424 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
CUANDO MORIMOS, ¿QUIÉN NOS JUZGA Y DE
QUÉ MANERA?
Según el Buró de Censos de los
Estados Unidos, el número de personas que muere por día son ciento cincuenta y
un mil. Otros cálculos llegan a 170 mil. Y
si eso es cierto y la cosa anda por ahí, significaría que mueren unos sesenta
millones por año, lo que también equivale a 1.9 por segundo. Redondeado, resulta que mueren dos personas cada segundo. Entonces nos preguntamos ¿cómo es posible que
Dios o Jesucristo puedan juzgarnos a la hora de morir? ¿Cómo es posible recibir un juicio justo y
acertado cuando los jueces solo disponen de MEDIO SEGUNDO para hacerlo?
Sin hacer suposiciones ni inventar explicaciones milagreras, NO EXISTE explicación posible a este
problema. Si Dios y Cristo se dedicaran
a tan vulgar tarea de juzgar a cuanto bicho muere, tendrían que estar dedicados
las veinticuatro horas del día en esa tan poco importante labor, y todo el
mecanismo del Universo tendría que ser encomendado a otros dioses. Y suponiendo
que se repartieran la tarea, eso nos daría UN
SEGUNDO para que estudiaran nuestro expediente, oyeran nuestros alegatos y
determinaran a dónde tenemos que ser enviados.
Agradeceríamos que alguien nos dijera cómo sería posible tal cosa. Pero por favor, no nos salgan con el cuento
de que: “Para Dios todo es posible”,
porque eso es una muletilla, una salida milagrera carente de lógica y
practicidad. Tal explicación no pasa de
ser un cuento simpático que nos gusta creer porque implica la posibilidad de
que Dios o Cristo se conduelan de nosotros en ese momento crítico, y que igual
que “el buen ladrón”, nos saquemos la lotería del perdón de último momento. Esa teoría no es más que parte del arsenal de
creencias agradables que nos ofrecen las religiones como una de las tantas
formas de escapismo a las consecuencias de nuestra conducta.
¿Cuál
es la manera cómo nos juzgan? Cuando
ya no tenemos ni cuerpo ni cara, ¿en qué se basan para hacerlo? ¿Hay un código de barras y colores en el
alma? ¿Tenemos cédula de identidad
espiritual? ¿Hay computadoras
celestiales que llevan el registro automático de nuestros actos y puedan
analizar esos datos en nano
segundos? Porque de otra manera es IMPOSIBLE que alguien nos pueda juzgar
en UN SEGUNDO. Piénselo, estimado ciudadano; pero sin
milagrería ni respuestas fáciles de conveniencia personal religiosa. Además, ¿de dónde hemos sacado la arrogante
idea de que somos tan importantes como para que Dios se ocupe PERSONALMENTE del juicio de cuanta
alimaña humana muere? Mientras en el
infinito universo se están dando fenómenos de escala colosal como la aparición
y muerte de galaxias, estrellas y humanidades enteras, el hombre ha encadenado a Dios en una tarea por demás
vulgar e intrascendente. ¿De dónde hemos
sacado semejante disparate de creer que esa es la ocupación única y exclusiva
de la Deidad? Porque si así fuera, ¿quién se encargaría de regir y ordenar todo el resto del INFINITO UNIVERSO?
Como la población crece alrededor de
MIL MILLONES de individuos cada diez
años (últimos tiempos), es de esperar que el número de muertos por día será
mayor en el futuro; entonces, la labor se complicará para Dios y su ayudante
Jesús. Hay una serie de ideas en las que
creemos porque nos proporcionan esperanza y consuelo y no porque tengan la
menor posibilidad de ser ciertas. Y
cuando admitimos la idea del Juicio
Personal, no es más que la aceptación de la velada esperanza de obtener
ventajas de un sistema “legal” que pudiera presentar las fisuras de la
compasión, la lástima o cualquier emoción de parte del Juez. Convenientemente pensamos que como Este es
“todo amor”, magnánimo, perdonador y bueno, cabe la posibilidad de que nos absuelva
aunque nuestros pecados sean terribles.
Es por eso que creemos en tantos absurdos: por evasión y miedo a la
responsabilidad contraída por nuestros pensamientos y acciones.
Ciudadano: ¿Considera usted que Dios
se pueda encargar, en persona, de una labor tan poco importante como es la de
estar juzgando a todas las personas que mueren?
¿Y todo lo demás? ¿Quién atendería las necesidades de los
vivos si Dios está ocupado a tiempo
completo juzgando muertos? ¿Quién
se encargaría de la
Naturaleza: animales, vegetales, lluvias, ríos, movimientos
de los astros?
Se dice que solo en la
Vía Láctea hay CIEN MIL MILLONES DE ESTRELLAS como nuestro sol. Piensen en eso que no es cualquier
minucia. Y si solo el uno por ciento de
ellas tuviera planetas como el nuestro (con gente), resultaría que tendríamos MIL MILLONES de humanidades cuyos
habitantes también mueren y, por analogía con nosotros, también hacen cosas y
están sujetos a juicio final. Se
imaginan lo que sería para Dios juzgar a los muertos de mil millones de
humanidades como la nuestra? ¿O será
que solo nosotros tenemos el privilegio
de ser juzgados personalmente por la
Deidad? Pero resulta
que el universo es Infinito (esto no es materia de fe) y, por consecuencia, las
humanidades deben ser igualmente infinitas.
Entonces, ¿quién nos juzga cuando morimos? Porque aunque Dios fuera infinito, se
enfrentaría a números infinitos, lo cual anula esa ventaja. Y eso nos sume en el vacío de estar
preguntando sobre “Aquello sobre lo cual toda especulación es inútil”, según
dicen los Vedas.
Como nos encantan las posiciones
cómodas que nos proporciona la fe, tenemos la tendencia a rechazar cualquier
cosa que se salga de ese cómodo diván; pero si sentimos inquietudes que vayan
más allá del encierro que nos marcan las religiones, he aquí un tema para
meditar profundamente. Oímos respuestas,
pero que estén basados por lo menos en el sentido común y no en los dogmas
milagreros en “donde todo es posible”.
Fraternalmente.
Ricardo Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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