689 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡AMARGURA!
Venganza
yanqui. Por la derrota que les
infligimos aquí, y por el susto que les metimos en esos maravillosos minutos
del primer tiempo. Estuvimos a un paso
de la gloria, pero no se hizo el movimiento final para aplastar la cabeza del enemigo.
Nos faltó la rabia de los auténticos depredadores, que aprietan de
manera implacable el cuello de sus víctimas.
La conformidad y una actitud timorata, dio al traste con lo que debió
ser una hermosa e inolvidable historia.
Como dice una amiga burlona: “Jugamos
como nunca, pero perdimos como siempre”. No hay que tomarse un tiempo para averiguar
las causas de esa continua tragedia que es el fútbol de Costa Rica. Son demasiadas y muy evidentes. Pero la primera de ellas es la falta de una
directriz gubernamental que DECIDA
lo mejor y que ordene la situación. Nada
de ponencias, sugerencias, concursos de opinión o participación de majaderos
que nada saben de fútbol. Este deporte
es mucho más que una diversión, es una forma de vida del aficionado. Una actividad que lo eleva a la gloria, lo
mismo que lo sume en el más espantoso de los infiernos. Así
que la Selección Nacional DEBE
CONVERTIRSE en un PROYECTO NACIONAL,
y no en un negocio de los dueños de equipos.
Ni siquiera de los jugadores, pues la Selección es mucho más que los
intereses económicos de unos cuantos individuos o instituciones deportivas. ¿Y por qué?
Porque el alcance y consecuencias
de los triunfos o pérdidas de la Tri son de dimensión nacional. Las derrotas sumen al país en una penumbra de
dolor y amargura, y la nación entera sufre.
Y eso afecta la vida nacional aunque no queramos admitirlo. Es
mucho más que un juego lo que está en juego.
No
importa el cinismo que se emplee para justificar
los reveses; ni la burla o el menosprecio que hagamos de esa actividad. Ni los paños tibios. Nos afecta a todos, deprime el ánimo y, por
algún tiempo, nos hunde en el vacío. Por
eso es UN TEMA NACIONAL,
responsabilidad del Gobierno. Porque si
se dieran ciertas circunstancias
políticas y económicas negativas, una derrota futbolera podría ser el
detonante para una explosión social. ¿Parece
una tontería y una exageración? Pues no
lo es. Solo recuerden la guerra
honduro-salvadoreña. Además, el deporte
es un arma política de gran alcance.
Recuérdese a la Rusia soviética o a la Alemania del Este; y más
recientemente, a Cuba. ¿Y por qué esas naciones alcanzaron semejantes cimas en
el deporte? Porque este estaba dirigido
y financiado por el Estado de una manera rigurosa, profesional y exenta de las
rebatiñas de los dueños de equipos y de la angurria de los jugadores
“profesionales”. El deporte NO debe estar al servicio y beneficio
de las TELEVISORAS o la prensa. Y aunque los gobiernos tengan sus intereses
políticos, lo que cuenta para los pueblos es el orgullo de que sus atletas GANEN.
Recuerden el caso de Teófilo
Stevenson, aquel formidable campeón cubano al que le ofrecieron millones de
dólares por hacerse profesional y competir en USA. Nunca lo hizo y se convirtió en ejemplo y orgullo
de ese pueblo.
En
el caso del fútbol, único deporte
nacional, no debe existir esa
multitud de organizaciones que “metan la cuchara” en lo que a la Selección se refiere. Debe
haber un mando único e indiscutible: una institución gubernamental con fondos
suficientes para hacerle frente a todos los gastos que genera una selección
permanente, profesional y de alta competitividad. Con las mejores instalaciones físicas pero,
lo más importante, con profesionales de alto nivel. Técnicos extranjeros de reconocida capacidad
(aquí no los hay) no solo por sus
títulos, sino que sean avalados por una larga historia de logros durante su
vida profesional; como Peckerman, Lavolpe, Erickson, Bora, etc. Y que se inicie un proceso cuyos resultados
deberán planificarse para dentro de ocho años, al menos. Desde luego que todo esto tiene que ser
acompañado de una gran infraestructura que provea al material humano con el
cual se ha de trabajar. Infinidad de
canchas abiertas (de ellas salieron los grandes futbolistas del pasado); buenos
gimnasios y facilidades para que los chicos aprendan y practiquen una clase de
fútbol natural, que responda a su genio y creatividad. No a los moldes importados.
En
las plazas de Tibás, barrio México, Guadalupe y tantas otras, se produjeron
grandes estrellas del fútbol nacional; descalzos y con bolas de costura,
aprendieron los misterios y destrezas de un fútbol que, por largos años, nos
colocó a la cabeza de las competiciones de Centroamérica y el Caribe. Y eso no es vivir del pasado, es señalar un HECHO HISTÓRICO que bien podemos
repetir si se toman las medidas adecuadas.
¿Ha crecido tanto el nivel futbolístico de los centroamericanos? No lo creo.
Más bien es que el nuestro se estancó dentro de patrones genéricos que nos ponen en desventaja, nos “homogeneizamos”. Estamos copiando métodos europeos diseñados
para gente grande, fuerte y bien alimentada.
Lo nuestro es la picardía, la improvisación, la magia, inventiva y
ocurrencias. Con ese fútbol robótico,
frío y planificado de los europeos, JAMÁS
les podremos ganar a sus inventores. Nuestros recursos son otros, y eso es lo que
debemos aprender a explotar hasta sus últimas posibilidades. Pero debe existir la AUTORIDAD ÚNICA. Una
federación que no esté al servicio de los intereses de las televisoras, prensa,
dueños de equipos, anunciantes y cuantos vampiros pululan en ese mundo del
fútbol profesional. Y que esta autoridad pueda convocar cuando
quiera, a todos los jugadores que necesite para integrar la selección. Que prescinda de todos aquellos que juegan en
el exterior, a menos que se trate de jugadores excepcionales que puedan marcar
una diferencia clara e indiscutible.
Es
cierto que los deportes se han convertido en negocio; en fuente de
enriquecimiento para unos pocos, pero eso no significa que solo se deba
consideren los intereses de estos. El
soporte moral, la alegría y el dolor que acompaña a estas justas en donde gran
parte de la nación se ve involucrada, los proporciona el pueblo. Esa sufrida y alegre masa que no gana un
centavo, pero que daría su vida si fuera preciso, con tal de que su Selección
lograra las más altas metas, merece mayor respeto de parte del Estado y la
Selección.
No
debe seguir el desbarajuste. Es hora de
poner orden y planificar a largo plazo.
Futbolera
y tristemente
¿Sufren
así en su país?
Ricardo Izaguirre S.
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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