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“LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA BÚSQUEDA DE DIOS, CRISTO O LO QUE
SEA
Las
religiones nos dicen que debemos amar a Dios sobre todas las cosas; también a
Jesucristo, a la Virgen y toda una pléyade de deidades del Panteón cristiano. Pero para que eso sea posible, tenemos que hallarlos. Entonces, el asunto se resuelve al final de
una ardua búsqueda en la que, en algún momento, nos reunamos con la
Deidad. Pero ¿es eso posible? Filosóficamente se puede definir a Dios como
la Abstracción Absoluta, lo cual nos coloca en una posición contradictoria,
pues nadie puede encontrarse con, o amar a una abstracción. Y a simple nivel emocional, no se puede amar
lo que no vemos y de lo cual no tenemos constancia alguna; ni siquiera
remota. El “aparato amoroso” del hombre
NO funciona sobre fenómenos
inmateriales, y es por eso que las iglesias insisten tanto en el concepto de la
FE: Creer sin prueba alguna, lo cual
podría ser juzgado como una actitud absurda ante la realidad. Entonces, la búsqueda de Dios sería una acción
inútil que solo puede ser compensada o paliada por una convicción imposible de
verificar. Solo dentro del individuo se
puede realizar esa cita, la cual no sería sino la aceptación, por fe, de que se
ha dado un fenómeno indetectable y del cual no es posible presentar la menor
prueba.
La
búsqueda de Cristo (la deidad principal del cristianismo) parece ser el
objetivo único que nos proponen las religiones de occidente; pero nadie sabe cómo hacerlo. No existe una metodología científica para verificar algo que solo
es parte de nuestro sistema emocional.
Nos dicen que la oración es la clave, o la meditación, o la
concentración. Todas ellas acompañadas
de arrepentimiento, pesar, llanto, promesas de enmienda y buena conducta a
partir de ahí. Pero sobre todo, de
perdón. Es decir, debemos crear una
atmósfera emocional permisiva que haga “posibles” los milagros y
manifestaciones “sobrenaturales” que den fe de la transformación que se ha
producido en nosotros. Debemos creer,
cegarnos a la razón y entregarnos rendidos en los brazos de la fe. Y auto convencernos de que hemos tenido
nuestra entrevista personal con Dios o Jesucristo. Sabemos que en el mundo de la milagrería todo
es posible, porque este es un ámbito de fantasías, inventos, suposiciones y
sugestión. Problemas del sistema
nervioso en combinación con un cierto grado de ingenuidad, ignorancia y falta
de sentido común. ¿Es posible encontrarse
con Dios, Jesucristo, Buda, Krishna, Mahoma o Alá? ¿Es posible hacerlo espiritualmente? ¿Tenemos esa capacidad?
Los
hindúes dicen que: “Dios es Aquello
sobre lo cual toda especulación es inútil”.
Es por eso que lo llaman el
Inmanifestado, el Absoluto, el Sin Atributos, el Infinito, el Poder por siempre
oculto, Ello (ni macho ni hembra), el Omnisciente, lo Incognoscible y otros mil
calificativos con los que se refieren no a un Ser sino a la Seidad, a lo Absoluto; por lo tanto, a
una Abstracción incomprensible para
la mente humana. Y si eso es Dios,
automáticamente estamos descalificados para tener una reunión con Dios, lo
Infinito. Desde luego que el pensamiento
brahmánico se ubica en un nivel superior del que en occidente no se tiene la
menor idea. El dios filosófico de los
brahmanes nada tiene que ver con el bíblico, un ser lleno de toda clase de
atributos, incluso de ira, de la cual hace gala a todo lo largo y gordo de la
Biblia.
Entonces
es obvio que NO podemos tener ninguna clase de relación personal con el
Dios Infinito del universo, aunque talvez sea posible hacerlo con deidades
menores del orbe sutil. O lo más seguro,
con nuestros propios miedos y supersticiones.
Porque todas estas búsquedas y supuestos encuentros con seres sublimes no
son más que el producto de nuestros temores religiosos (miedo a Dios, miedo al
Diablo, miedo al Infierno). Además,
aunque nos topáramos con alguien del plano espiritual, ¿cómo sabríamos quién
es? Porque sería muy difícil que esa
entidad nos dijera: “Yo soy Dios”. Eso podría hacerlo cualquiera de las miríadas
de seres del mundo inmaterial que nos
rodea. Muchos podrían intentar una
personificación de esas, con propósitos diversos. ¿Quién de nosotros está capacitado para
identificar a Dios, si este se nos presentara como una persona con cuerpo
individual? Mucha gente dice andar en la
búsqueda de Dios; sin embargo, eso no garantiza nada, ni siquiera la sinceridad
del que realiza esa labor. También
podemos preguntarnos, ¿cuáles son las condiciones mínimas para tener un contacto
de esa clase? Sin contar las falsas
expectativas que señala la fe, ¿qué nos califica para aspirar a semejante
privilegio que les ha sido negado a grandes místicos de la historia?
Y
por favor, no se engañen con la leyenda de que Dios le puede salir
a cualquiera, con tal de que sea humilde, bueno y todo el resto del cuento
archiconocido. Eso no funciona
así. Todo lo referente a los dioses,
ángeles y otras deidades no son más que reminiscencias del Mito y la Tradición
que fueron incorporadas en la Biblia.
Además, ¿cuál sería el propósito de que Dios se le presentara a
alguien? ¿Calmarlo, advertirlo de algo,
curarle alguna enfermedad, alegrarlo o matarlo del susto? Nadie
es tan importante para una acción de tal categoría por parte del Absoluto. ¿O sí?
Creer lo contrario, solo es un indicador del grado de enajenación al que
pueden llevarnos las religiones en su afán por convencernos de la validez de la
milagrería, sustento deleznable y único del edificio de la FE. El más elemental sentido
común nos indica que ninguna deidad se tomaría la molestia de andar
apareciéndosele a cualquier majadero que por necesidad, interés, miedo o
curiosidad, quisiera tener un têt-a-têt con Dios o los dioses. Pensar que eso funcione así, solo delata la
profundidad de la caverna de ignorancia en la cual estamos sumidos.
Por
lo tanto, creemos que la búsqueda de Dios con la metodología y los intereses
religiosos es una tarea inútil y descorazonadora; es más fácil y productivo
intentar la búsqueda del Hombre Interior,
el Guerrero que cada uno lleva por dentro.
A ese sí lo podemos ver cara a
cara, aunque sea terrible la experiencia.
Y si logramos ese contacto, las puertas del cielo o lo que sea, se
abrirán de par en par y podremos sentir la presencia inmanente de Dios en todos
nosotros, sin necesidad de morir, ir al cielo o al infierno. No pierdan su tiempo buscando lo Absoluto, pues la mente finita del
hombre no tiene capacidad para entender lo INFINITO.
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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