568 “LA CHISPA” A MIS AMIGOS-AS:
“FELIZ
NAVIDAD Y LARGA VIDA”
Pero les recuerdo que NO ES
en la vida muelle y despreocupada en donde conocemos al verdadero Hombre que llevamos por dentro. Es en el dolor, la adversidad y la agonía
cuando nos damos cuenta de la calidad del Guerrero
Interior que nos acompaña como nuestro Ángel Guardián. Y es entonces cuando, con alegría o pena, nos
enteramos de lo que en realidad somos. Cuando
estén cenando la Navidad,
recuerden que en el hartazgo y la bienaventuranza nos convertimos en criaturas
débiles y cobardes que solo vivimos pensando en
la comodidad y “lo que tenemos” y podemos perder. Es solo durante lo más recio del combate
cuando le vemos la cara a ese desconocido que, siendo nosotros mismos, nos
resulta tan extraño como si fuera de otro planeta: El Guerrero, nuestro dios interno.
Y solo es ahí cuando descubrimos nuestra identidad con él, o si solo
somos unos pusilánimes parapetados detrás de consignas sociales y palabras
acomodaticias. Es de cara a la lucha que
tenemos que confiar plenamente en Él, pues solo así se hará cargo de nuestras batallas,
que son las Suyas. Pero eso será solo cuando nos acepte y nos volvemos UNO con Él.
El propósito único de la vida es
la formación del CARÁCTER, y este solo se forja en la fragua de la lucha
diaria, y se templa bajo los golpes despiadados del mazo de la vida; de la
misma manera como el Guerrero solo
se encuentra consigo mismo en el fragor de la batalla, y hasta que no ha estado
en ella, solo es un proyecto latente de soldado. La vida es agoné, y solo los ilusos pretenden una existencia sin
incomodidades y llena de
“placeres”. Únicamente en los momentos
de lucha sabe el hombre de lo que es capaz, y cuál de los componentes de su
dualidad es la que habrá de prevalecer: el héroe que todos llevamos dentro, o
el miedoso que se agazapa temblando y silencioso en el umbral de la
consciencia. Dicen los agoreros y
pesimistas que vienen tiempos terribles y amargos. ¡Pues qué dicha! Los viejos es seguro que moriremos, pero los
jóvenes lucharán y, como siempre, saldrán victoriosos. Hemos sobrevivido a Atila, a Asurnasirpal,
Gengis Khan, Napoleón, Calígula, Ariel Sharon, Hitler, Stalin y Bush, y no hay
razón alguna para que el Homo sapiens
no venza cualquier crisis que venga. Apaleados y adoloridos quizás, pero vivos. Superamos el colapso de Roma, la Peste, la
Edad Media, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y lo
estamos haciendo con la Administración Pública actual, así que no hay
razones para pensar que no lo haremos ante la que viene. Es solo en esos momentos de lucha cuando el Hombre crece verdaderamente y hace uso
de todos lo recursos que su divinidad le proporciona. A los bueyes de la necesidad, inexorablemente
les sigue la carreta del ingenio, la templanza, el ahorro, la fraternidad y el
más profundo y legítimo apego a la familia.
Es en esos tiempos cuando descubrimos el verdadero sentido de la palabra sacrificio y vemos de qué somos capaces
por nuestros semejantes. También es cuando hacemos uso de las
incontables posibilidades que poseemos; desarrollamos la frugalidad, la
previsión, la diligencia, el sentido de la oportunidad, el valor y, sobre todo,
la capacidad de valorar la Vida y darnos cuenta de qué
tan significativa es. Es cuando averiguamos,
con asombro, cómo todas las cosas están supeditadas a ella, y que lo único que cuenta
es estar vivos y sanos. Todo lo demás pasa a ser parte insignificante
de las minucias que solo le sirven de apoyo o estorbo. Solo así podemos valorar el Tesoro que poseemos mientras contamos
con ella, porque cuando estamos ahítos de comida y “cosas”, solemos perder la
perspectiva de lo que en realidad es importante, y empezamos a menospreciarla.
¿Que vienen tiempos difíciles y dolorosos, como dicen los agüisoteros? ¡Pues
que vengan! Aquí los esperamos, al
pie del cañón, como lo hemos hecho a través de las edades; tenemos municiones
para enfrentarnos a lo que sea, y cuando estas se acaben, libraremos las
batallas finales y gloriosas a bayoneta calada, como siempre ha sido. Muchos moriremos, pero NO la ESPECIE; y los que sobrevivan serán los
superhombres del mañana, los Hombres Eternos que estarán acercándose al
Origen. La raza humana saldrá
fortalecida y con otras miras que apunten hacia el Gran Objetivo Final, como debe ser.
Para eso estamos aquí, para luchar y triunfar. Esa fue la razón por la cual echaron a Adán
del Paraíso: en esa vida suave se había convertido en un
holgazán que, harto de tanta facilidad, se dedicó a fornicar, a la gula y todas
las formas de molicie que lo convirtieron en
un inútil. Pero cuando salió y tuvo
que luchar contra la adversidad, se encontró con su Guerrero Interno y empezó a crecer, a hacerse HOMBRE, tal como lo demandaba el proyecto inicial.
En estos ciclos de depresión NO
HAY CULPABLES; los hombres que los provocan o desencadenan, no son más que instrumentos
al servicio de la Causa. Así como la Culebra fue la herramienta
de Dios en la alegoría del Paraíso. Son
las necesarias pruebas que el hombre tiene que superar para acceder a más
elevados niveles. Son partes inevitables
del Gran Plan Maestro. Por lo tanto, no
debemos fijar nuestra mira en las incomodidades que siempre son pasajeras, sino
en el futuro de la especie, que es el nuestro.
Recordemos que en cada revolución o ciclo de la
Vida Eterna, pasamos por el mismo punto,
pero unos cuantos milímetros arriba. Un
grado más arriba, como en la escuela. No
tengamos miedo, pues somos Inmortales
y nada, salvo el temor, nos puede hacer daño.
Recordemos que nuestros cuerpos son la morada de nuestro Guerrero Interior y que somos UNO con él. Y es este poderoso soldado el que peleará,
junto a nosotros, las más fieras
batallas que tengamos al frente. Pero
tenemos que encontrarlo e identificarnos con él, porque si no, se mantendrá al
margen de nuestra agonía y nos mirará con lástima, pero sin participar en
ella.
No olvidemos que NUNCA estamos
solos ni totalmente desamparados; siempre hay quien nos observa y tiene pleno
conocimiento de nuestras necesidades; no de nuestros caprichos y antojos, sino
de aquello que es esencial a nuestra Vida.
Y la lucha es una de ellas,
pues sin esta, NO HAY PROGRESO
ESPIRITUAL. Y al final de este bache
podremos decir orgullosamente: “Señor,
aquí seguimos de pie; gracias por la
Vida y por las pruebas mediante las cuales estamos creciendo
y acercándonos a Ti”.
Navideñamente ¡Que el
Altísimo guíe vuestros pasos!
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