lunes, 27 de abril de 2015

634 Árabes, judíos y la Historia



634  LA CHISPA                                                                        
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ÁRABES, JUDÍOS Y LA HISTORIA      
La historia nos da lecciones que los pueblos DEBERÍAN aprender.  Por mucha simpatía que sintiéramos por Espartaco, y mucha cólera en contra de Roma, aquella nos enseña que el éxito en la guerra o lo que sea, no depende de simpatías, bondad, sentimientos de nobleza, Dios, los santos o una supuesta justicia divina, sino de la planificación meticulosa de la agenda de batalla, del poder acumulado y de la sabiduría para poner en práctica, en el momento adecuado, el programa de conquista.  Roma sabía que esos elementos estaban de su lado, y aunque algunos factores demoraron la caída final del esclavo guerrero, su final era inevitable.   Eso lo han aprendido los judíos en su larga lucha de preparación.  Los árabes lo sabían pero lo olvidaron.  No se llega por casualidad a la cúspide donde están los judíos.  El éxito no es cuestión de suerte sino de trabajo arduo, planificación, TIEMPO y sacrificio.   A los judíos les ha tomado DOS MIL AÑOS ascender hasta la cumbre.  Pero para eso fue necesaria la  acumulación de experiencia, elección y aplicación rigurosa del método; pero por sobre todas las cosas, un fanatismo religioso que ha sido la base sobre la cual ha pivotado todo su accionar político y económico que, además de riqueza y poder, le ha conferido UNIDAD.   Con disensiones internas, claro está, pero con un rostro monolítico ante el mundo NO judío. 
No solo se “occidentalizaron” para no parecer tan extraños y odiosos a los europeos, sino que, cuando fue necesario, se acogieron al cristianismo y renegaron de su fe (marranos).   Se mimetizaron en Europa, USA y el resto del mundo que les convenía, e hicieron que su religión no pareciera antagónica al cristianismo.  Aprendieron a convivir con los goyim, sacando ventajas de la confianza y lástima que estos empezaron a sentir por el “pueblo elegido”.    Mediante todos los cuentos religiosos, amaestraron a los goyim para que estuvieran a su servicio incondicional (como Inglaterra y los Estados Unidos).  Pero lo más admirable de todo este juego ha sido la acertada selección que han hecho de los pueblos que habrían de servirles de la forma más adecuada.  Y aunque casi no se mezclan con nadie, han sabido dar la impresión de que sí, para que las sociedades en las que están interesados no los perciban como entes extraños o racistas.  En Alemania, Inglaterra y USA se han mezclado generosamente con los nativos.  En fin, han manejado sus cartas de juego político de manera admirable, y valiéndose de su astucia y larga experiencia de luchas e intrigas, han dominado casi todas las formas del poder en las diversas comunidades que parasitan. 
Siempre presentándose como víctimas, no tardan en convertirse en victimarios de aquellos que les dan alojamiento en cualquier parte del mundo.  La Biblia es su propio testimonio de esta conducta.  Y si alguien molesta o incomoda a la comunidad judía de Argentina, de inmediato los gobiernos del mundo, encabezados por Estados Unidos, protestan por la persecución y maltrato del que son víctimas inocentes los miembros del pueblo elegido.  ¡Y pobre del gobierno que no rectifique su actitud ante esa colonia del pueblo de Yavé!  La lección de poder del pueblo judío es admirable y muy clara.  No tiene misterio alguno para nadie.  Y no debería tenerlo para los árabes, raza de la cual deriva la tribu de Judá (judíos).   Con elementos sacados de su manual de fe, y con otros inventados por su proverbial astucia, han logrado crear una maquinaria económica poderosa, base de toda forma de dominación.  Pero el elemento principal ha sido “la consciencia de grupo social y racial antagónico a todo el mundo”.   La doctrina del odio es el sustento de la vida de Israel.  Todo su quehacer se basa en el odio real o ficticio de sus enemigos verdaderos o imaginarios.  Eso es lo que mantiene la cohesión del judío, y de esa fuerte unión, nace su fortaleza ante las adversidades.   Allí no hay secreto alguno; solo voluntad y perseverancia para poner el plan en acción; y mucha paciencia, trabajo y esfuerzo continuado.
Entonces, ¿cómo es que los árabes no pueden hacer lo mismo?   Poseen todo el dinero del mundo, tienen una religión semejante a la de los judíos, son casi de la misma  raza y comparten la astucia que les da todas las ventajas sobre la mayoría de los pueblos occidentales.  Pero no solo están desunidos sino que, en muchos casos, son enemigos mortales por minucias interpretativas de la “LECTURA”.  Muerto Nasser y desaparecido Arafat, los árabes quedaron expuestos al capricho de gringos y judíos.  Pero en lugar de amoldarse a la conveniencia para progresar en paz y hacerse poderosos, consumen todo lo que tienen en una guerra imposible de ganar.             Lo primero que deberían evitar es el antagonismo religioso con el occidente; y sobre todo, dejar de llamarnos “infieles” y otras tonterías por el estilo.  Eso lo saben muy bien los judíos, y aunque nos ven con desprecio y el cristianismo poco les importa, oficialmente jamás han negado su validez, porque este les ha sido de suma utilidad en el proyecto de subordinación de occidente al judaísmo.  El cristianismo es un derivado de la Biblia y, por lo tanto, de Yavé, quien era el papá de Cristo.  Punto.  La fe de occidente no es más que un reciclado del judaísmo, pero NO es la faceta ortodoxa de este sino su rama populachera, la adecuada a los goyim.  Y gracias a eso, ganaron la batalla religiosa al occidente.  Pero ese proceso les llevó DOS MIL AÑOS. 
Los árabes deberían imitarlo, pues les guste o no, es la única vía que les queda para ser aceptados por occidente y colarse en el tren del progreso y desarrollo.  Poniendo bombas y reventándose en los mercados llenos de gente civil, solo los hace temibles y odiosos al mundo.  Por justa que sea su protesta, NADIE ve con buenos ojos a un grupo de personas que ven con tanto menosprecio la vida humana.  Tanto es así, que ni siquiera sus propios y RICOS paisanos como los sauditas, kuwaitíes y el resto de los miembros del club petrolero hacen nada por ayudarlos, ni económica ni militarmente.   Mientras insistan en esa actitud tan poco práctica, estarán SOLOS contra el mundo.   Esa es una guerra que JAMÁS ganarán, pues los judíos nunca les harán concesiones de clase alguna.  No se puede vencer militarmente a los judíos y su enorme y feroz mascota, los Estados Unidos.   Deberían repensar su estrategia y abandonar ese patético papel que están interpretando lastimosamente.   No hay misterio alguno en la estrategia de los judíos.  Solo es cuestión de superar en eficiencia al modelo.
Tristemente
                            RIS                      E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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