594 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS
Es
un feo hábito de personas mal educadas y
sin dominio sobre sus pasiones. No solo es
una desagradable costumbre que puede avergonzarnos ante los demás, sino que sus
consecuencias pueden convertirnos en una informe bola de grasa, para nuestro
martirio permanente. La GORDURA es la más evidente y GROTESCA de las pruebas con la que el glotón
se pone al descubierto ante la sociedad.
Este individuo NO puede
ocultar (como la lujuria por ejemplo) los resultados de su vicio. Es como la mujer embarazada que no puede
negar que ha hecho el amor. De ahí que
en todos los códigos sociales se critique con más o menos dureza los excesos en
el comer. Las religiones incluso le han
conferido la desagradable categoría de “pecado capital”. Esto tiene su razón en el hecho de que estas
tienden a que el hombre logre el dominio
de sí mismo. Y el goloso jamás podrá
considerarse como dueño de su voluntad ni de su destino.
Si
el glotón es pobre, sufre espantosamente porque no puede darle rienda suelta a
sus inclinaciones. Entonces se turba,
sufre y su mente solo gira alrededor de los imaginarios hartazgos que harían su
deleite. Toda su actividad mental se
circunscribe a un deseo incontrolable por los platillos que puedan salir de la
cocina. El cordón umbilical de su vicio,
la gula, siempre se encuentra unido a un mágico surtidor de alimentos que es la
supuesta fuente de su felicidad pero que, tarde o temprano se convierte en la
fuente de su desgracia.
Si
el glotón es rico… pobre de él.
El
comelón nunca disfruta plenamente, ni aún cuando se dedique desenfrenadamente a
su insaciable pasión, pues aunque esté harto,
siempre estará ansioso por lo que tiene qué comer más tarde o
mañana. No se conforma con quedar ahíto,
siempre quiere más. Al menos en la
mente, que es lo peor, porque esta no se llena jamás. En las fiestas siempre devora todo lo que
puede, sin importarle que lo observen o critiquen. Con cualquier pretexto o una sonrisa
bobalicona pretende justificarse: “que aquello está delicioso”. Y así se atiborra sin considerar o
importarle que los demás no hayan probado los platillos.
Pobre
del glotón si es alcohólico, pues esa gula es fatal…
Todo
su futuro es una angustia permanente; quisiera atesorar toda la comida del
mundo para él solo y tenerla a su disposición.
En cuanto a la comida suele ser egoísta, pues a la hora de repartir
cualquier alimento, siempre se enojan o incomodan cuando los otros reclaman una
porción mayor. Al tragón le molesta la
presencia de sus colegas de vicio. Su
gran deleite es quedarse con la mayor parte que le sirva para ahora… y para más
tarde. La gula es una inclinación tan
terrible como una llaga purulenta que jamás puede pasar inadvertida a los
demás, aunque el hartón sea o pretenda ser muy cuidadoso. Y aunque hay muchos de ellos que tienen una
clara consciencia de lo que son, casi siempre caen en la tentación que los pone
al descubierto. Se valen de toda clase
de artificios para justificarse cuando toman de toda clase de bocadillos de las
charolas. Algunos toman dos o tres
piezas del plato principal, alegando que es para los amigos imaginarios que aún
no han llegado a la fiesta o lo que sea.
Suelen
desarrollar toda clase de pretextos justificativos para salirse con la
suya. Argumentan de todo con una gran
convicción: “los nervios, la delicia de
los alimentos, la rara oportunidad, no defraudar al anfitrión”… la lista de
razones es infinita, pues cada sujeto puede agregarle sus justificaciones
particulares y preferidas.
La
consecuencia final de esta debilidad es la fea gordura, que nos pone en
evidencia innegable. Todo gordo es glotón. No se trata de ansiedad, nervios o los mil
pretextos que se inventan. ES GULA, nada más. Pero la gordura no es un solo un mal estético
y aislado sino que implica una serie de consecuencias trágicas que conducen a
la limitación de la vida. La gordura
comporta toda clase de males fisiológicos y anatómicos, estéticos; pero eso no
es lo peor. Lo más grave es el SUFRIMIENTO MORAL que induce en la
víctima de la gula su antiestética figura.
Y ese es el punto medular de la cuestión, porque el problema se debe
debatir en el sitio que le corresponde: en
el nivel mental. La gula es un
problema mental profundo y casi imposible de solucionar. Esta batalla se debe iniciar con la
aceptación honesta de que somos comelones; de lo contrario, es una lucha inútil,
porque no se puede acertar a un blanco que nosotros mismos movemos a
capricho. La gordura es un estado
desarmónico, producto de una condición mental inestable cuyas causas pueden ser
muy variadas: desde una niñez de privaciones, hasta una serie de oscuros
temores; o una familia con malos hábitos alimenticios, que convierten la
gordura en “hereditaria”. Tenemos que
aceptar lo que somos, si no, jamás podremos luchar contra la glotonería.
Cualquiera
que sea la causa, debemos encontrarla; ese es el primer paso y debemos
enfrentarlo con entereza, a sabiendas de que será una lucha hasta el final de
nuestra vida. Pero una cosa es
fundamental que sepamos: NO EXISTEN
FÓRMULAS MÁGICAS PARA CURAR LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS. No hay remedios externos misteriosos e
inmediatos. NO EXISTE TAL COSA. Todas
las ofertas del mercado son paliativos más o menos inútiles, pues NADIE no puede “curar” de la gordura, y
eso es algo que debemos tomar muy en cuenta para no formarnos falsas ilusiones
que puedan llevarnos a dolorosas decepciones. Es un reto personal y en solitario en el que
oiremos muchas voces y consejos, pero la decisión de luchar contra este mal, es
facultad única del enfermo. Solo nuestra determinación y fuerza mental
nos puede salvar de esta trágica e indeseable condición. Es una decisión personal que no se encuentra
en aparatos, pastillas o jarabes. Es una
lucha a muerte, a veces desesperanzadora y triste, pero vale la pena si se
logra bajar un “quilito” después de una larga y angustiosa batalla.
Fraternalmente
RIS E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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