sábado, 25 de abril de 2015

676 La búsqueda de Dios, Cristo o lo que sea



676    LA CHISPA                                              
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA BÚSQUEDA DE DIOS, CRISTO O LO QUE SEA
            Las religiones nos dicen que debemos amar a Dios sobre todas las cosas; también a Jesucristo, a la Virgen y toda una pléyade de deidades del Panteón cristiano.  Pero para que eso sea posible, tenemos que hallarlos.  Entonces, el asunto se resuelve al final de una ardua búsqueda en la que, en algún momento, nos reunamos con la Deidad.  Pero ¿es eso posible?  Filosóficamente se puede definir a Dios como la Abstracción Absoluta, lo cual nos coloca en una posición contradictoria, pues nadie puede encontrarse con, o amar a una abstracción.   Y a simple nivel emocional, no se puede amar lo que no vemos y de lo cual no tenemos constancia alguna; ni siquiera remota.   El “aparato amoroso” del hombre NO funciona sobre fenómenos inmateriales, y es por eso que las iglesias insisten tanto en el concepto de la FE: Creer sin prueba alguna, lo cual podría ser juzgado como una actitud absurda ante la realidad.   Entonces, la búsqueda de Dios sería una acción inútil que solo puede ser compensada o paliada por una convicción imposible de verificar.  Solo dentro del individuo se puede realizar esa cita, la cual no sería sino la aceptación, por fe, de que se ha dado un fenómeno indetectable y del cual no es posible presentar la menor prueba. 
            La búsqueda de Cristo (la deidad principal del cristianismo) parece ser el objetivo único que nos proponen las religiones de occidente; pero nadie sabe cómo hacerlo.  No existe una metodología científica para verificar algo que solo es parte de nuestro sistema emocional.  Nos dicen que la oración es la clave, o la meditación, o la concentración.   Todas ellas acompañadas de arrepentimiento, pesar, llanto, promesas de enmienda y buena conducta a partir de ahí.  Pero sobre todo, de perdón.  Es decir, debemos crear una atmósfera emocional permisiva que haga “posibles” los milagros y manifestaciones “sobrenaturales” que den fe de la transformación que se ha producido en nosotros.   Debemos creer, cegarnos a la razón y entregarnos rendidos en los brazos de la fe.  Y auto convencernos de que hemos tenido nuestra entrevista personal con Dios o Jesucristo.  Sabemos que en el mundo de la milagrería todo es posible, porque este es un ámbito de fantasías, inventos, suposiciones y sugestión.   Problemas del sistema nervioso en combinación con un cierto grado de ingenuidad, ignorancia y falta de sentido común.  ¿Es posible encontrarse con Dios, Jesucristo, Buda, Krishna, Mahoma o Alá?   ¿Es posible hacerlo espiritualmente?  ¿Tenemos esa capacidad?
            Los hindúes dicen que: “Dios es Aquello sobre lo cual toda especulación es inútil”.   Es por eso que lo llaman el Inmanifestado, el Absoluto, el Sin Atributos, el Infinito, el Poder por siempre oculto, Ello (ni macho ni hembra), el Omnisciente, lo Incognoscible y otros mil calificativos con los que se refieren no a un Ser sino a la Seidad, a lo Absoluto; por lo tanto, a una Abstracción incomprensible para la mente humana.  Y si eso es Dios, automáticamente estamos descalificados para tener una reunión con Dios, lo Infinito.  Desde luego que el pensamiento brahmánico se ubica en un nivel superior del que en occidente no se tiene la menor idea.  El dios filosófico de los brahmanes nada tiene que ver con el bíblico, un ser lleno de toda clase de atributos, incluso de ira, de la cual hace gala a todo lo largo y gordo de la Biblia. 
            Entonces es obvio que NO podemos tener  ninguna clase de relación personal con el Dios Infinito del universo, aunque talvez sea posible hacerlo con deidades menores del orbe sutil.  O lo más seguro, con nuestros propios miedos y supersticiones.  Porque todas estas búsquedas y supuestos encuentros con seres sublimes no son más que el producto de nuestros temores religiosos (miedo a Dios, miedo al Diablo, miedo al Infierno).  Además, aunque nos topáramos con alguien del plano espiritual, ¿cómo sabríamos quién es?  Porque sería muy difícil que esa entidad nos dijera: “Yo soy Dios”.  Eso podría hacerlo cualquiera de las miríadas de seres del mundo inmaterial que nos rodea.  Muchos podrían intentar una personificación de esas, con propósitos diversos.  ¿Quién de nosotros está capacitado para identificar a Dios, si este se nos presentara como una persona con cuerpo individual?  Mucha gente dice andar en la búsqueda de Dios; sin embargo, eso no garantiza nada, ni siquiera la sinceridad del que realiza esa labor.  También podemos preguntarnos, ¿cuáles son las condiciones mínimas para tener un contacto de esa clase?  Sin contar las falsas expectativas que señala la fe, ¿qué nos califica para aspirar a semejante privilegio que les ha sido negado a grandes místicos de la historia?
            Y por favor, no se engañen con la leyenda de que Dios le puede salir a cualquiera, con tal de que sea humilde, bueno y todo el resto del cuento archiconocido.   Eso no funciona así.  Todo lo referente a los dioses, ángeles y otras deidades no son más que reminiscencias del Mito y la Tradición que fueron incorporadas en la Biblia.   Además, ¿cuál sería el propósito de que Dios se le presentara a alguien?  ¿Calmarlo, advertirlo de algo, curarle alguna enfermedad, alegrarlo o matarlo del susto?  Nadie es tan importante para una acción de tal categoría por parte del Absoluto.   ¿O sí?  Creer lo contrario, solo es un indicador del grado de enajenación al que pueden llevarnos las religiones en su afán por convencernos de la validez de la milagrería, sustento deleznable y único del edificio de la FE.  El más elemental sentido común nos indica que ninguna deidad se tomaría la molestia de andar apareciéndosele a cualquier majadero que por necesidad, interés, miedo o curiosidad, quisiera tener un têt-a-têt con Dios o los dioses.   Pensar que eso funcione así, solo delata la profundidad de la caverna de ignorancia en la cual estamos sumidos.  
            Por lo tanto, creemos que la búsqueda de Dios con la metodología y los intereses religiosos es una tarea inútil y descorazonadora; es más fácil y productivo intentar la búsqueda del Hombre Interior, el Guerrero que cada uno lleva por dentro.   A ese sí lo podemos ver cara a cara, aunque sea terrible la experiencia.   Y si logramos ese contacto, las puertas del cielo o lo que sea, se abrirán de par en par y podremos sentir la presencia inmanente de Dios en todos nosotros, sin necesidad de morir, ir al cielo o al infierno.  No pierdan su tiempo buscando lo Absoluto, pues la mente finita del hombre no tiene capacidad para entender lo INFINITO.
            Fraternalmente                                    
                                      Ricardo Izaguirre S.                            E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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