miércoles, 16 de junio de 2010

278 ¿Cómo debe organizarse el fútbol?

278 “LA CHISPA”

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

CÓMO DEBE ORGANIZARSE EL FÚTBOL

       Para estas ocasiones de tristeza cuando todos nos sentimos “Directores Técnicos” de fútbol, bien podemos darnos el lujo de teorizar sobre esta volátil materia que a todos nos vuelve locos. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, los que se supone que “saben” nada logran: ni dirigentes ni técnicos. Es por eso que todos los filisteos, al calor de la reciente tragedia de la “Copa de Oro”, nos sentimos con el derecho de proponer cualquier disparate que pudiera ser útil para mejorar nuestro deporte favorito… o al menos, para desahogarnos.
Se debe empezar por una “poda”, pues cuando se permite una cantidad desmesurada, es seguro que la calidad decrece. ¿Qué hacen en primera división ese montón de equipillos que solo duran ahí un año y que, además, no tienen afición ni estadios decentes? Entrar a primera división no debe ser cuestión de suerte, de un “loteríazo” que se dio por una serie de acontecimientos al azar. A la primera solo deben entrar INSTITUCIONES bien formadas y capaces de afrontar todos los compromisos y exigencias que demanda ese nivel de participación futbolístico. Deben tener dinero para comprar refuerzos, para pagar todos los profesionales que esta actividad demanda; para hacer publicidad, promoción y mercadeo. El fútbol en esa instancia es un NEGOCIO de calidad que no debe dejarse a la improvisación o las ocurrencias.
      El fútbol es una cuestión de masas, ya que una institución carente de seguidores no tiene la fuente de ingresos necesaria para subsistir sanamente. Esos equipillos que no tienen dinero ni para pagar un buen entrenador NO DEBEN estar en primera división. El ingreso a la primera no debe ser una cuestión de suerte a la que una legión de equipillos opta como si se tratara de un bingo. La “división de ascenso” debe estar organizada mediante un reglamento bien conocido que especifique los requisitos mínimos; algo así como la inscripción de un partido político. Los aspirantes a pertenecer a esa liga, deberán demostrar que son una INSTITUCIÓN capaz y responsable financieramente de los compromisos que adquiera en sus funciones. Para eso deben depositar ante la Federación o quien corresponda, un monto (bono, certificado etc.) que garantice el cumplimiento de sus compromisos comerciales y laborales; es decir, una especie de Seguro que cubra salarios, prestaciones, cancelación de contratos y todos los gastos en los que pueda incurrir cualquier empresa comercial. Además, deberá presentar la lista certificada de sus seguidores o asociados (mínimo VEINTE MIL), pues da lástima ver a ciertos equipillos a los que solo van a ver los familiares de los jugadores, y esto, porque no hay nada que ver en la televisión. Pero si el equipillo juega a la hora de “La Viuda de blanco” o “La esclava Isaura”, ni las mujeres de los jugadores van al estadio. No se puede aspirar a algo cuando lo que se presenta no es más que una improvisación bajo el lema de que: “En el camino se arreglan las cargas”. En el fútbol grande, moderno y comercial, eso NO funciona. Ahí no hay ayuda del cielo; solo cuenta el trabajo, la responsabilidad, la previsión y, sobre todo, EL DINERO. El fútbol es una EMPRESA, y ninguna de estas funciona si no hay inversión. Es por eso que todo equipillo que pretenda ingresar a “la primera”, debe presentar un certificado oficial de sus finanzas, fuentes seguras de ingresos fijos, lista de propiedades (residencias, campos de entrenamiento, estadio, gimnasios, autobuses etc. etc.), contratos de trabajo con los jugadores, constancias de pago al Seguro Social y certificado de sus cuentas bancarias durante un período determinado por el Reglamento. Es decir, deben ser EMPRESAS solventes capaces de cumplir sus compromisos comerciales.
              Cuando Uruguay ganó sus títulos mundiales, su “división de honor” estaba formada por cuatro equipos más o menos. La elite del fútbol charrúa. Y de ahí salió la Selección que se ciñó la corona. Pero ¿qué puede salir de una multitud de equipillos que ni siquiera tienen afición o un estadio que valga la pena? ¿Podría armarse una selección mundialista con P.Z., Santa Bárbara, San Carlos, Puntarenense y el Liberia F.C.? ¿Quién invertiría para construir un estadio aceptable (veinte mil aficionados) en Santa Bárbara, si todo el mundo sabe que ese equipillo no le gana a nadie (talvez a otro equipillo) y que solo va a estar un año en primera? En el fútbol profesional, esto es un asunto de “money” y no de sentimentalismo provinciano. Desde luego que en las ligas de aficionados puede haber miles de equipos, millones si les da la gana. Es deseable.
Entonces, el camino debe empezar por hacer un cuello de botella de alta exigencia en el ingreso a la liga de honor. En San José se debe construir dos estadios de verdad, de calidad internacional; en el sur y este de la capital. Ya está el Saprissa y el Nacional. Solo faltarían los puntos de concentración de las aficiones de esos dos puntos cardinales, pues ahí hay casi un millón de posibles seguidores de los equipos a formar. San José debe tener CUATRO equipos en primera. ¿Y por qué? Porque tiene la afición capaz de formar cuatro bandos de más de un cuarto de millón de aficionados, y ese es el sustento del fútbol-empresa. Algo así como lo que sucede en Buenos Aires. Luego vendría la representación de las provincias: un equipo por cada una, reforzado con lo mejor de los equipos locales y con las contrataciones que puedan hacer en el extranjero. Deberá ser prohibida la piratería futbolera, es decir, que haya equipos que compren los mejores jugadores que se vayan produciendo en los demás clubes hasta debilitarlos y convertirlos en simples sacos de entrenamiento. Como sucede en la actualidad con Saprissa y Alajuela. Un campeonato aburridor en donde ya todo el mundo sabe quiénes serán los finalistas, y salvo un milagro, esa es la receta que nos “receta” el campeonato nacional.
       La búsqueda de la excelencia, debe iniciarse por la selectividad, por la exclusividad. A la primera, solo deben acceder los mejores: la crème de la crème. Pero para asegurar la calidad, debe existir el castigo, y ese es el descenso, único instrumento que nos garantiza que los equipos darán lo mejor de sí para evitar la tragedia que significa caer del Olimpo y tener que luchar de nuevo entre la plebe, entre los simples mortales.
Futbolescamente
RIS

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