631 “LA
CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS PUEBLOS TIENEN LOS GOBIERNOS QUE
SE MERECEN
¡Grande
y verdadero decir! Y la reelección
presidencial es el máximo monumento a la idiotez que realizamos los latinos
periódicamente. Del calificativo de
idiotas eximimos a los avivatos, políticos, interesados y todos aquellos cuyos
capitales (Oligarquía) siempre salen beneficiados con cualquiera que sea el
presidente elegido. Esa denominación la
reservamos para las mayorías de tontos que, habiendo experimentado la
inutilidad de estos parásitos sociales, están dispuestos a votar de nuevo por
ellos. Alan García salió huyendo de Perú
bajo la acusación de múltiples delitos; por años anduvo escondido; y cuando los
cargos prescribieron, lo volvieron a
elegir. El Perú tiene y tendrá los
gobiernos que se merece. No se quejen
ni imploren justicia o la consideración humana del resto del mundo. Tienen
lo que se merecen. Lo mismo es
aplicable a casi todos los países de la América Latina. Y por eso estamos donde estamos. Casi
todos nuestros gobernantes son gente corrupta, vendibles y con una codicia
ilimitada que anteponen a todo valor moral sin la menor consideración.
Hace
dos o tres días recibí de una amiga mexicana, doña Leonor, un relato fabulado
(5ª acepción) en el cual se hace una aguda comparación entre una piara de
cerdos y el pueblo mejicano. Es doloroso
el parangón, pero nuestros pueblos se ajustan a ese patrón de conducta propia de
irracionales. A veces he creído que en
nuestro caso (latinos) podría tratarse de una cuestión étnica; que los indios,
por ser analfabetos o con un techo intelectual menor, son propensos a cometer
tonterías o ingenuidades en el campo de la política; pero ese argumento es
deleznable, y para contradecirlo, ahí están los argentinos, una nación europea
o europeizada. Lo mismo pasa con Chile,
Uruguay, Cuba, Colombia y Costa Rica. Tener un alto porcentaje de razas europeas de
nada les ha servido, pues hacen lo mismo que los mejicanos, peruanos,
guatemaltecos u hondureños o el país más indígena de América. Tampoco determina esta conducta el índice de
alfabetización, pues argentinos, chilenos, cubanos, uruguayos y ticos tienen
altos indicadores de escolaridad, y hacen lo mismo que países con grandes masas de gente
analfabeta. Entonces, ¿qué es lo que nos hace proclives a
esa conducta estúpida y reiterativa, a pesar de que sabemos muy bien cuáles
serán sus consecuencias? ESTO ES UN AXIOMA QUE NUNCA DEBERÍAMOS
OLVIDAR: Si alguien fue un inútil en su administración anterior, lo será en
esta. Porque ¿qué diablos es lo que nos hace creer esta vez sí será un gran
presidente?
¿Cómo
es que estas personas son tan “dóciles” y permiten que cualquiera
les ponga la jáquima y la albarda sin chistar para nada? Está bien que los “vivos” sean entusiastas de
estas farsas, pues ellos andan en busca de ventajas personales directas; pero
¿por qué los pueblos que nada reciben y que son los primeros en ser marginados
de todo beneficio? ¿Por qué son tan estúpidos y crédulos?
¿Están destinados solo a ser
bestias de carga de las oligarquías criollas o de las maquiladoras
extranjeras? ¿Por qué se resignan ante
su desgracia y se refugian en el canto de sirena de los políticos o de las
religiones? ¿Por qué se entregan ante
las peroratas huecas de sinvergüenzas que han parasitado toda su vida en
puestos políticos y que, a través de estos, han obtenido enormes fortunas
aparecidas de la nada? En Costa Rica hay
unas cuantas docenas de familias cuyas riquezas son de origen
cuestionable. Incluso hay expresidentes
acusados ante los tribunales por diversos delitos cometidos al amparo del poder
político o sus réditos. Que los
encuentren culpables o no, es irrelevante, pues el honor NO DEPENDE de las artimañas que se puedan esgrimir en los
tribunales para salir sin condena, sino de la verdadera INTEGRIDAD a prueba de toda duda.
Que un pillo cualquiera sea cuestionado por los tribunales es normal;
pero que personas que ocuparon la más alta posición política y social del país
se vean implicados en procesos judiciales, es inadmisible. Personas con ilustre prosapia que defender,
no ante los tribunales, sino ante el escrutinio
de sus conciudadanos, JAMÁS DEBERÍAN
ENCONTRARSE COMO ACUSADOS EN UN TRIBUNAL, porque aunque salgan libres de
este, NUNCA dejarán de ser reos ante
la consciencia de sus conciudadanos.
¿Cuándo
empezó a ser un chiste el deshonor?
¿Cuando un funcionario dijo que “se había comido en confites” un dinero propiedad
de la nación? Pero lo que es peor,
¿desde cuándo nuestra gente empezó a considerar como algo admirable la
capacidad de robarle al Estado, como si este fuera un ente abstracto e
insensible y no la representación de los intereses de los pueblos? Y cuando estos han llegado a ese estado de
indolencia, todo está listo para la REELECCIÓN,
y para que gente deshonesta pueda aspirar de nuevo a ser “El
Primer ciudadano del país”. Cualquier individuo que haya sido acusado
ante los tribunales ordinarios por algún delito común, DEBERÍA ser suspendido de por vida de sus derechos de participar en
política como aspirante a cargos públicos. La más ligera mácula en el historial de un
hombre público, debería ser motivo para que se le margine de cualquier cargo en
donde la probidad absoluta sea el
requisito que garantice la transparencia en los asuntos del Estado. Y es por eso que, desde adentro, los
políticos crean todas las leyes necesarias para garantizarse la impunidad ante
los delitos derivados de la moral torcida.
No es lo mismo ser un pillo en la
empresa privada, que un sinvergüenza con poder político o amparado por este.
¿Seremos todos como los chanchos del cuento mejicano de doña
Leonor? ¿Nos habremos convertido ya en
seres irracionales ante las propuestas de nuestros políticos? ¿Perdimos la capacidad de raciocinio y nos
hemos convertido en borregos? ¿Nos queda
alguna esperanza de progreso colectivo, o solo seguiremos siendo una manada de
depredadores en la búsqueda de presas ingenuas sobre cuyas miserias podamos levantar
nuestro beneficio exclusivo y egoísta? ¿Qué
necesitan nuestros pueblos para reaccionar?
Todas las pruebas de lo que son nuestras clases dirigentes están dadas,
y nuestra gente sigue sin entender cuál es el pobre papel que ellos desempeñan
en esta ridícula farsa que, como un ritual de termitas o abejas, realizamos
cada cuatro o cinco años.
¿Tenemos lo que merecemos, o existe alguna
posibilidad de redención? Sí y No.
¿Sucede esto en su
país?
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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