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“LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
MANDELA Y EL MUNDIAL
Bajo el riesgo de ser malinterpretado, debo hacer algunas aclaraciones
sobre el señor Nelson Mandela. Y solo les pido a los lectores que mediten
bien, que vean todos los ángulos del problema y las posibilidades de acción que tuvo este hombre cuando fue
nombrado presidente de Sudáfrica.
Primero que todo, debo manifestar que su papel en los acontecimientos
históricos de ese país está sobrevalorado.
Haber sido prisionero por 27 años no lo convierte en héroe ni en líder,
sino en un pobre hombre a quien le robaron gran parte de su existencia, y eso
hace que su vida sea patética pero no heroica.
Miles, centenares de miles de hombres han sido encarcelados de por vida
por diferentes regímenes. Guantánamo
está lleno de presos políticos, y toda la América Latina ha sido una cárcel
gigantesca a donde han ido a parar todos aquellos que han denunciado las
injusticias de los gobiernos. Toda la
Europa oriental está llena de cárceles privadas de la CIA, y ahí se encuentran miles de prisioneros; pero solo son
víctimas, y tal cosa, no los convierte en héroes. Mandela solo fue uno más de
los millones a los que los blancos sometieron a todo tipo de vejaciones y
crímenes; millares de ellos (todos anónimos) fueron asesinados con impunidad
absoluta y con la tolerancia de un “mundo occidental y libre” que actuó por “principios
raciales”, haciendo la vista gorda ante el holocausto al que se sometía
a la población autóctona (negra) de ese país.
La primera línea de oídos sordos ante el clamor mundial
frente a ese genocidio, estaba encabezada por Estados Unidos e Israel. Estos eran socios comerciales del gobierno blanco
sudafricano. Incluso se dice que Israel
llegó a ofrecerles armas nucleares a los afrikaners. Pero pese al enorme poder de ese tándem, lo
que pasaba en Sudáfrica se coló en la consciencia de millones de personas en el
mundo occidental, y la presión cívica se hizo irresistible. Luego se convirtió en oficial, y muchos países
rompieron relaciones con ese gobierno perverso.
Fue entonces cuando surgió la idea a la que hice mención en otra “Chispa”:
montar una farsa mediante la cual se
pudiera legitimar el orden existente. Crear
una careta pública para que Sudáfrica fuera absuelta y aceptada en la ONU y se
le suspendieran todas las sanciones (Estados Unidos NUNCA las aplicó) que la comunidad mundial les había impuesto. Y el
más indicado era Mandela, un viejo
dócil que ya había perdido todos sus arrestos revolucionarios en el prolongado
cautiverio.
Es posible que jamás se sepa en qué
consistió el acuerdo de liberación, pero es seguro que este incluía el
respeto absoluto al orden constituido, al
orden blanco. En prisión le
quebraron el espíritu y lo condicionaron a la aceptación de un espejismo como
forma de vida para los negros. Porque la
verdad, ¿qué lograron estos con la supuesta abolición
del Apartheid? Nada
en absoluto. El poder político y
económico siguió en manos de los blancos.
Pero lo que es más importante, la fuerza militar se mantuvo intacta en
poder de estos. La temible fuerza aérea
sudafricana siguió siendo exclusiva de los boers, y no hay pilotos negros en
ella. Mejor dicho: no hay nada para los negros de Sudáfrica. Solo las vuvuzelas y algunos puestos de
sirvientes.
¿Por qué Madiba fue tan elogiado en USA y toda Europa, incluyendo a
Israel? ¿Por qué le dieron tantos
premios, menciones y títulos honoríficos?
Si hubiera sido como Yasser Arafat, es seguro que nunca lo
hubieran excluido de la lista de terroristas en la cual la ONU tenía a Mandela. Su espíritu “pacifista y conciliador” significaba que los crímenes cometidos
por los blancos de Sudáfrica quedarían en la impunidad; es por eso que todo el
occidente lo aplaudió y premió.
¡Gran jugada que ni los negros ni los tercermundistas entendieron jamás! Muchos europeos y gringos de buena voluntad
no se dieron cuenta. Incluyendo al
popular Bruce Springsteen que tanto
hizo en apoyo del pueblo genuino de Sudáfrica. Cuando Mandela logró la presidencia, era el
momento preciso para desmantelar por completo el aparato represivo de los
blancos; era la hora de expulsarlos para siempre, o de eliminarlos, si decidían
resistirse. Era el tiempo de la justa y
esperada venganza. Pero ¿qué hizo
Mandela? Conciliar. ¿Concilian acaso
los judíos? Se perdonó a genocidas que
en Israel hubieran sido ahorcados, y que hoy gozan no solo de respetabilidad,
sino que continúan siendo tan racistas como siempre. Por eso lo apoyaron los Estados Unidos,
Israel y toda Europa; incluso los latinos que nada sabemos de nada. Fue el mejor negocio que hayan hecho los blancos por los blancos.
El hombre viejo y cansado que salió de
la cárcel en 1990, el preso 466/64, ya no tenía el espíritu revolucionario que
era necesario en ese momento histórico; era un hombre disminuido que ya solo
pensaba en la tranquilidad como única alternativa. El
hombre de armas tomar de los años sesenta, jamás hubiera pactado con los
blancos; pero tres décadas en la cárcel doblan a cualquiera. Mandela era el “buen negro” apto para
apaciguar a sus coterráneos; por eso le dieron tantos premios y lo convirtieron
en un icono digno de todo respeto. Así nadie se opondría a su política de
“conciliación” que, en el fondo, no
significaba más que la entrega total de su país a los blancos. Ni todas las vuvuzelas del mundo pueden
cambiar esa verdad que ahora es evidente para todos los que han llegado al
mundial. Ni Shakira pudo disimularlo con la maravilla de sus caderas. Los nativos autóctonos de ese país son una
colección de miserables, pese a que las cadenas de televisión hacen caso omiso
de la realidad que ahí se vive. Nos
enseñan los estadios en vistas panorámicas, los parques nacionales, los hoteles
de lujo de las delegaciones y las lindas barriadas de blancos; pero nada de la
infinidad de Sowetos en donde la
población negra vive en la miseria. Así
como la “abolición” del Apartheid les abrió las puertas de la ONU y los condujo al dominio sin riesgo, el mundial de
fútbol les sirve para lavarse la cara socialmente y hacer creer al mundo que
ahí todo anda de maravilla. Que todos
los bafana-bafana son negros y que tienen Presidente negro. Que los nativos son felices en los estadios
soplando vuvuzelas y contoneándose al ritmo del “waka-waka” y los encantos de Shakira. Pero todo es una farsa que ha contado con el
contubernio de todo el “occidente”.
Vuvuzelescamente
RIS
Correo:
rhizaguirre@gmail.com
Blog: “LA CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/ con link a
Librería en Red
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