jueves, 8 de diciembre de 2011

546 ¿Soportaríamos el aburrimiento de la "vida eterna"?


546   “LA CHISPA”    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿SOPORTARÍAMOS EL ABURRIMIENTO DE LA “VIDA ETERNA”?

            Ese es el mejor platillo del menú que nos ofrecen las religiones: “la vida eterna”.  Al lado de Dios (si solo somos unos pocos), de Jesucristo, los ángeles y todos nuestros seres queridos.  Y lo dicen con tanto desparpajo y naturalidad, que parece que los curas y pastores tuvieran alguna idea de lo que significa semejante oferta.  Las religiones NO nos dicen  qué estaremos haciendo en ese “lugar”, tampoco cuál es el propósito de esa reunión a la vera del Padre.  Así que como el programa no es muy claro, muchos se han atrevido a describir algunas de las actividades, que no son muchas, y nos dicen que estaremos llenos de gozo infinito cantándole al Señor, alabándolo por los siglos de los siglos sin fin.  Hay quienes nos dicen que la fiesta sería amenizada con arpas y violines (podrían ser guitarras); talvez pianos, pero son muy pesados e imprácticos.  ¡Por toda la Eternidad!   ¿Se imaginan ustedes lo que significa la ETERNIDAD?  Piénsenlo dos o tres veces antes de dar su entusiasta aprobación a tan descabellada idea, pues si las más divertidas rutinas terrenales terminan por aburrirnos, piensen en lo que podría ser una eternidad tocando arpas o violines.  La alta valoración de la vida depende de su brevedad.  Pero si es eterna… ¿y si además no sabemos tocar violín, qué vamos a hacer ahí?
            El tiempo es uno de los grandes misterios del Universo, pero las religiones occidentales lo han mutilado de una manera bárbara para hacerlo comprensible a sus fieles y les dicen: el mundo tiene los cinco mil y pico de años que señala la Biblia.  Pero todos sabemos que esa cronología no solo es absurda sino ridícula. Los hindúes tienen una medida temporal mediante la cual se refieren a lo que dura un ciclo de vida del Universo, una Aurora de Manifestación o Manvantara.  Este es igual a un DÍA DE BRAHMA, la Deidad (la Hueste) formadora del universo, el Demiurgo de los platónicos o segundo Logos de los ocultistas.  Un día y una noche de Brahma equivalen a 8.640.000.000 millones de años solares, y a este período se le conoce como Kalpa.  Y 360 de estos kalpas hacen UN AÑO de la vida de Brahma; y cien de esos años, una vida de la Deidad.  Así que la existencia de Brahma es de nada menos que de 311.040.000.000.000 millones de años, una cifra casi imposible de comprender, ni siquiera de leer.  Eso dicen…
            ¿Y a qué viene todo ese cuento de los indios?  Pues para invitarlos a una meditación.  ¿Pueden imaginarse lo que significa estar cantándole y alabando al Señor durante cinco meses seguidos sin parar y sin dormir?   Por mucho que sea el entusiasmo de los “salvados”, después de un año empezarían a aburrirse hasta los más devotos.  Solo piensen en lo que sería esa tortura por más de un mes.  ¿Y qué pasará cuando tengan diez años en esa majadería?  Y todo eso suponiendo que a Dios pudiera agradarle semejante algarabía de voces desafinadas chillando quién sabe qué.  Porque no todos somos buenos cantantes.  Además, ¿qué le cantaríamos después de diez años de estar en eso?  Ni todos los himnarios de todas las religiones tienen suficiente materia musical para sostener un programa de esa duración.  Ni incluyendo toda la música profana inventada.  ¿Y quién coordinaría todo eso?  La cosa es muy difícil porque seríamos un Woodstock de al menos DIEZ MIL MILLONES DE PERSONAS.  ¿Se imaginan lo que es dirigir un coro de solo quinientas voces?  Entonces, ¿cómo hacerlo con un millón de personas?  ¿Cómo podríamos saber cuál es la canción o alabanza que sigue si todos hablamos idiomas diferentes?  Porque no deben suponer que cuando lleguemos al cielo todos vamos a hablar la misma lengua “celestial” por arte de magia.  O quizás la alternativa del inglés, como creen los gringos.
            Pero lo más importante ¿de dónde hemos sacado la idea de que Dios es un ser vanidoso que le gusta que le estén pasando la brocha y cantándole necedades?   Eso talvez podría agradarle a un ser humano; sin embargo, es seguro que después de un mes estaría harto de esa tontería.  ¿Qué otra cosa podríamos hacer en el cielo para paliar el aburrimiento natural que, tarde o temprano nos dominaría?  Y vean que hasta aquí hemos hablado de DIEZ AÑOS.  Entonces ¿qué pasará cuando tengamos mil años en esa insulsa ocupación?  ¿O DIEZ MIL, O CIEN MIL, O UN MILLÓN DE AÑOS alabando al Señor?  O ¿qué tal un Kalpa?  ¿O un Año de Brahma?  ¿O una vida entera de Brahma (311.040.000.000.000. millones de años solares)?  ¿Se imaginan?  Y esa monstruosa suma de tiempo es NADA en la duración de la ETERNIDAD.   Así que no jueguen ni deseen a la ligera algo de lo que no tienen ni idea de lo que significa.  Ese tiempo que tarda la vida de Brahma es tan solo un suspiro insignificante dentro de la ETERNIDAD, lapso sin principio ni fin, INFINITO, y por tal, incomprensible para la mente finita del hombre.  “Cuidado con lo que deseas”, dice una antigua máxima; y eso es aplicable a esta materia y las promesas que nos hacen los guías espirituales.  Debemos meditar cuidadosamente en busca de alternativas más racionales, modestas y comprensibles. “Estar en el cielo, a la diestra de Dios para SIEMPRE” no parece una cuestión viable, a menos que nos cambiaran arbitrariamente nuestra naturaleza; pero si eso se diera, ya no seríamos nosotros.   Por otro lado, también está la absurda amenaza contraria que nos hacen las religiones: “En el regazo de Satanás por el mismo tiempo”. 
El argumento de la vida eterna, ya sea en el cielo o el infierno, carece de sustento lógico; e incluso el sentido común, si meditamos sin prejuicios, sin miedos, sin fanatismo y sin fe, nos dice que tal cosa es imposible. El hombre está muy lejos de poder adaptarse a una condición semejante, pues somos criaturas tan efímeras que no estamos preparados para enfrentarnos a cualquier situación que rebase los límites de nuestras breves existencias.  Ni siquiera podemos digerir el concepto de “eternidad”.   Solo piénsenlo, prescindiendo del miedo a la muerte, pues vivir por siempre es más aterrador que morir.  Entre una y otra opción, parece más sana y fácil la segunda.   Sigan creyendo en lo que creen, pero no dejen de meditar en la posibilidad de la existencia de otra ruta que nos pueda llevar “a la otra orilla”.     
Fraternalmente
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail
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