sábado, 31 de diciembre de 2011

685 Prensa timorata


685    LA CHISPA              
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
PRENSA TIMORATA                       
            La prensa en Costa Rica es muy “académica, respetuosa, sumisa, estirada”; siempre se anda por las ramas y nunca dice nada abiertamente.  No se compromete, solo está pendiente de que lo que dice no sea querellable.  Se ajusta, se adapta, repta, calla, espera; no hay periodismo, no hay periodistas, y si los hay, se amoldan a “sus” empresas, que son organismos comerciales que solo se preocupan por la opinión de los anunciantes y por no incomodarlos con nada que pueda producir el retiro de la propaganda.  ¿Que hay excepciones?   Debe haberlas, pero en medios insignificantes que no llegan a la gran masa.   Y salvo algunos pasquines que nadie toma muy en serio, toda la noticiología que se produce en Costa Rica es formal, “democrática”, respetuosa, timorata, TIBIA como diría el “epistolero” Pablo.  La prensa NO INVESTIGA al gobierno como debería ser.  No cumple con el papel social de contralora de las actividades de este.  No se aventura ni corre riesgos, no denuncia nada que pueda afectar los intereses de los dueños de estos “negocios” que, generalmente, tienen todo tipo de conexiones con el oficialismo y las sinvergüenzadas que allí se gestan y producen.  Solo se conforma con reproducir lo que les informan en las oficinas del Estado.  El asunto de las famosas “COMISIONES” debió ser divulgado por los noticiarios mucho antes de que reventara el petardo.
            Si no fuera porque don Abel Pacheco tuvo la hombría y el compromiso cívico de denunciar a los expresidentes, semejantes delitos hubieran pasado inadvertidos para el público en general.  Solo hasta que don Abel “destapó el tamal”, fue que los diarios empezaron a hacer eco del problema.  Aquí NO hay reportajes investigativos acerca de las actividades de los hombres públicos.  Solo vengativo con el político que no favorece a las empresas anunciadoras con exenciones o dólares baratos. Todo el mundo sospecha de la choricera oficial, pero ante la carencia de un periodismo vindicatorio de los intereses del pueblo, todo se resuelve en puras bolas.  En suposiciones y cuentos maliciosos que nada contribuyen con la Verdad y Transparencia que debe acompañar los actos de los gobernantes.   El argot que utiliza la prensa es TIMORATO, zigzagueante y difuso; nunca llama a las cosas por su nombre.   Con esa fórmula, en este país nadie es ladrón, borracho, reo, tramposo, prevaricador o mentiroso, y nadie le roba al Estado (pueblo).  Nadie es responsable de nada.  El “oficio” ha creado un vocabulario especial (genérico) con el cual todos quedan bien.  Un preso no es un PRESO (por cualquier crimen que haya cometido), es un PRIVADO DE LIBERTAD.   Y con ese eufemismo, cualquier asesino, violador o ladrón, queda en una categoría que parece ser la de alguien que sufrió un accidente legal injusto o no merecido que lo llevó a la condición referida.   Nadie es estafador ni aprovechado de la función gubernamental, sin importar que lo  hayan pillado con las manos en la masa.
            Siempre se emplea un lenguaje oblicuo que NO nos permite saber si el indiciado es o no un delincuente.  Todo el tiempo se trata de: “EL SUPUESTO”.   Nunca ES, siempre es “el supuesto”.   “El supuesto violador fue capturado en la escena del crimen; el semen encontrado en la vagina de la víctima es del indiciado, según estudios médicos”.   “Veinte testigos vieron cuando el ‘supuesto’ asesino terminó con la vida de don Fulano”.   “Todas las pruebas periciales, testimonios e informes bancarios demuestran que el ‘supuesto’ estafador, se benefició de su poder político para el enriquecimiento ilícito de él y sus amigotes”.   Por eso aquí nadie roba, estafa, engaña, prevarica ni comete peculado.  Todos son “supuestos” ladrones, estafadores, engañadores, prevaricadores o “peculadores”.   ¿Y por qué se utiliza este vocabulario de encubrimiento?  Por conveniencia y facilidad; así nadie se compromete ni corre riesgos.  A nadie se incomoda y todos quedan bien con todos.  Pero ese no es el papel de la Prensa de Verdad.  NO DEBERÍA SERLO.   No es suficiente el pretexto de decir que eso sucede porque las leyes así lo determinan.  Si estas son cómplices de los delincuentes, DEBEN SER DEROGADAS Y REFORMADAS.  La prensa no debe escudarse detrás de semejante deficiencia jurídica, pues esta tiene el poder para hacer que se cambien esas leyes que toleran, enmascaran y protegen los actos deshonestos de los ciudadanos, en especial, los de los políticos y gente poderosa.  Los alegatos acerca de los derechos humanos de los delincuentes NO DEBEN estar por encima de los de la población honesta.  Un funcionario que le ha robado al pueblo, no puede ni debe ser encubierto por ley alguna.  Y debe tratársele de acuerdo con lo que ES y no como un “supuesto”.  Si es ladrón, es ladrón.  Si es estafador, es estafador.  Si es aprovechado y cometió peculado, debe dársele el calificativo que merece.
            ¿Cómo es que la ley permite, con el silencio y complicidad de la prensa, que los delincuentes lleguen, entren y salgan de los tribunales o donde sea, con las caras cubiertas por trapos, abrigos, paños o suéteres?   ¿Por qué se les permite el anonimato protector a los asesinos mientras las víctimas sí son retratadas, divulgadas y expuestas a las represalias de los compinches de los que las agredieron?  La prensa debería ser más comprometida con el pueblo; por desgracia, los intereses de este nada le importan a las empresas de la noticia, comerciantes que desconocen cuál es la ética que rige (o debería regir) la labor divulgativa.   Y aunque haya profesionales que conocen lo anormal de la situación, están obligados a plegarse a la política de los propietarios y la conveniencia de la empresa.  O a irse…  Por dicha que existe “Extra” ese pasquín amarillista que, aunque está muy lejos de ser un diario respetable, al menos presenta ciertas noticias de manera tan irreverente y picante que nos hace sonreír.  No en balde es el informativo del populacho, aunque solo sea como feroz contribuyente del morbo de la población.
            La prensa puede hacer mucho más por la salud moral de nuestro pueblo y GOBIERNO; sin embargo, ese no es un objetivo rentable de las empresas de avisos económicos.   Y por más buenos periodistas que haya, casi todos terminan convertidos en plumarios al servicio de una causa que muy poco tiene que ver con el PERIODISMO. O de panegiristas en ciertas oficinas del gobierno o empresas privadas. O desempleados.  Lástima tantos profesionales que se desperdician en diarios que lo primero que hacen es castrarlos.
            Periodiquescamente                                                  ¿Cómo anda este asunto en su país?
                                    Ricardo Izaguirre S.                                E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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miércoles, 28 de diciembre de 2011

631 Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen


  631    LA CHISPA   
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS PUEBLOS TIENEN LOS GOBIERNOS QUE SE MERECEN
            ¡Grande y verdadero decir!  Y la reelección presidencial es el máximo monumento a la idiotez que realizamos los latinos periódicamente.  Del calificativo de idiotas eximimos a los avivatos, políticos, interesados y todos aquellos cuyos capitales (Oligarquía) siempre salen beneficiados con cualquiera que sea el presidente elegido.  Esa denominación la reservamos para las mayorías de tontos que, habiendo experimentado la inutilidad de estos parásitos sociales, están dispuestos a votar de nuevo por ellos.  Alan García salió huyendo de Perú bajo la acusación de múltiples delitos; por años anduvo escondido; y cuando los cargos prescribieron, lo volvieron a elegir.  El Perú tiene y tendrá los gobiernos que se merece.   No se quejen ni imploren justicia o la consideración humana del resto del mundo.  Tienen lo que se merecen.   Lo mismo es aplicable a casi todos los países de la América Latina.  Y por eso estamos donde estamos.  Casi todos nuestros gobernantes son gente corrupta, vendibles y con una codicia ilimitada que anteponen a todo valor moral sin la menor consideración.
            Hace dos o tres días recibí de una amiga mexicana, doña Leonor, un relato fabulado (5ª acepción) en el cual se hace una aguda comparación entre una piara de cerdos y el pueblo mejicano.  Es doloroso el parangón, pero nuestros pueblos se ajustan a ese patrón de conducta propia de irracionales.  A veces he creído que en nuestro caso (latinos) podría tratarse de una cuestión étnica; que los indios, por ser analfabetos o con un techo intelectual menor, son propensos a cometer tonterías o ingenuidades en el campo de la política; pero ese argumento es deleznable, y para contradecirlo, ahí están los argentinos, una nación europea o europeizada.   Lo mismo pasa con Chile, Uruguay, Cuba, Colombia y Costa Rica.   Tener un alto porcentaje de razas europeas de nada les ha servido, pues hacen lo mismo que los mejicanos, peruanos, guatemaltecos u hondureños o el país más indígena de América.  Tampoco determina esta conducta el índice de alfabetización, pues argentinos, chilenos, cubanos, uruguayos y ticos tienen altos indicadores de escolaridad, y hacen lo mismo que  países con grandes masas de gente analfabeta.   Entonces, ¿qué es lo que nos hace proclives a esa conducta estúpida y reiterativa, a pesar de que sabemos muy bien cuáles serán sus consecuencias?   ESTO ES UN AXIOMA QUE NUNCA DEBERÍAMOS OLVIDAR: Si alguien fue un inútil en su administración anterior, lo será en esta.    Porque ¿qué diablos es lo que nos hace creer esta vez sí será un gran presidente?
            ¿Cómo es que estas personas son tan “dóciles” y permiten que cualquiera les ponga la jáquima y la albarda sin chistar para nada?  Está bien que los “vivos” sean entusiastas de estas farsas, pues ellos andan en busca de ventajas personales directas; pero ¿por qué los pueblos que nada reciben y que son los primeros en ser marginados de todo beneficio?  ¿Por qué son tan estúpidos y crédulos?    ¿Están destinados solo a ser bestias de carga de las oligarquías criollas o de las maquiladoras extranjeras?  ¿Por qué se resignan ante su desgracia y se refugian en el canto de sirena de los políticos o de las religiones?   ¿Por qué se entregan ante las peroratas huecas de sinvergüenzas que han parasitado toda su vida en puestos políticos y que, a través de estos, han obtenido enormes fortunas aparecidas de la nada?  En Costa Rica hay unas cuantas docenas de familias cuyas riquezas son de origen cuestionable.  Incluso hay expresidentes acusados ante los tribunales por diversos delitos cometidos al amparo del poder político o sus réditos.   Que los encuentren culpables o no, es irrelevante, pues el honor NO DEPENDE de las artimañas que se puedan esgrimir en los tribunales para salir sin condena, sino de la verdadera INTEGRIDAD a prueba de toda duda.  Que un pillo cualquiera sea cuestionado por los tribunales es normal; pero que personas que ocuparon la más alta posición política y social del país se vean implicados en procesos judiciales, es inadmisible.  Personas con ilustre prosapia que defender, no ante los tribunales, sino ante el escrutinio de sus conciudadanos, JAMÁS DEBERÍAN ENCONTRARSE COMO ACUSADOS EN UN TRIBUNAL, porque aunque salgan libres de este, NUNCA dejarán de ser reos ante la consciencia de sus conciudadanos.
            ¿Cuándo empezó a ser un chiste el deshonor?  ¿Cuando un funcionario dijo que “se había comido en confites” un dinero propiedad de la nación?  Pero lo que es peor, ¿desde cuándo nuestra gente empezó a considerar como algo admirable la capacidad de robarle al Estado, como si este fuera un ente abstracto e insensible y no la representación de los intereses de los pueblos?  Y cuando estos han llegado a ese estado de indolencia, todo está listo para la REELECCIÓN, y para que gente deshonesta pueda aspirar de nuevo a ser  “El Primer ciudadano del país”.   Cualquier individuo que haya sido acusado ante los tribunales ordinarios por algún delito común, DEBERÍA ser suspendido de por vida de sus derechos de participar en política como aspirante a cargos públicos.  La más ligera mácula en el historial de un hombre público, debería ser motivo para que se le margine de cualquier cargo en donde la probidad absoluta sea el requisito que garantice la transparencia en los asuntos del Estado.  Y es por eso que, desde adentro, los políticos crean todas las leyes necesarias para garantizarse la impunidad ante los delitos derivados de la moral torcida.  No es lo mismo ser un pillo en la empresa privada, que un sinvergüenza con poder político o amparado por este.
            ¿Seremos todos como los chanchos del cuento mejicano de doña Leonor?  ¿Nos habremos convertido ya en seres irracionales ante las propuestas de nuestros políticos?  ¿Perdimos la capacidad de raciocinio y nos hemos convertido en borregos?  ¿Nos queda alguna esperanza de progreso colectivo, o solo seguiremos siendo una manada de depredadores en la búsqueda de presas ingenuas sobre cuyas miserias podamos levantar nuestro beneficio exclusivo y egoísta?   ¿Qué necesitan nuestros pueblos para reaccionar?  Todas las pruebas de lo que son nuestras clases dirigentes están dadas, y nuestra gente sigue sin entender cuál es el pobre papel que ellos desempeñan en esta ridícula farsa que, como un ritual de termitas o abejas, realizamos cada cuatro o cinco años. 
            ¿Tenemos lo que merecemos, o existe alguna posibilidad de redención?   Sí y No.
                                                                                                                                  ¿Sucede esto en su país?
    Fraternalmente
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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lunes, 26 de diciembre de 2011

630 La teoría del Big bang


630    LA CHISPA      
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA TEORÍA “CIENTÍFICA” DE LA CASUALIDAD O BIG BANG
            Todo el peso de esta teoría gira alrededor del imposible átomo primigenio del cual surgió todo.  Un átomo inexplicable, contradictorio, paradójico y sin parangón conocido; y que solo existe en la mente     de los que han acunado en sus mentes esa exótica proposición para explicar el ORIGEN del Universo.  Pero en su terco y mal fundado empeño, pasan por encima de la lógica, la misma ciencia e, indudablemente, superan todas las leyendas que han inventado las religiones para explicar el mismo fenómeno.  Ella dice:
Un buen día de hace trece mil millones de años, según los cronólogos del Big Bang, un singular átomo que no hubieran podido concebir ni los más fanáticos monjes de cualquier religión primitiva, se dijo a sí mismo, por capricho: “Hoy, primero de enero del año cero, voy a reventar y formaré el Universo”.  Así de sencillo.  Podrían ser quince mil millones de años, cincuenta mil o cien mil millones de años.  ¿Qué importa?  Una millonada de años justifica cualquier disparate que se les pueda ocurrir a los “científicos” de la Cosmogonía.  Y mucha gente  toma en serio estas majaderías tan poco formales como cualquier ocurrencia que pueda tener un novelista de ciencia ficción.  Después de la formulación de esta teoría y su reconocimiento por una parte de la comunidad científica, las fábulas más exageradas de las religiones adquieren el carácter de propuestas creíbles dignas de tomar en cuenta.  Incluso la famosa “creación” de la Biblia.  Después aceptar el Big Bang, estamos obligados a admitir el cuento de Josué “deteniendo al Sol”, o a Moisés abriendo el mar.  O las plagas de Egipto.  O a los muertos resucitados por los profetas. 
            Toda la teoría del Big Bang parece una conspiración de los paisanos de Einstein para darle validez a muchos de los aspectos desacreditados de su famosa e indemostrable teoría de la relatividad, por más remiendos que le hagan, como “la constante cosmológica”.   Incluso han hecho una horrible serie televisiva llamada así, la cual es el epítome de la máxima idiotez imaginable.  Y el enredo se pone peor cuando utilizan el postulado de Weyl para darle apoyo teórico al B.B.  Con una serie de maniobras dialécticas y suposiciones increíbles, hacen de saltimbanquis de la ciencia para “probar” algo improbable.  Arropados en más y más teorías, aseguran que todo “será demostrado a su tiempo”, cuando se produzca el “Big Crunch”.  Las cosas más extrañas son tomadas como pruebas científicas de “la singularidad espacio-temporal de densidad infinita matemáticamente paradójica”.   O bien, el cuento de la  radiación de fondo de microondas”.   Y con un triunfalismo exagerado, citan tres pruebas como la demostración de la realidad del Big Bang: el fondo cósmico de microondas, el corrimiento hacia el rojo (ley de Hubble) de las galaxias que se alejan, y la abundancia de elementos ligeros.   De la manera más antojadiza ligan todas estas teorías como base del Big Bang y las “convierten”, arbitrariamente, en pruebas de este.   
Hagamos algunas preguntas a los bingbanistas: Si ese átomo primigenio se encontraba en algún punto del Universo, eso supone un CENTRO inicial de la expansión, pero como el universo es INFINITO, ¿cómo puede tener centro lo que es infinito?  ¿Y qué determinó la causa de su explosión?  ¿Y cuál sería la característica principal de esa “singularidad paradójica” capaz de contener toda la materia infinita del Universo en un diminuto átomo?   ¿Tenemos que suponer el absurdo de la “densidad infinita” del átomo primordial?  O solo debemos admitir la Pomada Canaria de la ciencia: la suposición de otras condiciones materiales de ese universo de “hace billones de años”.  De un espacio con otra temperatura y otras leyes físicas concordantes con la “singularidad de densidad infinita”. Y, por supuesto, la millonada de años que justifica cualquier cosa que se les pueda ocurrir.  ¿Cómo pudo salir TODA LA MATERIA del Universo de un diminuto átomo?  Esa es la pregunta, más sencilla y difícil a la vez, que se les puede formular a los bingbanistas.
De haberse dado el origen del Universo mediante la explosión del famoso átomo, ¿cómo se podría explicar el movimiento contrario de las galaxias?  La observación práctica demuestra que se mueven en todas direcciones, lo que incluiría el punto de origen del supuesto Bang.  ¿Cómo se explica eso sin subterfugios, suposiciones ni tretas dialécticas?  En una explosión NO PUEDE haber partículas que se muevan hacia el centro de esta.  Todas deberían hacerlo en líneas rectas contrarias al núcleo de la explosión.  Entonces, ¿cómo se explica ese movimiento de los cuerpos celestes en todas las direcciones imaginables?
Nunca una propuesta tan rara e indemostrable ha sido tan publicitada.  Han echado mano de todo argumento para justificar esta proposición que podría llevar algo de oxígeno a la errática teoría de la relatividad.   Y si todo el Universo estaba contenido en ese átomo, tal cosa significa que aquel existía previamente, y la explosión no sería el inicio de todo, sino simplemente su eclosión en otro plano.  Y volveríamos a quedar en el mismo arcano de siempre: la eternidad sin principio ni fin.  ¿Cuántos millones o billones de años tendría el Universo de estar reposando en esa matriz, que no vendría a ser sino el Pralaya al cual se refieren los hindúes?  Y la explosión no sería otra cosa que el despertar de Brama, el Demiurgo contenedor de todas las cosas propias del mundo de la Manifestación de la Deidad.  Aceptar esta teoría religiosa sería mucho más fácil, racional y agradable desde el punto de vista de las emociones humanas.  Habría un Criador, una infinita legión de dioses encargados de todos los aspectos materiales de la manifestación.  Tendríamos un “Padre” vigilante y sabio que se encarga de despertarnos, dormirnos y cuidar de nuestras alma; además, del correcto funcionamiento de toda la maquinaria celeste.  Eso es preferible a la locura de un accidente atómico (Big Bang) producto de un fenómeno casuístico que nos ubica como el producto material de una chiripa cósmica.  Algo así como que nos dijeran que somos niños cultivados en una probeta, y no gestados en el amoroso vientre de una madre.  No me agrada la idea de ser el resultado del azar, aunque pudiera ser cierto.   ¿Y a ustedes?  Me gusta pensar que existe un orden que, aunque no lo comprendamos ni remotamente, tiene en Sus manos el destino del infinito número de humanidades que pueblan ese predio ídem que conocemos como el Universo.
Bigbanescamente
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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408 El tema de los ferrocarriles


408   LA CHISPA  

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL TEMA TABÚ DE LOS FERROCARRILES

        Desde antes de que “Las Chispas” tuvieran número, hará cuestión de veinte años, presenté a la consideración de varios diputados un proyecto ferrocarrilero, cuando era presidente el mismo de ahora.  Pero nadie le hizo caso, lo cual parecía estar justificado por los precios del petróleo en ese tiempo.  Sin embargo, la crisis de los años 70 había sido una buena advertencia para saber lo vulnerables que eran las economías de occidente ante la dependencia del petróleo.  No obstante, en Costa Rica nadie hizo nada.  Solo importar más y más carros como si fuéramos Venezuela o México.  En cambio Europa, e incluso los Estados Unidos (con muchos recursos petroleros) aprendieron la lección y tomaron medidas a largo plazo: búsqueda de fuentes de energía alternativas y un vasto plan de construcción de vías ferroviarias de tipo mixto (electro-diesel).  La mayor parte de ciudades europeas cuenta con metros modernos que transportan millones de pasajeros.  Los trenes conectan todos los países de Europa y movilizan tanto pasajeros como grandes volúmenes de mercancías.  Están preparados para hacerle frente a lo que sea; si hay petróleo, qué bien; pero si no, no colapsarán.
            Los que tienen recursos hidroeléctricos, pueden electrificar sus trenes, y lo que no cuentan con ese recurso, tienen la tecnología de las centrales atómicas para producir electricidad.  La diferencia entre ellos y nosotros es muy simple: en Europa prevalecen los intereses de los pueblos y el bien común.  En cambio, en Costa Rica, SE IMPONEN LOS DE LOS CAMIONEROS Y AUTOBUSEROS. Con el respaldo de todos los gobiernos.  No solo fueron los que determinaron la muerte del ferrocarril en la administración de Figueres Olsen, sino que se encargaron de arrancar todos los postes del tendido eléctrico hasta Puntarenas, de manera que las locomotoras eléctricas fueran inservibles.  La mano todopoderosa de los camioneros se ve y se siente en todas las maniobras tendientes a eliminar cualquier forma de competencia.  Compran las voluntades que sea necesario con tal de mantener a los ferrocarriles fuera de operación.  Así, el MONOPOLIO del transporte, formado por gente que está o estuvo en el Gobierno, son los que determinan, a capricho, el costo de la vida en Costa Rica.  Con ganancias astronómicas.
            Según un reportaje del señor Esteban Oviedo del periódico La Nación, sostiene que la Ministra de Transportes dijo que un proyecto de tren eléctrico de Curridabat a San Pedro no es prioridad.  ¿Cómo es posible que alguien diga eso?  ¿Desde cuándo es desfavorable una medida tendiente a mejorar y facilitar el transporte de pasajeros en una ciudad congestionada?  Es seguro que cualquier empresa que hiciera esa vía, ganaría millones.  Y si fuera estatal, ¿qué importaría un subsidio temporal? ¿No financió el Gobierno con CIENTOS DE MILES DE MILLONES DE LOS CAT’s a decenas de “empresarios” nacionales? E incluso a aventureros internacionales.  El transporte público es financiado en muchos países, entonces ¿por qué no habríamos de hacerlo aquí mientras se arraiga en el público? 
Detrás de todas las negativas, atrasos, impedimentos, bloqueos y maniobras subterráneas para impedir el desarrollo ferroviario en Costa Rica, está la mano siniestra y todopoderosa de los TRANSPORTISTAS, quienes tienen la capacidad de determinar a su antojo el futuro económico de TODOS los costarricenses, porque del costo de los fletes depende, en gran parte, el valor de los bienes y, por consecuencia, de su precio al consumidor.  Pero no solo es el daño que le hacen a los bolsillos del pueblo en forma del encarecimiento de las mercancías sino que, también a capricho, aplican “la ley del cantinero” al transporte de pasajeros (buses y taxis).  Le suben el precio a los pasajes cuando se les antoja, y los órganos del Estado siempre aprueban esas alzas que son compadre hablado.  Si quieren aumentar diez, piden VEINTE para que la ARESEP se “oponga” y solo les autorice DIEZ. Y todo mundo contento.
            En otra parte de su interesante artículo dice el señor Oviedo que: <En el año 2005 el presidente Pacheco ordenó detener el proceso porque el entonces diputado José Francisco Salas denunció “situaciones presuntamente anómalas”>   ¡Por todos los dioses!  ¿Cuál es el poder supremo que tenía ese diputado para con solo hablar de una presunción de anomalía, el Estado suspendiera una obra de bien común, pero contraria a los intereses de los CAMIONEROS?  ¿Puede ser creíble semejante explicación?  Pero una vez descartadas la “sospecha” del diputado, el Gobierno canceló el concurso porque NO TENÍA UN MILLÓN DE DÓLARES para pagar el estudio. ¿Pueden ustedes creerlo? ¿Cómo será de productivo el MONOPOLIO DE LOS TRANSPORTISTAS, que el Gobierno “se dio el lujo” de rechazar o desperdiciar un obsequio de CUATROCIENTOS MILLONES que iba a regalar la Unión Europea para realizar el estudio de factibilidad de un tramo de ferrocarril?  ¿Cuánto tienen que haber pagado los transportistas para que se archivara ese proyecto que involucraba semejante donativo de la UE?  Podemos concluir que si alguien nos ofreciera construir GRATIS un sistema ferroviario completo de Puntarenas a Limón pasando por San José; y dos ramales de frontera a frontera en el Atlántico y el Pacífico, no faltarían políticos o directivos del INCOFER que lo encontraran “inconveniente desde el punto de vista político y económico”.  Aquí solo hay una verdad: mientras no haya un gobierno que escoja los intereses del pueblo por encima del de los CAMIONEROS, jamás habrá una red ferroviaria en Costa Rica; tampoco un metro eficiente entre las ciudades del Valle Central.  La batalla ferroviaria es una lucha desigual.  Por un lado el poder omnímodo de los camioneros con su testaferro el gobierno, y por el otro, el pueblo que nada sabe; y los que saben, la indolencia los domina y simulan que todo está bien.       
                  Ferrocarrileramente
                                                  Ricardo Izaguirre S.         E-mail:    rhizaguirre@gmail.com
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miércoles, 21 de diciembre de 2011

523 La cultura del miedo y la falta de compromiso


523    LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA CULTURA DEL MIEDO Y FALTA DE COMPROMISO

            Una cosa es ser pacifista, y otra, cobarde.  Cuando se es pacifista, se dialoga y se escucha, pero no se guarda silencio ante la injusticia ni se agachan las orejas ante la voz prepotente; se hacen concesiones cuando son razonables, pero no se permite el abuso sobre el derecho propio.  Se transige cuando es de conveniencia, pero no se cae en el servilismo ni la fácil entrega. Se puede ser tolerante cuando esto conduce a la solución de problemas, pero se debe ser intransigente cuando los otros quieren aprovecharse y sacar ventaja porque creen que la indulgencia es miedo o debilidad.   En fin, ser pacifista NO significa aceptar ser pateado ni renunciar a los derechos que se tienen.  Ser pacifista NO es estar dispuesto a poner la otra mejilla, sino la exigencia de dialogar en igualdad de condiciones.  Con el guante de seda en una mano, pero con el garrote en la otra.
Por desgracia, en nuestra sociedad hemos confundido el término y suponemos que tal postura es de rendición total; y cualquier otra actitud se califica como irreverente, fuera de lugar y en contraposición con lo que se considera ser “un buen ciudadano”.   Y todo porque hemos sido “educados” en la cultura del MIEDO, de la indolencia y la falta de compromiso.  Y por esos caminos transitamos plácidamente, sin importarnos lo que otros hagan en asuntos que son nuestros asuntos. 
            Tenemos miedo de hablar, de denunciar, protestar o señalar.  Y cuando nuestra consciencia nos requiere, tenemos un vasto arsenal de pretextos justificativos mediante los cuales acallamos esa voz interna que nos habla de nuestra cobardía.  Decimos que más vale un mal arreglo que un buen pleito.  Que nada vamos a ganar.  Que las cosas seguirán igual.  Que nada se puede hacer.  Que de por sí, todo el mundo lo sabe y nadie hace nada. Que ya todo estaba “cocinado” y que la Constitución lo permite.  O que la Sala Cuarta lo autoriza.  Un librito y cuatro gatos, adquieren el papel de rectores supremos de nuestras vidas (algo así como el Hado) para que unos pocos hagan lo que les dé la gana con los bienes de TODOS.  Cualquier pretexto es bueno para eludir nuestro deber de contralores de “la cosa pública”.  Tenemos terror al compromiso, y cualquier problema que nos involucre en una acción cívica, nos produce un miedo superior a nuestra consciencia de que somos víctimas de una gran conspiración organizada “desde arriba”, desde hace mucho tiempo.
            En el resto de los países de América Central, las Oligarquías escogieron un camino para garantizar su dominio: la creación de ejércitos y cuarteles.   En Costa Rica se creó la ESCUELA, y desde ahí, se inficionó en la mente de todos los individuos una especie de catecismo cívico destinado a la formación de ciudadanos “conformes y pacifistas”.  Pero con una diferencia: conforme y pacifista en el lenguaje de la Oligarquía tiene un sentido muy diferente.  Pacifista para la Argolla es aquel hombre que nada hace.  Que no protesta. Que aguanta todo. Que respeta el “orden constitucional” como si este fuera algo sagrado proveniente del cielo.  Que mira para otro lado y piensa que con el nuevo Gobierno (que siempre es el mismo y con los mismos) las cosas van a cambiar.  Ese hombre que se rinde ante la jerigonza creada por la Oligarquía, e implementada por su instrumento el Gobierno.  El “homus domesticatus” como lo definió un pintoresco expresidente, que inició la era de la desvergüenza en los gobiernos.  O por lo menos, la llevó a niveles de escándalo, en donde se convirtió en norma que un Presidente se atreva a decirle al pueblo: “Con lo que ustedes piensan, me limpio el rabo, pues aquí lo único que cuenta son mis negocios… y los de mi familia… y los de mis Socios y Amigotes”.
            El personaje miedoso dice que respeta el orden constitucional, aunque esté consciente de las injusticias que este propicia; y no solo eso, sino cómo este supuesto orden es manipulado en beneficio de unos pocos, pues la Constitución y las leyes están escritas para una elite. Y solo así son interpretadas. Pero el ciudadano “acomodado” dice respetarlas porque no quiere compromiso alguno que ponga en peligro su trabajo, posición o posibilidades futuras de “guindarse” de alguna teta del Estado. O conseguir un puesto o una beca para sus hijos.  Siempre quiere dar la impresión de ser “dócil y confiable”.  Elegible para alguna chamba. Dice creer en la institucionalidad del país porque tiene miedo, y no porque esté convencido de que esta proporciona un trato igualitario a todos los habitantes.  El pacifista “acomodado” les tiene miedo a los taxistas, autobuseros, ladrones, al gobierno, a los comerciantes, a los funcionarios, al Seguro Social.  Teme que lo regañen y, por eso, evita toda confrontación aunque sus derechos sean pisoteados por cualquier sinvergüenza.  Puede ser un tráfico, un policía, un empleado del Registro, un chofer de bus o un vendedor de lotería.  Siempre tiene terror.
            El individuo “pacifista” no solo le tiene pánico a sus propios miedos, sino que es víctima de un fantasma lingüístico inventado por la Oligarquía y puesto en práctica por la escuela.  El ciudadano “pacifista” le teme a un montón de fórmulas idiomáticas como: “Tal conducta no rima con el ser costarricense”.  ¿Y eso qué es?  ¿Qué cosa es el “ser costarricense”?  ¿Tener miedo a decir la verdad, a confrontar, a actuar cuando sus derechos son violentados o cuando los gobiernos hacen lo que les da la gana y solo en beneficio de unos pocos?  ¿Es “ser costarricense” callarse ante la rapiña gubernamental?  ¿Es “ser costarricense” mirar hacia otro lado cuando el hampa (de la calle, del gobierno y la Oligarquía) saquea la riqueza que debería ser de todos los ciudadanos? 
            El miedo se ha convertido en nuestro compañero inseparable y hemos terminado por refugiarnos en lo más íntimo de nuestros círculos: en la familia o el grupo de amigos.  Y ahí despotricamos en contra del Estado, del comercio, de los colombianos, nicas, dominicanos, chinos, judíos, gringos y todas aquellas minorías que sabemos o creemos que representan algún peligro para nuestra integridad como nación.  Pero nuestra protesta es en el “silencio” del grupo complicitario, sin arriesgarnos, sin confrontar, “de manera pacifica” como corresponde “al ser costarricense”, y siempre bajo la fórmula general, democrática y anónima del chiste.
            Miedosamente
                                   Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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lunes, 19 de diciembre de 2011

529 En la búsqueda de la verdad, la certeza es un lastre


529           LA CHISPA  
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD, LA CERTEZA ES UN LASTRE
            La búsqueda de la Verdad es algo que debería tenernos sin cuidado, pero como esta implica la certeza de la muerte, no deja de ser motivo de angustia enterarnos de qué sucede después de esta, dónde vamos y qué nos espera en dicho “lugar”.  Nadie escapa a esos temores, aunque solo sea por curiosidad o porque se empeñe en negar la existencia de ese plano, lo cual confirma que le merece atención, aunque sea negativa.  La inquietud está en todos, y es por eso que debemos dedicarle un rato de meditación, aunque solo sea para escoger la posición que nos produzca el mayor estado de placer.  Recuerden que estamos en el “cielo” y que no debemos inventar necedades que nos martiricen; sobre cuando estas tienen algún grado de improbabilidad.  Tengan en cuenta que todo está en la mente y solo depende de nosotros liberarnos o hacernos víctimas de ideas. En materia de fe, NADIE NOS DA HECHOS, solo teorías indemostrables; así que es una tontería someternos a productos de la imaginación o la FE desmedida.   Solo los necios o fanáticos religiosos creen tener la VERDAD, los demás están al pairo en el mar de la Duda.  Con pinceladas de fe, pero asaltados siempre por la incertidumbre, lo cual nos obliga a pensar y creer en algo que nos sirva de apoyo y le dé sentido y quietud a nuestras vidas. Y ese es, por lo general, el camino fácil que nos ofrecen las religiones.  “Deje de pensar y angustiarse, dé la limosna o el diezmo puntualmente, y el cura o el pastor se encargarán de los detalles engorrosos del proceso.  Si se entrega rendido en los brazos de la fe, usted irá al cielo y, colorín colorado”.  Demasiado fácil como para no despertar sospechas en las mentes inquisitivas.           
            Recordemos que el hombre es dos cosas: lo que come y lo que piensa.  Lo que come se ve en su cuerpo, y lo que piensa, en sus acciones.  Esta es una vieja máxima del hinduismo védico, y se encuentra en todas las literaturas religiosas occidentales, las cuales han copiado sus “textos sagrados” de aquella.  Para que el hombre “sea” tiene que pensar; claro que también debe comer.  La mente se preocupa por el cuerpo, y este se encarga de la calidad de aquella.  Así que para ser, tenemos que creer, a menos que estemos en la condición de animales.  Esa es la razón por la cual todos CREEMOS en algo, aunque solo sea de manera provisional, mientras nos posicionamos en otro estadio; y a partir de ahí, continuar con la búsqueda de las explicaciones que más nos gusten o satisfagan la razón, dependiendo del nivel intelectual de cada uno.   Por eso podemos afirmar que nadie puede ser un nihilista absoluto, pues tal cosa es una antinomia, ya que calificarse como tal, implica una contradicción insuperable.  Todos creemos en algo y eso es lo que nos hace indagar. 
            Los más cautos se dejarán seducir, como es natural, por lo más simple y agradable, por aquello que no demando mucho esfuerzo de la mente: la religión.  Y los más listos (¿talvez majaderos?) se complicarán la vida en la exploración de respuestas más complejas pero más lógicas.  Entonces, ¿cuál es la mejor elección, el mejor y más adecuado camino?  El que más le guste a cada uno.  En esto nadie tiene “la razón” ni es dueño de verdad alguna; es un simple juego de la mente, y cada uno escoge lo que más le agrada; pero eso sí, debe hacerlo conociendo los riesgos que implica estar en uno u otro bando.  Lo esencial es recordar que estamos en el “cielo terrenal”, y que cualquier cilicio innecesario que nos impongamos, no es más que un desperdicio de tiempo, pues cuando llegue el final, cada uno se encontrará con “su” verdad, a despecho de lo que le hayan dicho o haya creído.  Lo ideal sería no tener “creencia” alguna, pero como eso no es posible, debemos elegir cuando tenemos la edad y la disposición para hacerlo: o la tranquilidad de la Religión, o el vacío atemorizante de la Duda.  Usted decide, lo único que les podemos recordar es que no tengan miedo, no hay razón para eso, pues cualesquiera que sean las consecuencias, estas no pueden ser alteradas por la fe, las plegarias ni por la filosofía.  Viva feliz, y crea lo que sea, despreocúpese de la muerte, pues esta vendrá de todos modos, sin avisarle y sin fanfarria.  Su partida será tan simple e insignificante como su llegada a este mundo. 
            Como las cosas son lo que uno cree, cada persona tiene su propia versión de la verdad; aunque, desde luego, existen ciertos parámetros probados por la experiencia, la filosofía, la historia, la lógica y el sentido común, que pueden ser más confiables a la hora de emitir criterios o aceptar ciertas creencias.  Y en último caso, queda el arma definitiva para encontrar las mejores respuestas: la intuición.  Cuando esta es real, nunca falla.  Sin embargo, la que debemos utilizar es aquella que esté más a nuestro alcance, pues si no somos “filósofos” no podemos aspirar a conocer la verdad o autenticidad de nuestras creencias mediante la Filosofía; y si no somos místicos, la intuición es una herramienta demasiado compleja de manejar. Tampoco debemos hacer nuestras las teorías ajenas solo porque provienen de personas insignes y “con nombre”.  En este tema todos somos iguales, y las ideas del más simple, son tan valiosas o más, que las de aquellos que tienen innumerables pergamino y que han “estudiado la materia desde un punto de vista científico y elevado”.  Lo que crea el sacerdote, el pastor, el Papa, el científico o el filósofo más sabio, tiene el mismo valor que lo que sobre el asunto piensa el más ignorante.  En el terreno de la FE nadie tiene preeminencia ni autoridad. 
Al final de cualquier camino, lo que TODOS tenemos es un conjunto de creencias, NADA MÁS, pues lo que llaman Verdad, es algo que ni siquiera Jesucristo se atrevió a definir.  Es por eso que el investigador cauto jamás debe aferrarse a ninguna forma de certeza, salvo la de su propia ignorancia, en la investigación que realice en un campo tan proteico como el que se refiere a la Vida y la Muerte.  Y mientras llega ese ineludible momento de la muerte, debemos dedicarnos a VIVIR.  Bajo un conjunto de reglas sencillas que nos proporcionan felicidad; y cuanto más ignorados e invisibles seamos… mejor.  Si debemos o queremos hacernos sentir y ver, porque somos vanidosos, debemos hacerlo mediante nuestras acciones al servicio de los demás.  Estas pueden ser tanto materiales como espirituales o intelectuales.  Y siempre debemos tener el buen juicio para escoger cuál es la necesidad más sentida de cada uno.  Alguien con hambre NO está interesado en oír tonterías del “cielo”, del infierno o de la muerte.  O mucho menos, de qué cosa es la Verdad.    Que la paz sea con ustedes, sin importar en lo que crean.                       
Fraternalmente:  
                          Ricardo Izaguirre S.       E-mail:   rhizaguirre@gmail.com






sábado, 17 de diciembre de 2011

526 ¿Qué encontraremos cuandol lleguemos al "otro lado"?


526     LA CHISPA    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿QUÉ ENCONTRAREMOS CUANDO LLEGUEMOS “AL OTRO LADO”?

            Lo principal es que seguimos siendo iguales, los mismos desgraciados o buenas personas; los mismos seres anodinos, mentirosos, simpáticos, brutos o inteligentes.  Nada cambia en absoluto, ningún individuo se transforma en ángel o algo parecido; tampoco en demonio. La muerte no transforma, purifica o iguala a los hombres, solo es otra etapa de la vida.  Todos seguimos siendo exactamente lo mismo que éramos en el mundo de los vivos, con la única diferencia que ya no tenemos cuerpo físico con el cual satisfacer nuestros deseos y pasiones.  Si usted era glotón, ese será su infierno porque ahí no hay comida; además, el cuerpo astral NO TIENE APARATO DIGESTIVO ni lo necesita.  Su mente sí, pero su cuerpo no.  Entonces ese deseo insatisfecho se convierte en una tortura espantosa que durará “toda una eternidad”, como la sed de Tántalo, pero entendiendo esta metáfora religiosa como todo el tiempo en que usted tarde en deshacerse de ese vicio y entienda que eso TERMINÓ.   Pero las personas que han sido MODERADAS, no tienen mayores problemas en superar este tipo de inconvenientes.  Así le pasará con la lujuria y todos los vicios pasionales propios de la juventud y el vigor corporal.  Por eso los ancianos no tienen muchos problemas, razón por la cual todas las filosofías ponderan como una gran virtud el hecho de llegar a viejos, cuando mueren los deseos. 
Cada persona actúa ahí de acuerdo con sus temores, con los miedos y supersticiones que le han infundido las religiones, y sufren una serie de contrariedades, pues NO ENCUENTRAN lo que les habían prometido.  Solo sus propios miedos que, en ese ambiente extraño, se multiplican bajo la directriz de la ignorancia.  Los que tienen CONOCIMIENTO y mente lógica, son los que se adaptan más fácilmente y de manera natural y sin temores a tonterías religiosas.  Al contrario, los fanáticos son los que tienen mayores problemas, pues lejos de seguir las indicaciones que les dan, se obstinan en sus ideas religiosas y tienen que padecer mucho y “vivir su propia realidad” hasta que comprenden, después de mucho sufrimiento.  Ese es su Purgatorio.  En el plano astral somos mucho más sensitivos a todas las emociones (es el mundo de las emociones y deseos), de manera que todo aquello que tiene que ver con esa materia, se vuelve ultrasensible.  Por lo general, la sensación de todos los que llegan es de desconcierto, pues casi nada calza con lo que les han dicho en sus religiones.  Y aunque no se van a encontrar con “nada del otro mundo”, en ellos reina el temor que los acompañará durante algún tiempo, hasta que entiendan la situación.  Desde luego que hacemos la diferencia entre los “muertos normales” y los que se quedan empantanados en el SÉTIMO SUBPLANO (el “INFIERNO”); esos sí la ven fea, porque son conscientes en un mundo de terror.  Esta gente son los asesinos, torturadores, malvados y todo aquello que constituye la hez de la humanidad; la crême de la crême de la maldad.  Ahí se encuentran no con UNO, sino con miles de demonios.
Pero si usted es una persona ordinaria, sin nada sobresaliente en el campo del “bien y del mal”, no tiene nada que temer.  Sobre todo, si no se ha dejado seducir por las tonterías de las religiones y sus dogmas extravagantes acerca del mundo de los muertos.  Ahí lo único común es la incertidumbre y el miedo en la enorme mayoría de los “muertos”.  Y a eso es a lo que hay que sobreponerse cuanto antes.  Eso sí, la muerte es un gran problema para la gente joven, pues tal suceso no está programado en alguien que empieza la vida; para ellos es doloroso y desconcertante, pues su cuerpo astral tiene toda la potencia que lo hace desear todas las cosas de la vida.  Y esa es la gran ventaja de los viejos, pues la adaptación a ese nuevo estado, dependerá de la edad y las condiciones bajo las cuales “murió”.  Pero nada es más traumatizante y doloroso que las supersticiones, miedos e información errónea suministrada por las religiones.  Esto es lo que causa la mayor decepción en las personas desencarnadas.  El miedo al Juicio, al Diablo y el Infierno, constituye el horror de las mayorías que creen en las teorías religiosas ortodoxas del occidente.  Nada de eso es objetivo.
Muchas personas, al sentirse en iguales condiciones, piensan que no han muerto y se empeñan en despertar o volver a sus quehaceres habituales, y en esa actitud, invierten mucho de su tiempo y cosechan mucho dolor.  Otros están tan inconscientes de su nuevo medio como cuando estaban “vivos”.  Pero las personas más inteligentes, sobre todo aquellas que tienen conocimientos de ocultismo y de cómo se funciona en el plano astral o de la muerte, son los que se adaptan más fácilmente, sin dolor y sin sorpresa.  Pero recuerden: ese ámbito es gris, triste y depresivo si lo comparamos con la belleza y luminosidad de la tierra.  Encontrar sus atractivos será el largo camino que nos espera; pero este se facilitará si desde que estamos en vida, meditamos un poco sobre esa etapa final de nuestra personalidad.  Pero sobre todo, si adquirimos conocimientos verdaderos acerca de cuáles son las condiciones de ese estado, cuál es su realidad y ante qué deberemos enfrentarnos, sin miedos ni supersticiones sino con la convicción de que no recibiremos sorpresas inesperadas o injustas.  Ahí NO HAY CASTIGOS NI PREMIOS GRATUITOS e inmerecidos, sino la justa retribución por lo que hayamos hecho: se llama Karma.  Nos ubicamos donde nos corresponde, según la conducta que hayamos observado durante la existencia.  Ni más arriba ni más abajo.  No importa cuánto recemos a la hora previa de la muerte; tampoco el arrepentimiento ni que pidamos perdón.  Tal cosa (el perdón de los “pecados”) NO EXISTE.  Lo que usted hizo TIENE que pagarlo.  Así que la clase de vida que llevó, determina el sitio donde se colocará en el plano astral y lo que ahí le espera.  Pero recuerde que no hay castigos, esa no es la idea ni la intención, solo ajuste correctivo de cuentas.  Y eso se llama JUSTICIA.
           
Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.     E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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