1069
“LA CHISPA” (17 de agosto de 2016)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
OLIMPIADAS TERCERMUNDISTAS
Da
lástima, salvo contadas excepciones, oír el lamento de casi todos los atletas
tercermundistas: un discurso de pobreza total, limitaciones, angustias y un
sentimiento generalizado de desamparo, lo cual se hace más evidente cuando
vemos y nos enteramos de las condiciones en las cuales viajan las delegaciones
de países como Alemania, Inglaterra, Francia, USA, España, Canadá y otras del
primer mundo. Da vergüenza, da lástima y
nos llena una sensación de miseria que no puede ser borrada ni siquiera por la
pírrica cosecha de medallas de oro que obtuvimos en conjunto TODOS los países
tercermundistas latinos, incluyendo al anfitrión Brasil: 26. Las mismas que sacó China sola, o el Reino
Unido con 27.
El
resultado deportivo puede considerarse como un desastre, eso sin hablar de la
cuestión social, económica y organizativa.
Entonces, ante la realidad de tales mediocres resultados, no quedan más
que unas pocas opciones. Una de ellas es
no asistir a tales eventos en donde no tenemos cabida, dada la baja calidad de
nuestros atletas; y la segunda, es crear unas olimpiadas “paralímpicas”
tercermundistas. Y la justificación
sería nuestra pobreza, incapacidad técnica, desorganización, abandono,
corrupción, falta de seriedad y compromiso de los gobiernos. En fin, podríamos escudarnos en mil
realidades de las que viven y sufren nuestros atletas. Porque ¿cómo explicar que un enorme
subcontinente con más de 500 millones de habitantes sea incapaz de hacer un
papel decoroso en una justa que se celebró en “nuestro territorio”? Si no fuera por Cuba (como siempre), Jamaica
(con su monstruo Bolt) y los
colombianos, casi nada hubiéramos obtenido en el medallero. Brasil no cuenta, pues siendo anfitrión y la
clase de país que es (doscientos millones de habitantes en casi ocho millones
de kilómetros cuadrados), estaba en la obligación de “barrer” en estas
olimpiadas; por lo menos, de situarse entre los tres primeros. Y ni qué decir del ridículo de México: “Un
paisototote” como dijo un locutor mexicano, comparado con un “paisititito” como
Cuba. Colocado en el puesto número
sesenta (60) más o menos, es una vergüenza.
En una
competencia en donde las diferencias son tan abismales, solo cabe una solución:
la separación en categorías, como en el boxeo.
No puede ni debe ser que unos “peso pesado” como los gringos, rusos,
alemanes, ingleses, chinos, japoneses o franceses, se coloquen en el mismo
tinglado que Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Belice o Trinidad y Tobago. Tan notoria es esta diferencia, que ya en el
basquetbol olímpico solo se pelea por la medalla de plata; la otra, la de oro,
ya es de los gringos…forever. Se dice
que en los Estados Unidos hay más de un millón de piscinas olímpicas (de esa
categoría), entonces ¿qué puede hacer en contra de ellos un nadador de
Honduras, Barbados o Guatemala? Y no
solo son las monstruosas diferencias técnicas y materiales (instalaciones),
sino la mentalidad de ganadores que nace de la seguridad de saber que cuentan
con el apoyo total y casi infinito de sus respectivos gobiernos. Cada atleta alemán sabe que Alemania está con
ellos...incondicionalmente. En cambio,
los nuestros solo amarguras tienen que rumiar.
Lupita ganó la medalla de plata en marcha, pero sus padres NO pudieron acompañarla a Rio porque
no tenían dinero para el pasaje. Eso se
dijo en la televisión. Y esa es la
historia cotidiana en nuestros atletas.
Es por
eso que debemos aclarar la situación y no engañarnos con el cuento del
“olimpismo” que dice que lo que importa es competir. ¡A la porra con ese cuento! A las olimpiadas no se va “a ganar
experiencia”, “a participar noblemente”, “a mejorar mis marcas
personales”. A las olimpiadas SE VA A
GANAR EL ORO; con pena, la plata, y como consuelo, el plebeyo bronce. Porque si
no llegamos con esa mentalidad, estamos fritos de antemano. Usain Bolt no llega allí “a ver si puede”
sino a ganar el ORO. También Phelp. Pero la consciencia de nuestros atletas les
dice que están muy lejos de esas aspiraciones y, por lo tanto, se refugian en
la proclama olímpica de que lo importante es competir. Desde luego que NO es posible competir cuando
el desbalance es tan marcado; cuando el “enemigo” es tan superior. De ahí la necesidad de crear unas olimpiadas
tercermundistas, en donde las fuerzas sean parejas y Bolivia pueda ganar 3 o 5
medallas de oro. Una justa en donde
Brasil sea el gigante a vencer; una competencia en donde Argentina infunda
terror a los demás. Una pelea en donde
Belice tenga la oportunidad de ganar alguna medalla de bronce o plata. Una batalla en donde todas las fuerzas se
dirijan a derrotar a los cubanos o a los jamaicanos.
En
esta justa cabrían todos los países latinos, africanos y gran parte de los
asiáticos; además, algunas naciones europeas como Grecia, Portugal (por su
lastimoso papel en Rio), y otras como Bélgica, Georgia, Rumania, Kosovo. En estas olimpiadas México podría convertirse
en el gigante que sueña ser, aunque sea de mentirillas. También cabría la posibilidad de una doble
representación como en los casos de Cuba y Jamaica en ambas olimpiadas. O con Brasil y Argentina en fútbol.
En
síntesis, es horrible ver esa lista de la tristeza que inicia Afganistán con 0
(CERO) medallas y que es seguida por más de CIENTO TREINTA PAÍSES. En nuestras olimpiadas, los Emiratos
Árabes podrían ser una gran potencia, pues tienen el capital para formar
buenos atletas de nivel medio, que por ahora, solo les dieron una medallita de cobre.
Y
siendo tercermundistas, como somos, no estaríamos obligados a los altos
estándares de construcción que demanda el COI para unas olimpíadas de verdad;
podríamos hacerlas en estadios viejos, en piscinas no reglamentarias, en pistas
mediocres (como lo que somos). En fin,
algo de acuerdo con nuestra mentalidad y coraje. Nada de desperdiciar centenares o miles de
millones que bien podemos invertir en infraestructura necesaria para el desarrollo
de nuestros pueblos, porque malgastar lo que gastó Brasil en ese “carnaval
deportivo”, es un crimen de lesa “brasileñidad”. No se trata de patriotismo o espíritu
olimpista sino de REALIDAD. Ese circo es
para países que puedan enfrentarlo sin sacrificio de sus economías. Las olimpiadas siempre deben celebrarse en
USA. Alemania, Inglaterra, Francia, España, Suiza o los países árabes
petroleros como Arabia Saudita o Kuwait.
No se realizan olimpiadas solo por “rajar”, sino como una manifestación
real de lo que es la economía de un país.
¿Qué
cree usted?
Ricardo Izaguirre S. Correo: rhizaguirre@gmail.com