634 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ÁRABES, JUDÍOS Y LA HISTORIA
La historia nos da lecciones que
los pueblos DEBERÍAN aprender. Por mucha simpatía que sintiéramos por
Espartaco, y mucha cólera en contra de Roma, aquella nos enseña que el éxito en
la guerra o lo que sea, no depende de simpatías, bondad, sentimientos de
nobleza, Dios, los santos o una supuesta justicia divina, sino de la planificación
meticulosa de la agenda de batalla, del poder acumulado y de la sabiduría para
poner en práctica, en el momento adecuado, el programa de conquista. Roma sabía que esos elementos estaban de su
lado, y aunque algunos factores demoraron la caída final del esclavo guerrero,
su final era inevitable. Eso lo han
aprendido los judíos en su larga lucha de preparación. Los árabes lo sabían pero lo olvidaron. No se llega por casualidad a la cúspide donde
están los judíos. El éxito no es cuestión de suerte sino de trabajo arduo,
planificación, TIEMPO y sacrificio. A los judíos les ha tomado DOS MIL AÑOS ascender hasta la
cumbre. Pero para eso fue necesaria la acumulación de experiencia, elección y
aplicación rigurosa del método; pero por sobre todas las cosas, un fanatismo
religioso que ha sido la base sobre la cual ha pivotado todo su accionar
político y económico que, además de riqueza y poder, le ha conferido UNIDAD. Con disensiones internas, claro está, pero
con un rostro monolítico ante el mundo NO
judío.
No solo se “occidentalizaron” para
no parecer tan extraños y odiosos a los europeos, sino que, cuando fue
necesario, se acogieron al cristianismo y renegaron de su fe (marranos). Se mimetizaron en Europa, USA y el resto del
mundo que les convenía, e hicieron que su religión no pareciera antagónica al
cristianismo. Aprendieron a convivir con
los goyim, sacando ventajas de la
confianza y lástima que estos empezaron a sentir por el “pueblo elegido”. Mediante todos los cuentos religiosos,
amaestraron a los goyim para que estuvieran a su servicio incondicional (como
Inglaterra y los Estados Unidos). Pero
lo más admirable de todo este juego ha sido la acertada selección que han hecho
de los pueblos que habrían de servirles de la forma más adecuada. Y aunque casi no se mezclan con nadie, han
sabido dar la impresión de que sí, para que las sociedades en las que están
interesados no los perciban como entes extraños o racistas. En Alemania, Inglaterra y USA se han mezclado
generosamente con los nativos. En fin,
han manejado sus cartas de juego político de manera admirable, y valiéndose de
su astucia y larga experiencia de luchas e intrigas, han dominado casi todas
las formas del poder en las diversas comunidades que parasitan.
Siempre presentándose como
víctimas, no tardan en convertirse en victimarios de aquellos que les dan
alojamiento en cualquier parte del mundo.
La Biblia es su propio testimonio
de esta conducta. Y si alguien
molesta o incomoda a la comunidad judía de Argentina, de inmediato los
gobiernos del mundo, encabezados por Estados Unidos, protestan por la
persecución y maltrato del que son
víctimas inocentes los miembros del pueblo elegido. ¡Y pobre del gobierno que no rectifique su
actitud ante esa colonia del pueblo de Yavé!
La lección de poder del pueblo judío es admirable y muy clara. No tiene misterio alguno para nadie. Y no debería tenerlo para los árabes, raza de
la cual deriva la tribu de Judá (judíos).
Con elementos sacados de su manual de fe, y con otros inventados por su
proverbial astucia, han logrado crear una maquinaria económica poderosa, base
de toda forma de dominación. Pero el
elemento principal ha sido “la
consciencia de grupo social y racial antagónico a todo el mundo”. La doctrina del odio es el sustento de la
vida de Israel. Todo su quehacer se basa
en el odio real o ficticio de sus enemigos verdaderos o imaginarios. Eso es lo que mantiene la cohesión del judío,
y de esa fuerte unión, nace su fortaleza ante las adversidades. Allí
no hay secreto alguno; solo voluntad y perseverancia para poner el plan en
acción; y mucha paciencia, trabajo y esfuerzo continuado.
Entonces, ¿cómo es que los árabes
no pueden hacer lo mismo? Poseen todo
el dinero del mundo, tienen una religión semejante a la de los judíos, son casi
de la misma raza y comparten la astucia
que les da todas las ventajas sobre la mayoría de los pueblos occidentales. Pero no solo están desunidos sino que, en
muchos casos, son enemigos mortales por minucias interpretativas de la “LECTURA”. Muerto Nasser y desaparecido Arafat, los
árabes quedaron expuestos al capricho de gringos y judíos. Pero en lugar de amoldarse a la conveniencia
para progresar en paz y hacerse poderosos, consumen todo lo que tienen en una
guerra imposible de ganar. Lo
primero que deberían evitar es el antagonismo religioso con el occidente; y
sobre todo, dejar de llamarnos “infieles” y otras tonterías por el estilo. Eso lo saben muy bien los judíos, y aunque
nos ven con desprecio y el cristianismo poco les importa, oficialmente jamás
han negado su validez, porque este les ha sido de suma utilidad en el proyecto
de subordinación de occidente al judaísmo.
El cristianismo es un derivado de la Biblia y, por lo tanto, de Yavé,
quien era el papá de Cristo. Punto.
La fe de occidente no es más que
un reciclado del judaísmo, pero NO
es la faceta ortodoxa de este sino su rama populachera, la adecuada a los goyim. Y gracias a eso, ganaron la batalla religiosa
al occidente. Pero ese proceso les llevó DOS MIL AÑOS.
Los árabes deberían imitarlo, pues
les guste o no, es la única vía que les queda para ser aceptados por occidente
y colarse en el tren del progreso y desarrollo.
Poniendo bombas y reventándose en los mercados llenos de gente civil,
solo los hace temibles y odiosos al mundo.
Por justa que sea su protesta, NADIE
ve con buenos ojos a un grupo de personas que ven con tanto menosprecio la vida
humana. Tanto es así, que ni siquiera
sus propios y RICOS paisanos como
los sauditas, kuwaitíes y el resto de los miembros del club petrolero hacen
nada por ayudarlos, ni económica ni militarmente. Mientras insistan en esa actitud tan poco
práctica, estarán SOLOS contra el
mundo. Esa es una guerra que JAMÁS ganarán, pues los judíos nunca les harán
concesiones de clase alguna. No se
puede vencer militarmente a los judíos y su enorme y feroz mascota, los Estados
Unidos. Deberían repensar su estrategia
y abandonar ese patético papel que están interpretando lastimosamente. No hay
misterio alguno en la estrategia de los judíos.
Solo es cuestión de superar en eficiencia al modelo.
Tristemente
RIS E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
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