miércoles, 31 de agosto de 2011

669 Democracia evolutiva o dictaduras


669     “LA CHISPA”                      (20/07/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DEMOCRACIA EVOLUTIVA O DICTADURAS
            Está visto y demostrado que los latinos NO tenemos la menor madurez política para comportarnos bien dentro del marco señalado por la democracia; todos sentimos la tentación de hacer las cosas a nuestro modo y capricho, con lo cual demostramos nuestro primitivismo “político”.   Parece que estamos buenos para ser colonias de países cultos que, por nuestra conducta, jamás nos tratarán como iguales; ni siquiera como parecidos.   Nuestro salvajismo es algo que aflora a la menor oportunidad que tenemos, y si no fuera por el miedo que nuestras clases gobernantes sienten ante las presiones internacionales (USA y Europa), estaríamos envueltos en guerras tribales infinitas, lo cual no deja de tener su lado prometedor: el exterminio.  Evento que llevaría a las naciones civilizadas a la posibilidad de contar con extensas colonias productoras de recursos naturales.   Pero como no podemos eliminarnos del todo, TIENEN QUE PACIFICARNOS para poder vendernos productos manufacturados y que no interrumpamos el flujo de materias primas.   El caso de Honduras es el ejemplo más reciente de esta barbarie que subyace en el alma de todos los latinos.  De todos los que detentan el Poder, desde luego, pues los pueblos NUNCA han contado para nada.   Corrijo: para carne de cañón, sí. 
            Es admirable la disposición que tenemos para enredarnos en todo tipo de guerras, y todo lo queremos resolver a garrotazos.  El diálogo para nosotros solo es un recurso apaciguador mientras tenemos la fuerza necesaria para aplastar al rival.  Como el minuto de descanso en el boxeo.   Y ni siquiera son guerras en contra de países diferentes; nuestros bochinches casi siempre son domésticos, contra nuestros propios hermanos de raza, nacionalidad y familia.  Somos pueblos rústicos, sin importar a qué clase social o económica pertenezcamos.  Nosotros no entendemos nada de ideologías o respeto a los derechos de los demás; somos arbitrarios y solo comprendemos el lenguaje de la violencia.  Para recibirla o aplicarla de y a nuestros congéneres.  Tampoco cuenta el mestizaje, pues tanto los latinos indios como los latinos europeos somos animales del mismo pelaje; incluso los más europeizados son los que más se destacan por su brutalidad.   Lanzar al mar desde un avión a compatriotas maniatados es algo incalificable.  Y eso lo hacía el ejército de una de las naciones más cultas y europeizadas de América Latina. 
Respetamos la democracia solo cuando esta nos conviene y favorece; si no, a la porra con ella.   Gobernantes y gobernados somos lo mismo.  Cada latino es un dictador potencial.  Solo es cuestión de tener un motivo y una oportunidad y estaríamos llenos de sátrapas de todo tipo.   La democracia evolutiva (formal) parecía ser la alternativa que habría de conducirnos a la democracia verdadera, pero el ejemplo de Honduras nos ha puesto los pies sobre la tierra una vez más.  Ya lo habíamos visto en Chile cuando le aplicaron el “golpe preventivo” a Allende, antes de que se convirtiera en un peligro comunista en América.  Lo que han querido hacerle a Fidel por medio siglo; y lo que desean ardientemente hacerles a Hugo Chávez, Correa, Evo, Funes, Colom y todos aquellos que se inclinen hacia cualquier “lado” que no sea del gusto de las oligarquías.  Pero esto no tiene nada de extraño para cualquier estudioso de la política latinoamericana; ni siquiera que haya cientos de periódicos, televisoras y medios dispuestos a justificar esta conducta cuando es “oficial”; con lo que queremos decir: de la OLIGARQUÍAS.  Caso de Honduras.   Lo que verdaderamente sorprende es que haya millones de personas de los más bajos estratos socio-económicos, que aplaudan estas acciones y se solidaricen con cualquier acto vandálico de los poderosos, y lo consideren como algo legítimo para la “salvaguardia” de la democracia.   Es inexplicable que haya millones de idiotas que consideren como un acto patriótico la salvajada de HondurasO que haya bellacos pelagatos que se identifiquen con la oligarquía venezolana.  Está bien que estén en contra los grandes capitalistas venezolanos, que ven amenazados sus ilegítimos privilegios por la política socialista de Chávez; pero que haya zopencos muertos de hambre que se opongan porque creen que si tumban a Hugo todo se va a componer para ellos, es inadmisible.  Pero así somos de ¿simples?
En vista de que no es viable la democracia evolutiva, ni tolerable la democracia formal oligárquica, solo nos queda el camino de la dictadura socialista, siempre y cuando esta actúe como freno y bozal de la plutocracia.   La dictadura socialista debe funcionar como el fiel de la balanza, haciendo que las cosas caminen por las vías derechas, sin que haya aprovechados; sin que haya gente en los dominios de la miseria, mientras que otros viven en el boato.   Este es el único camino que tenemos los latinos para acceder a un mundo más justo y participativo, en donde los habitantes de cada país tengan NO los mínimos requerimientos para una vida ascética, sino la suficiente abundancia para disfrutar de la vida.  Somos naciones riquísimas que bien podemos darnos ese lujo; mejor que muchos países europeos que, como Islandia, un peñasco helado situado en medio de la nada, goza de un ingreso per cápita de CUARENTA MIL DÓLARES, y una tasa de alfabetización de CIENTO POR CIENTO.  Y solo viven del pescado porque NO TIENEN RECURSOS EN SU SUELO.  Entonces, ¿cómo es posible que México, Brasil, Colombia y otros gigantes de la América Latina, repletos de riquezas naturales, vivan en la pobreza extrema?  Con tantas tierras y agua, ¿cómo es que la América Central es un escaparate de miseria?
Nos guste o no, solo los Dictadores Socialistas podrán sacarnos del pantano en el cual nos encontramos.  Honduras vio, por un parpadeo de tiempo, lo que podía ser el camino hacia su mejoría social pero, de inmediato, la oligarquía le cortó el sueño.  Venezuela lo está intentando, pero la Derecha está haciendo lo posible por frenar la marcha bolivariana.  Al sueño cubano lo mataron en la cuna.  Y los otros… desgraciadamente, se plegaron a la vieja costumbre de nuestros gobernantes: convertirse en lacayos del capital.
Solo los pueblos de la América Latina decidirán la hora del cambio verdadero; pero mientras impere la indolencia y la falta de discernimiento de qué es lo que nos conviene a todos, seguiremos de mal en peor.                                                                                                             
(¿Qué piensan ustedes en sus países?)
Solidariamente                        Ricardo Izaguirre S.                              E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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lunes, 29 de agosto de 2011

551 La mamitis


551    LA CHISPA         (23/11/08)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¿ES LA “MAMITIS” SOLO COSA DE HOMBRES?

            Hace años, en una fiesta colegial del “Día de las Madres”, un profesor hablaba de las mamás con un entusiasmo desbordante; en su apología no hubo epítetos que no utilizara.  Las calificó de ángeles, sublimes, increíbles, mártires, reinas, corazones vivientes, núcleo del mundo, fragua de las sociedades, molde de la nobleza, espejos del alma universal, representantes de María.  En fin, dijo que eran diosas que tenían el poder de crear personas, y es por eso que ante ellas, teníamos el deber de arrodillarnos y venerarlas todos los días de nuestras vidas.  Y con lágrimas en los ojos dijo que Dios, directamente, había puesto en manos de estos seres el destino de la humanidad.  Yo escuchaba perplejo a mi colega, pues nunca había presenciado tanta devoción, amor y admiración rendida de parte de un individuo ante esas santas mujeres a las que (casi) todos hemos tenido en la vida.  Muchos años después, sigo sintiendo la emoción que mi amigo, ya fallecido, puso en aquel discurso tan apasionado que nos marcó para siempre a los que lo escuchamos.  Y casi medio siglo después, continúo pensando igual que él, y que casi todos los tipos con los que he hablado al respecto. 
            Todos padecemos de “mamitis”, sin importar qué tan viejos estemos; es más, cuanto más nos momificamos, nuestra evaluación maternal sigue en alzada.  El paso del tiempo surte un mágico efecto sobre los recuerdos que tenemos de ellas.  Se nos olvidan las palizas, los tirones de oreja y los cotidianos y aburridores sermones acerca de todas las cosas imaginables.  Que no sea haragán, que báñese bien, límpiese las orejas, cepíllese los dientes, no se ensucie las manos, recórtese las uñas, haga su tarea, pórtese bien, no sea respondón, respete a sus mayores, cuide a su hermanito etc. etc. etc. etc. etc. etc. etc.  Entonces, ¿qué es lo bueno que recordamos de nuestras progenitoras?  ¿Lo que suponemos y adivinamos que llevaban por dentro?  La sociedad ha creado programas que nos embuten a través de la escuela y otros medios oficiales para convencernos de ciertas cosas y hacernos dóciles miembros de la comunidad.  ¿Son las mamitas todo eso que solemos escuchar o inventar acerca de ellas?  ¿Es su amor una cosa sublime impuesta en estas por Dios?   ¿O simplemente es un mecanismo biológico (hormonal) que las obliga a una determinada conducta que ya viene entretejida en su fórmula genética?
            A los ingenieros sociales les “conviene” que creamos ciertas cosas que conducen a un comportamiento controlable.  Y una de esas es la relación madre-hijo.  Vean que intencionalmente no se menciona a la hijA.  Y es aquí en donde empieza a aparecer el peine.  Cuando la mujer es chiquita padece de la misma “mamitis” que el niño, pero con cierta inclinación a la “papitis”, la cual se agudiza con la edad.  Desde luego, sin que llegue a los casos patológicos de la manía del macho.  Para ella, su mamá es una roquilla que puede ir desde vieja loca, necia e insoportable, hasta una buena amiga; un poco anticuada y ridícula, pero “buena gente”.   La hembra suele definir a su madre como una mujer, simplemente, sin adornos ni exageraciones emocionales, y jamás cae en las actitudes histéricas a las que es inclinado el hombre cuando de aquella se trata, especialmente en los pleitos matrimoniales.  Las mujeres (madre-hija) a veces se odian como auténticas enemigas, y dan la impresión de ser dos hembras en celo peleando un espacio, o afirmándolo.  Desde chiquitas empiezan a formular su mundo, y a medida que van “leyendo” su manual genético, van entendiendo qué es lo que tienen que hacer.  Mientras los machos nunca saben qué hacen en este mundo, ellas sí lo tienen muy claro. Comprenden que pueden ser “amigas”, pero que sus caminos tienen que tomar rumbos divergentes, y que deben demarcar sus propios territorios.  Pueden y aceptan ser socias, pero en cierta parte del recorrido, se separan por completo y toman sus propias decisiones.  En cambio, los hijos continúan con esa dependencia por toda la vida, sin importar qué tan inteligentes, sabios o poderosos sean.  O cuánto simulen que no.   
            El cuento con el hombre es diferente, la mamitis es un mal (o bien) que va acrecentándose a medida que pasan los años.  Y si la doñita muere, se distorsiona por completo su imagen humana y se convierte en santa en la mente de su huérfano.  Tan terrible es esa dependencia que, por un “hijueputazo”, cualquier individuo está dispuesto a matar a quien sea.  Mientras las mujeres plantean con naturalidad las relaciones sexuales de su madre, los varones evaden pensar en ellas.  No importa qué tan cultos y modernos sean.  El tema sexual referido a aquellas es un campo vedado a su imaginación, incluso a su realidad.  En cualquier momento puede decir: “Mi tata era un don Juan, le hizo el amor a medio mundo”, pero eso jamás lo diría de su madre, aunque esta haya sido prostituta.  Y no es cuestión de simple machismo, es algo que va mucho más allá de la mecánica sexual, y que solo los hombres “entendemos”.  Mientras la mujer conserva una clara pintura de lo que es o fue su vieja, en el varón siempre prevalece la idealización.  La madre real suele desdibujarse en sus recuerdos y, con los pinceles del tiempo y el cariño, empieza a esbozar en su mente un cuadro divino de su progenitora.  En él no tiene cabida nada que no sea la pureza que le atribuye a la autora de su vida.  Es por eso que las madres explicadas o relatadas por sus hijos, suelen ser unos seres extraños y casi ajenos al género humano.  Tanto es así, que una vez oí a una joven mamá, que escuchaba un panegírico semejante al de mi amigo, que decía entre perpleja y divertida por los elogios:¡Yo no sabía que éramos tan carga!”
            Parece, entonces, que la “mamitis” sí es un asunto solo de machos, pues mientras las mujeres sueñan con todas las fuerzas de su ser por independizarse y formar sus propios dominios, a los hombres nos fascina la idea de vivir en casa de la “roquilla” para siempre, o hasta que nos echan o alguien nos incomoda caZÁNdonos, lo cual es un terreno desconcertante en donde tenemos que poner de todo, e iniciar un aprendizaje muy difícil, con alguien que nunca será igual a mami… hasta que sea mamá.
            Maternalescamente
                                               Ricardo Izaguirre S.    Tel 2286-3522     E-mail:  rhizaguirre@gmail.com.com
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lunes, 1 de agosto de 2011

731 Institucionalidad democrática


731      LA CHISPA”      (10 diciembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ SIGNIFICA “INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA”?
            El mito de las “instituciones” es un arma poderosa en manos de las clases dominantes políticamente, valga decir, las oligarquías.  El diccionario dice muchas cosas acerca de aquellas, pero en ninguna parte afirma que sean sagradas y que deban mantenerse contra viento y marea si de ellas no se derivan cosas buenas para la sociedad de un país.  La institucionalidad en América Latina es un fraude monumental que nos han hecho.  Pero lo más nocivo es que, a través de la escuela, le han hecho creer a la gente que esta es una cuestión sagrada que debe mantenerse a todo trance, aún con el sacrificio de las poblaciones.  En la dialéctica democrática es equivalente al orden jurídico y social bajo un marco de normas que indican cuáles son los derechos y los límites de cada ciudadano.  En teoría esto parece perfecto, pero el problema surge en la forma cómo se aplica y de qué manera ha sido articulado ese orden legal.  ¿Quiénes participan en su estructuración?  ¿Se toman en cuenta los intereses de la gente en su confección?  ¿Y por qué solo los que dominan el Poder tienen la facultad de cambiarlo cuando les da la gana?           (Chiste político: “Respeto a la Constitución”)
            Ese es el gran problema en nuestros pueblos, ya que estos nunca participan en la formulación de las leyes que hacen el entramado jurídico que da nacimiento a las instituciones.  Siempre son minorías las que, parapetadas detrás del “orden jurídico”,  y a pesar de él, tienen la capacidad de hacer lo que les da la gana con este y las finanzas públicas.  El meollo de la cuestión política. Es por eso que detrás del cuento de la institucionalidad hay mucho esfuerzo de domesticación, trabajo que ha sido encargado a la escuela en todos sus niveles.  Es uno de los “valores” que se enseña a niños y jóvenes a respetar.  Se les hace creer que es algo sagrado que debe prevaler, a pesar de sus defectos, ya que es para el beneficio de todos.  El orden jurídico o constitucional (otro de los nombres de ese fantasma) ha llegado a ser algo así como las religiones: un elemento de intimidación cívica y casi patriotero.  Pero solo para el populacho, pues cuando las oligarquías necesitan hacer algo que va en contra de la ley, cambian la ley y lo hacen legal.   Cuando quieren un acto ilegal, como la reelección, violentan la Constitución con artimañas y burlan la Norma.    Ese fraude específico se conoce como “reforma”.  Pero el proletario nunca puede hacer eso, y tiene que soportar de todo.                                                        (Chiste institucional: “Libertad de escogencia de candidatos”)
            La institucionalidad es la gran falacia mediante la cual se mantiene la docilidad de las masas.  Es el látigo que los gobiernos hacen chasquear cada vez que aquellas pide un poco de justicia.  Les dicen que no se puede violar esta para complacer antojos injustificados como aumentos de salarios, más escuelas, hospitales y guarderías.  El presupuesto ya está hecho y no es posible alterarlo sin atropellar el orden constitucional.  Punto.                                                                                       
La institucionalidad democrática nos enseña a reverenciar el concepto de “paz social”, a verla como un fetiche que se encuentra por encima de todo, como una prioridad absoluta. Pero su objetivo real es mantener el establishment a toda costa, cuestión de interés solo para unos pocos que no quieren la menor alteración en su mundo perfecto.  Sin embargo, el hombre libre DEBE distinguir, está obligado, entre lo que es la armonía social como fruto del entendimiento y la justicia, y lo que es la calma ignominiosa que les imponen los poderosos a los pueblos ignorantes.   El Hombre libre SABE que la muerte es preferible a una paz sin honor.  Es más apetecible la quietud del cementerio que la indignidad del sometimiento por miedo o indolencia.  Tampoco es satisfactoria la paz con hambre, enfermedad o analfabetismo.  Esta es un concepto mucho más profundo que la ausencia de guerra y va más allá de tener la panza repleta y gozar de un chiquero.  Esto es suficiente para los chanchos pero no debe serlo para el Hombre.    La Institucionalidad es un conjunto de leyes y reglamentos en cuya creación los ciudadanos de a pie jamás son tomados en cuenta; por lo tanto, en apego a la justicia, estos NO TIENEN OBLIGACIÓN alguna de acatarlos.  Son trampas hechas por los “de arriba” para tener el control de las masas y la economía.   Como la Ley de Inquilinato o la Devaluación.  
            La Institucionalidad democrática nos dice que los pueblos hacen elecciones y que escogen libremente a sus gobernantes.  Ese es el dogma para adormecer al ciudadano pero, ¿funciona ese mecanismo de manera real y justa?  Veamos el caso del nombramiento de candidatos a la presidencia o diputaciones (el núcleo del Poder).  ¿Escoge el votante a sus candidatos de manera directa?  ¿O lo hacen los partidos políticos, instrumentos de las oligarquías?  La pertenencia política irreflexiva del ciudadano es el ideal de los poderosos.  La membresía de millones de tontos útiles en los partidos, es la panacea con la que sueñan “los dueños”.  A usted le han hecho creer que elige, pero eso es una mentira que debemos repetir hasta el aburrimiento.  Usted JAMÁS elige a nadie.   Usted solo es utilizado para legitimar el poder en manos de unos pocos.   ¿Eligió usted a doña Laura Chinchilla o a sus candidatos a la vicepresidencia?   Es posible que ni ella sepa quiénes son sus socios de papeleta ni por qué están allí.  Se trata de una orden superior.  ¿A qué distrito o cantón representa una diputada de apellido Taitelbaum?  ¿Qué comunidad la eligió?  ¿La suya?  ¿O solo apareció en la lista por arte de magia?  Así se maneja esa “Institución Electoral”, y usted la valida con su voto.
            Cuando los candidatos a la Municipalidad y a las diputaciones salgan de los cabildos o comunas y sean representantes libres sin ligas con partido alguno, entonces podremos decir que usted los eligió.  Pero mientras todo eso sea producto de la manipulación y compadrazgos entre la gente que siempre tiene el Poder, esas instituciones seguirán siendo espurias y no dignas de la reverencia a la cual nos han convencido debemos profesarles.  La institucionalidad democrática es algo así como las religiones, una especie de espectro que han sacralizado para que todos doblemos la rodilla ante ella, sin raciocinio alguno.  Pero solo es un producto humano al servicio de una minoría privilegiada.  Estimado conciudadano: piense y no permita que lo manejen como robot.  Pero si acepta esta situación, que sea de manera consciente y sepa que participa en ella porque le da la gana y no porque sea una veleta.              (¿Cómo funciona el sistema electoral en su país?)
            Institucionalescamente
                                    Ricardo Izaguirre S.                                        E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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