domingo, 19 de abril de 2015

815 Mandela y el mundial



815    LA CHISPA               
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
MANDELA Y EL MUNDIAL
        
Bajo el riesgo de ser malinterpretado, debo hacer algunas aclaraciones sobre el señor Nelson Mandela.  Y solo les pido a los lectores que mediten bien, que vean todos los ángulos del problema y las posibilidades de acción que tuvo este hombre cuando fue nombrado presidente de Sudáfrica.  Primero que todo, debo manifestar que su papel en los acontecimientos históricos de ese país está sobrevalorado.  Haber sido prisionero por 27 años no lo convierte en héroe ni en líder, sino en un pobre hombre a quien le robaron gran parte de su existencia, y eso hace que su vida sea patética pero no heroica.  Miles, centenares de miles de hombres han sido encarcelados de por vida por diferentes regímenes.  Guantánamo está lleno de presos políticos, y toda la América Latina ha sido una cárcel gigantesca a donde han ido a parar todos aquellos que han denunciado las injusticias de los gobiernos.  Toda la Europa oriental está llena de cárceles privadas de la CIA, y ahí se encuentran miles de prisioneros; pero solo son víctimas, y tal cosa, no los convierte en héroes.  Mandela solo fue uno más de los millones a los que los blancos sometieron a todo tipo de vejaciones y crímenes; millares de ellos (todos anónimos) fueron asesinados con impunidad absoluta y con la tolerancia de un “mundo occidental y libre” que actuó por “principios raciales”, haciendo la vista gorda ante el holocausto al que se sometía a la población autóctona (negra) de ese país.
         La primera línea de oídos sordos ante el clamor mundial frente a ese genocidio, estaba encabezada por Estados Unidos e Israel.  Estos eran socios comerciales del gobierno blanco sudafricano.  Incluso se dice que Israel llegó a ofrecerles armas nucleares a los afrikaners.  Pero pese al enorme poder de ese tándem, lo que pasaba en Sudáfrica se coló en la consciencia de millones de personas en el mundo occidental, y la presión cívica se hizo irresistible.  Luego se convirtió en oficial, y muchos países rompieron relaciones con ese gobierno perverso.  Fue entonces cuando surgió la idea a la que hice mención en otra “Chispa”: montar una farsa mediante la cual se pudiera legitimar el orden existente.  Crear una careta pública para que Sudáfrica fuera absuelta y aceptada en la ONU y se le suspendieran todas las sanciones (Estados Unidos NUNCA las aplicó) que la comunidad mundial les había impuesto.   Y el más indicado era Mandela, un viejo dócil que ya había perdido todos sus arrestos revolucionarios en el prolongado cautiverio.
         Es posible que jamás se sepa en qué consistió el acuerdo de liberación, pero es seguro que este incluía el respeto absoluto al orden constituido, al orden blanco.  En prisión le quebraron el espíritu y lo condicionaron a la aceptación de un espejismo como forma de vida para los negros.  Porque la verdad, ¿qué lograron estos con la supuesta abolición del Apartheid?  Nada en absoluto.  El poder político y económico siguió en manos de los blancos.  Pero lo que es más importante, la fuerza militar se mantuvo intacta en poder de estos.  La temible fuerza aérea sudafricana siguió siendo exclusiva de los boers, y no hay pilotos negros en ella.  Mejor dicho: no hay nada para los negros de Sudáfrica.  Solo las vuvuzelas y algunos puestos de sirvientes. 
         ¿Por qué Madiba fue tan elogiado en USA y toda Europa, incluyendo a Israel?   ¿Por qué le dieron tantos premios, menciones y títulos honoríficos?  Si hubiera sido como  Yasser Arafat, es seguro que nunca lo hubieran excluido de la lista de terroristas en la cual la ONU tenía a Mandela.   Su espíritu “pacifista y conciliador” significaba que los crímenes cometidos por los blancos de Sudáfrica quedarían en la impunidad; es por eso que todo el occidente lo aplaudió y premió.   ¡Gran jugada que ni los negros ni los tercermundistas entendieron jamás!  Muchos europeos y gringos de buena voluntad no se dieron cuenta.  Incluyendo al popular Bruce Springsteen que tanto hizo en apoyo del pueblo genuino de Sudáfrica.  Cuando Mandela logró la presidencia, era el momento preciso para desmantelar por completo el aparato represivo de los blancos; era la hora de expulsarlos para siempre, o de eliminarlos, si decidían resistirse.  Era el tiempo de la justa y esperada venganza.  Pero ¿qué hizo Mandela?  Conciliar.  ¿Concilian acaso los judíos?  Se perdonó a genocidas que en Israel hubieran sido ahorcados, y que hoy gozan no solo de respetabilidad, sino que continúan siendo tan racistas como siempre.  Por eso lo apoyaron los Estados Unidos, Israel y toda Europa; incluso los latinos que nada sabemos de nada.  Fue el mejor negocio que hayan hecho los blancos por los blancos.
         El hombre viejo y cansado que salió de la cárcel en 1990, el preso 466/64, ya no tenía el espíritu revolucionario que era necesario en ese momento histórico; era un hombre disminuido que ya solo pensaba en la tranquilidad como única alternativa.  El hombre de armas tomar de los años sesenta, jamás hubiera pactado con los blancos; pero tres décadas en la cárcel doblan a cualquiera.  Mandela era el “buen negro” apto para apaciguar a sus coterráneos; por eso le dieron tantos premios y lo convirtieron en un icono digno de todo respeto.  Así nadie se opondría a su política de “conciliación” que, en el fondo, no significaba más que la entrega total de su país a los blancos.  Ni todas las vuvuzelas del mundo pueden cambiar esa verdad que ahora es evidente para todos los que han llegado al mundial.  Ni Shakira pudo disimularlo con la maravilla de sus caderas.  Los nativos autóctonos de ese país son una colección de miserables, pese a que las cadenas de televisión hacen caso omiso de la realidad que ahí se vive.  Nos enseñan los estadios en vistas panorámicas, los parques nacionales, los hoteles de lujo de las delegaciones y las lindas barriadas de blancos; pero nada de la infinidad de Sowetos en donde la población negra vive en la miseria.   Así como la “abolición” del Apartheid les abrió las puertas de la ONU y los condujo al dominio sin riesgo, el mundial de fútbol les sirve para lavarse la cara socialmente y hacer creer al mundo que ahí todo anda de maravilla.  Que todos los bafana-bafana son negros y que tienen Presidente negro.  Que los nativos son felices en los estadios soplando vuvuzelas y contoneándose al ritmo del “waka-waka” y los encantos de Shakira.  Pero todo es una farsa que ha contado con el contubernio de todo el “occidente”.  
         Vuvuzelescamente
                                  RIS          Correo:  rhizaguirre@gmail.com
Blog:    LA CHISPA”     http://lachispa2010.blogspot.com/    con link a   Librería en Red



       

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