lunes, 26 de diciembre de 2011

630 La teoría del Big bang


630    LA CHISPA      
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA TEORÍA “CIENTÍFICA” DE LA CASUALIDAD O BIG BANG
            Todo el peso de esta teoría gira alrededor del imposible átomo primigenio del cual surgió todo.  Un átomo inexplicable, contradictorio, paradójico y sin parangón conocido; y que solo existe en la mente     de los que han acunado en sus mentes esa exótica proposición para explicar el ORIGEN del Universo.  Pero en su terco y mal fundado empeño, pasan por encima de la lógica, la misma ciencia e, indudablemente, superan todas las leyendas que han inventado las religiones para explicar el mismo fenómeno.  Ella dice:
Un buen día de hace trece mil millones de años, según los cronólogos del Big Bang, un singular átomo que no hubieran podido concebir ni los más fanáticos monjes de cualquier religión primitiva, se dijo a sí mismo, por capricho: “Hoy, primero de enero del año cero, voy a reventar y formaré el Universo”.  Así de sencillo.  Podrían ser quince mil millones de años, cincuenta mil o cien mil millones de años.  ¿Qué importa?  Una millonada de años justifica cualquier disparate que se les pueda ocurrir a los “científicos” de la Cosmogonía.  Y mucha gente  toma en serio estas majaderías tan poco formales como cualquier ocurrencia que pueda tener un novelista de ciencia ficción.  Después de la formulación de esta teoría y su reconocimiento por una parte de la comunidad científica, las fábulas más exageradas de las religiones adquieren el carácter de propuestas creíbles dignas de tomar en cuenta.  Incluso la famosa “creación” de la Biblia.  Después aceptar el Big Bang, estamos obligados a admitir el cuento de Josué “deteniendo al Sol”, o a Moisés abriendo el mar.  O las plagas de Egipto.  O a los muertos resucitados por los profetas. 
            Toda la teoría del Big Bang parece una conspiración de los paisanos de Einstein para darle validez a muchos de los aspectos desacreditados de su famosa e indemostrable teoría de la relatividad, por más remiendos que le hagan, como “la constante cosmológica”.   Incluso han hecho una horrible serie televisiva llamada así, la cual es el epítome de la máxima idiotez imaginable.  Y el enredo se pone peor cuando utilizan el postulado de Weyl para darle apoyo teórico al B.B.  Con una serie de maniobras dialécticas y suposiciones increíbles, hacen de saltimbanquis de la ciencia para “probar” algo improbable.  Arropados en más y más teorías, aseguran que todo “será demostrado a su tiempo”, cuando se produzca el “Big Crunch”.  Las cosas más extrañas son tomadas como pruebas científicas de “la singularidad espacio-temporal de densidad infinita matemáticamente paradójica”.   O bien, el cuento de la  radiación de fondo de microondas”.   Y con un triunfalismo exagerado, citan tres pruebas como la demostración de la realidad del Big Bang: el fondo cósmico de microondas, el corrimiento hacia el rojo (ley de Hubble) de las galaxias que se alejan, y la abundancia de elementos ligeros.   De la manera más antojadiza ligan todas estas teorías como base del Big Bang y las “convierten”, arbitrariamente, en pruebas de este.   
Hagamos algunas preguntas a los bingbanistas: Si ese átomo primigenio se encontraba en algún punto del Universo, eso supone un CENTRO inicial de la expansión, pero como el universo es INFINITO, ¿cómo puede tener centro lo que es infinito?  ¿Y qué determinó la causa de su explosión?  ¿Y cuál sería la característica principal de esa “singularidad paradójica” capaz de contener toda la materia infinita del Universo en un diminuto átomo?   ¿Tenemos que suponer el absurdo de la “densidad infinita” del átomo primordial?  O solo debemos admitir la Pomada Canaria de la ciencia: la suposición de otras condiciones materiales de ese universo de “hace billones de años”.  De un espacio con otra temperatura y otras leyes físicas concordantes con la “singularidad de densidad infinita”. Y, por supuesto, la millonada de años que justifica cualquier cosa que se les pueda ocurrir.  ¿Cómo pudo salir TODA LA MATERIA del Universo de un diminuto átomo?  Esa es la pregunta, más sencilla y difícil a la vez, que se les puede formular a los bingbanistas.
De haberse dado el origen del Universo mediante la explosión del famoso átomo, ¿cómo se podría explicar el movimiento contrario de las galaxias?  La observación práctica demuestra que se mueven en todas direcciones, lo que incluiría el punto de origen del supuesto Bang.  ¿Cómo se explica eso sin subterfugios, suposiciones ni tretas dialécticas?  En una explosión NO PUEDE haber partículas que se muevan hacia el centro de esta.  Todas deberían hacerlo en líneas rectas contrarias al núcleo de la explosión.  Entonces, ¿cómo se explica ese movimiento de los cuerpos celestes en todas las direcciones imaginables?
Nunca una propuesta tan rara e indemostrable ha sido tan publicitada.  Han echado mano de todo argumento para justificar esta proposición que podría llevar algo de oxígeno a la errática teoría de la relatividad.   Y si todo el Universo estaba contenido en ese átomo, tal cosa significa que aquel existía previamente, y la explosión no sería el inicio de todo, sino simplemente su eclosión en otro plano.  Y volveríamos a quedar en el mismo arcano de siempre: la eternidad sin principio ni fin.  ¿Cuántos millones o billones de años tendría el Universo de estar reposando en esa matriz, que no vendría a ser sino el Pralaya al cual se refieren los hindúes?  Y la explosión no sería otra cosa que el despertar de Brama, el Demiurgo contenedor de todas las cosas propias del mundo de la Manifestación de la Deidad.  Aceptar esta teoría religiosa sería mucho más fácil, racional y agradable desde el punto de vista de las emociones humanas.  Habría un Criador, una infinita legión de dioses encargados de todos los aspectos materiales de la manifestación.  Tendríamos un “Padre” vigilante y sabio que se encarga de despertarnos, dormirnos y cuidar de nuestras alma; además, del correcto funcionamiento de toda la maquinaria celeste.  Eso es preferible a la locura de un accidente atómico (Big Bang) producto de un fenómeno casuístico que nos ubica como el producto material de una chiripa cósmica.  Algo así como que nos dijeran que somos niños cultivados en una probeta, y no gestados en el amoroso vientre de una madre.  No me agrada la idea de ser el resultado del azar, aunque pudiera ser cierto.   ¿Y a ustedes?  Me gusta pensar que existe un orden que, aunque no lo comprendamos ni remotamente, tiene en Sus manos el destino del infinito número de humanidades que pueblan ese predio ídem que conocemos como el Universo.
Bigbanescamente
                        Ricardo Izaguirre S.       E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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