584 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
LOS
COMPLEJOS DE CULPA
Tradicionalmente hemos sido
amaestrados para sentir culpa. Incluso
nuestros padres participan de esa tendencia cuando nos hacen ver lo que han
sufrido por nosotros. Lo que les hemos
costado, de lo que se perdieron, de lo que se privaron o a lo cual renunciaron
por criarnos. ¡Como si alguien se los hubiera pedido! Esa fue su decisión o carencia de
responsabilidad. Pero más cierto
todavía, su ignorancia y falta de previsión.
Pero la peor institución de todas las “culpabilizadoras” de oficio ha sido la Iglesia (en todas sus
facetas). Con un mega truco
espectacular, como es el supuesto sacrificio de Jesús, nos han llenado la vida
de sentimientos de pecado. “TODOS SOMOS RESPONSABLES DE SU MUERTE”. “Jesucristo murió por nosotros”. Pero ¿es cierto eso? Además, nadie le pidió que
lo hiciera. De ser real la historia, esa
fue una decisión que él tomó hace unos dos mil años y a nosotros nadie nos
consultó; entonces ¿por qué hemos de cargar con la responsabilidad de la
decisión de otros, en otro tiempo lejano?
Pero además de esta deuda del Nuevo
Testamento, nos endilgan la de la
Biblia, de la cual
derivan que estamos metido en un “jaranón” con el Señor, pues debido a la torta
que se jaló Eva, hemos quedado con una deuda impagable (como las del Tercer
Mundo), de las que cada día que pasa, aumentan exponencialmente. “EL
PECADO ORIGINAL” –le dicen--. Pero
¿qué tengo YO que ver con las
acciones de seres imaginarios que vivieron
hace miles o millones de años?
¿Cuál fue en realidad el “pecado” de nuestros padres, y de qué manera el castigo al cual se
hicieron acreedores se convirtió en
hereditario para llenarnos de responsabilidad? Esta majadería religiosa es inaceptable, pues
según esa teoría no muy bien definida en los catecismos, no hay manera alguna
de saldar esa deuda. Mediten sobre este
fraude religioso con el cual hemos sido timados durante tanto tiempo, porque ni
ustedes ni yo le debemos nada a ningún dios, sin importar que Adán y Eva hayan
vendido y acabado con la cosecha de los aguacates del Paraíso; o bien, que se
hubieran dedicado a fornicar dulce y alegremente en los prados del Edén. Esa fue su decisión…y pagaron dolorosamente por ella.
La obligación contraída por Adán, de ser cierta, la pagó él. Fin del cuento. Yavé lo sometió a todo tipo de castigos y
vejaciones con las cuales canceló su deuda.
¿De dónde salió esa aberración teológica del “pecado original”? Del interés de las Iglesias por mantenernos
atemorizados y amarrados al carro de
la religión. Ese complejo de culpabilidad
que las religiones derivadas de la
Biblia pretenden crear en el hombre, no es más que una de las
tantas patrañas urdidas por curas y pastores, pues los rabinos no hablan de
esas majaderías que son exclusivas del llamado cristianismo en sus dos
versiones. Así que sin comerla ni
beberla, nos han convertido en deudores de una cuenta monstruosa. Nos han hecho creer que nacimos en pecado,
del pecado y por el pecado. ¡Vaya disparate!
La culpa es el elemento más
destructor de la personalidad; y cuanto más culta es la persona y cuanto más
minuciosamente analiza sus complejos, más sufre y se espanta. Medite en esto: los salvajes no sienten remordimientos,
pues estos son producto de las influencias intelectuales que se han encargado
de definir el Bien y el Mal de la manera más absurda: desde el punto de vista de
la Religión. Vea usted lo inútil que es pensar en cosas que no puede
resolver ni enmendar; ¿de qué le sirve?
¿Por qué torturarse con ellas y cargarlas para siempre? Si le
reprochan su conducta, estúdielas y corrija el rumbo que lo puede llevar a
ahogarse en ese pantano. De lo
contrario, viva feliz su vida, sin importarle nada que no sean sus intereses y
beneficio, pues la felicidad NO se deriva de ser “bueno”, sino de no
sentir culpa. Con una simple regla
puede marginarse de esos complejos: “No
le haga a nadie lo que no quiera que le hagan a usted”. Eso es todo.
Olvídese del “pecado original” y de todos esos cuentos que lo han
convertido en un pusilánime que se priva de muchas cosas lindas de la vida,
solo por esos miedos subconscientes producto de la “educación” religiosa. Si admite en su mente la culpa, JAMÁS vivirá tranquilo, pues esta es de
los peores inquilinos que se alojan en el umbral de la consciencia. Lo repito por enésima vez: cada uno de
nosotros es lo que ES, y no vamos a
cambiar ni a purificarnos por estar sintiendo pena por cosas que ya sucedieron ni, mucho menos, por
fantasías o inventos religiosos.
Recuerde que perdón significa olvido,
pero como nadie olvida una ofensa, no existe
el perdón. Así que NO se preocupe porque lo perdonen. Los “arrepentimientos” solo sirven para
darles ventajas a los de afuera. Lo que usted hizo, ya lo hizo y nada puede
hacer para borrarlo. Así que deshágase
de sus pesadillas acerca de lo irremediable; nada gana con eso, solo torturarse
inútilmente. El análisis solo sirve para
evitarlo en el futuro, pues si quiere vivir de acuerdo con la regla de oro,
deberá evadir las acciones que lo lleven a la incómoda posición de sentirse mal
con usted mismo, pues esa es la única clave de la felicidad: tener paz interior, la cual es imposible si continuamos con los
sentimientos de “pecado”.
No pretenda reparar lo que rompió en los sentimientos de los demás: no se puede, pues todo intento no será
más que un remiendo, más o menos bueno, pero un remiendo. Aprenda a vivir
sin culpa. Sin usted es “malo” siga
siéndolo sin remordimientos, pues NUNCA
dejará de serlo; pero sí puede deshacerse de ese lastre que de nada sirve. Sea un malo “honesto” con usted mismo, y
congruente con la opinión real que de usted tienen los demás. Y si usted es “bueno”… (es una broma… NO
HAY buenos).
Reconocer públicamente que usted es “malo” y ofrecer disculpas es un acto de
rendición (a menos que sea fingido) que solo le da armas al enemigo: esposa, marido, hijos, padres, vecinos, jefes o lo que sea. Es ponerse en sus manos para que lo sigan
chantajeando afectivamente por el resto de su vida. El primer paso para librarse de CULPAS es aceptarse como es; no
pretenda creer que usted es de los buenos y arrepentidos que van al cielo. No se enliste en el lugar que no le
corresponde solo porque le agrada. A todos
nos enloquece la idea de ser de los buenos de la película. Admita lo que ES y trate de sacar las mayores ventajas de ese estado. Solo así podrá ser “feliz”.
Fraternalmente
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