lunes, 14 de junio de 2010

204 Para los gorditos: "la mitad más el doble"

204    “LA CHISPA” (6 febrero 2006)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

PARA LOS GORDITOS: “LA MITAD MÁS EL DOBLE”

      Ahora que ya está pasando la angustia de las elecciones, es necesario que volvamos al tema de la gordura, condición que no solo nos afea y nos hace poco atractivos para los del sexo enemigo, sino que, nos pone en peligro mortal en forma cotidiana. Ya hemos dado por sentadas varias verdades en relación con este mal que agobia a los países ricos en general y, parcialmente, a las clases adineradas de las naciones en vías de desarrollo o algo riquillas, como Costa Rica. La primera gran verdad es que la gordura mata más efectivamente que Raid a las moscas, porque mientras estas crean defensas específicas, los gordos nos volvemos más vulnerables a las calamidades derivadas de la obesidad; sobre todo, con la vejez.
     También se dijo que este mal es producto de la gula y no de los nervios, la angustia o de los tantos otros pretextos con los que tratamos de disimular este desajuste de la mente. También se afirmó que no hay soluciones fáciles ni instantáneas a este problema. Y que además, no se trata de algo así como el sarampión, que una vez “curado” estamos libres de él para siempre. Otra observación que se hizo es que los defectos anatómicos y fisiológicos causados por la gordura suelen ser irreversibles e irreparables. Y más alentador todavía, es lo que se dijo en relación con la forma perdida: que nadie vuelve a recuperar la silueta que tenía a los 15 ó 20 años. Estar gordo no es signo de salud, como la gente suele creer en relación con los bebés. Ser obeso es estar enfermo crónicamente, pues cada órgano del obeso es una bomba de tiempo pero, principalmente, su corazón. La gordura es apabullante: una panza que no nos deja amarrarnos los cordones de los zapatos es algo humillante. Saber que no podemos correr, montarnos en una bicicleta sin reventarle las llantas, o participar en cualquier juego, es una continua frustración de los gorditos. Pero no existe nada peor que la agonía de ponernos un traje de baño y exhibir nuestras “frondosidades” ante un público generalmente burlesco. A un gordo nadie lo toma en serio. Hay damas que jamás se han bañado en una piscina o el mar debido a la vergüenza que sienten al enseñar su cuerpo. Y con justificada razón, pues una buena parte del atractivo de la mujer se apoya en su belleza física. Y para terminar de empeorar la situación, las féminas suelen llenarse de la odiosa celulitis cuando son gorditas; claro que pueden tenerla las flacas pero, principalmente, las entraditas en libras.
      Somos gordos porque somos glotones. Así de simple. Pero ¿es la gula una deficiencia fisiológica o un problema de la mente? Sabemos muy bien que nos engordamos porque comemos demás. Pero, ¿por qué comemos en demasía si sabemos cuál será el resultado de ese abuso? ¿Por qué se torna en una tendencia invencible la glotonería? ¿Por qué somos incapaces de refrenarnos ante un platillo delicioso y no paramos hasta darle fin? Y la mayor parte de veces lo hacemos sin hambre. Por puro apetito o deseo, como le llamamos eufemísticamente a la gula. El cuerpo sin hambre o con ella, NO PUEDE obligarnos a comer. Entonces, es una decisión de la mente (voluntad) la que nos conduce al acto de comer en exceso. Por lo tanto, podemos afirmar categóricamente que el problema de la gula y su consecuencia inmediata, la obesidad, es un una cuestión mental. Un desajuste cuyas causas tenemos que buscar en lo más escondido de nuestros recuerdos, pues todas aquellas cosas que nos causan vergüenza, solemos sepultarlas en lo más oscuro y profundo de nuestras memorias. Vean que todo el problema de la gordura está circundado de vergüenza, lo admitamos o no. Y no es rehuyendo el problema o convocándonos con una pandilla de gordos, como hemos de encontrar la solución al problema. Los “gordos anónimos” talvez nos puedan producir el consuelo de la manada, el placebo de la uniformidad anormal, pero nunca una respuesta saludable que produzca el equilibro necesario para enfrentar la vida con confianza. No importa cuánto finja el individuo en relación con su mal; incluso que haga malos chistes acerca de su propia gordura, o que trate de aparentar que es feliz y que no le importa ser obeso. Esos son mecanismos de evasión, pues apenas la consciencia del gordo se focaliza en su estado corporal, todo el optimismo se le viene al suelo. No es cierto que haya “gordos felices”, ya que eso sería tan absurdo como decir que hay “cancerosos felices”. Ambos son enfermos que saben que van a morir antes de tiempo. ¿Cuánto? Esa es la incógnita que vale la pena descifrar, pues el gordo tiene una clara ventaja sobre el que padece de cáncer. Y puede hacer uso de ella, si desarrolla la voluntad necesaria.
    Antes de explicarles el método “La mitad más el doble”, es necesario recomendarles algunos pasos previos que serán de gran utilidad; y la principal de ellas es la cuestión de las compras. En las familias de gordos no se debe comprar comida “al por mayor”, como aquella a la que nos obligan ciertos negocios como el “Price Smart”, en el cual no podemos comprar un quequito, sino una caja con cinco docenas de ellos. No podemos adquirir una dona, sino que tenemos que agarrar una caja con una docena por lo menos. Así es con la lechuga: vienen 20 en una caja; las naranjas en sacos de cien. Y todo por montones que nos obligan a tragar a lo bestia antes de que se pudran. Si compramos “yogures”, tenemos que embutirnos de ellos antes de que llegue su plazo de vencimiento. Lo mismo pasa con los galones de leche o jugos; también con las uvas y todo lo demás. Es por eso que la primera medida en casa de gordos es comprar “al día”. Una lechuguita, un tomatito, un platanito y no el saco. Porque la angustia que nos produce la posibilidad de que se pudran, nos compele a atarugarnos de todo. Los huevos vienen en cajas de mil, lo que nos obliga a desayunar, almorzar y cenar con ellos durante los próximos treinta días en los que nos llenamos de albúminas mortales, colesterol y todas esas cosas propias de los gordos. También nos pasa con el queso suizo que hiede a pata: debemos tragarnos sus cinco kilos en pocos días, so pena de que se pudra o se ponga más hediondo. Así suceda con las uvas, manzanas, peras o bananos; tenemos que darles fin antes de que se dañen. Y esto es un condicionante terrible.
      También se dijo que la gordura no desaparece con ningún aparato de los tantos que salen en la televisión, y que hacen creer a los tontos que “con solo tres minutos al día” encaramados en el Orbi Trek, el Máximus o el Spin Fit, nos pondremos como Glenda Peraza. El video de este último viene con sus propios modelos, y nuestra presentadora no tiene que hacernos demostración alguna, pero si fuera necesario, estoy seguro de que nos dejaría con la boca abierta y rumiando nuestra frustración. Pero las curvas de esa belleza no se deben al Spin Fit o al Orbi Trek, sino a un privilegio de la naturaleza que ella ha sabido conservar en todo su esplendor. Glendita siempre ha sido divina, sin Spin Fit, Astro diet, Herba Life, Jorge Hanés o todas las babosadas con las que nos quieren hacer creer que saldremos del pantano de la gordura con solo cinco minutos de ejercicio y comiendo “lo que nos dé la gana”.
Todos los modelos que salen en esos anuncios, con curvas fabulosas o con abdomen “más duro que la piedra”, jamás han sido gordos mantecudos, sino que son fisiculturistas profesionales que no hacen más que hacernos sentir mal ante el sueño de lo imposible. Los que hacen esos videos con gimnastas olímpicos y mujeres de ensueño, constituyen una caterva de sádicos, dignos discípulos del Marqués. Esas bellas modelos solo sirven para frustrar a las mujeres gordas, y para disparar los sueños eróticos de los varones.
       Finalmente se dijo algo sobre el tiempo; y este es otro de los factores que debemos tomar muy en cuenta, pero no de la forma equivocada. La lucha en contra de la gordura NO es cuestión de tiempo con fechas. Es una actitud para el resto de la vida. Mejor dicho, un modo de vida para toda la existencia de cada uno de los gordos y gorditas que quieran mejorar su figura. Y véase que decimos “mejorar”, no recuperar. Ninguna persona obesa por muchos años, debe formarse expectativas ilusas en relación con su problema personal, porque si lo hace, solo añadirá sufrimientos a su condición.
      Si usted es panzón o gordita y le gustó (O NO) esta “Chispa”, distribúyala entre sus amigos de la cofradía de los colegas. El método “La mitad más el doble” puede ser la única vía que lo saque de esa desagradable situación de tener que lidiar con un sobrepeso que le pesa tanto como una de las anclas del Titanic.
     En una próxima seguiremos con la exposición del método. Y como dicen los anuncios, si el sistema no les sirve, les devuelvo su dinero, si es que me han enviado algo. Hasta aquí, es free.

Afectuosos y gorditos saludos.

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