375 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿A QUIÉN LE IMPORTA?
Todas las mañanas que paso por la Rotonda de las Garantías Sociales, frente a las oficinas del MOPT, presencio una imagen que ya es rutinaria: unos furgones salvadoreños estacionados sobre la acera con raya amarilla y a contravía, como si vinieran del lado este. Son los que traen mercancías para la distribuidora Diana. Y a nadie parece importarle un tacaco. Tres veces lo he denunciado a funcionarios de esa oficina, que lo han visto con sus propios ojos, pero al parecer tampoco les importa. Pero eso no es todo, pues como los camiones vienen del oeste (de Plaza González) tienen que dar vuelta en una esquina que forma un ángulo agudo imposible de realizar en forma normal con esos armatostes. Entonces TIENEN que encaramarse en el parquecito para que el cajón pase sobre la acera derecha y el cabezal lo haga sobre césped de esa plazoletita. Ya prácticamente han destruido la cuneta, han hecho una zanja en la tierra y, con la lluvia, eso se ha convertido en lodazal espantoso. Y al parecer a nadie le importa un rábano.
Incluso hablé con uno de los choferes salvadoreños al cual le señalé el daño que estaban haciendo y me dijo: “Sí, señor, nos da mucha pena, pero somos obligados a venir hasta acá. ¿Qué podemos hacer?” Hace tiempo dije en otra “Chispa” que no se debe permitir el tránsito de esos vehículos por la ciudad, pues constituyen un peligro latente, destruyen las calles y causan bloqueos terribles en un pueblón como San José, cuyas calles fueron improvisadas para el paso de carretas, carretones y caballos. Dije que para el tráfico internacional de mercaderías debe construirse una terminal de furgones en Alajuela, y desde allí, se deben trasladar a San José o donde sea su destino final, en camiones pequeños, aptos para transitar por nuestras calles. Pero a nadie parece importarle un chayote.
¿Qué hace un mastodonte de esos circulando por las calles de San José, reventando alambres telefónicos, de alumbrado y cuanto mecate hay entre los palos del ICE y las casas? No se sabe, y a nadie le importa. Otro problema que a nadie le importa es la entrega de mercancías a los negocios del centro de la capital. ¿Qué hacen esos cientos de camiones, furgones y camionetas repartiendo pipones de agua, hielo, cajas de guaro y cerveza, refrescos, camas, gas, carne, frutas, gasolina, diesel, verduras, muebles y cuanta carajada hay, a las nueve, diez, once, doce, una de la tarde o a la hora que se les antoja? Un camión descargando pipones de agua en la acera izquierda de la avenida tercera, y otro en la acera derecha, cincuenta metros más adelante, descargando verduras, más la fila de taxis colectivos a Heredia, y se forma un tapón diabólico cuando se les vienen encima las cacharpas (autobuses) de Sabana-Cementerio, Barrio México, Bº la Cruz y todas las camionetitas, taxis rojos y los masoquistas de vehículos particulares que insisten en pasar por el tráfago infernal que es esa avenida. ¿A quién le importa?
La solución a ese lío es tan simple que me he preguntado miles de veces por qué no lo arreglan. ¿Por qué no hay la voluntad política para hacerlo? Yo me he ofrecido voluntariamente, Y SIN PAGO, para resolver ese problema en tres días, talvez en dos. Lo primero es que todo servicio de entrega de mercancías a los negocios del centro, debe realizarse entre las doce de la noche y las cinco de la mañana. Sin excepción. Porque ¿qué hace un coche-bomba de gasolina circulando por las congestionadas y peligrosas calles de San José al mediodía? Eso es un atentado criminal en contra de la población. Con solo esa disposición, desaparecería la mitad del congestionamiento capitalino. Y la medida complementaria es la eliminación de todas las líneas de autobuses en un área de exclusión que, a partir del Punto Cero (cruce de avenida central con calle central) comprenda cuatro avenidas hacia el sur y tres hacia el norte; cuatro hacia el este y cinco hacia el oeste. Sin paradas y con rutas exclusivas para buses. Con eso, el centro de San José se convertiría (con los bulevares) en un espacio humanizado. Pero ¿a quién le importa? Los autobuseros son muy poderosos miembros de la Oligarquía; también los taxistas, la otra plaga que está asfixiando la ciudad. Caminar por las calles de San José infunde pánico.
Otro asunto que a nadie le importa son las aceras. Para caminar sobre ellas, hay que conocerlas de memoria o caminar como los chanchos: solo viendo para abajo. En este aspecto el caos rebasa todo lo imaginable. Cada vecino las construye de la forma que le da la gana: más anchas, más angostas; más altas que las del que sigue; de cemento, de ladrillos, de baldosas, con piedras, lujadas como pilas de lavar, ordinarias, con rastrillos, resbalosas, de colores, de adoquines. Pero lo más abusivo de esto son las rampas hacia los garajes, las cuales son construidas a capricho de los vecinos. Hay quienes hacen un terraplén por encima de la acera, y el que no pela el ojo, se tropieza y va a dar con sus huesos al suelo. Otros las hacen en bajo relieve para que el carro no haga esfuerzo para entrar, y en ese hueco también “se pierde pie” y se aterriza. Y hay quienes la prolongan hasta un metro dentro de la calle y obstruyen el curso del agua de las cunetas. En otra “Chispa” denuncié que en la calle de la Procuraduría, en ambas aceras, hay aproximadamente unas catorce de estas trampas “fabricantes” de dengue, ¡y del hemorrágico! Y ¿a quién le importa? Incluso en la oficina del MOPT de la rotonda que indiqué al principio de esta “Chispa”, hay una de esas rampas ilegales que bloquea el flujo natural del agua de la cuneta. Nada menos que ¡EN EL EDIFICIO DEL MOPT! Y ¿a quién le importa un cacahuate? Al parecer, a nadie.
RIS
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