecería de las señoras que leen esta “Chispa” que nos dieran algunas razones por las cuales las mujeres se llenan de hijos.  Esto es muy serio, y por eso les pedimos que no utilicen pretextos románticos o dogmas entresacados del “Manual Social de la Maternidad”.  ¿Por qué una mujer de este tiempo sale embarazada?  ¿“Deber”?  ¿Compromiso biológico?   ¿“Mujereidad”? ¿Artimaña familiar? ¿Ganas de ser mujer?
            En épocas pasadas, de mediados del siglo XX para atrás, existía plena justificación para los embarazos indeseados, pero a partir de la fecha cuando se inventaron los anticonceptivos, no existe razón alguna para verse obligadas a tener hijos problemáticos.  Fíjense que en este tiempo, cuando hay más educación, anticonceptivos gratis, instrucción específica al respecto y mil ayudas más, es cuando más niños traen al mundo las mujeres “modernas, civilizadas, avispadas e independientes” del tutelaje masculino.  Ahora que tienen a su alcance esa “liberación”, es cuando más incurren en el disparate de tener hijos y más hijos.  Incluso van a ciertas clínicas y se inyectan un crío (un espermatozoide o un óvulo fecundado tecnológicamente).  Si una persona sola e independiente es totalmente feliz y libre de hacer lo que le da la gana, ¿por qué ha de ponerle grilletes a su vida comprometiéndose de por vida con una criatura que habrá de esclavizarla para siempre?  Y eso lo saben todas las mujeres; todas han visto ese patrón siniestro en sus propias familias, en infinidad de hogares.  Siempre fatal, siempre terrible, no importa todas las tonterías y justificaciones que se hayan aprendido del “Catecismo social o religioso”.  El resultado final siempre es el mismo: una pesadilla.  No importa cuánto doren la píldora.
            Las féminas practican con la maternidad, un juego inexplicable a la razón.  ¿Qué lleva a una dama a tener hijos en condiciones inaceptables para el sentido común? ¿Qué locura es la que conduce a una mujer, sirvienta de oficio, a tener media docena de hijos de diferentes padres, como si se tratara de un muestrario? ¿No es suficiente un hijo para probarse todo lo que una mujer quiere demostrarse como madre y otras ideas perniciosas que le hayan embutido en su cabeza?  No parecen darse cuenta de que un hijo es “una carga” para toda la vida.  No es algo que se puede devolver cuando se aburren o les pesa demasiado; es un fardo del cual nada, salvo la muerte, las puede separar.  ¿Qué sucede en la cabeza de una mujer que, sabiendo eso con el primer hijo, continúa de manera pertinaz llenándose de chiquillos hasta completar la media docena o más?  No puede ser amor traer al mundo a pasar calamidades a unas criaturas que estaban “bien” sin existir.  Y ya no pueden alegar el asunto de la ignorancia, el “accidente” o el descuido, pues tal situación NO SE DEBE, NO SE PUEDE TOMAR A LA LIGERA como una aventurilla sexual cualquiera, pues cuando se tienen tres o cuatro hijos, no se puede jugar a la ruleta rusa con el sexo.   Tampoco pueden pretextar la falta de educación o ayuda social y médica.  No existe explicación sensata a semejante irresponsabilidad.  Ni siquiera un matrimonio estable justifica el disparate de tener media docena de hijos que, se quiera o no, son un estorbo.
            Históricamente las mujeres se han prestado para propósitos incomprensibles tales como ser productoras de “soldados para la patria” y otras majaderías semejantes.  Las mujeres han sido consideradas como si fueran fábricas de fusiles o bombas; y han colaborado voluntariamente, cuando debió ser lo contrario.  Por eso deben ser relevadas como actoras únicas de esa decisión; porque  no han sabido hacer uso juicioso de la divina facultad que poseen, y han hecho de esta, una refinada metodología de tortura.  Una actividad que debería ser de júbilo, la han convertido en masoquismo puro.   Hay millones de mujeres que quieren probar su “mujerío” y ser madres solteras; y hay otras que pretenden atrapar a su hombre mediante los hijos, recurso inútil, como es bien sabido.  También las que quieren darle un hijo a su “amor”, para que conserve su especie y eternice su apellido, como si cualquier Pérez patas vueltas fuera el duque de Windsor.  Y aunque estas extremistas son una minoría, existe esa vasta masa de indolentes que está llevando al mundo a la gran catástrofe.  Sabemos que si alguien está vacío, nada de afuera puede llenarlo; así que la teoría de que los hijos complementan la vida de una mujer, solo es un pretexto para seguirse escondiendo; no es ese el camino de la liberación femenina. 
            En esta época, cuando hicieron eclosión las técnicas anticonceptivas baratas y prácticas que no requieren de la aprobación de los hombres, la mujer que sale embarazada NO TIENEN JUSTIFICACIÓN ALGUNA, y debe cargar con su cruz sin derecho a protestar ni decir nada.  Ahora que la información y ayuda está al alcance de todas, no cabe pretexto alguno que justifique esa inundación de niños indeseados. Ahora se habla abiertamente de este tema que antes era “pecaminoso” y terreno prohibido.  Ahora las mujeres saben muy bien que el problema no es fornicar, ya que la virginidad se ha devaluado casi por completo.  El lío es fornicar sin la debida precaución.  Antes se contenían por el miedo a perder “la honra” y no llegar puras al altar.  Pero ahora eso son cuentos de camino, y se puede hablar abiertamente de lo que sí es importante.  Y esto es el hecho de no salir embarazadas por descuido, indolencia o cálculo.  Es demasiado lo que se juega como para tomarlo tan a la ligera como lo hacen las mujeres.   Así que si tienen tanta información y medios a su alcance para evitar los hijos indeseados ¿por qué continúan con esa conducta suicida que tiene a nuestras sociedades al borde de la tragedia, y a los hogares en estado de permanente hambruna y calamidades financieras?  Tercermundismo.
            Esa es la razón por la cual hemos llegado a la conclusión de que las mujeres solas no están capacitadas  para solucionar este problema; que los hombres deben ser involucrados en esta situación.  ¿Y cómo?  Ese será el tema de la próxima “Chispa” que espero se elaborada con el aporte de todos y todas mis amigos-as lectores-as.  En la próxima “Chispa” se hará un esbozo del plan que pondremos a consideración de todos ustedes, hombres y mujeres.   Antes la paternidad se podía ejercer irresponsablemente, pero ahora que existen las pruebas del ADN, el hombre ha adquirido un nuevo perfil en este drama.  Antes solo “se quitaba el tiro” y negaba la cría; ahora no puede hacer eso, y tal situación, lo obliga a participar en la solución de este problema.  Por eso, están involucrados en la prevención de esta conducta irresponsable que produce tantos niños indeseados.  Este es el gran drama de los países tercermundistas, digan lo que digan los catecismos religiosos o sociales. 
            Paternalescamente
                                               RIS                                         Correo:   rhizaguirre@gmail.com
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