sábado, 14 de enero de 2012

424 Cuando morimos, ¿quién nos juzga?


424   “LA CHISPA”     

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

CUANDO MORIMOS, ¿QUIÉN NOS JUZGA Y DE QUÉ MANERA?

            Según el Buró de Censos de los Estados Unidos, el número de personas que muere por día son ciento cincuenta y un mil.  Otros cálculos llegan a 170 mil.  Y si eso es cierto y la cosa anda por ahí, significaría que mueren unos sesenta millones por año, lo que también equivale a 1.9 por segundo.  Redondeado, resulta que mueren dos personas cada segundo.  Entonces nos preguntamos ¿cómo es posible que Dios o Jesucristo puedan juzgarnos a la hora de morir?  ¿Cómo es posible recibir un juicio justo y acertado cuando los jueces solo disponen de MEDIO SEGUNDO para hacerlo?  Sin hacer suposiciones ni inventar explicaciones milagreras, NO EXISTE explicación posible a este problema.  Si Dios y Cristo se dedicaran a tan vulgar tarea de juzgar a cuanto bicho muere, tendrían que estar dedicados las veinticuatro horas del día en esa tan poco importante labor, y todo el mecanismo del Universo tendría que ser encomendado a otros dioses. Y suponiendo que se repartieran la tarea, eso nos daría UN SEGUNDO para que estudiaran nuestro expediente, oyeran nuestros alegatos y determinaran a dónde tenemos que ser enviados.  Agradeceríamos que alguien nos dijera cómo sería posible tal cosa.  Pero por favor, no nos salgan con el cuento de que: “Para Dios todo es posible”, porque eso es una muletilla, una salida milagrera carente de lógica y practicidad.  Tal explicación no pasa de ser un cuento simpático que nos gusta creer porque implica la posibilidad de que Dios o Cristo se conduelan de nosotros en ese momento crítico, y que igual que “el buen ladrón”, nos saquemos la lotería del perdón de último momento.  Esa teoría no es más que parte del arsenal de creencias agradables que nos ofrecen las religiones como una de las tantas formas de escapismo a las consecuencias de nuestra conducta.   
            ¿Cuál es la manera cómo nos juzgan?  Cuando ya no tenemos ni cuerpo ni cara, ¿en qué se basan para hacerlo?  ¿Hay un código de barras y colores en el alma?  ¿Tenemos cédula de identidad espiritual?  ¿Hay computadoras celestiales que llevan el registro automático de nuestros actos y puedan analizar esos datos en nano segundos?  Porque de otra manera es IMPOSIBLE que alguien nos pueda juzgar en UN SEGUNDO.  Piénselo, estimado ciudadano; pero sin milagrería ni respuestas fáciles de conveniencia personal religiosa.  Además, ¿de dónde hemos sacado la arrogante idea de que somos tan importantes como para que Dios se ocupe PERSONALMENTE del juicio de cuanta alimaña humana muere?  Mientras en el infinito universo se están dando fenómenos de escala colosal como la aparición y muerte de galaxias, estrellas y humanidades enteras, el hombre ha encadenado a Dios en una tarea por demás vulgar e intrascendente.  ¿De dónde hemos sacado semejante disparate de creer que esa es la ocupación única y exclusiva de la Deidad?  Porque si así fuera, ¿quién se encargaría de regir  y ordenar todo el resto del INFINITO UNIVERSO?
            Como la población crece alrededor de MIL MILLONES de individuos cada diez años (últimos tiempos), es de esperar que el número de muertos por día será mayor en el futuro; entonces, la labor se complicará para Dios y su ayudante Jesús.  Hay una serie de ideas en las que creemos porque nos proporcionan esperanza y consuelo y no porque tengan la menor posibilidad de ser ciertas.  Y cuando admitimos la idea del Juicio Personal, no es más que la aceptación de la velada esperanza de obtener ventajas de un sistema “legal” que pudiera presentar las fisuras de la compasión, la lástima o cualquier emoción de parte del Juez.  Convenientemente pensamos que como Este es “todo amor”, magnánimo, perdonador y bueno, cabe la posibilidad de que nos absuelva aunque nuestros pecados sean terribles.  Es por eso que creemos en tantos absurdos: por evasión y miedo a la responsabilidad contraída por nuestros  pensamientos y acciones.
            Ciudadano: ¿Considera usted que Dios se pueda encargar, en persona, de una labor tan poco importante como es la de estar juzgando a todas las personas que mueren?  ¿Y todo lo demás?  ¿Quién atendería las necesidades de los vivos si Dios está ocupado a tiempo completo juzgando muertos?   ¿Quién se encargaría de la Naturaleza: animales, vegetales, lluvias, ríos, movimientos de los astros? 
            Se dice que solo en la Vía Láctea hay CIEN MIL MILLONES DE ESTRELLAS como nuestro sol.  Piensen en eso que no es cualquier minucia.  Y si solo el uno por ciento de ellas tuviera planetas como el nuestro (con gente), resultaría que tendríamos MIL MILLONES de humanidades cuyos habitantes también mueren y, por analogía con nosotros, también hacen cosas y están sujetos a juicio final.  Se imaginan lo que sería para Dios juzgar a los muertos de mil millones de humanidades como la nuestra?   ¿O será que solo nosotros tenemos el privilegio de ser juzgados personalmente por la Deidad?  Pero resulta que el universo es Infinito (esto no es materia de fe) y, por consecuencia, las humanidades deben ser igualmente infinitas.  Entonces, ¿quién nos juzga cuando morimos?  Porque aunque Dios fuera infinito, se enfrentaría a números infinitos, lo cual anula esa ventaja.  Y eso nos sume en el vacío de estar preguntando sobre “Aquello sobre lo cual toda especulación es inútil”, según dicen los Vedas.
            Como nos encantan las posiciones cómodas que nos proporciona la fe, tenemos la tendencia a rechazar cualquier cosa que se salga de ese cómodo diván; pero si sentimos inquietudes que vayan más allá del encierro que nos marcan las religiones, he aquí un tema para meditar profundamente.  Oímos respuestas, pero que estén basados por lo menos en el sentido común y no en los dogmas milagreros en “donde todo es posible”.
Fraternalmente.
                               Ricardo Izaguirre S.
E-mail:                  rhizaguirre@gmail.com
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