miércoles, 22 de abril de 2015

777 Lógica vs religiones y creencias



777    LA CHISPA                                                  
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LÓGICA versus RELIGIONES Y CREENCIAS
            ¿Existe Dios, un orden, cielo, ángeles, paraíso, vida post mortem y todas las bellezas que nos prometen las religiones?  ¿En realidad tenemos espíritu, alma y todas esas cosas que nos dicen?  Creemos en todo eso porque nos gusta; nos agrada la idea de seguir viviendo eternamente, aunque eso incluya los probables inconvenientes del Purgatorio y otros estratos en donde deberemos hacer una estación más o menos larga.   Pero una cosa es segura: no existe prueba alguna de la existencia de esa vida que nos relatan los hombres de iglesia.   No importa la fuerza de nuestras creencias, estas no nos dan certeza alguna y solo se limitan a ser una especie de placebo para aplacar nuestras dudas pertinaces.   A través de incontables edades de fe, no se ha producido prueba alguna de que tal vida después de la muerte tenga algún viso de probabilidad, ni la mínima.  Es duro y difícil de admitir, pero la razón nos obliga a dudar, aunque nuestras tendencias emocionales nos inclinen hacia alternativas más satisfactorias y del gusto de nuestras esperanzas.
            ¿Será un gran fraude el asunto de las religiones y el orden divino que rige a los sistemas físicos, químicos, biológicos y astronómicos?   Y sobre todo ¿existe ese Orden?  ¿Existe la Justicia, o esto es algo incomprensible para el ser humano?   Lo que vemos cada día es confuso y NO conduce a conclusiones racionales que podamos establecer o utilizar como verdades absolutas o puntos de referencia.  Y a menos que  seamos religiosos y aceptemos que todo aquello que se escapa a una explicación racional es producto de la “voluntad misteriosa de Dios”, nos encontramos en un callejón sin salida.   Los hindúes dicen (Bhagavad Gita) que Dios o el Absoluto es algo que NO TIENE RELACIÓN ALGUNA CON LOS HOMBRES NI CON EL UNIVERSO EMANADO DE ÉL (o Ello).   También nos dicen los que saben, que ni siquiera los miembros de las más evolucionadas humanidades (auténticos dioses para nosotros) tienen la menor noción de la Naturaleza de Dios, el Infinito, Inmanifestado e Incondicionado como se le conoce en las religiones más espirituales que no hacen esas groseras interpretaciones que de Dios hace el judaísmo y sus derivados occidentales (cristianismo).  Entonces, si esto es así, ¿cómo podría alguien (aunque fueran dioses de diversas categorías) tener ni la más remota idea de cuál es la voluntad de Dios, o cuál puede ser su concepto de la Justicia?   Ni mucho menos, tener alguna noción de cuál es Su plan para este Universo (si es que lo tiene).   ¿No nos hemos inflado demasiado en relación con la categoría en la cual nos hemos ubicado como hijos predilectos de ese Dios y, además, hechos a su imagen y semejanza?
            Mucho hablan las religiones sobre las “propiedades” inherentes a Dios y, con todo el desparpajo del mundo, nos dicen que ante Él todos somos iguales.  ¡¿Que usted y yo somos iguales a Bill Gates, George Clooney, Shakira o Jessica Biehl?¡  Y ante una diferencia tan abismal entre esos “iguales”, la gente de Iglesia cuenta con respuestas adecuadas para la conformidad de los creyentes.  Y si no son muy satisfactorias, siempre tienen el demoledor argumento de que “esos son los misterios de Dios a los que el hombre no tiene acceso”.  El sentido común nos dice, por ingenuos que seamos, que lo que menos hay es igualdad, ni siquiera entre los individuos de la misma raza o sociedad.  Entonces, ¿qué es lo que nos hace admitir como verdades ciertas cosas absurdas y, lo que es peor, endilgárselas a un supuesto Dios justiciero, igualitario, todo-amor y  considerado?   Además, decimos que es Todopoderoso, lo cual nos lleva a una serie de preguntas que surgen inquietantes por más creyentes que seamos.  ¿Por qué si ese dios es Omnipotente no nos hizo buenos, con almas nobles capaces de producir individuos superiores y magnánimos, y no las legiones incontables de desgraciados que poblamos este planeta?   ¿Cómo es posible que haya gente como los gringos o los judíos?  Y lo que es peor, que progresen inevitablemente sobre todos los demás.  ¿Misterios de Dios que solo Él debe saber?  ¿Será cierto lo del pueblo elegido?  Y de ser así, ¿qué somos los demás?  La razón se niega a procesar o aceptar explicaciones tan simplistas impropias de ese dios “igualitario” del que nos hablan las religiones.  Si yo fuera el Supremo, jamás permitiría que murieran de hambre esos millones de niños famélicos que día a día sucumben en el África ante la mirada impasible de europeos, gringos y todas las sociedades ricas.  Les haría llover millones de toneladas de maná con proteínas y minerales.   Pero ese dios “lo permite” y parece no importarle nada el dolor de esas criaturas ni las oraciones de sus padres, por cristianos o musulmanes que sean.              ¿Qué alternativas nos ofrece la lógica ante semejante dilema que nos plantea la vida con la complicidad o silencio de las religiones?  Ante la evidencia de la injusticia y las desigualdades, las religiones tienen un antídoto genérico que nos aplican a todos: el conformismo y la aceptación de que “Dios tiene razones secretas para obrar como lo hace, y que el hombre no debe tratar de conocerlas”.  ¡Ya está!  Arreglado el asunto.   Todo en la Tierra parece andar mal.  Lo único que funciona bien son los relatos que nos hablan de los “hombres ideales” que han encontrado la paz en medio del alboroto cotidiano; y que si todos oramos y confiamos en ese dios, entraremos al nirvana sin ningún esfuerzo.   Con hambre y en la cárcel, pero estaremos en la gracia de ese dios, aunque nos hagan leña como a Mandela o Jesucristo.  Pero, ¿puede la lógica conciliar esos cuentos?  ¿Cómo hacemos para no ver el sufrimiento y necesidades ajenas?  ¿Me encierro en la soledad de mi iglesia y mis iguales sociales?  ¿Hago lo que dicen que hace el avestruz?   ¿Cómo puedo dejar de sentir el dolor de mis semejantes?   ¡Dichosos los que tienen ese dominio sobre sus consciencias y que confían en que Dios les proveerá a los pobres!
            Nos guste o no, y a pesar de lo que diga la Desiderata en cuanto a cómo camina el mundo, nada parece indicar que lo haga bien.  Si existe un Gobierno Mundial del que nos hablan los místicos, da la impresión de que NO lo están haciendo muy bien, a pesar del pretexto e inviolabilidad de la llamada Ley del Karma.   A menos que de verdad seamos tan primitivos e indignos de entender cómo funcionan las cosas.   Pero por ahora, la lógica no concuerda con las religiones ni sus creencias.
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.                                  E-mail:        rhizaguirre@gmail.com      


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