1043 “LA
CHISPA” (11 de noviembre de 2014)
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ADIOS,
HERMANO…
El 19 de octubre del presente año
2014, falleció en la ciudad de San Francisco, California, un buen hombre; él
era mi hermano, el último hermano de sangre que me quedaba, pues de corazón
tengo otros y otras. Después de un largo
proceso de purificación, descargó la cruz material que lo ataba al mundo y
emprendió el viaje solitario que todos debemos hacer… en algún momento.
Quisiera creer, como lo hacen
muchos, que solo es un “hasta luego” que terminará cuando nos encontremos en algún
otro lado, en ese “espacio” que llamamos más allá, ese lugar que tanto hemos idealizado, al
gusto de cada uno; pero ambos sabemos que no es así; buen viaje, hermano mío,
que los ángeles custodios te enseñen el camino de retorno al Hogar. Y después de cruzar el Leteo, solo quedará en
tu alma el recuerdo de las cosas buenas, de los grandes afectos; toda la
pesadilla será borrada y solo te acompañará la dicha del olvido.
Mi hermano quiso ser enterrado en
San José, al lado de los restos de nuestra madre, en donde todavía esperan
hambrientos dos nichos que se insinúan ominosos con una especie de amenaza a
los que, supuestamente, hacemos falta en ese trozo de tierra del cementerio “Jardín
de los Recuerdos”.
Mi hermano fue un buen hombre, y con
eso creo decir todos los elogios posibles.
Puedo decir sin ningún sonrojo, que le sentía una profunda envidia por
sus virtudes; tanta que, en uno de mis libros (El Análisis) llegué a decir que
él era la clase de hombre que yo hubiera querido ser.
Hoy se ha ido. Lamentablemente, con un gran espacio de
tiempo que nos quedamos debiendo el uno al otro. Y muchas conversaciones se nos quedaron en el
aire. No las oímos, aunque quizás las
sepamos y conozcamos las respuestas a las preguntas que quisimos formularnos.
Cualquier cosa que haya “al otro
lado”, estoy seguro que no será algo que lo saque de quicio y que no pueda
resolver con decisión… porque de una cosa estoy seguro: mi hermano era un
hombre muy valiente. Eso simplifica el tránsito y hace posible y
fácil el acomodo al estado post mortem, ventaja de enorme valor.
Un hombre valiente, lógico e
inteligente como él, no tendrá problema alguno para adaptarse a su nueva fase
de aprendizaje y evolución. Rafael era
un hombre sereno, que parecía tener todos los años del universo, pero a la vez,
un sentido del humor propio de un niño: era un niño-anciano o un viejo juvenil
que nunca dejó de ver los problemas con sabia tolerancia. ¿Que cometió errores? No lo dudo.
He dicho que era un “buen hombre”, no un santo. Pero son muy pocos los que merecen el
calificativo de buenos, y mi hermano sí lo era.
En donde quiera que se encuentre, estoy seguro de que no será problema
alguno para él. Un hombre valeroso NO
puede ni debe tener problema alguno al cruzar el umbral.
Hermano mío, que tengas un breve y
agradable paso por este primer peldaño de la vida post mortem, y que al cruzar
el río del Olvido, borres todos los angustiosos recuerdos de tu vida terrenal,
aunque en esa operación desaparezcamos todos los que aquí te hemos querido. Ese es el camino, esa la Ley. Sé que volveremos a ser parientes, aunque no
recordemos nada de la presente vida. Y
hasta entonces y, en esas condiciones, sí es válido el “hasta luego”. Con todo cariño
Tu hermano
RIS