888 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡EGIPTO VIVE!
Desde
el Valle de los Reyes, los majestuosos y altaneros faraones están tocando
tambores a rebato, pues ha llegado la hora de la reivindicación del imperio más
glorioso y duradero de la historia. Es
hora de enarbolar la bandera de la dignidad del pueblo árabe y decirle al
capitalismo bárbaro, que el nuevo milenio demanda otro tipo de relaciones entre
las sociedades del mundo. Con IGUALDAD y RESPETO. Que la era entre amos y lacayos no puede
prolongarse indefinidamente; que Egipto vive y está dispuesto y listo para
hacerse cargo de su propio gobierno, como lo ha hecho durante decenas de miles
de años. Mil dinastías de reyes admirables
reclaman para su patria un lugar de honor en la ONU. Un sitio decente para
una de las civilizaciones más grandes que ha producido la humanidad. Un sitial señero para la nación que hizo la historia y sentó las bases de la
cultura europea. El imperio que proveyó
no solo los conceptos más elevados de la filosofía, sino la base litúrgica y mística
de casi todos los cultos del mundo moderno.
La tierra de donde se copiaron TODAS
las religiones de occidente. En el país
de la enigmática Esfinge se nutrieron de sabiduría los grandes pensadores de
Grecia y, a través de ellos, el saber milenario de Egipto se incorporó a Europa.
El plácido y bucólico panorama del
Oriente Medio y África del norte está empezando a ponerse turbio. La imagen de los beduinos guiando a sus
haraganes camellos se está transformando; los folclóricos egipcios en sus
camisones blancos al servicio del turismo, de repente han tomado un cariz que
ha hecho que un hondo escalofrío recorra la columna vertebral del capitalismo. La antigua nación, madre del conocimiento
occidental, ha despertado de su letargo político y quiere tener presencia en el
círculo de las grandes potencias mundiales y decidir su rumbo político y destino. Ya se hartaron de la humillante situación a
la que se han visto reducidos las últimas décadas en las que, un servil y
vendido hombrecillo, hipotecó la decencia de este orgulloso país cuya historia
de grandeza abarca cientos de siglos de gloria y poderío. ¡Basta ya! –han
dicho--. Y después de verlos como una
sociedad de tercera categoría, sumisa, envilecida y conforme, el planeta se ha
quedado perplejo por el llamado que los faraones les están haciendo a todos los
pueblos de la tierra que viven circunstancias tan miserables como la de ellos.
Egipto
es la puerta del Medio y Lejano Oriente, la llave del petróleo y las eternas
rutas del comercio. Es por eso que
Europa y USA están preocupados. No por
los logros y justicia a la que aspira ese pueblo, sino por el peligro que para
sus intereses económicos puede resultar de la intifada egipcia. El líder natural de la raza árabe se
encuentra postrado desde hace más de tres décadas, cuando el servil Mubárak entregó la soberanía de su país a las fuerzas
judío-gringas a cambio de que estas le garantizaran la eternidad en el
poder. De esa forma, Egipto se convirtió
en un incondicional de Israel y USA y, de la manera más desvergonzada, se
destruyó el orgullo patrio que Gamal Abdel
Nasser había hecho germinar en la vieja tierra de los hijos de Ra.
Tres decenios no solo de miseria sino de corrupción absoluta, la cual ha
impedido que este extraordinario país ocupe el lugar de guía que merece en la sociedad
agarena. Por encima de Irán, Irak,
Arabia Saudita o Siria. Durante estas
tres décadas tanto Mubárak como
Egipto solo han sido los lacayos del poder gringo-sionista, y que gracias a la
posición estratégica que ocupa, ha permitido la ocupación militar del Medio
Oriente por esa bárbara falange. Mubárak ha sido la vergüenza de los
árabes, pues no ha habido acción vil de occidente en contra de los pueblos
medio orientales, que no haya contado con la participación y aquiescencia de
ese bellaco. Incluso ha sido el peor
verdugo de sus hermanos de raza palestinos. El papel de feroz guardián ejercido por
Egipto en contra de la nación Palestina, ha sido de lo más miserable que se
pueda pensar. Todo para contar con el
respaldo incondicional de judíos y gringos que, ahora, buscan una salida
“democrática” que pueda garantizarles sus intereses y el libre paso de sus
naves de guerra por el canal.
La
tierra de Amenhotep, Ramsés, Amenofis y una numerosa pléyade de grandes líderes,
ha pasado por largos períodos de dolor y usurpación; por tiempos de
desesperanza e invasión. Incluso soportó
casi dos siglos de dominación de los hicsos, pero al final, terminó por
imponerse la grandeza de esta milenaria raza destinada a liderar esa rica y
maltratada región. Pero ahora, desde sus
tumbas en el Valle de los Reyes, aquellos altaneros faraones, avergonzados por
la conducta miserable y vendepatria de Mubárak,
han llamado a su pueblo a la guerra de restitución del decoro de los hijos del
Nilo. Soplan aires de cambio en una
región que ha sido explotada, sometida al servilismo, robada y engañada por el
imperialismo occidental (Europa y USA).
Una nación que ha sido expoliada de la manera más vil imaginable,
empieza a darse cuenta de quiénes son y cuál es el papel que les corresponde en
la política global. Egipto DEBE ser el centro mundial de la industria petroquímica y, desde
ahí, se deben fijar las reglas que controlen y regulen el suministro de este
valioso recurso que, por ahora, solo tiene como beneficiarios a los europeos y
gringos, a Mubárak y unos cuantos jequezuelos de pacotilla del área, mientras
sus habitantes se debaten en los linderos de la miseria.
Pero
no solo se trata del beneficio económico que ese pueblo se merece; tampoco de
la influencia política que debe tener en el mundo, sino de ser resarcido del más
grande robo del que ha sido víctima una sociedad. El mayor patrimonio cultural de la humanidad
fue saqueado de Egipto por las potencias europeas, y gran parte de él,
adquirido por los Estados Unidos de manera ilegal y fraudulenta. Llegó la hora del “payback”. Hay fiesta en el
Valle de los Reyes porque, al fin, el país de Kem ha tomado consciencia de su
valor e importancia; que ha llegado al límite de su paciencia y que, airado y
al unísono con el aliento de las antiguas dinastías, le grita al mundo entero
que este es el tiempo de la restauración del pundonor y grandeza de la tierra
del Nilo.
¡Que Amón los proteja y guíe en su lucha
reivindicatoria! ¡Larga vida al
imperio de los faraones!
Arabescamente
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