jueves, 30 de abril de 2015

585 La crisis de las religiones



585   LA CHISPA                      
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA CRISIS DE LAS RELIGIONES
            Ya hace tiempo empezó la lenta, agónica pero irreversible crisis de las religiones, debido a la intransigencia y monotonía del esquema que han propuesto desde la antigüedad, y el cual se mantiene invariable.   No hay modernidad, progreso ni nuevas interpretaciones de los escritos que fueron formulados para una gente que no tenía ni la más remota idea de la ciencia, historia, filosofía, lógica ni, mucho menos, de las sutilezas de la metafísica, principios básicos necesarios para hurgar en los misterios de la Divinidad.  Con el brutal y tosco lenguaje de la Biblia, pretendieron darles explicación a ciertos problemas que iban mucho más allá de las rústicas mentes de los rabinos.  Pero además de esas debilidades, el problema fundamental está en que la literatura en la que se basan las religiones occidentales se apoya en un libro dogmático y cerrado en un exclusivismo tribal de lo más bárbaro e inaceptable: la Biblia.  Pero como este manual resultaba insuficiente para atraer a más feligreses que no fueran judíos, surgió otra selección de burdas fábulas de milagrería conocida como el Nuevo Testamento.  Con esta obra se ha pretendido que la exclusividad del judío como pueblo elegido o de Yavé, se desvaneciera en una más amplia y ecuménica aceptación por parte del dios de Israel, sustituido en el N.T. por Jesús, y conocido por los creyentes como “el Hijo de Dios”. 
            Ese es el decorado de todas las religiones occidentales: un dios tribal que aborrece a todo el mundo que no sea judío, un montón de tribus bochincheras que hasta hoy se siguen exterminando entre ellas; un conjunto de leyendas milagreras que sirven para concitar la piedad de los creyentes, y un supuesto hijo de Dios que vino a hacer un Nuevo Pacto con todos los hombres de la tierra.  Pero eso no es lo peor, sino el trasfondo que constituye el sustento de la estructura formal de las religiones occidentales.  En ellas no hay filosofía, conocimiento, ciencia ni lógica; todo se reduce a una colección de cuentos ordinarios que ni siquiera son originales sino que son plagios deformados de las diversas mitologías de la antigüedad, especialmente de la griega.  La fuerza de estas está basada en varios pilares: la ignorancia, la fe, la tradición y, sobre todo, el miedo.  El dios bíblico es un ser malvado, asesino, envidioso, contradictorio y temible que se solaza en el terror que inspira a los “enemigos” de Israel, e incluso a su propio pueblo; es un dios cruel que mata a diestro y siniestro, que padece continuos ataques de ira (pasión insana e impropia de un dios ni siquiera de quinta categoría).
            La relación entre ese incomprensible y tiránico dios y sus seguidores se basa en el TEMOR.  Y para que este sea efectivo, es necesario el embrutecimiento de los feligreses en la enredadera de la fe.  Las religiones satanizan a la razón en la misma medida que enaltecen la FE como el más grande de los atributos de la feligresía.  Cualquier torpeza se permite si se tiene FE.  Contra la ciencia, astronomía, geología, evolución, lógica y sentido común, las religiones continúan sosteniendo como verdades de fe, algunos disparates que ya ni siquiera los niños ni las personas más brutas aceptan.  Pero las religiones siguen obstinadas en sus “verdades”, y esa es la razón por la que cada día van perdiendo adeptos en todas partes. 
            De cara al milenio que estamos empezando, las religiones TIENEN que modernizarse, sin que esto signifique la renuncia a los valores que siempre lo serán para el género humano.  Modernidad significa la aceptación de verdades que en los tiempos cuando se escribió la Biblia y el N.T. estaban fuera del alcance y la comprensión de aquella gente sencilla e ignorante.  La tierra NO puede tener cinco o seis mil años de “fabricada”.  En un tiempo sin historia ni cronología, eso podía parecer mucho, pero ahora sabemos que esa es una cifra ridícula.  Y así como ese, hay mil detalles que nada cuesta poner al día.  Deben hacer una modernización de su manual de fe, de manera que aunque este no se convierta en una colección de axiomas, por lo menos sea un libro de lectura razonable y sensata.  Sin “milagrería” como el eje de su fuerza.  En un mundo con sus leyes físicas, nadie puede caminar sobre el agua, a menos que sea menos denso que ella.  Nadie puede hacer un canal seco en una masa de agua con paredes verticales o inclinadas; eso es IMPOSIBLE.  Nadie puede revivir a un muerto de tres días de fallecido, ni de dos ni de uno.  Todos esos cuentos que fueron útiles para concitar la atención e interés de aquella gente rústica, pero ahora son el hazmerreír de las personas cultas.
            Dios NO PUEDE sentir ira.  Dios no mata por pura cólera.  Dios no atraganta con codornices a miles de hombres de “su” propio pueblo.  Dios no ordena revisar las vaginas de miles de mujeres para ordenar que maten a las no vírgenes.  Dios no se divierte asesinando primogénitos.  Dios no mata a un par de sacerdotes porque le enciendan “un fuego raro”.  Dios no ordena un diluvio mundial para vengarse de una humanidad a la cual NO le había prestado la menor atención.  DIOS NO TIENE HIJOS CARNALES, ya que tal cosa implica la blasfemia de un dios fornicario.  Tampoco comete el abuso de preñar a una mujer casada (María). Nadie puede parar la “carrera” del Sol.  Sin embargo, todos esos disparates están en la Biblia.  Claro que si le quitan a esta y al Nuevo Testamento esa sarta de patrañas, les quedaría muy poco, casi nada.  Pero es preferible reempezar con unas pocas verdades, que continuar con un cúmulo de mentiras, exageraciones y absurdos.
            En este siglo el hombre conseguirá grandes metas en el campo de la ciencia, el conocimiento y la filosofía en general, y si las iglesias continúan con el mismo programa, se quedarán desfasadas y se volverán fósiles inútiles.  ¿Por qué no empezamos con una Religión del Conocimiento y las probabilidades?  ¿Por qué en lugar de sostener dogmas ridículos no formulamos teorías que, partiendo de las realidades y hechos que conocemos científicamente, puedan proyectarnos una imagen de lo que podría ser el Supremo Arquitecto del universo?  Por ahí se podría empezar a construir una religión lógica, filosófica y dúctil; sometida a la razón y el sentido común.  Modernidad o desaparición          
Fraternalmente 
                                   RIS                                           Correo:  rhizaguirre@gmail.com
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584 Los complejos de culpa



584   LA CHISPA      
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS COMPLEJOS DE CULPA
            Tradicionalmente hemos sido amaestrados para sentir culpa.  Incluso nuestros padres participan de esa tendencia cuando nos hacen ver lo que han sufrido por nosotros.  Lo que les hemos costado, de lo que se perdieron, de lo que se privaron o a lo cual renunciaron por criarnos.  ¡Como si alguien se los hubiera pedido!  Esa fue su decisión o carencia de responsabilidad.  Pero más cierto todavía, su ignorancia y falta de previsión.  Pero la peor institución de todas las “culpabilizadoras” de oficio ha sido la Iglesia (en todas sus facetas).  Con un mega truco espectacular, como es el supuesto sacrificio de Jesús, nos han llenado la vida de sentimientos de pecado.  “TODOS SOMOS RESPONSABLES DE SU MUERTE”.   “Jesucristo murió por nosotros”.   Pero ¿es cierto eso?  Además, nadie le pidió que lo hiciera.  De ser real la historia, esa fue una decisión que él tomó hace unos dos mil años y a nosotros nadie nos consultó; entonces ¿por qué hemos de cargar con la responsabilidad de la decisión de otros, en otro tiempo lejano?   Pero además de esta deuda del Nuevo Testamento, nos endilgan la de la Biblia, de la cual derivan que estamos metido en un “jaranón” con el Señor, pues debido a la torta que se jaló Eva, hemos quedado con una deuda impagable (como las del Tercer Mundo), de las que cada día que pasa, aumentan exponencialmente.  EL PECADO ORIGINAL” –le dicen--.  Pero ¿qué tengo YO que ver con las acciones de seres imaginarios que vivieron hace miles o millones de años?
             ¿Cuál fue en realidad el “pecado” de nuestros padres, y de qué manera el castigo al cual se hicieron acreedores se convirtió en hereditario para llenarnos de responsabilidad?  Esta majadería religiosa es inaceptable, pues según esa teoría no muy bien definida en los catecismos, no hay manera alguna de saldar esa deuda.  Mediten sobre este fraude religioso con el cual hemos sido timados durante tanto tiempo, porque ni ustedes ni yo le debemos nada a ningún dios, sin importar que Adán y Eva hayan vendido y acabado con la cosecha de los aguacates del Paraíso; o bien, que se hubieran dedicado a fornicar dulce y alegremente en los prados del Edén.  Esa fue su decisión…y pagaron dolorosamente por ella.  La obligación contraída por Adán, de ser cierta, la pagó él.  Fin del cuento.  Yavé lo sometió a todo tipo de castigos y vejaciones con las cuales canceló su deuda.  ¿De dónde salió esa aberración teológica del “pecado original”?   Del interés de las Iglesias por mantenernos atemorizados y amarrados al carro de la religión.  Ese complejo de culpabilidad que las religiones derivadas de la Biblia pretenden crear en el hombre, no es más que una de las tantas patrañas urdidas por curas y pastores, pues los rabinos no hablan de esas majaderías que son exclusivas del llamado cristianismo en sus dos versiones.  Así que sin comerla ni beberla, nos han convertido en deudores de una cuenta monstruosa.  Nos han hecho creer que nacimos en pecado, del pecado y por el pecado.  ¡Vaya disparate! 
            La culpa es el elemento más destructor de la personalidad; y cuanto más culta es la persona y cuanto más minuciosamente analiza sus complejos, más sufre y se espanta.  Medite en esto: los salvajes no sienten remordimientos, pues estos son producto de las influencias intelectuales que se han encargado de definir el Bien y el Mal de la manera más absurda: desde el punto de vista de la Religión.  Vea usted lo inútil que es pensar en cosas que no puede resolver ni enmendar; ¿de qué le sirve?  ¿Por qué torturarse con ellas y cargarlas para siempre?   Si  le reprochan su conducta, estúdielas y corrija el rumbo que lo puede llevar a ahogarse en ese pantano.  De lo contrario, viva feliz su vida, sin importarle nada que no sean sus intereses y beneficio, pues la felicidad NO se deriva de ser “bueno”, sino de no sentir culpa.  Con una simple regla puede marginarse de esos complejos: “No le haga a nadie lo que no quiera que le hagan a usted”.  Eso es todo.  Olvídese del “pecado original” y de todos esos cuentos que lo han convertido en un pusilánime que se priva de muchas cosas lindas de la vida, solo por esos miedos subconscientes producto de la “educación” religiosa.   Si admite en su mente la culpa, JAMÁS vivirá tranquilo, pues esta es de los peores inquilinos que se alojan en el umbral de la consciencia.  Lo repito por enésima vez: cada uno de nosotros es lo que ES, y no vamos a cambiar ni a purificarnos por estar sintiendo pena por cosas que ya sucedieron ni, mucho menos, por fantasías o inventos religiosos.  Recuerde que perdón significa olvido, pero como nadie olvida una ofensa, no existe el perdón.  Así que NO se preocupe porque lo perdonen.  Los “arrepentimientos” solo sirven para darles ventajas a los de afuera.  Lo que usted hizo, ya lo hizo y nada puede hacer para borrarlo.  Así que deshágase de sus pesadillas acerca de lo irremediable; nada gana con eso, solo torturarse inútilmente.  El análisis solo sirve para evitarlo en el futuro, pues si quiere vivir de acuerdo con la regla de oro, deberá evadir las acciones que lo lleven a la incómoda posición de sentirse mal con usted mismo, pues esa es la única clave de la felicidad: tener paz interior, la cual es imposible si continuamos con los sentimientos de “pecado”. 
            No pretenda reparar lo que rompió en los sentimientos de los demás: no se puede, pues todo intento no será más que un remiendo, más o menos bueno, pero un remiendo.  Aprenda a vivir sin culpa.  Sin usted es “malo” siga siéndolo sin remordimientos, pues NUNCA dejará de serlo; pero sí puede deshacerse de ese lastre que de nada sirve.  Sea un malo “honesto” con usted mismo, y congruente con la opinión real que de usted tienen los demás.   Y si usted es “bueno”… (es una broma… NO HAY buenos).
            Reconocer públicamente que usted es “malo” y ofrecer disculpas es un acto de rendición (a menos que sea fingido) que solo le da armas al enemigo: esposa, marido, hijos, padres, vecinos, jefes o lo que sea.  Es ponerse en sus manos para que lo sigan chantajeando afectivamente por el resto de su vida.  El primer paso para librarse de CULPAS es aceptarse como es; no pretenda creer que usted es de los buenos y arrepentidos que van al cielo.  No se enliste en el lugar que no le corresponde solo porque le agrada.  A todos nos enloquece la idea de ser de los buenos de la película.  Admita lo que ES y trate de sacar las mayores ventajas de ese estado.  Solo así podrá ser “feliz”.                                             
                        Fraternalmente
                                               RIS                            E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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miércoles, 29 de abril de 2015

1031 ¡Terremoto!



1031  LA CHISPA          (8 agosto de 2014)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡¡TERREMOTO!!
            Todos queremos creer que no, que no debería ser posible.  Que San José no puede sufrir un terremoto de  condiciones catastróficas (8- 8.5 ó 9 en la escala de Richter).  Pero, ¿por qué no?  No existe razón alguna que nulifique esta posibilidad con algún grado de certeza; mejor dicho, no existe regla o cálculo alguno para desvirtuar esta probabilidad.  Sentada esa premisa, pasemos a lo que sigue, que es lo verdaderamente aterrador.  La gran área metropolitana, como le llaman a San José y los caseríos aledaños, tiene una población de unos dos millones de habitantes, y es una verdadera trampa mortal en caso de una evacuación forzada.  En una eventual demolición de la ciudad y los pueblos aledaños, la gente tendría que huir a las provincias alejadas (Puntarenas, Guanacaste y Limón).  Pero ¿cómo lo harían?  El Valle Central no cuenta con un sistema vial capaz de soportar una movilización masiva de tanta gente; y eso, en el supuesto de que las tales callejuelas que forman la red vial, no se desmoronaran parcial o totalmente, como las de Cinchona, la autopista del Sol o la Trocha de la frontera.  Y también, tendríamos que suponer que las decenas de puentes anticuados y mal hechos no se desplomaran o quedaran falseados.  San José se convertiría en una gigantesca ratonera de donde nadie podría entrar o salir.
         Si en condiciones normales, esta ciudad está formada por cuatro “embudos” que convierten la salida de la capital en una auténtica tortura, ¿qué sería en una situación de pánico colectivo en donde todo el mundo quisiera escapar por su vida?  Es seguro que morirían más personas en los atascaderos de carros que por los efectos directos del terremoto.  En San José ni siquiera hay plazas o parques suficientes como para alojar a uno cien mil ciudadanos, que apenas sería el 5 por ciento de la población josefina.  Y si se rompen las malas cañerías de agua, ¿qué haríamos?  La electricidad se iría de inmediato, pues hasta donde se sabe, no existe un sistema de emergencia planeado para un desastre de tal envergadura.  No hay refugios para dos millones de personas; no hay hospitales alternativos en zonas accesibles por buenas carreteras; con cuatro puentes que se caigan, y un aeropuerto cuarteado,  San José quedaría en el desamparo absoluto: sin luz eléctrica, sin agua, sin hospitales ni atención médica, sin bomberos, sin formas de escapar; y con cientos de miles de muertos y heridos de todas las categorías.  Y después del pillaje, nada de alimentos.  Casas derruidas, edificios falseados, derrumbado el sistema eléctrico, rotas las cañerías, calles destrozadas, incendios y pánico generalizado.  Y sin el aeropuerto, ni siquiera podríamos esperar ayuda internacional inmediata y cercana.
         Recuerden que San José es una ciudad formada por varios embudos viales ingratos: el que va a Cartago, el de Alajuela, el de Tibás, el de Pavas, el de Desamparados, Paso Ancho y Guadalupe.  Pero de todos esos, solo los que conducen a Puntarenas y Limón brindarían alguna esperanza, si es que no se han derrumbado el túnel Zurquí y el puente de San Ramón o cualquiera de los que hay en esa ruta.  Entonces, atrapados, sin luz, agua, medicina, techo ni comida, el panorama sería fatal.  Además, con miles de cadáveres y heridos agonizantes y sin esperanza.  ¿Que es una idea apocalíptica y exagerada?  Talvez, pero no deja de ser una posibilidad que los ciudadanos debemos contemplar con alguna seriedad.  No está demás tomar algunas precauciones simples que casi todos podemos hacer.  Un morral, un par de buenas botas, dos mudadas siempre listas, unas raciones de comida en lata, agua, un botiquín, un cuchillo, fósforos, candelas, pilas y un buen foco.  Eso puede crear la diferencia entre la vida y la muerte. 
         En un terremoto verdadero (8 ó 9), la destrucción sería masiva y es posible que todas las pésimas carreteras que forman la red vial nacional fueran destruidas, los puentes derrumbados y los aeropuertos inutilizados, lo cual haría que las ayudas llegaran hasta unos cinco o más días después de la tragedia, cuando hubieran muerto todos los heridos.  ¿Existe un plan de gobierno para una tragedia de esta magnitud?  ¿O todo está planeado para temblorcitos en pequeñas comunidades FUERA DE SAN JOSÉ?  ¿Es solo en la capital en donde existen los puestos de mando y la maquinaria capaz de abrir vías de paso?  ¿Tiene San José el monopolio de la cadena de mandos?  Y en el caso del desplome total de estos, ¿existe la previsión para que ciudades como Puntarenas, Golfito, San Carlos, Liberia o Limón se conviertan en los centros de operación?
         Además de esos problemas obvios, hay uno que genera muchas dudas: LAS TELECOMUNICACIONES.  ¿Existe una red satelital que nos permita comunicarnos con el mundo exterior?  ¿Existen centrales televisivas que puedan continuar generando señales de lo que pasa en Costa Rica?  Desde Nicoya, Puriscal o Golfito; desde Liberia, Puntarenas o Limón.  ¿Hay plantas, fuera de San José que nos garanticen que la telefonía seguiría funcionando en todo el país y con el extranjero?  Quisiéramos creer que si se cae el edificio del ICE, no nos quedaremos sordomudos ante la tragedia.  Queremos saber que mientras dure la carga de nuestros celulares, podremos hablar con nuestros familiares y amigos situados en otros sitios del área de desastre.  ¿Existe esa posibilidad?  ¿O estamos condenados al silencio y el olvido?  ¿Hay un sistema de intercomunicación nacional independiente de la centralización josefina?  La misma pregunta es válida para los bancos y otras instituciones de servicio social, pues si alguien logra salir de San José con sus tarjetas bancarias, debe tener la certeza de que en el banco de Peñas Blancas o Paso Canoas no le dirán que “el sistema se cayó” y que, por lo tanto, nada le pueden dar de su dinero.
         El estado debe crear un sistema  moderno de administración, de manera que las provincias no solo sean apéndices inútiles de las instituciones capitalinas (nacionales) sino que tengan el poder y los medios para actuar en forma autónoma ante esta terrible posibilidad de catástrofe nacional.  Hasta ahora todo ha marchado bien, porque todas las fatalidades grandes solo se ha producido fuera de San José, lo que ha permitido que la cabeza de la nación haya quedado sana y en condiciones de tomar decisiones.  Pero ¿qué pasaría si la tragedia abate a San José?  ¿Tendrían que empezar a improvisar como siempre?  ¿Tendrían que irse todos los diputados, presidente y ministros a algún lugar alejado en donde no haya nada, ni medios de comunicación ni instalaciones adecuadas para la tarea de levantar el país?  Cada cabecera provincial debe convertirse en una posible capital nacional.  Con todos los requisitos del caso, con toda la estructura administrativa, en caso de fallecimiento de los funcionarios josefinos.  Todo debe estructurarse de manera que no haya sobresaltos ni pérdida de tiempo ni, lo que es más importante, mayor pérdida de vidas, dolor y desamparo en la población.
         Es solo una teoría, horrorosa, claro que sí; pero probable, aunque los optimistas crean lo contrario. Parece que vale la pena pensarlo, pues de todos modos, la excesiva centralización del Poder es uno de los factores que crea desánimo en las provincias; además, es fuente de muchas y variadas maneras de corrupción, pues todo “se hace en San José y desde San José, para los habitantes y políticos de Chepe”.
         Terremotescamente

                                                                 RIS

lunes, 27 de abril de 2015

594 La gula y sus consecuencias



594   LA CHISPA                                
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS
            Es un feo hábito de  personas mal educadas y sin dominio sobre sus pasiones.  No solo es una desagradable costumbre que puede avergonzarnos ante los demás, sino que sus consecuencias pueden convertirnos en una informe bola de grasa, para nuestro martirio permanente.  La GORDURA es la más evidente y GROTESCA de las pruebas con la que el glotón se pone al descubierto ante la sociedad.  Este individuo NO puede ocultar (como la lujuria por ejemplo) los resultados de su vicio.  Es como la mujer embarazada que no puede negar que ha hecho el amor.  De ahí que en todos los códigos sociales se critique con más o menos dureza los excesos en el comer.   Las religiones incluso le han conferido la desagradable categoría de “pecado capital”.  Esto tiene su razón en el hecho de que estas tienden  a que el hombre logre el dominio de sí mismo.  Y el goloso jamás podrá considerarse como dueño de su voluntad ni de su destino.
            Si el glotón es pobre, sufre espantosamente porque no puede darle rienda suelta a sus inclinaciones.  Entonces se turba, sufre y su mente solo gira alrededor de los imaginarios hartazgos que harían su deleite.  Toda su actividad mental se circunscribe a un deseo incontrolable por los platillos que puedan salir de la cocina.  El cordón umbilical de su vicio, la gula, siempre se encuentra unido a un mágico surtidor de alimentos que es la supuesta fuente de su felicidad pero que, tarde o temprano se convierte en la fuente de su desgracia. 
            Si el glotón es rico… pobre de él.
            El comelón nunca disfruta plenamente, ni aún cuando se dedique desenfrenadamente a su insaciable pasión, pues aunque esté harto,  siempre estará ansioso por lo que tiene qué comer más tarde o mañana.  No se conforma con quedar ahíto, siempre quiere más.  Al menos en la mente, que es lo peor, porque esta no se llena jamás.  En las fiestas siempre devora todo lo que puede, sin importarle que lo observen o critiquen.  Con cualquier pretexto o una sonrisa bobalicona pretende justificarse: “que aquello está delicioso”.   Y así se atiborra sin considerar o importarle que los demás no hayan probado los platillos.
            Pobre del glotón si es alcohólico, pues esa gula es fatal…
            Todo su futuro es una angustia permanente; quisiera atesorar toda la comida del mundo para él solo y tenerla a su disposición.   En cuanto a la comida suele ser egoísta, pues a la hora de repartir cualquier alimento, siempre se enojan o incomodan cuando los otros reclaman una porción mayor.  Al tragón le molesta la presencia de sus colegas de vicio.   Su gran deleite es quedarse con la mayor parte que le sirva para ahora… y para más tarde.  La gula es una inclinación tan terrible como una llaga purulenta que jamás puede pasar inadvertida a los demás, aunque el hartón sea o pretenda ser muy cuidadoso.  Y aunque hay muchos de ellos que tienen una clara consciencia de lo que son, casi siempre caen en la tentación que los pone al descubierto.  Se valen de toda clase de artificios para justificarse cuando toman de toda clase de bocadillos de las charolas.  Algunos toman dos o tres piezas del plato principal, alegando que es para los amigos imaginarios que aún no han llegado a la fiesta o lo que sea.
            Suelen desarrollar toda clase de pretextos justificativos para salirse con la suya.  Argumentan de todo con una gran convicción: “los nervios, la delicia de los alimentos, la rara oportunidad, no defraudar al anfitrión”… la lista de razones es infinita, pues cada sujeto puede agregarle sus justificaciones particulares y preferidas.
            La consecuencia final de esta debilidad es la fea gordura, que nos pone en evidencia innegable.  Todo gordo es glotón.  No se trata de ansiedad, nervios o los mil pretextos que se inventan.  ES GULA, nada más.  Pero la gordura no es un solo un mal estético y aislado sino que implica una serie de consecuencias trágicas que conducen a la limitación de la vida.  La gordura comporta toda clase de males fisiológicos y anatómicos, estéticos; pero eso no es lo peor.   Lo más grave es el SUFRIMIENTO MORAL que induce en la víctima de la gula su antiestética figura.  Y ese es el punto medular de la cuestión, porque el problema se debe debatir en el sitio que le corresponde: en el nivel mental.  La gula es un problema mental profundo y casi imposible de solucionar.  Esta batalla se debe iniciar con la aceptación honesta de que somos comelones; de lo contrario, es una lucha inútil, porque no se puede acertar a un blanco que nosotros mismos movemos a capricho.  La gordura es un estado desarmónico, producto de una condición mental inestable cuyas causas pueden ser muy variadas: desde una niñez de privaciones, hasta una serie de oscuros temores; o una familia con malos hábitos alimenticios, que convierten la gordura en “hereditaria”.    Tenemos que aceptar lo que somos, si no, jamás podremos luchar contra la glotonería.
            Cualquiera que sea la causa, debemos encontrarla; ese es el primer paso y debemos enfrentarlo con entereza, a sabiendas de que será una lucha hasta el final de nuestra vida.  Pero una cosa es fundamental que sepamos: NO EXISTEN FÓRMULAS MÁGICAS PARA CURAR LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS.  No hay remedios externos misteriosos e inmediatos.  NO EXISTE TAL COSA.  Todas las ofertas del mercado son paliativos más o menos inútiles, pues NADIE no puede “curar” de la gordura, y eso es algo que debemos tomar muy en cuenta para no formarnos falsas ilusiones que puedan llevarnos a dolorosas decepciones.  Es un reto personal y en solitario en el que oiremos muchas voces y consejos, pero la decisión de luchar contra este mal, es facultad única del enfermo.  Solo nuestra determinación y fuerza mental nos puede salvar de esta trágica e indeseable condición.  Es una decisión personal que no se encuentra en aparatos, pastillas o jarabes.  Es una lucha a muerte, a veces desesperanzadora y triste, pero vale la pena si se logra bajar un “quilito” después de una larga y angustiosa batalla.
            Fraternalmente
                                   RIS    E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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