612 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
EN LA INDOLENCIA CÍVICA DEL CIUDADANO…
Entre
el arsenal de vocablos de gran utilidad en la democracia formal, figuran MAYORÍA y MINORÍA, como dos referentes para expresar lo que es justo o no,
de acuerdo con los consensos acerca de algún tema de interés general. Pero el alcance de estos términos debería ser
bien definido según el asunto que se discuta, tal es el caso de las elecciones
presidenciales, en las que el voto no es
acción facultativa sino un deber cívico cuya omisión debe ser penalizada como
un delito. La indolencia del ciudadano ante este mecanismo de selección de
gobernantes puede conducir a la distorsión total del sistema, ya que puede
llevar a la presidencia al representante de una minoría. Cada ciudadano con capacidad de votar debe
hacerlo, y tiene que hacerlo por alguien, pues el voto en blanco es una burla
al sistema y a la sociedad que hacen posibles estas justas cuyo objetivo es elegir
a un gobierno representativo de la voluntad popular mayoritaria. Con todos los defectos de la “democracia
formal”, es el instrumento mediante el cual el ciudadano se hace sentir. No debe existir ese portillo de los votos
válidos o nulos por cuestiones triviales como una mancha de tinta o cualquier
otro accidente de la mecánica seguida. TODOS los votos deben ser válidos.
No es justo ni correcto que un padrón que registra tres millones de
votantes, lleve a la presidencia de la república a un tipo con menos de UN TERCIO del total de los
electores. Votar en blanco es favorecer
un sistema fraudulento, y de ninguna manera constituye una PROTESTA cívica.
Imagínense: un Presidente con el 33% de los
votos de los ciudadanos NO SERÍA UN
PRESIDENTE LEGÍTIMO. Puede que lo
sea desde el punto de vista “legal”, pero NO
SEGÚN LA VOLUNTAD POPULAR. Si este mismo sujeto logró derogar un
artículo constitucional mediante el voto de cuatro gatos de la Sala Cuarta, y
de esa manera llegó al Poder mediante un tercio de los votos, tiene que ser ilegítimo desde la perspectiva de los
ciudadanos. ¿Y por qué sucede una
situación tan absurda? Por la indolencia cívica de los
ciudadanos. Porque permitimos que otros
tomen decisiones por nosotros. Nos hemos
abandonado a la voluntad de los políticos
y les hemos extendido un cheque en blanco en relación con aquello que son
nuestros intereses a los que nunca deberíamos renunciar. Revisen la estructura de la Constitución con
ojo crítico y entenderán lo que les digo.
La mayor parte de sus artículos son puro lirismo; y las que contemplan
asuntos de mayor seriedad, están fuera del alcance del ciudadano. El constituyente se reservó el derecho
de ponerlos en un terreno solo de la competencia de la Asamblea, es decir, del
Gobierno y la clase gobernante.
Abroquelados con “el
orden constitucional”, la clase dominante puede hacer lo que le dé la gana en
contra de la voluntad e intereses de ese pueblo que les delegó la función
legisladora (por disposición expresa de otra asamblea constituyente). Veamos el caso de las garantías individuales
en su capítulo primero. Los artículos
22, 23, 24, 26, 28, 29, 30 y 37 confieren ciertas garantías inherentes a la
condición humana. Pero resulta que el
artículo 121 señala entre las atribuciones de la Asamblea Legislativa, la
suspensión de esas garantías cuando ella lo estime: “… en caso de evidente necesidad pública”. ¿Quiénes y cómo se determina que algo es
de “evidente necesidad pública” y no de los intereses de la clase poderosa? Es claro que las garantías individuales,
según el artículo 121, no son más que un juguetito que la Asamblea le presta al
pueblo mientras este no cause ningún problema. Es una teoría inocua que se mantiene mientras
la gente no viole “el orden constitucional”.
24) Pero si este protesta en la
forma que debiera hacerlo, el Gobierno tiene derecho de violar nuestra correspondencia, comunicaciones orales,
escritas y de cualquier otro tipo. El
portillo está abierto para que hagan lo que les dé la gana. 26) Se suspende el derecho a reunirse a
discutir asuntos políticos y examinar la
conducta de los funcionarios. Cero
críticas al Presidente, Diputados y todos los funcionarios, por ineptos que
sean. 28) Entonces usted puede ser inquietado y
perseguido por manifestar sus opiniones.
Ley del silencio, el Estado se vuelve intocable gracias “al Orden
Constitucional”. Art. 29) A partir de su
suspensión, usted NO puede comunicar
su pensamiento ni de palabra ni por escrito, y estos deberán ser censurados por
el gobierno. Art. 30) Se le cierra el acceso a toda información
gubernamental. Art. 37) Usted puede ser
arrestado arbitrariamente sin que medie orden de juez o autoridad
competente. Cualquier militar lo puede
meter a la cárcel si usted es alguien “incómodo” para el sistema. ¿Le
parece una broma? Pues no lo es.
Todo eso está consignado en nuestra Constitución y a nadie parece
importarle. Todos dan por un hecho que eso nunca va
pasar… pero ¿qué tal que sí? Antes se
enseñaba en los colegios una materia específica que se llamaba “CÍVICA”, pero como esta se prestaba
para que los alumnos pensaran, preguntaran,
dudaran y propusieran, desapareció del
calendario escolar. ¿Por qué? Ustedes saben la respuesta. Hace muchos años, cuando todavía estaba en
pleno apogeo la Guerra Fría, los colegas profesores de Estudios Sociales
recibieron una orden tajante del Ministerio de Educación: que debían saltarse o
ignorar todos los capítulos del programa que hablaran sobre el comunismo. Y todos lo acataron. Indolencia
cívica de lo más bárbara. Y esto NO sucedió en la Nicaragua de Somoza o
El Salvador de los militares; el Brasil de Getulio o el Chile de Pinochet. Fue en la Costa Rica democrática de un
presidente democrático que decidió, por
toda la ciudadanía, por todos los educadores y educandos, la mejor manera de “combatir”
el comunismo y cooperar con el “Mundo
Libre” liderado por los Estados Unidos.
¿Qué tal si revivimos la
Cívica en los colegios y escuelas? Y ¿qué
tal si todos nos dedicamos a estudiar un poco ese documento que conocemos como
Constitución Política? Todo eso sería bueno, pero la realidad es que
mientras el pueblo siga siendo indolente
y solo se preocupe por sus problemas individuales,
nunca daremos el paso necesario para ser ciudadanos activos que participan en
la formación de la democracia real.
Mientras solo nos preocupemos por lo propio y sin sentido fraternal,
seguiremos siendo víctimas de ese “conveniente” individualismo tan
ponderado y auspiciado por algunos.
Cívicamente
E-Mail: rhizaguirre@gmail.com
Ricardo Izaguirre S.
Blog: La
Chispa http://lachispa2010.blogspot.com/ con link a Librería en Red
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