lunes, 7 de junio de 2010

401 Lo siento, no me interesa

401     “LA CHISPA”

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LO SIENTO, NO ME INTERESA

    No estoy interesado en la conservación de los cocodrilos y su larga lista de parientes, esos horrendos bichos que debieron desaparecer hace un millón de años. Y que siguen matando miles de personas por año. Tampoco me concierne el asunto de los tiburones y sus aletas, pues esos animales no me hacen la menor gracia, por más que sus protectores los defiendan y digan que no atacan al hombre; por mí, el mar estaría mejor sin ellos, como el monte sin las culebras, de cualquier especie. No me preocupa la preservación de las ballenas, pero si así fuera, nada puedo hacer por ellas. Las peticiones, acompañadas de millones de firmas, les importan un cacahuate a los japoneses ojos “jalados”. Así que si lo desean, pueden acabar con ellas y convertirlas en varillas de brassier y perfumes; al fin y al cabo, yo nunca he tenido la menor necesidad de una ballena, tampoco de las cobras, los elefantes, los rinocerontes o los ositos panda; si los quieren exterminar, en buena hora. Yo tengo demasiadas preocupaciones tratando de resolver los pequeños problemitas cotidianos que me hacen la vida de cuadritos, como para estar ocupándome de cosas ante las cuales soy absolutamente impotente. Prohibirles la matanza de ballenas a los desgraciados nipones, es algo que solo los gringos podrían hacer mediante la amenaza nuclear; o que sus submarinos hundan a todos los balleneros del país del Sol Naciente.
   Yo nada puedo hacer por las ballenas; quizás mi único aporte a su despedida del mundo, será sentir cierta nostalgia por su canto agónico y final. También puedo negarme, por completo, a comprar cualquier producto que hagan esos jueputas nipones. Todo lo que diga “Made in Japan” puedo excluirlo de mi lista de consumo, y eso nadie me lo puede impedir. Y con eso sí los jhodoh.
   No estoy interesado en el “mensaje de las estrellas” ni en la armonía cósmica, la expansión de la consciencia, la entrada de la Era de Acuario o la paz mundial; me importa un bledo lo que dijeron Sai Baba, Krishnamurti o Platón. Me resbala lo que creen los Testigos de Jehová y sus teorías improbables. La preservación del ambiente me tiene sin cuidado: que cada uno tire basura donde le dé la gana, siempre que no sea encima de mí. No tengo ganas de pertenecer a ninguna organización o religión que me ofrezca el cielo, el paraíso o la felicidad después de la muerte. No tengo el menor interés en la “salvación” de mi alma en el más allá; que se salve ella sola, si puede. Suficiente trabajo tengo con salvarme yo aquí. No me importa si Jesucristo tuvo muchas hijas y solo era un lunático de los tantos que aparecían en esas tierras. Tampoco si su descendencia vive en Francia, Puriscal o Guatemala. Nunca he tenido necesidad de un canguro, una alpaca o un alce; así que por mí, entre gringos y japoneses, bien pueden desaparecerlos del planeta. Nada se alterará en mi vida. Dicen que el tigre de Bengala está en peligro, pues ¡qué dicha! Esas fieras se han “bailado” a muchos indios, y aunque estos no tienen mucho que comerles, no es justo que sirvan de pasto de esas alimañas. Por mí, ingleses y gringos, pueden seguir haciendo safaris para convertirlos en petates y adornos de las paredes. Podemos conservarlos en fotos y películas en donde no hagan daño. Como a los gringos y japoneses, si desaparecieran.
    Lo que dijeron Buda y Krishna, son asuntos para los chinos e indios. A los latinos de nada nos sirven las teorías de la tolerancia o la de la eternidad de la rueda de Samsara. Para nosotros el Karma es una idea conformista para desanimar a los que quieren salirse del canasto de la miseria; algo así como lo de “Bienaventurados los pobres” del cristianismo. Una broma de mal gusto. Si quieren llenar de radiactividad el planeta, que lo hagan cuando les dé la gana. Lo peor que nos puede pasar es morir, y la muerte DEBE ser mejor que la vida de miles de millones de personas que ahora agonizan en busca de justicia y comida.
No me importa que cuatro gatos sean los dueños de todo, y que billones no tengan nada; todos tendrán que morir, y ahí se empareja la cosa. Ya tiesos, todos somos iguales: Donald Trumph y yo.
      Me importa un chayote la desertificación de Europa, Norteamérica o China; y que Los Ángeles se quede sin agua, es algo que me afecta tanto como el descongelamiento de los casquetes polares o la inundación de toda la costa este de los Estados Unidos. No me inquieta que todo el mundo se llene del monóxido de carbono que producen los carros de Europa y Amerrica. Si quieren acabar con todo el petróleo en este siglo, por mí no se preocupen, ¡adelante! Talvez así dejan de matar tanta gente en el Medio Oriente. Los árabes no necesitan carros ni petróleo, ellos tienen sus camellos. Si quieren contaminar todos los ríos y exterminar su flora y fauna, ¡enhorabuena! Yo no bebo agua de ríos ni como pescado. Si desean acabar con toda la selva amazónica para convertirla en potreros para vacas, ¡háganlo!, pues al fin y al cabo, ese no es asunto de mi incumbencia y no necesito de la carne o el oxígeno que exporta Brasil; tampoco de su café. Por mi parte, pueden eliminar a todos los habitantes del África para quedarse con sus tierras. Lo mismo pueden hacer con los estorbosos indígenas de América Latina. Ya vivieron suficiente y NO tienen futuro.
    Pero lo que menos me incomoda es la cuestión de la capa de ozono. Así que no me manden cartas para que apoye su preservación, pues estoy decidido a hacer todo lo posible para contribuir a que desaparezca lo antes posible. Este es un problema causado solo por las naciones de vanguardia, y si realmente es un peligro para el “Homo sapiens”, solo aquellas tienen la obligación de reparar el daño que le han hecho. Solo ellas pueden y DEBEN tomar las medidas para restaurarla. Y si no lo hacen, ¡pues qué bien!, así salimos más rápido de este problema que es la vida humana sobre la Tierra. La Naturaleza nos dio esto en buen estado, y si nosotros lo jodimos, no es culpa de ella ni de Dios. Si nos portamos como cerdos, del cielo nos ha caído la horqueta. Si con la destrucción del ozono desaparecen de la faz de la tierra los japoneses y gringos, con todo gusto me sacrifico en el empeño de ayudar a desbaratarla.
Ambientalescamente
RIS.

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