630 “LA
CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA TEORÍA “CIENTÍFICA” DE LA CASUALIDAD O BIG BANG
Todo
el peso de esta teoría gira alrededor del imposible
átomo primigenio del cual surgió todo.
Un átomo inexplicable, contradictorio, paradójico y sin parangón
conocido; y que solo existe en la mente de
los que han acunado en sus mentes esa exótica proposición para explicar el ORIGEN del Universo. Pero en su terco y mal fundado empeño, pasan
por encima de la lógica, la misma ciencia e, indudablemente, superan todas las
leyendas que han inventado las religiones para explicar el mismo fenómeno. Ella dice:
Un buen día de hace trece mil millones de años, según los cronólogos
del Big Bang, un singular átomo que no hubieran podido concebir ni los más
fanáticos monjes de cualquier religión primitiva, se dijo a sí mismo, por
capricho: “Hoy, primero de enero del año
cero, voy a reventar y formaré el Universo”. Así de sencillo. Podrían ser quince mil millones de años,
cincuenta mil o cien mil millones de años.
¿Qué importa? Una millonada de
años justifica cualquier disparate
que se les pueda ocurrir a los “científicos” de la Cosmogonía. Y mucha gente
toma en serio estas majaderías tan poco formales como cualquier
ocurrencia que pueda tener un novelista de ciencia ficción. Después de la formulación de esta teoría y su
reconocimiento por una parte de la comunidad científica, las fábulas más exageradas
de las religiones adquieren el carácter de propuestas creíbles dignas de tomar
en cuenta. Incluso la famosa “creación” de la Biblia. Después aceptar el Big Bang, estamos
obligados a admitir el cuento de Josué “deteniendo al Sol”, o a Moisés abriendo
el mar. O las plagas de Egipto. O a los muertos resucitados por los
profetas.
Toda
la teoría del Big Bang parece una conspiración de los paisanos de Einstein para
darle validez a muchos de los aspectos desacreditados de su famosa e
indemostrable teoría de la relatividad, por más remiendos que le hagan, como
“la constante cosmológica”. Incluso han
hecho una horrible serie televisiva
llamada así, la cual es el epítome de la máxima idiotez imaginable. Y el enredo se pone peor cuando utilizan el
postulado de Weyl para darle apoyo teórico al B.B. Con una serie de maniobras dialécticas y suposiciones
increíbles, hacen de saltimbanquis de la ciencia para “probar” algo improbable. Arropados en más y más teorías, aseguran que
todo “será demostrado a su tiempo”, cuando se produzca el “Big Crunch”. Las cosas más extrañas
son tomadas como pruebas científicas de “la
singularidad espacio-temporal de densidad infinita matemáticamente paradójica”. O bien, el cuento de la “radiación
de fondo de microondas”. Y con un triunfalismo exagerado, citan
tres pruebas como la demostración de la realidad del Big Bang: el fondo cósmico de microondas, el corrimiento hacia el
rojo (ley de Hubble) de las galaxias que se alejan, y la abundancia de
elementos ligeros. De la manera más
antojadiza ligan todas estas teorías como base del Big Bang y las “convierten”,
arbitrariamente, en pruebas de este.
Hagamos algunas
preguntas a los bingbanistas: Si ese átomo primigenio se encontraba en algún
punto del Universo, eso supone un CENTRO
inicial de la expansión, pero como el universo es INFINITO, ¿cómo puede tener centro lo que es infinito? ¿Y qué determinó la causa de su
explosión? ¿Y cuál sería la
característica principal de esa “singularidad paradójica” capaz de contener
toda la materia infinita del Universo en un diminuto átomo? ¿Tenemos que suponer el absurdo de la “densidad infinita” del átomo
primordial? O solo debemos admitir la Pomada Canaria de la ciencia: la
suposición de otras condiciones materiales de ese universo de “hace billones de
años”. De un espacio con otra temperatura y otras leyes físicas
concordantes con la “singularidad de densidad infinita”. Y, por supuesto, la
millonada de años que justifica cualquier cosa que se les pueda ocurrir. ¿Cómo pudo salir TODA LA MATERIA del Universo de un diminuto átomo? Esa es la pregunta, más sencilla y difícil a
la vez, que se les puede formular a los bingbanistas.
De haberse dado el
origen del Universo mediante la explosión del famoso átomo, ¿cómo se podría
explicar el movimiento contrario de las galaxias? La observación práctica demuestra que se
mueven en todas direcciones, lo que incluiría el punto de origen del supuesto
Bang. ¿Cómo se explica eso sin
subterfugios, suposiciones ni tretas dialécticas? En una explosión NO PUEDE haber partículas que se muevan hacia el centro de
esta. Todas deberían hacerlo en líneas
rectas contrarias al núcleo de la explosión.
Entonces, ¿cómo se explica ese movimiento de los cuerpos celestes en
todas las direcciones imaginables?
Nunca una propuesta tan
rara e indemostrable ha sido tan publicitada. Han echado mano de todo argumento para
justificar esta proposición que podría llevar algo de oxígeno a la errática teoría
de la relatividad. Y si todo el
Universo estaba contenido en ese átomo, tal cosa significa que aquel existía
previamente, y la explosión no sería el inicio
de todo, sino simplemente su eclosión en otro plano. Y volveríamos a quedar en el mismo arcano de
siempre: la eternidad sin principio ni
fin. ¿Cuántos millones o billones de
años tendría el Universo de estar reposando en esa matriz, que no vendría a ser
sino el Pralaya al cual se refieren
los hindúes? Y la explosión no sería
otra cosa que el despertar de Brama, el Demiurgo contenedor de todas las cosas
propias del mundo de la Manifestación de la Deidad. Aceptar esta teoría religiosa sería mucho más
fácil, racional y agradable desde el punto de vista de las emociones
humanas. Habría un Criador, una infinita
legión de dioses encargados de todos los aspectos materiales de la manifestación. Tendríamos un “Padre” vigilante y sabio que
se encarga de despertarnos, dormirnos y cuidar de nuestras alma; además, del
correcto funcionamiento de toda la maquinaria celeste. Eso es preferible a la locura de un accidente atómico (Big Bang) producto
de un fenómeno casuístico que nos ubica como el producto material de una
chiripa cósmica. Algo así como que nos
dijeran que somos niños cultivados en una probeta, y no gestados en el amoroso
vientre de una madre. No me agrada la
idea de ser el resultado del azar, aunque pudiera ser cierto. ¿Y a ustedes? Me gusta pensar que existe un orden que,
aunque no lo comprendamos ni remotamente, tiene en Sus manos el destino del
infinito número de humanidades que pueblan ese predio ídem que conocemos como
el Universo.
Bigbanescamente
Ricardo Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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