lunes, 27 de abril de 2015

594 La gula y sus consecuencias



594   LA CHISPA                                
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS
            Es un feo hábito de  personas mal educadas y sin dominio sobre sus pasiones.  No solo es una desagradable costumbre que puede avergonzarnos ante los demás, sino que sus consecuencias pueden convertirnos en una informe bola de grasa, para nuestro martirio permanente.  La GORDURA es la más evidente y GROTESCA de las pruebas con la que el glotón se pone al descubierto ante la sociedad.  Este individuo NO puede ocultar (como la lujuria por ejemplo) los resultados de su vicio.  Es como la mujer embarazada que no puede negar que ha hecho el amor.  De ahí que en todos los códigos sociales se critique con más o menos dureza los excesos en el comer.   Las religiones incluso le han conferido la desagradable categoría de “pecado capital”.  Esto tiene su razón en el hecho de que estas tienden  a que el hombre logre el dominio de sí mismo.  Y el goloso jamás podrá considerarse como dueño de su voluntad ni de su destino.
            Si el glotón es pobre, sufre espantosamente porque no puede darle rienda suelta a sus inclinaciones.  Entonces se turba, sufre y su mente solo gira alrededor de los imaginarios hartazgos que harían su deleite.  Toda su actividad mental se circunscribe a un deseo incontrolable por los platillos que puedan salir de la cocina.  El cordón umbilical de su vicio, la gula, siempre se encuentra unido a un mágico surtidor de alimentos que es la supuesta fuente de su felicidad pero que, tarde o temprano se convierte en la fuente de su desgracia. 
            Si el glotón es rico… pobre de él.
            El comelón nunca disfruta plenamente, ni aún cuando se dedique desenfrenadamente a su insaciable pasión, pues aunque esté harto,  siempre estará ansioso por lo que tiene qué comer más tarde o mañana.  No se conforma con quedar ahíto, siempre quiere más.  Al menos en la mente, que es lo peor, porque esta no se llena jamás.  En las fiestas siempre devora todo lo que puede, sin importarle que lo observen o critiquen.  Con cualquier pretexto o una sonrisa bobalicona pretende justificarse: “que aquello está delicioso”.   Y así se atiborra sin considerar o importarle que los demás no hayan probado los platillos.
            Pobre del glotón si es alcohólico, pues esa gula es fatal…
            Todo su futuro es una angustia permanente; quisiera atesorar toda la comida del mundo para él solo y tenerla a su disposición.   En cuanto a la comida suele ser egoísta, pues a la hora de repartir cualquier alimento, siempre se enojan o incomodan cuando los otros reclaman una porción mayor.  Al tragón le molesta la presencia de sus colegas de vicio.   Su gran deleite es quedarse con la mayor parte que le sirva para ahora… y para más tarde.  La gula es una inclinación tan terrible como una llaga purulenta que jamás puede pasar inadvertida a los demás, aunque el hartón sea o pretenda ser muy cuidadoso.  Y aunque hay muchos de ellos que tienen una clara consciencia de lo que son, casi siempre caen en la tentación que los pone al descubierto.  Se valen de toda clase de artificios para justificarse cuando toman de toda clase de bocadillos de las charolas.  Algunos toman dos o tres piezas del plato principal, alegando que es para los amigos imaginarios que aún no han llegado a la fiesta o lo que sea.
            Suelen desarrollar toda clase de pretextos justificativos para salirse con la suya.  Argumentan de todo con una gran convicción: “los nervios, la delicia de los alimentos, la rara oportunidad, no defraudar al anfitrión”… la lista de razones es infinita, pues cada sujeto puede agregarle sus justificaciones particulares y preferidas.
            La consecuencia final de esta debilidad es la fea gordura, que nos pone en evidencia innegable.  Todo gordo es glotón.  No se trata de ansiedad, nervios o los mil pretextos que se inventan.  ES GULA, nada más.  Pero la gordura no es un solo un mal estético y aislado sino que implica una serie de consecuencias trágicas que conducen a la limitación de la vida.  La gordura comporta toda clase de males fisiológicos y anatómicos, estéticos; pero eso no es lo peor.   Lo más grave es el SUFRIMIENTO MORAL que induce en la víctima de la gula su antiestética figura.  Y ese es el punto medular de la cuestión, porque el problema se debe debatir en el sitio que le corresponde: en el nivel mental.  La gula es un problema mental profundo y casi imposible de solucionar.  Esta batalla se debe iniciar con la aceptación honesta de que somos comelones; de lo contrario, es una lucha inútil, porque no se puede acertar a un blanco que nosotros mismos movemos a capricho.  La gordura es un estado desarmónico, producto de una condición mental inestable cuyas causas pueden ser muy variadas: desde una niñez de privaciones, hasta una serie de oscuros temores; o una familia con malos hábitos alimenticios, que convierten la gordura en “hereditaria”.    Tenemos que aceptar lo que somos, si no, jamás podremos luchar contra la glotonería.
            Cualquiera que sea la causa, debemos encontrarla; ese es el primer paso y debemos enfrentarlo con entereza, a sabiendas de que será una lucha hasta el final de nuestra vida.  Pero una cosa es fundamental que sepamos: NO EXISTEN FÓRMULAS MÁGICAS PARA CURAR LA GULA Y SUS CONSECUENCIAS.  No hay remedios externos misteriosos e inmediatos.  NO EXISTE TAL COSA.  Todas las ofertas del mercado son paliativos más o menos inútiles, pues NADIE no puede “curar” de la gordura, y eso es algo que debemos tomar muy en cuenta para no formarnos falsas ilusiones que puedan llevarnos a dolorosas decepciones.  Es un reto personal y en solitario en el que oiremos muchas voces y consejos, pero la decisión de luchar contra este mal, es facultad única del enfermo.  Solo nuestra determinación y fuerza mental nos puede salvar de esta trágica e indeseable condición.  Es una decisión personal que no se encuentra en aparatos, pastillas o jarabes.  Es una lucha a muerte, a veces desesperanzadora y triste, pero vale la pena si se logra bajar un “quilito” después de una larga y angustiosa batalla.
            Fraternalmente
                                   RIS    E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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