1070 “LA CHISPA” (8 octubre 2016)
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL
CARÁCTER
El carácter es la suma de una cantidad
de valores diversos que distinguen y clasifican a cada individuo en alguna
categoría social de la humanidad. Es el
producto de milenios de evolución y es algo con lo que cada persona viene al
mundo. No se hereda como el color de los
ojos o la estatura, pues es una característica que va más allá de la herencia
biológica simple; es algo así como la capacidad musical o artística. No se puede cambiar arbitrariamente solo
porque se nos antoja. Es muy poco lo que
podemos hacer para mejorarlo en toda una vida; se necesitan miles, cientos de
miles de vidas (reencarnaciones) para lograr un desarrollo notable en este
gran misterio de la vida. En este grande
y principal objetivo de la vida.
Entonces, ¿qué es el carácter? Es
lo que somos en forma auténtica, sin máscaras, sin disimulos, complacencias ni
condescendencia. Es la clase de persona
que somos cuando hemos prescindido de toda vanidad, vicios y
superficialidades. Pero es aún mucho más
complejo que eso: es la fuerza que determina lo que somos ante la vida, las
conductas que tomamos, cuánto nos arrugamos ante la adversidad y qué tan
compasivos podemos ser ante el dolor ajeno; qué tanto nos interesamos,
sinceramente, por hacer real aquel mandato fraterno de “amar a nuestro prójimo”.
El carácter es la amalgama de muchas
virtudes y defectos que determinan nuestra conducta y hacen previsible nuestras
respuestas. Si somos violentos, todo el
mundo sabe cómo responderemos ante tal o cual situación. Si somos bondadosos, también. Todas las potencialidades humanas se
encuentran en nosotros, pero la mayor parte de las buenas, se hallan veladas
por la fuerza brutal de las malas inclinaciones, producto de nuestro incipiente
grado evolutivo. El “pecado” solo es un
atraso en el proceso de evolución, dice la sabiduría oriental. O simple ignorancia como sostiene el
hinduismo y todas las grandes religiones.
Es indudable que todos estamos plagados de defectos y vicios morales:
orgullo, envidia, mentira, lujuria, gula y un interminable etcétera que, si lo
analizamos cuidadosamente, nos llena de desesperanza y vergüenza (si tenemos el grado de
consciencia necesario para reconocerlo). Y esta falta de consciencia es la que no nos
permite avanzar en nuestro camino de mejoramiento; jamás nos analizamos, y si
lo hacemos, es solo para justificarnos ante nosotros mismos o aquellos cuya
opinión nos interesa.
¿Soy codicioso? ¡Claro que no! Si me llevo entre las patas a los demás, es
solo por previsión y para garantizar “mi” seguridad financiera en el futuro; y
la de mi familia también. Antes de que
me jodan, los jodo yo. Es la ley de la vida,
decimos. Y eso acalla cualquier protesta que pudiera surgir en el núcleo moral de
la consciencia. Y a fuerza de no atender
a estos avisos, los mecanismos de la decencia se van adormeciendo hasta que se
hacen inútiles como guardianes de la buena conducta. Y cuando prevalece el EGOÍSMO, lo demás es
inútil, pues toda ruindad se justifica en su nombre, y el individuo se
convierte en extraño a su propia especie, en mezquino solitario.
El CARÁCTER es valor, paciencia,
tolerancia, fuerza, amor, dedicación, trabajo, veracidad, ser silencioso,
comprensivo, generoso, ser auténtico, humildad, templanza, castidad,
desprendimiento, altruismo y muchas otras virtudes que la casi totalidad de la
especie humana desconoce y no forman parte de su personalidad. La impostura es la conducta general, y
acompañando a esta, se encuentran la envidia, el cinismo, la intolerancia, la
hipocresía, la lujuria y la glotonería, la ira y la deshonestidad
generalizada. Ser aprovechado y
sinvergüenza se reputa como una virtud social, indispensable para sobrevivir. Y hay quienes entienden la insolencia,
iracundia y violencia como sinónimos de carácter; de un malcriado se suele
decir que es “un hombre de carácter”.
Pero, ¿es posible cambiar o mejorar el
carácter? Todos lo hacemos… pero muy
lentamente, a través del camino doloroso y lento de la experiencia (prueba y
error), lo cual nos lleva cientos de miles de años en la gigantesca escala
evolutiva. No hay prisa, y parece que
así está calculado por los que “hicieron” esto.
Sin embargo existe, como en todo, una alternativa que se puede poner en
práctica mediante algunos pasos, de los cuales, el primero y más importante es
el “CONÓCETE A TI MISMO”. Después de
eso, reconocer nuestras faltas y focalizar cada defecto o vicio moral que más
nos perjudique. Lo demás, es cuestión de
tiempo, empeño, persistencia, VOLUNTAD y paciencia. Este atajo no significa brevedad ni la
posibilidad de saltarse etapas en tiempo record. Ni salvación milagrosa por el
arrepentimiento. Deshacer una
construcción multi milenaria de conductas erradas que han producido tendencias
poderosas y malignas, NO es cuestión de pedir perdón y arrepentirse; es asunto
de profunda reflexión y decisión inquebrantable de mejorar y llegar a ser MEJOR
PERSONA. ¿Difícil? ¡Claro que sí! Pero tenemos toda la ETERNIDAD para lograrlo.
El carácter es lo que nos define, y por
muy buenos impostores que seamos, siempre sale a la luz lo que en verdad somos,
por más buenos actores que seamos.
¿Qué cree usted?
Ricardo Izaguirre S. Correo: rhizaguirre@gmail.com
Blog: www.lachispa2010.blogspot.com/