martes, 31 de enero de 2012

708 Los latinos nunca aprendemos


708    LA CHISPA         
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS LATINOS NUNCA APRENDEMOS     Blog:   http://lachispa2010.blogspot.com/
            Hay animalitos en la naturaleza que realizan ciertas obras a la perfección: hormigas, abejas, avispas y termitas.  A base de tanta repetición, por millones de años, su trabajo es óptimo, pero son incapaces de introducir alguna novedad o variante en su monótona labor; son predecibles y siempre hacen lo mismo.  Así somos los latinos: incapaces de aprender alguna nueva conducta en relación con los problemas sociales centenarios que nos aquejan.  Y el peor de ellos es la política (como la entendemos nosotros), ante la cual no tenemos ninguna respuesta racional, a pesar de que sabemos bien cómo se lleva a cabo este juego de unos pocos pero que nos afecta a todos.  Conocemos bien cómo funciona la maquinaria política, quiénes la manejan y hacia dónde se mueven los resultados económicos de esta actividad, y parece importarnos un chayote.  Impávidos vemos maniobrar a esta gente, como si no nos afectara su maligna labor. 
            Como borregos seguimos el ritual, hipnotizados por palabras y promesas que nunca se cumplen.  Y con la indolencia propia de una raza decadente y destinada a la desaparición, observamos los resultados con la resignación de los cristianos que mandaban al Coliseo.  Hemos renunciado a la agonía (lucha) y toleramos que otros jueguen con nuestras vidas como si fuera un asunto baladí.  Dejamos que otros decidan sobre cuestiones vitales que afectan nuestra existencia y la de nuestras familias.  Hemos permitido que pequeños grupos de cabrones se hayan hecho dueños del Poder en forma permanente y que, mediante un sistema falaz, nos hagan creer que todos participamos en la escogencia del Gobierno y el rumbo de los negocios de la nación.  Hasta el más torpe de nosotros conoce la mecánica básica de nuestro sistema político y está enterado de cómo funciona y en manos de quiénes está.  Sin embargo, tanto el bruto como el hombre culto, son víctimas de la misma abulia ante los asuntos del Estado.  Todos nos hemos entregado a la fatalidad, y eso ha permitido que cualquiera pueda ser candidato y, eventualmente, gobernante de nuestros países.  Basta con tener dinero en abundancia, y cualquier partido los nombra y hace presidentes… o vicepresidentes. 
            No es necesario que los conozca el pueblo, tampoco se precisa una vida pública al servicio de los conciudadanos; basta ser banquero, tener mucha plata para comprar la nominación ¡y listo!  La política en la América Latina es una subasta en la que participan siempre los mismos: los que tienen la chochoska para comprar lo que les gusta o con lo que quieren hacer negocios.  Solo es cuestión de tener sentido de la oportunidad.  Por ejemplo, el candidato a vicepresidente por un partido político, un ABSOLUTO DESCONOCIDO para el pueblo, salió “elegido” sin hacer el menor esfuerzo cívico o de proselitismo por ganarse los votos que recibió.  Fue suficiente que asistiera a dos o tres desfiles de la candidata, y ya.  En un sistema democrático de escogencia directa, este señor solo hubiera sacado UN VOTO.   Entonces, ¿cómo es que la gente no entiende O NO QUIERE ENTENDER la trama de semejante mascarada a la que le llaman “democracia” con libre elección de los gobernantes?  Y no se puede alegar el interés de triunfar, porque eso no es más que un cuento.  ¿En qué triunfa el pueblo cuando alguno de esos individuos es elegido?  ¿Cómo es posible que alguien pueda ser vicepresidente de la República con solo un voto?  Tecnicismos de la “democracia formal”…  ¿Lo habían pensado?      Estribillo:   “Nos preocupa el pueblo”
            Todos los políticos nos dicen lo mismo, nos prometen lo mismo y siempre hacen lo mismo por nosotros: NADA.  Tan indolentes nos hemos hecho ante esta situación, que todo nos parece un chiste que debemos repetir cada cuatro años.  Sabemos que son mentirosos y que nada les importa la suerte de los pueblos, pero seguimos participando y legitimando esta farsa eterna con nuestros votos.  Somos dóciles como ovejas, y ellos lo saben.  Por eso hacen lo que les da la gana.  Pero hagan lo que hagan, los latinos NO APRENDEMOS y siempre estamos dispuestos a poner el otro cachete.  Hablar de corrupción y mentiras de los políticos ya no tiene sentido, nuestros gobernantes han entrado en otra dimensión de cinismo imposible de clasificar; su  desfachatez va más allá de cualquier denominación.  Veamos un ejemplo que creo talvez sirva para ilustrar lo que digo en relación con la actitud de los políticos.        Jingle político: “Estamos escuchando al pueblo”.
            Hace tiempo recibí un bellísimo proyecto legal que era un propósito nacional para crear los mecanismos y entidades capaces de poner freno a la corrupción estatal de manera eficaz: “Conferencia Nacional para la Presentación de la Legislación para Prevenir la Corrupción”.  Era un proyecto extraordinario que contemplaba casi todo lo necesario para crear instituciones que velen en forma eficaz por la transparencia en los asuntos del Estado.  A los que no lo hayan leído y quieran estudiarlo, se los puedo enviar para que lo valoren.  Fue leído ante altas autoridades como la presidenta de la Corte Suprema de Justicia y el delegado de la OEA en Costa Rica el día 5 de julio del año 2001.  Es una verdadera pieza jurídica destinada a poner los controles necesarios para prevenir la corrupción en el Estado.  Discurso adornado con citas de Séneca, Aristóteles y uno que otro personaje moderno, daba la impresión de ser una seria tentativa para ponerle coto a la corrupción.  Pero parece que se quedó en nada, como todos los proyectos políticos que puedan comprometer a sus proponentes en algún momento de su carrera como funcionarios.  ¡Ah!  Este discurso fue leído por el Presidente de la República en ese momento, don Miguel Ángel Rodríguez.      (¿La seguridad ciudadana?)
            Parece que los latinos estamos incapacitados genéticamente para aprender nada sobre política, y mucho menos, sobre politiquería.  Somos tan dóciles que en realidad damos la impresión de ser como dicen que dijo don Pepe: “pueblos domesticados”.  El jolgorio de las campañas políticas nos vuelve locos, sobre todo, si hay cimarronas y buen guarito de por medio.  Lo que importa es “ganar las elecciones”, y mañana, ya veremos…
            Esa es toda la filosofía que anima nuestra actividad cívica.  Todo el mundo nos agarra de chanchos.  ¿No tenemos capacidad alguna para discernir?  ¿Seguiremos haciendo lo mismo hasta que desaparezcamos de la faz de la tierra?  Por desgracia, hacia ese final apuntan todos los indicadores.         Somos una raza mansa. 
            Hormiguescamente                                                                     ¿Sucede algo parecido en su país?
                                            Ricardo Izaguirre S.                          E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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viernes, 27 de enero de 2012

693 Una escuela nacional de fútbol


693    LA CHISPA                              
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
UNA ESCUELA NACIONAL DE FÚTBOL
            Si imitamos, estamos perdidos, pues por bueno que sea el plagio, siempre será inferior al original.  Y eso es lo que nos está pasando en el fútbol.  Intentamos remedar un modelo inventado por los europeos para ponerse en práctica con atletas de características diferentes a las nuestras.  Con mentalidad diferente.  En general, estos hombres son más altos, más fuertes y resistentes; pero sobre todo, mucho más DISCIPLINADOS.  Ellos se aplican terca y tenazmente a los libretos de una escuela que tiene plena validez para ellos (también para los gringos), pero no para nosotros.  Así que si jugamos el juego bajo las reglas de los europeos, no tenemos oportunidad alguna.  Vean que esto es parte de una guerra sicológica con la que nos han venido lavando el coco.  Y son precisamente nuestros paisanos que juegan en Europa, los voceros de una serie de mitos con los que pretenden socavar nuestra moral.  A todos estos jugadores argentinos, brasileños  etc., los hacen creer y repetir ciertas consignas acerca de la velocidad, la potencia, el nivel de exigencia, el método y mil cosas más que hacen que el fútbol europeo “sea superior”, que sus ligas sean mejores.   Así lo repiten los nuestros pero, ¿por qué estos siguen brillando por encima de los europeos?   Vean que casi todas las estrellas de esas ligas son latinos.  No es cierto el cuento de que los europeos son mejores; pero nos quieren convencer de eso.  Les conviene porque no tienen con qué contrarrestar la magia del fútbol latino.  La picardía, el genio, la improvisación milagrosa, la malicia y falta de un método previsible son nuestras ventajas. 
            Los europeos actúan como robots; es fácil predecir qué harán y hacia dónde se mueven sus jugadores en cada lance; es simple saber dónde estarán y cuáles son las jugadas y movimientos que harán de acuerdo con el esquema básico de cada equipo o selección.  En ellos no hay sorpresa, todo está planificado y se ajusta a una monotonía que no ofrece novedad.  Es por eso que en la medida que nos ASIMILEMOS a los sistemas europeos, les estamos dando una gran ventaja.  Si renunciamos a lo nuestro y jugamos el juego bajo sus términos, estamos fritos.  ¿Y por qué?  Porque ellos son más grandotes, más fuertes, mejores atletas, más veloces y disciplinados.  A un europeo NUNCA se le ocurriría ni se atrevería a realizar un “solo” de fútbol como el que hizo Maradona contra Inglaterra en el mundial de México.  JAMÁS.  Tal travesura no está en sus chips ni su programa general robótico.  ¿Por qué les encanta Ronaldiño a los europeos?  ¿Por fuerte, disciplinado y veloz?  ¡No!  Porque es un mago del fútbol.  Porque hace cosas que no están en libreto alguno, porque crea fantasía.   Y en eso se resume la belleza última de este deporte.  Se puede admirar la precisión táctica de los europeos, pero nada iguala o supera cualquiera de las “brujerías” u ocurrencias de Diño.   Y eso los vuelve locos.  Nuestro fútbol es MEJOR porque es emotivo, porque ha sido elevado a la categoría de arte revuelto con magia, santería, tango, merengue y samba.  Porque es irreverente, impredecible y embrujador.
            Si nos subordinamos a la escuela europea, estamos acabados; les damos la ventaja porque renunciamos a nuestras armas y peleamos con las de ellos, en su terreno, bajo sus condiciones.  En ese fútbol mecánico no hay sorpresa ni encanto; talvez el placer del triunfo grisáceo, pero nada más.  Como el que desplegó Italia en la penúltima copa: trabajo pertinaz y monótono de termitas sin imaginación.  Eficaces pero aburridoras.   Pero el fútbol no es eso; por lo menos, no para los latinos.  Tanto es así, que decenas de equipos europeos están “plagados” de los nuestros.  ¿Y por qué será, si sus futbolistas y su fútbol son mejores?  ¿Por qué llevar jugadores tercermundistas a las “tecnológicas” ligas del Viejo Continente?  Lo hacen porque desean, desesperadamente, que los suyos APRENDAN de nosotros.  Lo que no saben es que esa habilidad es genética, congénita, que no se puede asimilar; que se tiene o no se tiene, como dice el anuncio de Chivas Regal.  Y eso es lo que debemos fomentar en nuestros jugadores para que lo desarrollen al máximo.  Y de esa gran escuela latina debe partir cada país para crear su propia modalidad, Costa Rica incluida.
            ¿Por qué ha crecido la liga española?  Por la presencia de cientos de los nuestros; también la italiana, francesa e incluso la de los toscos y tenaces alemanes, cuyas victorias solo se sustentan en su fuerza, terquedad y disciplina tan brutal como la de ejército de tambochas.  O la de un tejón.  No en balde les dicen “los jornaleros del fútbol”.   Incluso los arrogantes ingleses han tenido que contratar latinos para observarlos y tratar de entender en qué se basa esa habilidad que no se puede enseñar en ninguna escuela, con  ningún programa, con ninguna tecnología.  Es una magia que ellos NO PUEDEN aprender.  Esta capacidad de los futbolistas latinos es para los europeos algo así como el merengue o la lambada, que por más que intenten bailarlos, solo logran verse ridículos, torpes y fuera de lugar.   Porque está en los genes… en el alma… en los sueños.
            Eso es lo que el fútbol de Costa Rica debería priorizar: un retorno a las raíces de aquel fútbol “autóctono”, en la medida de lo que eso tenga sentido.  El que jugaban aquellos chicos que eran capaces de quitarse en encima a dos o tres defensores en el área de un ladrillo.   Como Cuty Monge, Álvaro Murillo, Juan Ulloa, Leonel Hernández, Rubén Jiménez, Cuca Herrera y toda aquella pléyade de jugadores que nos hizo figurar en la principal vitrina del fútbol regional.  No mundial, porque esa no es nuestra liga, pero sí en el área de la CONCACAF.  Re-crear esa escuela no significa volver al futbolito inoperante sino a una especie de mezcla balanceada entre lo moderno y lo viejo; entre las mejores técnicas europeas y la habilidad personal inherente a nuestros jugadores.  No se trata de anular las cualidades naturales de nuestros chamacos, sino de incorporar en su bagaje deportivo personal todo aquello que pueda mejorarlos.  Una síntesis de todo lo que pueda ofrecernos la tecnología, con la magia natural de nuestros jugadores.  Si copiamos lo bueno del fútbol europeo y lo amoldamos a nuestra capacidad e ingenio, seremos invencibles.  Pero si sacrificamos lo nuestro para imitar lo ajeno, estaremos condenados a que nos pase lo que ya nos está sucediendo con los gringos y su  fútbol artesanal, pero metódico y demoledor como el de los europeos.  Desde luego que ellos apostaron por ese estilo no solo porque son europeos, sino porque tampoco saben bailar el merecumbé ni el danzón.  
            Escuelerescamente                 Blog: “LA CHISPA   http://lachispa2010.blogspot.com/
                                                Ricardo Izaguirre S.            E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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domingo, 22 de enero de 2012

560 Los moradores del umbral


560   LA CHISPA         

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LOS MORADORES DEL UMBRAL

            El “umbral” es una zona de la Consciencia en donde se fermenta nuestra Personalidad.  Es la residencia del YO.  Pero este no habita allí en condición de ocupante único, sino que le ha ido dando cabida a una serie de especímenes que, con el correr del tiempo, llegan a tener una importancia extraordinaria en nuestras vidas.  Esos inquilinos son los “moradores del umbral” y los que determinan el rumbo de nuestra conducta.  Ahí vive la consciencia del cuerpo astral; también la Mente que, en asociación simpática con el Deseo, influye en todas nuestras acciones.  También está la consciencia del YO SOY YO, la parte que cree ser el dueño único y quien determina qué es lo que debe hacer o pensar.   Sin embargo, esta idea que todos tenemos y manifestamos como “nuestra voluntad”, no es más que una serie de condicionamientos impuestos por Entidades que no tienen el menor interés en nosotros sino en su propia conveniencia.  Son los diablos personales que se alojan en la entrada.  Son muchos y muy variados, tantos que en algunos casos llegan a tomar el dominio completo de todo lo que hacemos, y el Hombre queda impotente y a merced de ellos.  Es la condición que se conoce como “endemoniado”, cuando los habitantes del limen se han hecho dueños absolutos de la situación.
            ¿Qué o quiénes son estos seres?  Algunos son parte de nosotros mismos, criaturas de nuestra mente o de nuestro cuerpo astral.  Producto de nuestras propias y reiteradas ideas que se convierten en obsesiones, en entidades independientes a las que llega el momento en el que no podemos dominar, sino que nos imponen su voluntad.  Son nuestros hijos, pero ya mayores y con voluntad propia que se rebela a las directrices que queremos marcarles cuando comprendemos que tal línea de pensamiento NO es correcta ni conveniente.  Los fanatismos religiosos, políticos, raciales y sociales son algunas de sus manifestaciones.  Cuando les damos cabida en nuestra mente a determinadas pasiones, estamos creando las bases sobre las cuales se apoyarán y crecerán firmes estos hijuelos de nuestra Personalidad.  Y una vez engendrados, deberán crecer y crecer hasta que logren plena independencia y tomen el control, pues ellos no aceptan menos.  Es un mecanismo implacable contra el cual el Hombre es muy poco lo que puede hacer.  A menos que esté muy pendiente de la naturaleza y calidad de cada uno de sus propios pensamientos.  Con eso se simboliza la “purificación”, que alegóricamente se representa como el hombre de corazón limpio, aunque en realidad se refiere a la Mente.
            Tengan presente que los pensamientos son cosas, materia viva que tiene existencia independiente de nosotros; materia de ese plano cuya sutileza nos hace creer que es “inmaterial”.  Se producen en nuestro cerebro mediante un complejo sistema que involucra la potencialidad extraordinaria de este órgano; pero también se deben a la influencia de la Mente que, en contubernio con los intereses de nuestro Cuerpo de Deseos, formulan  ideas que resulten agradables al Yo, a la Personalidad, de manera que esta crea que son productos de su iniciativa y voluntad y que corresponden a sus intereses.  Como la violencia verbal, el egoísmo, la separación de los “otros”, la consciencia del “mío y tuyo”, la certeza de la superioridad de nuestras ideas religiosas o políticas; en fin, todo aquello que conduzca a la formación de un clima de agresividad, pues esta produce ondas vibratorias de una frecuencia que constituyen el deleite de los “Moradores”.  Y lo paradójico de esto es que su trabajo maligno ni siquiera tiene la intención de perjudicarnos.   Ellos solo buscan aquello que les da placer, sin tener en cuenta nuestros intereses ni lo que resulte de una conducta social determinada por esos seres que controlan nuestro carácter.
            También existen los “Moradores Parásitos”, aquellos que no son engendrados por nuestra mente sino que se han ubicado allí porque nuestra Personalidad les ha dado alojamiento por empatía.   Eso significa que el individuo proclive al mal será víctima de estos invasores, y no porque estos tengan el poder de hacerlo en contra de la voluntad del Yo, sino porque este les abre las puertas y les da refugio.  Y una vez adentro, no hay manera de echarlos ni ponerlos bajo control, pues NO están al servicio del Hombre ni de la Personalidad.  Y aunque le pasan la brocha a esta, sus intereses son propios y específicos.  Esos son los “demonios foráneos” a los que nadie, aparte del Hombre mismo, puede echar fuera.  En el simbolismo de la Iglesia, ese intento se identifica con la Confesión, acto íntimo y anónimo con un testigo, mediante el cual el individuo reconoce sus malos pensamientos (causa de las acciones), los repudia, se arrepiente de ellos y se perdona, lo cual solo es una intención de rectificar su mala conducta en el futuro, la cual es la causa única de la falta de armonía (mal).  Recuerden que este se desarrolla a partir de cada vez que el hombre da cabida en su mente a ideas malignas que no son bien analizadas.  El mal no existe per se, solo en el hombre, el cual es el 666, la Bestia.   El  #  9.
            El Hombre Santo es aquel que mantiene limpio el santuario de su Mente, y que no permite la invasión de estas Entidades.  Que les pone un “hasta aquí” porque hace caso de los avisos del “Guardián del Umbral” (la Consciencia), que siempre le indica la naturaleza de aquello que piensa, de manera que no les dé alojamiento “en su corazón” (Mente) a ideas que puedan envenenarlo. El Guardián es como el antivirus de las computadoras: si lo ignoramos, nos lleva el Diablo.  Si descuidamos esa formidable defensa natural del Hombre, hemos abierto la puerta a los jinetes del Apocalipsis y tendremos perdida la guerra contra el Mal, el cual no es más que nuestro lado oscuro, nuestra propia debilidad para cumplir con el deber que SIEMPRE tenemos muy claro.  El Mal no proviene de una fuente externa sino de nuestra inclinación a las cosas malignas.  Nadie nos obliga.  Son nuestros propios Demonios los que lo hacen; aquellas criaturas que hemos amamantado cariñosamente y a las que les hemos permitido que se adueñen de nuestras vidas: los malos pensamientos.  Ahí está la raíz de todo mal.  Cuando pensamos mal, estamos haciendo el Mal.
            Fraternalmente        
Ricardo Izaguirre S.           E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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sábado, 21 de enero de 2012

559 La búsqueda de la felicidad


559  LA CHISPA                                    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

            Es interminable la legión de libros que se han escrito en relación con este tema.  Es el punto culminante en donde terminan todas las novelas: cuando los protagonistas vencen todos los obstáculos y se casan y, colorín colorado.  Ningún autor pasa de allí, y jamás entran a las  minucias del matrimonio cincos años después… si no es que ya se divorciaron.   También es la temática central y casi única de todas las religiones occidentales: la felicidad eterna en el Jardín Celestial.  Pero nadie nos explica qué sigue después de que se llega a ese momento de clímax.  ¿Cómo se puede vivir en una situación de éxtasis perenne?   ¿Y qué es esa extraña cosa?  En la “Chispa” anterior dije algo, pero me temo que eso no sea más que uno de los billones de fórmulas que todos conocen, pues no hay persona que, por desgraciada que sea, no tenga un extenso menú de recetas para que otros logren la “Happiness”.   Cuando alguien habla sobre sus deseos de ser dichoso, sobran los entendidos que le digan los pasos que debe seguir para lograr su objetivo.  Warranty or your Money back.  No importa qué tan desgraciados sean esos filósofos improvisados, todos cuentan con un arsenal de respuestas para lograr tan elusiva meta.  Esto se parece un poco a la situación que vivimos cuando nos da gripe.  Sobran los curanderos espontáneos con miles de recetas, pastillas, baños, abluciones, jarabes y cuanta cosa se pueda imaginar para curar el mal.  Hasta que se llega el momento en que no sabemos qué es más molesto, si el catarro, o la  interminable catarata de recetas que nos dan los amigos.  Y todas bajo garantía certificada. 
            Yo no sé qué es la felicidad, pero puedo proponerles varias preguntas para que hurguemos en nuestra mente cuál podría ser más satisfactoria para explicarla.  Filosóficamente sería un estado de bienaventuranza total, sin cabida para nada que no sea el gozo eterno.   Algo parecido a lo que nos proponen las religiones, pero sin explicarnos cómo es posible enfrentar semejante situación.  Además con una agravante irresoluble: por toda la eternidad.  Sería sentirnos plenos hasta reventar.  Pero ¿es eso posible en el mundo terrenal?  No sabemos si eso es factible en el cielo, pero en la tierra, la lógica nos dice que un grado de euforia tal no existe, y que nadie podría vivir en esas condiciones sin llegar a la insania.  Y talvez lo que más se acerque al concepto humano de felicidad “es estar conforme”, como decía el tío Teófilo.   Entonces ¿tiene el cuerpo humano la capacidad para resistir una plenitud tan grande que borre absolutamente todas las preocupaciones que son inherentes a la vida cotidiana?   Tal fase sería de enajenación mental.  Una ventura continuada sería insoportable, por linda y deseable que pudiera parecer.  Es por eso que NO debemos desear cosas cuya naturaleza real ignoramos. 
            No discutiremos acerca de la placidez en el cielo, porque eso solo es parte de una teoría indemostrable; pero bien podemos hacerlo sobre esa posibilidad en nuestras vidas.  ¿Existe alguien que esté conforme con todo lo que ES?  ¿Es posible no tener NINGÚN deseo?  Porque UNO SOLO que tengamos, por pequeño e insignificante que sea, nos hace entrar en el terreno de la insuficiencia y, por tanto, de la desventura.  Entonces, si estamos plagados de toda clase de deseos, los cuales generan angustias e insatisfacción, todos somos desdichados.   Y eso nos lleva a descartar la posibilidad de lograr la felicidad como una condición de placer en el que podemos sumergirnos a capricho; o en el cielo, cuando sobreviene la muerte.  Así que con  gusto o sin él, arribamos a la conclusión de que los estadios absolutos y permanentes no cuadran con la naturaleza efímera del hombre, y que tenemos que conformarnos con los subitáneos, brevísimos y raros momentos en los que alcanzamos ese nivel propio de los dioses.  Apenas como un atisbo de algo que está muy lejano de nuestra naturaleza, comprensión y capacidad para adaptarnos a ella.
            Es probable que la felicidad humana se reduzca a la amalgama de esos breves momentos en los cuales logramos, mediante una carcajada, entrever el Paraíso.  La suma de todos esos instantes constituye la única satisfacción que es posible y tolerable para los hombres y mujeres.  Y no son pocos, pero como estamos en la búsqueda de un ideal que ni siquiera podemos definir o entender, los dejamos pasar sin pena ni gloria.  Algo así como les pasa a los californianos, que no sienten ni disfrutan de los terremotillos cotidianos, porque viven a la espera del “Big One”, que talvez nunca vean.  Es muy fácil dar recetas para que otros experimenten, pero nadie puede enseñar de verdad aquello que jamás ha vivido en persona, como es el júbilo o las condiciones de la vida en el cielo.  Creer es una cosa, y SABER, otra.  El encanto de la vida no es cuestión de fórmulas ni de teorías sino de atención, de cuidado, de vivir el presente instante a instante, valorando cada suceso por mínimo que parezca, y cuando lo hacemos, nos damos cuenta de las innumerables razones que tenemos para ser dichosos con aquella diminuta capacidad que tenemos para medio entender un estado sublime que todavía no podemos digerir a cabalidad. 
            La DICHA eterna debe ser muy aburrida para nosotros; además, muy peligrosa.  Es por eso que los dioses solo nos dan probaditas, para que no muramos empalagados.  Nuestro paladar no está listo para el néctar y la ambrosía, y esa es la razón por la cual solo nos dan pan y agua, y nuestra existencia solo tarda un día, pues todavía no sabemos qué hacer con la eternidad ni con los absolutos.    De ahí se deriva la brevedad de los placeres sublimes, como lo orgasmos.  Porque si estos fueran eternos como el goce que pretendemos, seríamos fulminados y nos pasaría lo mismo que a Ícaro y tantos otros majaderos mortales que se han querido acercar o igualarse a los que viven para siempre. 
            Si ustedes conocen otra forma de felicidad que no sea “estar conformes”, háganmelo saber, pues hasta ahora, no he podido encontrar una definición superior a la que hace tantos años me dio el tío Téofilo.  Pero no se embarquen por su aparente simplicidad,  piensen bien en lo que significa esa enigmática frase.
            Felicescamente
                                   Ricardo Izaguirre S.      E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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martes, 17 de enero de 2012

672 Los tiranos socialistas


672    LA CHISPA                                                 
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS TIRANOS SOCIALISTAS
            Primero aclaremos los términos tirano, dictador, déspota y sátrapa para no indisponernos afectivamente en contra del concepto que representan modernamente en forma generalizada.  En la actualidad equivalen a mal hombre, criminal, arbitrario, injusto, absolutista y perverso.  Pero en su forma original en Roma, el Tirano era un funcionario al que se le concedían poderes casi omnímodos para enfrentar situaciones de crisis en donde la democracia o pluralidad de poderes se convertían en un inconveniente para la toma de decisiones rápidas y necesarias.   Todas las formas del poder tradicional quedaban en suspenso mientras duraba la tiranía y se salía del apuro; luego todo volvía a la normalidad y el Tirano cesaba en sus funciones.  Lo mismo pasaba con el Sátrapa de la antigua Persia, solo era el gobernador de una región o provincia.   El tirano también era una autoridad en la Grecia de Pisístrato y Cispelo.  Igual o parecido es el título de Déspota, que en Bizancio solo se  concedía a la clase nobiliaria.  Fue después que estos adquirieron su condición peyorativa. 
            Es en el sentido clásico que se utiliza en este artículo la palabra tirano, acompañada del adjetivo socialista con la significación de individuo preocupado por el bienestar de la sociedad a la cual gobierna.   Es el político que surge de la emergencia de una crisis mundial, que demanda medidas heroicas para paliar las consecuencias de una desbocada actividad capitalista que nos ha puesto al borde del precipicio.  Los Tiranos Socialistas son aquellos individuos que habrán de tomar el mando absoluto en los países de la América Latina y conducir a sus pueblos hacia metas de bienestar social y económico colectivo, sin considerar como prioridad los intereses de grupos minoritarios elitistas.  Probado que los latinos somos incapaces de entender la Democracia Verdadera, debemos ser dirigidos por la mano fuerte, protectora y justiciera de gobernantes identificados con las mayorías.  Sabemos también que la democracia formal (la única que funciona en casi toda la América Latina) es el mascarón de proa que solo se encuentra al servicio de las Oligarquías, y es por eso que tampoco es una alternativa beneficiosa para los pueblos.  Doscientos años de esa “democracia” son la prueba de este aserto, ya que cada día nuestras naciones son más pobres y arruinadas.  Entonces ¿qué debemos escoger si  Democracia Real y Democracia Formal son conceptos antagónicos en la práctica?   Las oligarquías JAMÁS aflojarán la teta del Poder (remember Honduras) y eso hace imposible cualquier diálogo conciliatorio que pudiera llevar al bienestar a todos; o por lo menos, una mejoría general a la población de países riquísimos en recursos y que, sin embargo, su gente se debate dentro de los linderos de la MISERIA (Honduras y un etcétera interminable).
            Tampoco es posible que funcione la Democracia Verdadera porque esta presupone la existencia de una población EDUCADA, crítica, centrada, no politiquera y capaz de actuar y escoger a sus gobernantes mediante un sistema democrático que no permita que los resultados siempre sean en beneficio de unos pocos.  Una población que no tolere las argollas ni la plutocracia política.  En síntesis, unos pueblos maduros (NO solo domesticados para votar cada cuatro años) y conocedores de sus derechos y obligaciones; personas cultas que entiendan bien qué cosa es el Estado, cuáles son sus funciones y sus relaciones con él.  Ciudadanos que demanden de sus gobernantes, sin concesión alguna, el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Un demócrata verdadero que no confunda las obligaciones del Estado con la CARIDAD.  Que les den unas casuchitas a unos cuantos pobres NO es bondad del Presidente sino un DEBER DEL GOBIERNO.  Pero en la América Latina es todo lo contrario, pues la Oligarquía se ha asegurado de que los pueblos sean ignorantes, indolentes y cobardes.  Los han idiotizado hasta el punto de convencerlos de que la función estatal (un asunto de todos) es cuestión solo de la llamada “clase dirigente”, tomada de la entraña de la Oligarquía; o de serviles comprados.  La población latina es fatalista y no le encuentra salida alguna a su situación de desamparo.  Es la razón por la cual es imposible que entre nosotros germine la semilla de la democracia verdadera: el erial cívico americano no es apto para ella.  No al menos por ahora. 
            Esa es la razón por la cual necesitamos Tiranos, Sátrapas y Déspotas en el buen sentido de estos términos.  Hombres poderosos que no sean intimidados por nada ni por nadie.  Hombres valientes que tomen las decisiones que hay que tomar, aunque eso implique el uso de la violencia para poner coto a los revoltosos y saboteadores de su obra social.  Justicia para los pueblos significa limitaciones para la Oligarquía, por lo tanto, esta siempre estará en contra de todo aquello que afecte sus intereses.  Al Sátrapa latino eso no debe importarle, y debe imponer la justicia al precio que sea.  Con la mano amigable extendida, pero con el garrote listo para aplastar las cabezas de todas aquellas víboras y sanguijuelas que pretendan obstruir su labor.  El Tirano Socialista debe ser sordo a los chillidos de las hienas oligárquicas y debe centrarse solo en su TRABAJO.  Y si para esto es necesario que caigan cabezas, ¡pues que caigan!  La Revolución Socialista NO DEBE hacer concesiones de ninguna clase a la Oligarquía, pues donde esto se ha hecho, ha resultado el fracaso.   No se pacta con los que lo quieren TODO.  El Dictador solo debe sentir COMPASIÓN por aquellos desposeídos incapaces de valerse por ellos mismos; los demás, deben ser objeto del más severo rigor.  La Revolución francesa triunfó porque no fue complaciente y cortaron todas las cabezas que tuvieron que rodar, pese a la algarabía que formaron las clases nobiliarias de toda Europa.  La Revolución rusa vivió mientras NO transó con el Capital.  La cubana también ha durado por la misma razón: la intransigencia.  El Tirano Socialista TIENE que saber que no se puede ser indulgente ante la Oligarquía.  Con esa gente no se puede andar con paños tibios porque “se montan”.  Si el Tirano quiere completar su obra, tiene que ser duro, valiente, implacable y fuerte; despiadado, si fuera necesario.   Sordo ante el griterío coral de las clases poderosas del continente. 
Ese es el tipo de gobernante que, por ahora, es necesario, vital en toda la América Latina.  Lo demás es una farsa de conveniencia solo para una clase: la Oligarquía y su “democracia formal”.   
            Tiranescamente                                             Blog:     http://lachispa2010.blogspot.com/
                                     Ricardo Izaguirre S.          E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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746 Eso que llaman democracia


746     LA CHISPA     
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ESO QUE LLAMAN DEMOCRACIA
            Tanto nos han idiotizado con este concepto, que hemos llegado a ignorar su verdadero significado y nos conformamos con lo que creemos que es.   El DRAE nos da dos acepciones que dicen:  1)  Doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.  2)  Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.   La primera de ellas es tibia, pues favorable es un término tímido que muy poco tiene que ver con la etimología de la palabra ni cómo la entendían sus creadores griegos.  La segunda es un poco mejor, pues habla de predominio, lo que es más que la simple intervención.  Sin embargo, ambas acepciones siguen siendo cortas en relación con lo que es la soberanía nacional, la cual reside únicamente en el pueblo.  Y según las reglas de la democracia, aquel deposita en los “ADMINISTRADORES” (elegidos o nombrados) este poder por un período a convenir, y que debería ser rescindible cuando exista incumplimiento de los servidores.  Entonces, el funcionario es un empleado al cual se le ha conferido ese mando para que lo aplique al servicio de la población.  Sin embargo, tal delegación (discutible en muchos aspectos) no es un cheque en blanco para los sujetos que forman el Gobierno; tampoco significa que el votante ha renunciado a su potestad y que los mandatarios pueden hacer lo que les dé la gana.  Los ciudadanos continúan siendo los dueños de la soberanía, aunque esta haya sido delegada temporalmente en un equipo reducido (por razones de practicidad).
            Eso es lo que hemos perdido de vista en la democracia formal: creemos que los presidentes son una superestructura que está por encima de nosotros y que son una especie de personas sagradas no sujetas a la ley, y que tienen patente de corso para abusar de los bienes públicos (que son de todos) de la manera que se les antoje.  O a hacer negocios particulares al cobijo de su investidura.  Esa es una de las peores interpretaciones que hemos hecho de nuestro sistema político: que los elegidos tienen un fuero especial que los ubica por encima de los demás ciudadanos, más allá y por encima de la Ley.  Hemos desarrollado una mentalidad de vasallaje y suponemos que los gobernantes TIENEN que ser de familias ilustres, de noble prosapia y, además, gente adinerada.  No los concebimos de otra manera y ni siquiera aceptamos la idea de algún pelagatos como posible presidente o diputado.  Creemos que tienen que ser ricos, y con eso, sellamos nuestra condición de inferiores y sin derecho a demandar una conducta apropiada por parte de ellos.  Estamos domesticados para ser sumisos y permisivos.   Con nuestra indolencia y por comodidad, hemos renunciado a nuestro deber de participar en el control de los desmanes de la Argolla en el poder.   De una plutocracia que se ha adueñado del comando del Estado en forma exclusiva y permanente, pues el sistema ha creado una especie de servilismo popular frente a la llamada “clase dirigente”.   El individuo supone que solo esta es capaz de conducir los asuntos del gobierno, y se hace a un lado dejándolos que hagan todo aquello que solo es de conveniencia para la Oligarquía.    
            En nuestro “sistema democrático” el hombre común NO TIENE NINGUNA OPCIÓN para entrar al círculo del poder, sin importar cuál sea su capacidad intelectual, honestidad o participación cívica en la búsqueda del bienestar colectivo.  Si quiere hacerlo, TIENE que ser por medio de los partidos políticos, antros en donde se desfigura por completo el concepto de democracia.   La potestad del pueblo se convierte en ellos en una caricatura manipulable según los intereses.  Además, el ciudadano da por un hecho que la única salida ante un mal administrador es esperar cuatro o cinco años, para que el próximo sí arregle los problemas.  En síntesis, el votante se margina y da por un hecho que debe dejar los asuntos del Estado en manos “de los que saben”, y con eso, se convierte en cómplice dócil y callado de todas las formas de corrupción características de la democracia formal.  Pero lo más relevante de esta forma de gobierno es la manera cómo la Oligarquía se ha apoderado de ella para siempre.  Mediante los partidos, las clases adineradas se han asegurado la continuidad en el mando, pues gracias a estos, el control de las masas es de lo más fácil.  Estas estructuras dan la impresión de que todo es equitativo y que brindan a todos iguales oportunidades de ser elegidos en cualquier cargo; incluso para el de Presidente.  Pero todo eso no es más que pura ficción y ustedes lo saben muy bien.  La única libertad que se tiene dentro de estas jaurías es la de aullar y votar por los candidatos que imponen las cúpulas de mando.  Y dentro de ellas, todos sabemos de dónde provienen las órdenes y nombramientos.
            Si usted no tiene plata ni pertenece a las familias de abolengo, NO TIENE OPORTUNIDAD ALGUNA de ser elegido a ningún cargo público.   Esa es una verdad inapelable de la democracia formal, y quien lo niegue solo puede hacerlo por tres razones: l) es un bobo utilizable 2) es un trepador en busca de algo o 3) pertenece a la clase pudiente.  Ahí todo se subasta al mejor postor, pues de no ser así, hubiera sido inexplicable el nombramiento de la Defensora de los Habitantes, del postulante de la Unidad o del candidato a vicepresidente del partido Liberación.  Esta forma de democracia es la garantía de que la autoridad JAMÁS saldrá de las manos de los mismos, cualquiera que sea el bando que “gane las elecciones”, pues todos son propiedad de las Oligarquías; incluso los de la extrema derecha o izquierda. 
            Mientras la gente no se organice mediante los Cabildos o cualquier otra forma de unión popular, nunca dejará de ser más que una manada manejable por “los de siempre”.   Si recordamos que democracia significa “poder del pueblo”, tenemos el derecho a rebelarnos en contra de esa vulgar manipulación de la que hemos sido víctimas por cerca de dos siglos.   Solo podremos decir que vivimos en una democracia auténtica cuando TODOS los candidatos a los puestos de elección pública salgan de la entraña de la sociedad, de los Cabildos de los barrios, cantones y provincias.  Cuando estos sean escogidos y propuestos por los miembros de las comunidades, y que no sean producto de imposiciones presidenciales o de las fracciones.  Mientras tanto, seguiremos viviendo una mascarada de conveniencia solo para la partidocracia. 
            Democratiquescamente                                                  (¿Pasa lo mismo en sus países?)
                                               Ricardo Izaguirre S.                                E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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lunes, 16 de enero de 2012

539 La Biblia y el Nuevo Testamento


539           LA CHISPA  
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA BIBLIA Y EL NUEVO TESTAMENTO
            A raíz de “La Chispa” anterior, un amigo me pide una aclaración, pues yo digo en ella que la Biblia les enseña a los judíos un cierto proceder, y que los gentiles siguen otro.  Me dice que cómo es eso posible si ambas religiones se fundamentan en el mismo libro.  Y ahí está la interpretación errada de mi querido lector.  Mucha gente supone que el Nuevo Testamento y la Biblia son la misma cosa, pero eso es inexacto.  El Libro de la Ley, conocido como Torá, muy poco tiene que ver con el folleto catequístico de los occidentales.  Es más, los rabinos NO le reconocen valor autoritativo alguno a las “Buenas Nuevas” ni al resto de notas que forman el cuerpo doctrinario de la Iglesia.  Han sido los goyim los que, mediante un millar de tretas y maniobras artificiales, han tratado de asimilar su Manual al judaísmo ortodoxo, de manera que aquel pueda gozar de la “autoridad” de la Ley.  Han querido establecer un nexo que nunca ha existido entre el rabinato y el cristianismo; entre Yavé y Jesucristo, entre los profetas y los evangelistas.  Pero nada de eso es cierto.  Jesucristo NO es el Mesías esperado por los israelitas y “anunciado” en algún libro de la Ley. 
            Yavé NO es el “papá” de Jesús, ni este es aceptado por los que dieron origen a la leyenda mesiánica.  Y por más historias que haya inventado la Iglesia para vincular su Libro con la Biblia, no existe tal relación; y los inventores de la fábula general, no aceptan que eso sea así.  Entonces ¿a quién le podemos creer?  ¿A Moisés y los profetas, o a Jesús y sus seguidores?  Recuerden que toda esta literatura está influenciada por las culturas vecinas a Israel, nación bárbara que en ese tiempo, no tenían capacidad alguna para crear una mitología que no fuera basada en las leyendas de los países con una antigua historia religiosa, como Egipto, la Mesopotamia, Fenicia y, sobre todo, Grecia.  Tanto los rabinos como los evangelistas tomaron de ellos todas las leyendas con las cuales conformaron sus fábulas religiosas durante los siglos cercanos a Cristo. 
            Es intolerable que en el siglo XXI, todavía haya personas que puedan creer un cuento tan grosero como el de la “concepción virginal” de una hembra humana y Dios.  Semejante disparate no tiene cabida ni siquiera como una alegoría para aclarar temas religiosos.  Esas técnicas fueron utilizadas en épocas prehistóricas para ilustrar a pueblos ignorantes acerca de cuestiones que no podían ser comprendidos en su verdadero significado.   Entonces los sacerdotes inventaron algunas leyendas con propósitos didácticos, pero en ningún momento ellos creyeron que tales cosas fueran ciertas.  Algunos de esos cuentos fueron las relaciones entre dioses y mujeres, o entre diosas y hombres.  Eran formas abreviadas para explicar el origen de las cosas de manera que fuera comprensible a gente incapaz de profundizar en los misterios de la Emanación o las larguísimas etapas de la evolución humana.  La intervención mágica de los dioses simplificaba todo.  Tal es el origen de esos mitos que nos reseñan coitos entre dioses y mortales, como el de Yavé (NO Dios) y María.  O los de los hijos de Yavé que nos relata el Génesis 6- 1 y 2.   (Materia ampliamente tratada en “EL ANÁLISIS).
Aunque la Biblia está plagada de este tipo de leyendas absurdas derivadas de mitos que no entendían los exegetas, no cayó en el fallo garrafal que realizó el Nuevo Testamento al aparear a una mortal con el dios de la Biblia.  Semejante blasfemia no debería tener cabida en la mente de nadie, pues no solo nos narra una aventura imposible, sino que hace incurrir a la deidad del texto en una grosería inexplicable: cometer adulterio con una dama casada.   Todos los que han leído la mitología griega, saben que el don Juan olímpico Zeus, sedujo a infinidad de mujeres con las que tuvo hijos que fueron conocidos como semi dioses.  La lista de estos es bien grande, pero entre los más destacados se encuentran Dionisos, Heraclés, Hermes, Tántalo, Sarpedón, Epafo y otros.  Es seguro que esta temática fascinaba a los compiladores cristianos, y no dudaron en asignarle al dios de la nueva religión (Jesús), un origen semejante al de los héroes de la Hélade, y pusieron a Yavé a fornicar con María, a espaldas de José.  Suena ordinario, pero así está explícito en los evangelios, aunque de manera más tolerable al gusto de los creyentes; pero la esencia es la misma que señalamos aquí.  Solo lea su “Testamento” sin prejuicios ni complicidad religiosa; y sobre todo, sin miedo.  No va ir al Infierno por eso.
El ser nacido de semejante absurdo, no recibió la aprobación del rabinato, y eso ensanchó mucho más la brecha ideológica que hay entre judíos y cristianos, a quienes les “conviene” que su Breviario esté cobijado bajo la autoridad de la Torá y los profetas, y es por eso que tanto los mencionan.  Sin embargo, la zanja es infranqueable, y a Pablo no le quedó más camino que “racionalizar” sus leyendas de manera que fueran aceptables a las masas.  Y aunque era comprensible que aquellas gentes inmersas en los mitos de la cultura griega, aceptaran el desatino de la paternidad fisiológica de un dios, no es explicable, de ninguna manera, cómo ese error básico del cristianismo todavía se sostiene como el dogma principal de esas creencias.  Solo en los mitos se relacionaban los dioses con los humanos.  Sin embargo, todavía en el siglo XXI hay millones de personas que creen de buena fe en ese cuento infantil.  Los rabinos, respetuosos del celibato de Yavé, jamás se hubieran atrevido a asignarle esa grosera paternidad al Enviado que todavía esperan.  Y talvez eso sea lo que menos les perdonan a sus contrarios religiosos: haberles usurpado  su Mesías y haber degradado a su dios y a María a la condición de adúlteros.   
Esas son algunas de las razones por las cuales dije en esa “Chispa” que la Biblia es una cosa, y el Nuevo Testamento, otra.  No son equivalentes ni este último es la continuación o la versión mejorada del texto judaico, Pentateuco o Torá.  No importa lo que crean o quieran creer sus defensores, los judíos jamás aceptarán que el manual religioso de sus rivales sea parte de su Biblia.  Eso está fuera de toda discusión, y por eso es que aseguramos que nada tienen que ver las Escrituras con los Evangelios.  
Fraternalmente
                        Ricardo Izaguirre S.     E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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