777 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LÓGICA versus RELIGIONES Y CREENCIAS
¿Existe Dios, un orden, cielo, ángeles, paraíso, vida post mortem y
todas las bellezas que nos prometen las religiones? ¿En realidad tenemos espíritu, alma y todas
esas cosas que nos dicen? Creemos en
todo eso porque nos gusta; nos agrada la idea de seguir viviendo eternamente,
aunque eso incluya los probables inconvenientes del Purgatorio y otros estratos
en donde deberemos hacer una estación más o menos larga. Pero una cosa es segura: no existe prueba alguna de la existencia de
esa vida que nos relatan los hombres de iglesia. No
importa la fuerza de nuestras creencias, estas no nos dan certeza alguna y solo
se limitan a ser una especie de placebo para aplacar nuestras dudas pertinaces. A través de incontables edades de fe, no se
ha producido prueba alguna de que tal vida después de la muerte tenga algún
viso de probabilidad, ni la mínima. Es
duro y difícil de admitir, pero la razón nos obliga a dudar, aunque nuestras
tendencias emocionales nos inclinen hacia alternativas más satisfactorias y del
gusto de nuestras esperanzas.
¿Será
un gran fraude el asunto de las religiones y el orden divino que rige a los sistemas físicos, químicos, biológicos
y astronómicos? Y sobre todo ¿existe ese
Orden? ¿Existe la Justicia, o esto es algo incomprensible para el ser humano? Lo que vemos cada día es confuso y NO conduce a conclusiones racionales
que podamos establecer o utilizar como verdades absolutas o puntos de
referencia. Y a menos que seamos religiosos y aceptemos que todo aquello
que se escapa a una explicación racional es producto de la “voluntad misteriosa
de Dios”, nos encontramos en un callejón sin salida. Los hindúes dicen (Bhagavad Gita) que Dios o el Absoluto es algo que NO TIENE RELACIÓN ALGUNA CON LOS HOMBRES NI
CON EL UNIVERSO EMANADO DE ÉL (o Ello).
También nos dicen los que saben, que ni siquiera los miembros de las más
evolucionadas humanidades (auténticos dioses para nosotros) tienen la menor
noción de la Naturaleza de Dios, el Infinito,
Inmanifestado e Incondicionado como se le conoce en las religiones más
espirituales que no hacen esas groseras interpretaciones que de Dios hace el
judaísmo y sus derivados occidentales (cristianismo). Entonces, si esto es así, ¿cómo podría
alguien (aunque fueran dioses de diversas categorías) tener ni la más remota
idea de cuál es la voluntad de Dios, o cuál puede ser su concepto de la Justicia? Ni mucho menos, tener alguna noción de cuál
es Su plan para este Universo (si es que
lo tiene). ¿No nos hemos inflado
demasiado en relación con la categoría en la cual nos hemos ubicado como hijos
predilectos de ese Dios y, además, hechos a su imagen y semejanza?
Mucho
hablan las religiones sobre las “propiedades” inherentes a Dios y, con todo el
desparpajo del mundo, nos dicen que ante Él todos somos iguales. ¡¿Que usted y yo somos iguales a Bill Gates,
George Clooney, Shakira o Jessica Biehl?¡
Y ante una diferencia tan abismal entre esos “iguales”, la gente de
Iglesia cuenta con respuestas adecuadas para la conformidad de los
creyentes. Y si no son muy
satisfactorias, siempre tienen el demoledor argumento de que “esos son los misterios de Dios a los que el
hombre no tiene acceso”. El sentido
común nos dice, por ingenuos que seamos, que lo que menos hay es igualdad, ni
siquiera entre los individuos de la misma raza o sociedad. Entonces, ¿qué es lo que nos hace admitir
como verdades ciertas cosas absurdas y, lo que es peor, endilgárselas a un
supuesto Dios justiciero, igualitario, todo-amor y considerado?
Además, decimos que es Todopoderoso,
lo cual nos lleva a una serie de preguntas que surgen inquietantes por más
creyentes que seamos. ¿Por qué si ese
dios es Omnipotente no nos hizo
buenos, con almas nobles capaces de producir individuos superiores y
magnánimos, y no las legiones incontables de desgraciados que poblamos este
planeta? ¿Cómo es posible que haya
gente como los gringos o los judíos? Y
lo que es peor, que progresen inevitablemente sobre todos los demás. ¿Misterios de Dios que solo Él debe
saber? ¿Será cierto lo del pueblo
elegido? Y de ser así, ¿qué somos los demás?
La razón se niega a procesar o aceptar explicaciones tan simplistas
impropias de ese dios “igualitario” del que nos hablan las
religiones. Si yo fuera el Supremo, jamás permitiría que murieran
de hambre esos millones de niños famélicos que día a día sucumben en el África
ante la mirada impasible de europeos, gringos y todas las sociedades
ricas. Les haría llover millones de
toneladas de maná con proteínas y minerales.
Pero ese dios “lo permite” y parece no importarle nada el dolor de esas criaturas
ni las oraciones de sus padres, por cristianos o musulmanes que sean. ¿Qué
alternativas nos ofrece la lógica ante semejante dilema que nos plantea la vida
con la complicidad o silencio de las religiones? Ante la evidencia de la injusticia y las
desigualdades, las religiones tienen un antídoto genérico que nos aplican a
todos: el conformismo y la aceptación de que “Dios tiene razones secretas para obrar como lo hace, y que el hombre no
debe tratar de conocerlas”. ¡Ya
está! Arreglado el asunto. Todo en la Tierra parece andar mal. Lo único que funciona bien son los relatos
que nos hablan de los “hombres ideales” que han encontrado la paz en medio del
alboroto cotidiano; y que si todos oramos y confiamos en ese dios, entraremos al
nirvana sin ningún esfuerzo. Con hambre
y en la cárcel, pero estaremos en la gracia de ese dios, aunque nos hagan leña
como a Mandela o Jesucristo. Pero,
¿puede la lógica conciliar esos cuentos?
¿Cómo hacemos para no ver el sufrimiento y necesidades ajenas? ¿Me encierro en la soledad de mi iglesia y
mis iguales sociales? ¿Hago lo que dicen
que hace el avestruz? ¿Cómo puedo dejar
de sentir el dolor de mis semejantes?
¡Dichosos los que tienen ese dominio sobre sus consciencias y que
confían en que Dios les proveerá a los pobres!
Nos
guste o no, y a pesar de lo que diga la Desiderata en cuanto a cómo camina el
mundo, nada parece indicar que lo haga bien.
Si existe un Gobierno Mundial
del que nos hablan los místicos, da la impresión de que NO lo están haciendo muy bien, a pesar del pretexto e inviolabilidad de la llamada Ley del Karma. A menos que de verdad seamos tan primitivos
e indignos de entender cómo funcionan las cosas. Pero por ahora, la lógica no concuerda con
las religiones ni sus creencias.
Fraternalmente
Ricardo
Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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