martes, 30 de noviembre de 2010

860 Lotería: devaluación de premios


860   “LA CHISPA    (29/11/10)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOTERÍA: DEVALUACIÓN ILEGAL
            Esta hojita ha denunciado varias veces la injusticia del negocio de la lotería; sobre todo, en el porcentaje de ganancia que otorga a los jugadores.  Luego sigue la cuestión de las series que se “reservan”; en tercer lugar esta la devaluación arbitraria de los premios establecidos, es decir, la relación entre lo que se invierte y lo que se gana.  Esto último es semejante a los salarios y NO es correcto que la Junta devalúe esa relación a capricho.  Y finalmente esta la cortina de humo de los premios basurrilla, para dar la impresión de que reparten millones a diestro y siniestro, pero eso solo es un truco para difuminar la realidad del negociazo que hacen.  Procedamos al análisis.  Pero antes, un ejemplo que ya fue utilizado en “Chispas” anteriores: en el estado de Nevada (cuna de los juegos, apuestas y “libre empresa”) NO son los dueños de las loterías los que establecen el monto de los premios, sino el gobierno es quien obliga a que el 75% de lo recaudado se reparta entre los que producen el capital.  En cambio aquí, la Junta de “Protección” Social ha determinado, a capricho, un monto cercano al 22 ó 23 % para los ganadores.  De esa manera se queda con la tajada del león.
            En el sorteo 4110 del 28 de noviembre de 2010 la cuestión estuvo así.  Se dieron 98 premios con un total de 129.900.000 (ciento veintinueve millones con novecientos mil colones).  Noventa y cinco premios basurilla con un total de 29.900.00.  Y los tres principales con un monto de 100 millones.  Y si una emisión contiene mil series con cien números, eso nos da un total de 100 mil billetes, que a un precio de CINCO MIL colones, producen un total de QUINIENTOS MILLONES DE COLONES en la caja de la Junta.  Y si a eso se le restan los premios (129.900 000) a la Junta le queda una ganancia neta de 370.100.00 (TRESCIENTOS SETENTA MILLONES CON CIEN MIL COLONES).  Y ese botín es desproporcionado, sin importar lo que esa empresa pueda argumentar en relación con el destino de ese dinero.  Ese capital lo hacemos entre todos, y es obligatorio que se reparta de manera más equitativa.  Si recogen 500 millones, por lo menos doscientos cincuenta deberían ser repartidos entre los jugadores.  Y aún así, el porcentaje de la Junta sería abusivo.  Lo correcto sería entre un 35 ó 40% para esa Institución.  Eso es mucho dinero.
            No sé si todavía hacen la “reserva” de series que no sacan a la venta, pero esa es una maniobra que parece un tanto sospechosa, pues si la Junta se reserva cien series, eso significa que desde ahí tiene la posibilidad de que el premio mayor caiga en alguna de esas series caseras, lo que haría que la ganancia fuera casi total. 
            El tercer punto es la cuestión de los “premios basurrilla”, cuyo único propósito es crear la ilusión de que la Lotería reparte millones a lo loco, cuando en realidad eso no es más que un engaño, una pantalla.  ¿Se imaginan lo terriblemente difícil que es “pegar” los cinco números de un billete (número y serie) tan solo para ganarse mugres 200 mil colones?  Eso es una burla sangrienta, y como se dijo en otra “Chispa”, esa suma no alcanza ni siquiera para una buena borrachera.  Solo deben ser TRES PREMIOS que de verdad saquen de apuros a los favorecidos.  En el caso de este sorteo (4110) que dejó una colecta total de 500 millones, 250 se deben repartir en tres premios de 125, 75 y 50 millones de colones.  Pero como fueron dos emisiones completas, la Junta se quedaría con QUINIENTOS MILLONES, y los ganadores con 250, 150 y 100 millones, lo cual sí vale la pena.  Pero NO la burla de 200 ó 300 mil colones con un billete entero.  Tres premios, nada más, pero proporcionados.  Porque vean la desigualdad actual: el primero se lleva NOVENTA MILLONES, y el tercero, con los mismos cinco números, se gana 3 míseros milloncillos.  Y no es que no sea bueno ganarse tres millones, pero es el contexto general y la proporción lo que les confiere esa condición de poca valía.  ¿Qué se puede hacer con tres millones?  Ni siquiera me puedo comprar mi Nissan Frontier roja…
            Finalmente está la devaluación caprichosa que la Junta hace de los premios.  Veamos el ejemplo de la lotería para el sorteo 4111 del 5 de diciembre 2010.  Se supone que el monto de los premios es algo así como los salarios de los obreros: el patrón NO puede rebajarlos a capricho.  Así tampoco la Junta tiene derecho a hacer una disminución arbitraria de los premios.  No es legal, justo ni moral que ellos jueguen con los montos de los premios ni la relación entre lo que se invierte y lo que se gana.  Veamos el punto.  En el premio de NOVENTA MILLONES el jugador invierte CINCO MIL COLONES, eso significa que si “pega” el gordo, gana 18 mil colones por cada colón invertido.  Pero al rebajar el premio mayor a SETENTA MILLONES, la relación se estropea en perjuicio de la gente, y en beneficio adicional para la codiciosa Junta de “Protección” Social.  Aunque el billete valga cuatro mil colones, la proporción resulta dañina al comprador, pues de esta manera, por cada colon invertido la ganancia es de 17.500 (diecisiete mil quinientos colones).  Quinientos colones más al bolsillo de la Junta; y como son CIEN MIL BILLETES, el total se convierte en CINCUENTA MILLONES que esta empresa le está birlando al público, a los que queremos hacernos “millonarios de la noche al día”, como reza el famoso eslogan de ese negocio.  Pero como la emisión es DOBLE, el mordisco se convierte en CIEN MILLONES DE COLONES que la venerable Junta se embolsa con un pasamanos magistral y ante la indolencia general del público.   A nadie parece importarle esto; la gente solo sonríe…
            Estimados lectores y colegas viciosos de la lotería, ¿no creen que ya es tiempo de que los que ponemos la plata tengamos alguna participación en el destino que esta debe tener?  No es correcto que solo sea un grupito de personas (que se pelean por estar allí) los que determinen todo lo que esa Junta hace con el dinero de nosotros.  Debemos exigir mayor participación en la riqueza que hemos recolectado entre todos.  No puede ni debe ser que la  Junta se queda con más del SETENTA Y CINCO por ciento de lo que hemos producido los clientes de ese negocio.  Porque la verdad, nadie juega lotería para ayudar a los pobres (aunque lo hagan); todos juegan con la ilusión de hacerse ricos y salir de problemas económicos.  Y ese es el punto que debemos corregir.  Premios que de verdad nos hagan millonarios.  Más claridad y justicia en los juegos de la Junta de “Protección”  Social.                                (¿Cómo se maneja este “tamal en sus países?)                                                    Loteriescamente
                                         RIS              E-mail: rhizaguirre@gmail.com            (70 y 73, serie  704)
Blog:    La Chispa    http://lachispa2010.blogspot.com/      con link a       Librería en Red.
                                                                                                                                             

domingo, 28 de noviembre de 2010

858 La industria alimentaria


858    “LA CHISPA    (26 noviembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA INDUSTRIA ALIMENTARIA     (notita dominical)
            En varias “Chispas” nos referimos al problema de la obesidad, estado mórbido resultante de una mala e inadecuada alimentación, y que es el asesino número uno de millones de personas.  Una plaga que no solo mata sino que humilla a sus víctimas, pues no hay nada más angustioso y deprimente que ser gordo-a.  ¿Y quién tiene la culpa de esto?  Pues la INDUSTRIA ALIMENTARIA por su codicia, y el ESTADO con su indiferencia complicitaria ante un problema nacional grave.  Este jugoso comercio funciona mediante el engaño por parte de la industria de los comestibles y por la permisividad de las leyes ante esta situación que solo tiene un beneficiario.   El problema de la OBESISDAD y todas sus secuelas NO se soluciona solo con hacer ejercicio y comer cinco porciones de frutas y verduras, sino con eliminar de la dieta de niños y adultos, el montón de tóxicos con los que han saturado el mercado de los alimentos.  El Ministerio de Salud TIENE LA OBLIGACIÓN de regular y controlar la calidad de los productos que los comerciantes ofrecen al público.  El gobierno NO debería hacer la vista gorda ante el crimen que la industria del ramo comete en contra de la población.  Pero este no interviene porque eso sería ir en contra de la sacrosanta “libertad de empresa”, y eso sería un ataque contra la democracia.  Sobre todo si se trata de las grandes cadenas transnacionales.  Jamás veremos a un Inspector de Salud clausurando un MacDonald, haga lo que haga.    Tampoco a los chinos.    El estadio…
Infinidad de sitios que expenden viandas venenosas, funcionan impunemente intoxicando a la gente con miles de preservantes dañinos que les agregan para que duren una eternidad.  Además, NADIE controla los procesos ni la calidad ni cantidad de sustancias que utilizan.  Y esos agentes de muerte son los verdaderos causantes del problema de obesidad generalizada que afrontamos, aunque a primera vista no parece haber una clara relación.  Dejar al consumidor desamparado y en manos de la publicidad masiva de la industria NO DEBERÍA ser la conducta del Estado, sino que este debe intervenir no solo en la educación del público, sino en ejercer un severo control de calidad en todo aquello que se ofrece al ciudadano.  Con la misma fiereza que se persigue a los vendedores ambulantes, se debería hacer con esa gente.  No es válida la justificación de que cada uno come lo que le da la gana, y que nadie nos fuerza a tragarnos una hamburguesa y unas papas fritas en uno de esos negocios, pues todos conocemos el poder hipnótico de la propaganda.
            Nadie puede ni se atreve a ejercer la obligatoria vigilancia sobre la todopoderosa industria alimentaria, pues esta mueve billones y puede comprar inmunidad política.  Las empresas le agregan a sus “comidas” todo lo que les da la gana, y las autoridades lo dan por bueno, sin someterlas a análisis científicos de clase alguna.  Es decir, estas ACEPTAN, bona fide, lo que declaran los industriales: Que no se usa tal o cual preservante, y que los que utilizan, se aplican en cantidades seguras.  Sin embargo, todo el mundo sabe que eso es falso. Pero ¿se atrevería algún inspector del Ministerio de Salud a objetar algo en los productos de la “Dos Pinos”?  ¿O en las prácticas del engorde del ganado de carne?  ¿O de la alimentación de los pollos?   ¿De qué hacen los yogures y el montón de helados de diversos olores colores y sabores artificiales?  ¿Con qué sustancias envenenan a nuestros niños?   ¿Alguien lo verifica, o TENEMOS QUE CREER en la propaganda de esa y tantas otras firmas de la alimentación?  ¿Tenemos que creer que “todos sus productos son naturales y que se procesan bajo estricta vigilancia técnica y sanitaria”?
            ¿Qué químicos son incorporados a los miles de refrescos embotellados, enlatados, embolsados y encajados que toman nuestros escolares, colegiales y público en general?   ¿Quién supervisa la calidad y cantidad de esos productos?   ¿Tiene el gobierno una base de datos de sustancias preservantes que han sido prohibidas en USA y Europa?  ¿Se verifica que aquí no se empleen?  Sabemos que en la América Latina se utilizan cientos de compuestos químicos que hace años han sido prohibidos en Europa y USA.  Y con el conocimiento de las autoridades de todos esos países. 
            Y aunque es claro que a la industria alimentaria le importe un chayote la salud del pueblo, no debería ser así para el Estado, pues este es el responsable de la seguridad ciudadana en todo aspecto, sobre todo, en ese tan esencial como es la alimentación, base de la salud pública.  Recuerden que TODOS los preservantes son VENENOS destinados a MATAR algo, y como tales, son capaces de causar muchos daños en los organismos humanos.   No es cierto que haya dosis “seguras” cuando la gente consume ingentes cantidades de esta comida artificial empacada, así se trate de una sardina, una mermelada o un pan (de cualquier clase) fabricado para el consumo masivo.  Todos estos productos tienen antioxidantes, colorantes, saborizantes, texturizantes, ceras, ácidos etc., todas sustancias peligrosas.  Sobre todo, porque la industria NO CORRE riesgos ni utiliza conservantes naturales.  Los ARTIFICALES son más abundantes y baratos.  Es esta cantidad de químicos la que va arruinando las funciones de los organismos (por intoxicación crónica) y los hacen lerdos para procesar los alimentos.  Además, producen trastornos de asimilación que conducen a la gordura.  La gente de antes consumía arroz y frijoles, tortillas, papas, camote, tiquizque, malanga, yuca y NO engordaban; ser gordo era una excepción, una rareza.  Ahora es lo contrario: ser delgado es lo inusual.  Los huevos eran de gallinas contentas, y estas se mataban en la cocina de cada casa.  Pan casero o de la panadería casera del barrio.  Carne de vacas engordadas con zacate.  Leche que se ponía “agria” en poco tiempo porque era pura, viva y permitía que crecieran en ella las bacterias.  La de ahora es estéril y puede durar mil años en su caja, bolsa o botella porque está llena de preservantes.  La gente no se preocupaba del “balance y los grupos alimentarios, las vitaminas ni los minerales”.  Comían carbohidratos en puta y no engordaban porque sus alimentos eran naturales.  No existía esa plaga de GORDOS, pues el agro no cometía “el abuso químico” que ahora nos lleva a consumir vegetales CONTAMINADOS con multitud de venenos.
            La razón única de la OBESIDAD, causa de infinidad de enfermedades, es la ingesta de productos alimenticios PROCESADOS, a los que se les agregan miles de sustancias peligrosas que se van acumulando en los organismos y que retardan y paralizan sus funciones vitales de ELIMINACIÓN.   Acuérdense que vivimos en SIMBIOSIS con millones de microorganismos que residen en nuestro tracto digestivo, y si los matamos, entorpecemos su labor de transformación de los alimentos para ser asimilados; además, nos causamos estreñimiento, el peor asesino de la sociedad sedentaria y comedora de viandas saturadas de tóxicos.
            Como dije en otra “Chispa”, claro que es muy cómodo el uso de la comida chatarra: tiene estupendo sabor, color y olor.  Requiere muy poco trabajo (o ninguno) para ser consumida; es práctica y puede almacenarse por siglos.  Nos salva del aprieto de preparar la merienda de los niños (casa o escuela) y nos da más tiempo para ver las novelas de la tele.  Podemos tener en el patio cien tarros de “nutritivos” refrescos de todos los colores y sabores para todo el año.  O bien, un millón de sobrecitos de polvos que producen ricas bebidas con sabor a todo lo imaginable.   Pero es necesario que reflexionemos un poco y que hagamos algún sacrificio por nuestra salud.  Procuremos adquirir alimentos naturales en la medida de lo posible (cuestión muy difícil, es cierto), pues solo esto nos garantizan que estamos metiendo en nuestro organismo los materiales correctos.  Evitemos TODAS las comidas procesadas y empacadas para que duren toda la vida.  Y si no podemos prescindir del todo de ellos, al menos reduzcamos su consumo a niveles que el organismo pueda eliminar adecuadamente en la orina, heces y sudor.   ¡Que se conserven sanitos y flaquitos!
                                           RIS           Blog:   “La Chispa”     http://lachispa2010.blogspot.com/

sábado, 27 de noviembre de 2010

774 ¿Qué clase de sicópata es usted?


774    “LA CHISPA”   (07/03/10)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ CLASE DE SICÓPATA ES USTED?
            No, no se asuste, todos lo somos en alguna medida.   La sicopatía es un desorden de la personalidad, aunque no necesariamente implique locura, y esta categoría admite miles de formas de conductas aberradas en las que todos caemos en diferente medida e intensidad.  Pero antes, ¿qué es la personalidad, palabra que utilizamos con tanta frecuencia como ignorancia de su verdadero sentido?  Como se dijo en “La Chispa” anterior, es el conjunto de conductas (reales o ficticias) con las que nos hacemos notar de los demás.  Y son las alteraciones de esas conductas (en diverso grado), lo que nos convierte en sicópatas.  Claro que la palabra ha sido satanizada y, de hecho, la asociamos solo con los casos extremos que hemos visto en la historia o el cine: el tipo con la motosierra persiguiendo a mujeres y niños para destrozarlos; a Hannibal Lecter comiéndose a sus víctimas, a Richard Ramírez degollando a sus innumerables víctimas, al Monstruo de los Andes o a Ted Bundy; e históricamente, ligamos el concepto con Lenin, Stalin, Truman, Nerón, Calígula, Bush, Josué, Yavé, Moisés y otros grandes asesinos en masa.  Pero la verdad es que si atendemos a las características primarias de la sicopatía, todos lo somos.  ¿Creería usted que infinidad de madres son auténticas sicópatas en su relación con los hijos?  Muchas incluso llegan a asesinarlos, aunque la mayoría solo se limita a maltratarlos con castigos físicos leves alternados con fuerte violencia verbal.   Muchas sicopatías se deben al maltrato refinado de madres que ignoran su enfermedad y convierten a sus hijos en víctimas inmediatas y futuros sicópatas. 
            Los políticos son psicópatas por definición, pues son manipuladores, mentirosos compulsivos, embaucadores, egoístas, arrogantes y superficiales; depravados morales, incapaces de sentir nada cuando les demuestran sus mentiras, pues carecen de consciencia.  La mentira para ellos es como el aire que respiran, y acompañando ese vicio, adoptan una actitud pretenciosa y afectada.  De ahí su falta de compromiso ético y su facilidad para mentir con todo desparpajo sin sentir remordimiento alguno ni vergüenza.    También los actores son grandes sicópatas amantes de la pompa y el servilismo de sus semejantes.  Famosos predicadores religiosos también lo son; la madre Teresa era una de ellas.  También innumerables profetas, líderes sociales y militares han sido grandes sicópatas que, incluso llegaron a sacrificar sus vidas con tal de hacer creíbles sus imágenes de santos y héroes.  Pertenecen a la categoría de los sicópatas carismáticos.  Tan encantadores como Caryl Chessman o el Dr. Lecter.  Todas aquellas ocupaciones en donde es posible figurar ante el público, constituyen un imán irresistible para los sicópatas.  Los deportistas suelen pertenecer a este grupo que les llena todas sus expectativas de la vida: dinero, poder, pompa y adoración; pero como son personas aberradas, nunca suelen sentirse satisfechos del todo.  Son insaciables en todas direcciones, incluyendo el sexo, del cual suelen ser fanáticos enfermizos sin que eso signifique que amen a nadie.  Caso de Tiger Wood.  Sus relaciones no son más que un alarde de poder, para que los otros sepan.  Para esta gente NO existen las reglas sociales y las consideran únicamente para ser aplicadas a los demás.  Son básicamente amorales, aunque se cuidan mucho para aparentar que son personas correctas, buenas y de conducta intachable.    ¿Es usted así?    Sin mentir…
            La impostura es su pasión favorita; el qué dirán suele ser la guía de todas sus acciones públicas, en las cuales hacen lo posible por hacer creíble su máscara (persona).  Les fascina que la sociedad piense bien de ellos, pero no porque les importe la opinión de otros, sino por mero egoísmo.  Esta gente es incapaz de ponerse en el lugar de otros o sentir su dolor.   Eso significa que tienen una carencia total de empatía.  Se puede decir que los sicópatas “utilizan” a las personas sin importarles sus sentimientos y sin sentir el menor remordimiento.  Y no porque sean “malos” o ignoren los conceptos del bien y del mal, pues en todo momento saben lo que están haciendo.  Aclaramos: el sicópata NO es un loco; lo que pasa es que no le importa nada que no sea la satisfacción de su propio egoísmo.  Recuerden que la característica básica es su disposición natural a la mentira.   Muchos sicópatas son mentes brillantes, hombres sumamente inteligentes que suelen sentir menosprecio por aquellas personas que no se encuentran a su nivel intelectual.
            Así, pues, todos participamos en alguna medida de esa condición, aunque de entrada nos parezca ofensiva la idea, ya que todos hemos creado una personalidad ficticia (social, familiar, religiosa) que forma parte de nosotros y con la cual nos identificamos profundamente.  Llegamos a creer que somos eso que les hacemos creer a los demás.   De esta manera, resulta que la aceptación de que todos somos sicópatas en alguna medida, nos resulta ofensiva e incómoda, inaceptable.   Sin embargo, ese rechazo inicial que sentimos ante la posibilidad de inscribirnos dentro de esa categoría, puede ser el primer indicio de que lo somos, pues a todos nos fascina la idea de ser esa personalidad que hemos venido cultivando durante toda nuestra vida y, si alguien la desquicia, puede producir en nosotros reacciones desastrosas.   Pero recuerde que usted es la única persona que puede darse cuenta de cuál es el alcance de su sicopatía.   Solo es cuestión de hacer un análisis cuidadoso y honesto de su conducta, en especial, de aquella de la cual se siente más orgulloso-a.  De su magnanimidad, religiosidad y conducta social; de su paternidad y sus relaciones familiares.  Analícelas muy bien y encontrará cuáles son los verdaderos motivos por los que usted actúa de esa manera postiza que, a base de tanta repetición, ha adquirido la forma de auténtica, al menos en su mente.  ¿Ama de verdad a las personas que lo rodean?  ¿O solo es un manipulador de sentimientos?   Eso solo usted puede saberlo, aunque le cueste y le duela.  Pero no será mucho, pues los sicópatas carecen de la capacidad para establecer verdaderos nexos afectivos; todo en ellos es falso, incluyendo sus relaciones familiares (esposas-os, hermanos y demás personas).  El sicópata es un “dominador”, NO un amante.   Embárquese en esta aventura del auto análisis personal para descubrir qué clase de individuo es usted.  Y si lo hace, podrá liberar a su familia y amistades de incontables problemas cuyo origen solo se encuentra en su propia SICOPATÍA
            Sicopáticamente
                                     Ricardo Izaguirre S      E-mail: rhizaguirre@gmail.com




773 ¿Qué es eso que llamamos personalidad?

773  “LA CHISPA    (9 marzo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ ES ESO QUE LLAMAMOS PERSONALIDAD?
       Con mucha facilidad y casi con desenfado utilizamos la palabra personalidad para referirnos a algo que no sabemos con exactitud qué cosa es, pero que suponemos es la naturaleza de las personas.  Algo así como el carácter, la constante de la forma de ser de alguien.  Y no solo eso sino que le atribuimos diversos grados de intensidad: “Tiene mucha personalidad”, “No tiene personalidad”, “Es de personalidad débil”; “Su personalidad es muy fuerte”.   Entonces, podríamos decir que esta es el aspecto exterior de los seres humanos en general.  Pero, ¿es eso un referente confiable para clasificar a la gente?  Recuérdese que la palabra persona significaba máscara en el teatro clásico griego.  Así, los actores, que podían ser los mismos, solo cambiaban de antifaz para interpretar diversos roles en una obra.   Ese disfraz solo era una representación que nada tenía que ver con el individuo que actuaba.  Luego, el término adquirió otra categoría más estable y se convirtió en una denominación muy semejante a carácter.  De esa voz deriva el término personalidad, que es el tema de esta nota.  Y sobre qué es esta, hay tantas definiciones como siquiatras y tratadistas  Se dice que es el conjunto de las conductas sociales, morales e intelectuales que distinguen a un individuo; pero eso apenas es una definición que no aclara nada, es algo para salir del paso.
            La personalidad continúa siendo casi lo mismo que en la época del teatro griego: algo variable, acomodaticio, indefinible, inseguro; una conducta que puede ser una farsa y que, a menudo, es la forma como los individuos se comportan en la vida real: mediante la simulación de lo que NO son, pero que conviene a sus intereses.  Incluso los que se tratan con sicólogos o siquiatras inventan conductas postizas que nada o muy poco tienen que ver con lo que en realidad son, y suelen engañar a sus propios doctores solo por diversión.  Esta careta sigue siendo lo mismo que en el teatro antiguo.  Algo que se cambia según el escenario.  Si nos conviene que nos crean buenos, honestos, sinceros, fieles, trabajadores o lo que sea, adoptamos ese proceder para que los otros crean que somos eso.  Es una serie de hábitos mediante los cuales nos aseguramos de que los demás tengan el mejor y más deseable concepto de nosotros; algo que nos agrade y nos haga sentirnos bien con nosotros mismos, aunque sepamos que no es mas que un engaño.   Esta es como el espejito mágico que nos refleja aquello que deseamos y que nos agrada. 
            Entonces, cuando nos refiramos a la personalidad de alguien, debemos tener mucho cuidado pues, por lo general, estaremos hablando de la “fachada” que utiliza ese individuo para funcionar dentro de la sociedad.  El problema es tan difícil que no solo la ajena es un enigma sino que, muchas veces, nuestra propia identidad es un misterio para nosotros mismos.  Y eso no es una broma ni un inconveniente aislado; es una constante en TODA la gente.  Si nos hemos encariñado con una determinada máscara, sufrimos en grande cuando algo la pone al descubierto.   Cuando alguien nos “pela el fondillo” con alguna de nuestras más mimadas conductas fingidas y creencias, todo se nos desploma dolorosamente.  Si hemos cultivado la idea de que somos inteligentes, honorables o bondadosos, cualquier incidente exterior que desmienta esas cualidades, hace que el mundo se nos venga encima.  La personalidad es un disfraz mediante la cual “actuamos” en el teatro de la vida; una carga tremenda que nos obliga a una simulación permanente y molesta.  Si hemos adoptado el papel de que somos buenos padres, marido o amigos, caemos en la trampa y nos vemos obligados a actuaciones ficticias para que nuestro mundo irreal concuerde con la opinión que los demás tienen de nosotros.  Eso suele ser una verdadera tortura, pues nos vemos forzados a comportamientos que pueden ser muy chocantes a lo que en realidad somos.   El papel de buenas personas es muy difícil de interpretar con credibilidad.  Y tal peso continuado, suele dar origen a muchos males y agotamiento. 
            Así que bien podemos definir a la personalidad como un conjunto de conductas reales y ficticias, que crean una idea vaga de lo que es el carácter de las personas.  Es una especie de coraza social creada con el propósito de brindar satisfacción a su dueño, y está motivada por una serie de factores como la envidia, vanidad, engaño, orgullo y la visión distorsionada de lo que en realidad somos.  Y todos estos elementos bien aderezados por un denominador común en todos los individuos: la mentira.  Es, básicamente, una secuencia de fraudes reiterativos acerca de lo que nos gusta que los demás crean de nosotros.  Y mantener esta estructura constituye un esfuerzo permanente y agobiador que puede resultar en múltiples desórdenes entre los cuales se encuentran las sicopatías conocidas por la siquiatría y sicología.   Infinidad de sujetos no distinguen entre su propia tramoya y lo que son, y estos son los más peligrosos sicópatas; gente que puede llegar a cosas increíbles con tal de mantener la coherencia entre su mundo ficticio y la realidad.
            En síntesis, la personalidad no es más que una portada, y jamás debe ser el único referente que utilicemos para valorar a cualquier individuo, pues la tendencia hacia la impostura es una fuerza que va más allá de la razón.   Es lo que llamamos las apariencias.  Y como hay individuos que se cuidan tanto, resulta que su carácter real puede pasar inadvertido durante toda la vida, incluso para aquellos que creían conocerlo bien.  Es el caso de los maridos y esposas, hijos, hermanos, padres, amigos y todos los que forman nuestro círculo cercano.  Pero la más sorprendente de todo es que nosotros formamos el más grande enigma que debemos resolver cuando hacemos nuestro análisis personal.  Revisemos nuestra escala de valores, y veremos que en todos ellos calzamos a la perfección.  Tanto lo hemos repetido, que lo creemos de verdad.  Ese es el gran reto que todos tenemos en la vida: averiguar quiénes somos en REALIDAD, y no la ficción que hemos creado para sentirnos bien.  Inténtenlo y verán qué terrible es la aceptación de la verdad.  Aunque eso sí, no tiene nada de aburrido.    ¿Soy valiente o fanfarrón?  ¿Soy buena persona, o solo me gusta que los demás lo crean?   Háganse esa prueba con honestidad y talvez descubran a su verdadero morador interno, lo cual, les aseguro, no suele ser agradable.
            Fraternalmente     
                         RIS.               Blog:   La Chispa        http://lachispa2010.blgspot.com/
                                                                  
   

jueves, 25 de noviembre de 2010

288 ¿Qué es una constitución política?

288   “LA CHISPA”   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

¿QUÉ ES UNA CONSTITUCIÓN POLÍTICA?

            Desde que el hombre vive en grupos, clanes o sociedades organizadas, ha sido necesario fijar reglas de convivencia que garanticen no solo el funcionamiento del grupo, sino los derechos individuales de sus componentes.  La reglamentación es una necesidad básica de toda sociedad y, es de suponer, esta forma de gobierno es tan antigua como el hombre.   Entonces la disposición, norma, regla, ley o como quiera llamársele no es más que un acuerdo común mediante el cual se facilita todo.  Y todas esas leyes acumuladas, orales o escritas, se convirtieron códigos como el de Ammurabi, el draconiano y otros de la antigüedad de los cuales tenemos noticia.  Todos fueron inspirados con el propósito de hacer viable la vida de los hombres en sociedad; para establecer balances y contrapesos que impidieran los abusos del Poder, o los desmanes de la chusma.  De ese principio brotó la Carta Magna y toda Constitución moderna con su respectiva separación de poderes.
                Por desgracia las constituciones en el occidente, por cierta similitud básica con el Canon religioso, se fueron matizando con ciertos aires de solemnidad y carácter sagrado.  La Ley bíblica, que no es más que un código de tantos, se convirtió en mandato de Dios y, por lo tanto, en una imposición brutal imposible de ser corregida o suprimida por los hombres.  Y esa es la idea que los grupos de poder han venido realizando durante decenios con las Constituciones Políticas.  Las han coloreando con cierto aire de cosa divina y sagrada cuya violación conlleva castigos terribles.  Violar la Constitución se ha convertido en un pecado mortal político, si es el ciudadano ordinario quien lo hace.
            Pero ¿qué es en realidad una Constitución?  Un conjunto de normas básicas con las cuales se organiza cualquier sociedad, y de cuyo cumplimiento depende que cada ciudadano reciba aquello de lo cual es merecedor, que se reconozcan y respeten sus derechos esenciales: vida, hacienda, salud, educación, felicidad.  Que nadie pueda perjudicarlo deliberadamente y con impunidad.  Pero a la vez, esta obliga a cada ciudadano a cumplir con su prójimo en todas aquellas facetas de la vida que él considera esenciales para sí mismo.   La Constitución, pues, no es más ni menos que un conjunto de leyes que regulan los derechos de los individuos en sociedad,  que nos protegen de los abusos de los demás, incluyendo al Estado.  También nos someten a limitaciones que debemos acatar para que todo camine de acuerdo con el bien común, objetivo supremo de toda colectividad organizada.
            Pero bien ¿cuál es el principio básico de toda Constitución?  Que sea de aceptación general, pues es un acuerdo entre todos los componentes de una sociedad.  La Constitución es algo que acepto porque sé que me favorece en igual medida que a todos los ciudadanos.  Que me limita, por el bien común, como al resto de mis conciudadanos, lo cual me garantiza obligaciones y derechos iguales a los del resto. 
            Como en una sociedad moderna no es posible que diez o veinte millones de personas nos pongamos de acuerdo en algún tema social, se ha creado el mecanismo de la separación de poderes, entre los cuales se encuentra el Legislativo, cuya función es crear las leyes de la República.   Pero esto es lo que JAMÁS debería perder de vista el ciudadano: la potestad de acordar leyes es una función que el PUEBLO realiza a través de sus delegados (diputados), los cuales NO TIENEN DERECHO a legislar a contrapelo de la voluntad popular, vicio que se ha entronizados en nuestras democracias gracias a la indolencia de los ciudadanos.  Los diputados son empleados del pueblo, y deben acatar la voluntad soberana de este, porque si imponen leyes impopulares, están violando la Constitución.   
            La esencia de la democracia se fundamenta en ciertos principios muy simples: predominio de la mayoría, igualdad ante la ley, prevalencia del bien común sobre los intereses de grupos, y transparencia absoluta en todos los negocios del Estado y sus relaciones con los ciudadanos. 
            Desde luego que los hombres que detentan el Poder, han venido realizando en los ordenamientos jurídicos una serie de violaciones sistemáticas que han convertido a las Constituciones y sistemas legales en un parapeto, una enredadera de leyes cuyo propósito es impedir que el ciudadano tenga acceso a los asuntos del Estado, derecho inalienable, bajo una serie de triquiñuelas tácticas a las que les han conferido la categoría de constitucionales.  Por ejemplo, el llamado “secreto de Estado” bajo el cual se cobijan acciones delictivas que deberían estar bajo la jurisdicción del Poder Judicial y ser tratadas como lo que son: delitos comunes.  Los negocios y chanchullos que realizan los funcionarios, se catalogan como secreto de Estado.  Como el asunto de los CAT, los contratos con transnacionales (Las Crucitas) y mil sinvergüenzazas más que se han calificado como secretos de Estado bajo el pretexto de que eso se hace “para no perjudicar la investigación”.  Y con ese truco, se han encubierto centenares de desfalcos al Estado (pueblo), negocios sucios bajo la tutela del Estado.  Venta y enajenación del patrimonio nacional bajo el mismo pretexto.
            En resumen, la Constitución NO es una cosa sagrada; simplemente es un acuerdo entre todos los individuos que forman una sociedad, y que debe cumplirse al pie de la letra, siempre y cuando sea en la búsqueda del bien común; pero si no es así, bien podemos desentendernos de ella, pues recuerden que las leyes se han hecho para servicio del Hombre, y no a este para servicio de aquellas.
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.
E-mail:                        rhizaguirre@gmail.com
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280 La infraestructura


280   “LA CHISPA”   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

LA INFRAESTRUCTURA
            En la Chispa” anterior escribimos sobre lo que ha hecho China en el comercio mundial; apuntando hacia todas las direcciones posibles y sin someterse a un solo mercado ni convertirse en dependiente de quien le pueda cerrar la manguera del oxígeno.  Pero además de esa visión global, le han dedicado todo su empeño, de manera titánica y hasta tiránica, a la fundación de una infraestructura poderosa capaz de hacer viables todos sus proyectos de desarrollo. 
            En contrapartida, ¿qué ha hecho Costa Rica para sacar ventajas del TLC o cualquier otro tratado comercial con quien sea?   Siendo una nación marítima con dos costas a menos de trescientos kilómetros una de la otra, nos hemos convertido en un pueblo montañés, aislados en un vallecito central desde donde se pretende ejercer el control de TODO y de todos.  Un país con casi MIL QUINIENTOS kilómetros de costas, no tiene en toda esa longitud ni un solo pueblito digno del nombre de ciudad.  No hay un solo puerto moderno capaz de cumplir con las exigencias de un comercio grande de importación y exportación.  Dos muellecitos insuficientes en Limón y Puntarenas, hacen que siempre haya barcos recalados en sus fondeaderos, atrasando el tráfico y ocasionando pérdidas por millones.  Limón debería ser, por su posición hacia el Caribe, los Estados Unidos y Europa, un puerto de primera línea mundial.  Además, unido al Valle Central por unas dos o tres carreteras de verdad y un ferrocarril eléctrico de doble vía.  También mediante un aeropuerto internacional que bien podría ser un punto de abastecimiento de combustible y comida a todas las líneas aéreas que se mueven entre el norte y el sur del continente.  Pero Limón sigue siendo una calamidad.  Con una carreterita que apenas empieza la época lluviosa, se derrumba por todas partes. 
            Otro tanto es Puntarenas y su infame caminito que la conecta con San José.  Playas que deberían estar conectadas de frontera a frontera por carreteras y ferrocarril, son tan inaccesibles como el planeta Plutón.  Docenas de “marinas” y ciudades-hoteles debería haber a lo largo de esos MIL QUINIENTOS kilómetros de playas; pero verdaderas ciudades autosuficientes en todo sentido, y no rancherías de mala muerte que solo pueden atraer a turistas mochileros, de esos arrancados que no dejan nada.  Desde que tengo uso de razón oigo hablar de la “costanera”, un proyecto que entre nosotros equivales al de la Gran Muralla China, pero con la diferencia que los chinos la terminaron.  Nuestras playas carecen de los servicios más básicos: no hay clínicas ni hospitales cercanos, no hay buenos aeropuertos que garanticen que se puede salir de allí rápidamente en caso de alguna emergencia.  Los caminos son infames, la seguridad personal es terrible.  El turista en esos lugares está en las manos de la Providencia.  Lo que podría ser nuestra más segura fuente de ingresos (sin TLC), se encuentra casi tullida porque ni el gobierno ni la famosa “empresa privada” invierten nada en infraestructura.  Además, todo se tiene que resolver en San José.  Puntarenas, Guanacaste y Limón deberían tomar las riendas de ese negocio sin enajenar el suelo.  Debe prohibirse que cualquier extranjero pueda comprar en condición permanente.  Mientras vendamos todo, será como con el TLC: empresarios extranjeros llevándose todo, y miles de costarricenses como sirvientes, como mano de obra barata.  Y esa no es la idea.
            Debe construirse un ferrocarril costanero (eléctrico) de frontera a frontera en ambos mares.  Vía férrea de San José a ambos puertos para librarnos de la factura del petróleo y facilitar el comercio y transporte de pasajeros (turistas).  Debemos hacer carreteras y aeropuertos internacionales a lo largo de ambas costas.  Pero por desgracia, parece que en el país a nadie le interesa crear las bases de lo que podría ser nuestra mayor fuente de riqueza: el turismo.  Pero una fuente de riqueza para NOSOTROS, y no para los extranjeros.  Aquí todo parece ser un negocio colega de la “Cinta Azul”: solo chorizos.   La simple ampliación de un aeropuertito de décima categoría mundial, se ha convertido en el culebrón de dos siglos, algo así como la novela “La Zulianita”, que nunca terminaba de acabar.  Ese es el caso de Alterra, novelón que ya nadie entiende de qué se trata, pero que es una muestra de las cosas que NO DEBERÍAN SUCEDER en Costa Rica.  Cualquiera de estas empresas piratas extranjeras, con ayudas del gobierno mediante sobornos, representantes y abogados criollos, puede tomar la economía del país como rehén y sacarnos millones de dólares en demandas.
            No es cierto que Costa Rica sea solo San José; debemos volcarnos hacia los mares para explotar su riqueza turística; pero para eso, como en todos los negocios de la vida, HAY QUE INVERTIR.  Tenemos que crear una infraestructura de calidad superior; no solo caminitos y trochas “de verano”.  Debemos fabricar ciudades costeras unidas por ferrocarril y buenas carreteras; con aeropuertos nacionales e internacionales.  Debe crearse un Ministerio de Turismo con su propio presupuesto para que se encargue de los proyectos de electrificación, servicios de agua potable, medicina, pesca, conservación ambiental, orientación y todo lo que sea necesario para el desarrollo pleno de esta industria que, sin contaminantes, puede consumir toda la producción agrícola que ahora exportamos en condiciones tan precarias hacia los mercados del exterior.
            Mientras seamos un país tan limitado en infraestructura, se puede decir que no tenemos capacidad para aprovechar adecuadamente ninguna oportunidad que nos brinden.  Mientras no tengamos una red vial adecuada y capaz de absorber  el movimiento de todo lo que se “mueve”, estaremos en desventaja.  Costa Rica incluso podría convertirse en un “canal seco” para el paso de mercancías en tránsito de un mar a otro, pero… ¿con esas carreteritas?  ¿Con esos muellecitos?  ¿Con ese aeropuertito?  El país tiene que invertir, y China nos está dando el ejemplo de cómo se hace.  El crecimiento monstruoso de esa nación no se está dando porque andan en palanquines y sampanes.  Si no nos modernizamos, seguiremos siendo tercermundistas dependientes de un solo mercado.  Y eso es fatal y nos hace vulnerables a los caprichos del comprador y proveedor único.
            Fraternalmente                                   Ricardo Izaguirre S.
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miércoles, 24 de noviembre de 2010

768 La cultura guarera


768     “LA CHISPA”          (20 febrero 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA CULTURA “GUARERA”
            Nada nuevo, solo unas reflexiones.  No se puede conjugar el papel protector que el Estado debe ejercer en la sociedad, con la de recaudador implacable y voraz de impuestos, vengan de donde sea.   Y ese es el caso de los que producen los licores.  Como estos generan grandes sumas de dinero, el Estado patrocina, defiende e incentiva su consumo, ya sea mediante lo permisivo que es con su propaganda comercial, o mediante el otorgamiento indiscriminado y sin el adecuado control de patentes de bares y permisos de venta de licor en todos los negocios.  En los supermercados se vende guaro desde las 8 de la mañana.  ¿Y por qué?  Porque estos pagan buenos impuestos al gobierno.  Cuanto más guaro se consuma, más dinero en las arcas de este para satisfacer lo que sea (ustedes saben qué). Es triste que el ente responsable de la salud y seguridad de los ciudadanos, sea el que facilita el camino hacia toda clase de males, solo porque de este comercio obtiene pingües ganancias.  El interés por encima de la moral.  Y casi todo parte de una premisa equívoca: que el ciudadano “mayor de edad” tiene la capacidad de elegir adecuadamente lo que le conviene o no, y el Estado tiene que respetar esa decisión.  Pero como en el ejemplo de la “Chispa” anterior, repito: “La mayoría de edad y una cédula no son garantía de buen juicio en la escogencia de las ofertas que nos hace la sociedad de consumo”.
            Miles de personas adultas siguen siendo niños en muchos aspectos en los cuales necesitan la guía de otros adultos de verdad.  Pero como tienen cédula, pueden comprar el guaro que quieran en los miles de sitios de expendio de ese veneno.  Como son “mayores” pueden darse el lujo de ignorar a sus padres, hijos, amigos y familia.  Y el estado respalda esa conducta con su indiferencia o lenidad.  ¿Qué caminos hay para remediar esta situación tan perjudicial a la sociedad en general, pero principalmente a nuestra juventud, como el caso de los universitarios?  La primera de ellas es la reglamentación del comercio del licor.   Como hemos vivido dentro de esa cultura, hemos llegado a verla como algo natural, inevitable y casi necesaria.  Es la cultura del capitalismo consumista: triyones de dólares se mueven en ese comercio de muerte y degradación.  Y contrario a lo que la gente cree, que se trata de un negocio menor, esta actividad tiene una dimensión económica incalculable para los estados y los grupos que la protegen y realizan.  Los grandes guareros, productores y gobiernos, obtienen fabulosas ganancias con este inmoral comercio que en Costa Rica, hasta hace poco tiempo era un monopolio del Gobierno, así como lo están leyendo.   Una auténtica vergüenza
            De ahí deriva el compromiso del Estado con los comercializadores del alcohol.  Este se niega a ponerles limitaciones porque aquellos producen grandes ingresos al Fisco.  Esa es la razón por la cual se vende guaro en todas partes y a todas horas, todos los días.  Y las autoridades lo saben.  Incluso en los turnos y fiestas escolares y colegiales se vende licor.  Todo el mundo lo sabe y se hacen los tontos.  O nos hacemos.  La cultura guarera nos ha hecho creer que sin guaro no puede haber alegría, baile ni sexo.  El licor es el preámbulo a todos los relajos, y todos sabemos que si “le metemos un par de cuartas” a una mujer, el camino a la cama se expedita.  Es un procedimiento reglamentario y cajonero.  Solo es cuestión de jumarla…
            ¿Se puede reglamentar como paso previo a su eliminación?   ¡Claro que sí!  El mundo musulmán es la prueba de que sí se puede.  Cuando el Ayatola Khomeini tomó el poder y ordenó la destrucción de todo el licor existente en Persia, alguien le dijo: “Podemos reexportarlo y obtendríamos grandes ganancias”.  A lo que  Ruholla le replicó: “Destrúyanlo, pues no se trata de que no dañe a un musulmán, sino a ningún ser humano”.   Hermosa lección que el capitalismo, en forma esmerada, se ha cuidado divulgar.  Desde luego que habrá miles, talvez millones de personas que protesten y juzguen que eso “es un crimen en contra de la democracia y la libre empresa”.  Incluso los estados se opondrán a la medida.  Pero es posible si de verdad hay interés en el bienestar del pueblo.  Solo piensen en esto: el licor produce más enfermedades, muertes, abusos, crímenes, violaciones, embarazos no deseados, daños, pobreza y degradación que TODAS las otras drogas conocidas juntas.  Lo que pasa es que las otras son más “publicitadas”, pues es más glamoroso un actor cocainómano de Hollywood que un borrachito de San José o Lima.
            Podríamos empezar con clausurar la mitad de las patentes que hay en el mercado negro de ese comercio; cerrar la mitad de las cantinas y prohibir la venta de licor en TODOS los negocios que nos sean exclusivos para ese fin, como las licoreras.  No parece ético que establecimientos para el expendio de alimentos vendan guaro a la par de la leche o los pañales.  Claro que eso no le importa al capitalismo feroz, pero sí debería interesarle al Estado.  También debe limitarse el horario de venta y atención al público.  Las cantinas deben abrirse a las 6 PM y cerrarse a las 11 PM, pues eso es tiempo de sobra para jumarse.  En una sociedad “joven”, sin el suficiente buen juicio para hacer elecciones, es necesario que las autoridades le fijen límites al ejercicio de su libre albedrío, sobre todo, cuando este no es el más acertado.  Y ese es el punto que TENEMOS que admitir: que no tenemos la suficiente madurez para enfrentar con éxito la propaganda abrumadora de ese comercio ni, como es conocido, el peso histórico de una cultura guarera que se ha convertido en genética en grandes capas de nuestras sociedades latinas, y que constituye la principal desgracia de nuestras poblaciones que son víctimas de ese azote.  Y lo que es peor, patrocinado por las autoridades, sin más guía que la sed de hacer dinero.
            Jóvenes, viejos, hombres, mujeres e incluso niños, son el objetivo de aquellos que se dedican a fomentar la “cultura del guaro”, respaldada en la mayoría de nuestros países por la autoridad de los Estados.   La gran paradoja latina: el órgano nombrado para preservar la salud y bienestar de los pueblos, es el principal alcahuete de una actividad criminal que no solo mata a millones, sino que degrada a todos aquellos que se convierten en sus víctimas.  Algo tenemos que hacer.  Ayúdenos a buscar alternativas, pues es seguro que entre todos podremos encontrar la manera de paliar parte de la magnitud de este problema…  por ahora.
            Ricardo Izaguirre S.    E-mail: rhizaguirre@gmail.com 
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viernes, 19 de noviembre de 2010

26 El caos urbano

26  “LA CHISPA    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

CAOS URBANO Y VIAL:   PESADILLA DE TODOS

      Hace algunos años, muy pocos, se bloqueó la antigua carretera (de carretas) que va de Tibás a Santo Domingo, con el propósito de ampliar el antiguo puentecito de carretas que estaba sobre el Virilla.  Y después de meses y meses de tortura e incomodidad para los usuarios, por fin terminaron la obra.  Lo ampliaron en tres o cuatro metros, es decir, le agregaron un simple carrilito.  Y esa es la manera que mejor define la idea de progreso vial en la mente de los ingenieros del MOPT.  Tantos meses de incomodidad para resolver un problema de “ayer”; ni siquiera de hoy, y mucho menos, del FUTURO.  Ya que al fin decidieron encarar ese añejo problema vial, ¿por qué no lo hicieron de CUATRO CARRILES, previendo el tránsito del futuro?  Si hubieran hecho un corte a este lado de la loma, y el puente a un nivel más elevado, ni siquiera hubieran tenido que interrumpir el tránsito, y ahora tendríamos una zona de paso de cara al futuro.   Parece que la labor de los que tienen a su cargo la planificación vial, solo se ocupa de resolver los problemas del ayer, como si el país solo fuera el pasado y, con costo, el presente.  ¿Nadie allí piensa en el futuro?  Calles amplias, buenas carreteras, enormes aceras que hagan más humano el paso de los peatones.  Las aceras de las calles de San José son infames; unos verdaderos atentados contra la estética, la comodidad, la urbanística y seguridad de los que caminan.  Y ni siquiera se puede decir que eso solo afecta a la vieja parte de la ciudad, “en la cual ya nada se puede hacer”.   Las urbanizaciones nuevas siguen el patrón impuesto por los “urbanizadores”, y no las directrices de un crecimiento orgánico que tome en consideración el ornato y el confort de los habitantes de la ciudad.                                                               
Cada nueva “urbanización” de estas, es un atentado en contra de todas las normas que deberían de regir esa actividad.  Si alguien dispone de un terreno en cuchilla, lo atraviesa con tres o cuatro callejuelas en curva, en ele, en equis, en te o en la forma que mejor se acomode a sus intereses de lotificación.  Y esas mismas callejuelas son tan estrechas en algunas de estas urbanizaciones que, para que crucen dos carros en sentido contrario, uno de ellos debe subir sus ruedas en la acera.   Y estas aceras son del mínimo imaginable.  En fin, horribles conejeras en donde todas las casas están pegadas las unas con las otras; no hay estética, no hay prados ni antejardines; no hay patios ni nada que haga agradable la morada.  Las casas de esas “urbanizaciones” son horribles cajas que solo sirven para dormir, comer y estar.  No son hogares.  Pero ese es otro problema que veremos después.
            Veamos las aceras.  Debe existir algún código que regule la construcción de las aceras, es más, debería ser la Municipalidad el organismo encargado de construirlas.  Parejas, anchas (tres o cuatro metros), uniformes, fuertes, durables, planificadas para la eternidad.  Pero ¿qué pasa con estas?  Cada urbanizador o dueño hace lo que le da la gana con ellas; de la manera que le salga lo más barato posible.  Entre el borde del caño y la acera, dejan un pedacito para zacate; luego hacen una formaletita con desperdicios de regla de una por tres, le echan en montón de ripio y basura y, encima, una capita de mezcla de 10 a 1, lo que en el argot de los albañiles, resulta ser un material que a los tres o cuatro meses estará pulverizado y la “acera” destruida o llena de huecos y parches horrendos.  Eso sin contar la terrible irregularidad de sus bordes.  
Cada vecino o urbanizador hace las entradas hacia las cocheras, de la manera que le place o estima conveniente, haciendo rampas que invaden la calle y bloquean las aguas de las cunetas.  Eso es en todas partes.  Y si a alguien se le ocurre, enladrilla su pedazo de acera, haciendo que esta quede más alta que el resto, posibilitando los tropezones y caídas de los transeúntes: un auténtico caos, cuya solución pare parece no interesar a las Municipalidades, MOPT o quien sea el encargado.   Pero el ejemplo clásico de esta locura de las aceras, lo constituye un monumento clásico a esta forma de proceder de los “urbanizadores”.  El pedazo de acera que hay en la nueva pista del Parque de la Paz, y que corre paralela al costado oeste del Colegio Seminario, es algo de antología; digno de figurar en los Records de Guinnes.  Allí los ingenieros le dieron rienda suelta a la más desaforada “imaginación y creatividad” en el arte de construir aceras.  Ese pedacito de acera retorcida, semejante a una escalera de caracol, es el fiel reflejo del desorden y desconsideración que prima en la mente de los urbanistas.   La estética no cuenta para ellos, únicamente la economía. 
            El Estado, a través de sus organismos especializados, no debería de permitir ese desorden ni la urbanización de esas parcelas irregulares y de dimensiones inadecuadas para ser verdaderos centros de residencia.  Todo terreno que se pretenda urbanizar, debería de tener por lo menos una hectárea, y sus calles y avenidas deben ser orientadas por los ejes norte-sur y este-oste, para que cuando la ciudad las alcance, estas puedan incorporarse orgánicamente al diseño urbanístico general.  Casi todas las urbanizaciones actuales, son tapones sin salida o proyección; son auténticas ciudadelas medievales, con callejuelas angostas y retorcidas, sin arbustos, sin zacate, en fin, sin vida.
            ¿Y qué decir de las carreteras?   La carretera en principio, era un paso de carretas.  Y aunque ahora el nombre se aplica a verdaderas autovías, en San José y sus alrededores, estas vías continúan siendo carreteras, en el sentido antiguo.  ¿Por qué se construyen carreteras de alquitrán, que deben estarse reconstruyendo cada año en un círculo vicioso y sin fin?  ¿Por qué se construyen carreteras que todos los años son lavadas por los aguaceros de la época?  ¿No saben nuestros ingenieros construir obras duraderas?   ¿Es más importante la economía de las empresas vendedoras de ALQUITRÁN, que los genuinos intereses del país?  ¿Son las compañías vendedoras de ALQUITRÁN, las que determinan que se construyan esas carreteras “provisionales”, que les garantizan un negocio eterno como proveedores de esa basura alquitranada?   ¿Por qué no construir carreteras “para toda la eternidad”?  ¿Por qué no pensamos en grande, en un plan vial auténtico y con visión futurista?                                                                 Mientras pensemos como pigmeos, eso seguiremos siendo.  Por pensar en GRANDE, los romanos fueron grandes.  Allí están, después de DOS MIL o más años, las carreteras con las cuales atravesaron todo el imperio.  Tan útiles y robustas, como cuando transitaban por ellas las legiones de las “Las águilas Imperiales”.  Ellos pensaron en grande, en la ETERNIDAD DEL IMPERIO, y por eso fueron grandes.  ¿Eran mejores ingenieros los del Imperio que los nuestros?   Dos mil años más de tecnología ¿solo los ha llevado a ser capaces de construir esos caminos alquitranados que no resisten el paso ni el peso de los vehículos, y que cada año son destruidos por los aguaceros?   Si Roma hubiera tenido carreteras como las nuestras, JAMÁS su imperio se habría extendido más allá de las fronteras del Lacio.
            Mientras los intereses económicos de unas cuantas empresas privadas primen sobre los nacionales, estaremos condenados a un eterno subdesarrollo vial.  Mientras no se construyan verdaderas y durables vías de comunicación por todo el territorio nacional, estaremos sujetos a los caprichos menores de la naturaleza.  Nuestra red vial, es un conjunto de callejuelas de alquitrán, incapaz de resistir dos inviernos seguidos sin que se borre, se obstruya o tenga que ser reparada permanentemente.  Nuestras carreteras no son una inversión segura para el desarrollo; son un gasto interminable que consume y seca la economía del Estado.  Un pequeño aguacero en la zona del sur y pum... ¡medio país incomunicado de la capital!  Otro aguacero en el Zurquí... ¡todo Limón incomunicado!  Y así, y así y así.   Ese no puede, NO DEBE ser el esquema vial de una nación del tercer milenio, que tiene la pretensión de convertirse en un país de vanguardia y desarrollado.
            Construir una auténtica red vial, “eterna e indestructible”, como la de los romanos, es una prioridad para lograr el desarrollo, y para que nuestros descendientes digan: “¡Qué arrechos eran nuestros abuelos, vean que carreteras más carga las que hicieron”!
        Carreterescamente
                                        RIS

                                              

martes, 16 de noviembre de 2010

717 Los programa escolares

717    “LA CHISPA”   (17 noviembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS PROGRAMAS ESCOLARES      
            Es seguro que en toda la América Latina los programas escolares son semejantes a los de Costa Rica.  Parece que los hubieran diseñado los conquistadores y no los latinos; todos parecen responder a “compromisos culturales” con diversas embajadas europeas o de los Estados Unidos.  Son esquemas para “europeizar” a nuestros niños y convencerlos de la importancia y superioridad de la cultura occidental (que no somos nosotros) y para idealizar todo lo hecho y logrado por europeos y gringos.  Por su practicidad, es entendible la imposición del inglés, pero ¿qué diablos hace el francés en nuestros colegios?  Aparte de significar unos cuantos empleos para los profesores de ese idioma, es la cosa más tonta que se pueda imaginar, pues los chicos ni siquiera aprenden a valerse de él.  Solo es motivo para chistes.  Es un fardo más del currículo.  ¿Para qué sirve el francés?  Si no vamos a pasear a Francia, cosa imposible para la mayoría de latinos, ¿de qué nos sirve esa lengua ya muerta?  El esplendor de ella fue en el siglo XIX y principios del veinte, pero ahora es solo la jerigonza de los franceses.  Como el holandés, turco, sueco, noruego o serbio.  El habla vernácula de una tribu europea cuyo momento ya pasó.    ¡Y no me vengan con el cuento de la cuestión cultural…!
            A los muchachos les embuten la cabeza de idioteces que nada tienen que ver con sus vidas aquí.  La escuela latina NO es práctica ni realista.  ¿Qué les puede importar a los chamacos mejicanos quién diablos fue el primer emperador de Alemania o el Zar más criminal de Rusia?  Jóvenes que no conocen ni su propia historia, están bien enterados de la Revolución Francesa, la Guerra de Secesión y de quiénes fueron todos los presidentes de Estados Unidos.  De qué se produce en el escudo canadiense y cuántos kilómetros mide el Mississipi.  Saben mucho de la primera y segunda guerras mundiales, pero no tienen ninguna información verdadera de la revolución mejicana, cubana o nica.  Aparte del fútbol, NADA saben de la inmensa geografía del Brasil, de su gente, sus condiciones de vida, educación ni política.  Nada de su historia.  Saben la vida y milagros de Washington, Lincoln, Kennedy, Truman y Roosevelt, pero nada conocen de Bolívar, Sandino, Artigas, Tiradentes o Benito Juárez.  Nuestra historia está subvalorada.  Es solo un apéndice vergonzoso
            En las aulas se enseña la HISTORIA EQUIVOCADA.  O por lo menos, una que muy poco debería  importarnos, pero que sí nos afecta como elemento que facilita la manipulación.  Se nos enseña LO MALOS que son los héroes nacionales y lo tontos que somos nosotros; además, lo buenos y nobles que son nuestros tradicionales invasores.   Para gringos y europeos Zapata y Villa eran un par de bandidos, Benito Juárez también, Fidel es un criminal, Hugo un maniático peligroso, Sandino otro renegado estúpido y ladrón; Bolívar era un maleante malagradecido.  Pero Bush en un héroe demócrata, los Reyes Católicos unos adalides de la humanidad, William Walker un paladín de la civilización en el mundo de los bárbaros.  Truman y la reina de Inglaterra son dos ejemplos de determinación.  Y así por el estilo, los estudiantes son catequizados para menospreciar lo propio y rendir culto a los que nos joden y siempre nos han chingado la vida.  Todo lo que vale la pena en nuestra historia es eliminado o visto de manera fugaz para que no deje huella en los jóvenes.  Les saturan la mente con majaderías que no deberían importarles; y por otra parte, les inculcan, de manera subliminal, la idea de nuestra inferioridad y dependencia vital de los europeos y gringos. 
Los estudiantes se saben muy bien la geografía de Europa, sus capitales, su historia, sus ríos y puertos principales; conocen el nombre de todos los estados de USA y cuándo se fundó su capital, cuándo se escribió la constitución de ese país y todos los datos de su revolución independentista.  Pero no hay quién pueda decirnos el nombre de tres estado de Brasil o cuatro provincias de Argentina; y mucho menos, algún detalle de la historia de Perú.  A lo sumo, saben que allí queda Machu Pichu, o que en Brasil está el Amazonas y que tiene pirañas.  Se denigra a nuestros prohombres con la misma intensidad con la que glorifican a cualquier aventurero europeo o gringo que haya venido a recalar a nuestras tierras.  Las escuelas son “candil de la calle” y parece que fueran organizadas por malinchistas al servicio del neocolonialismo.     (Chiste político: “Nos preocupa el pueblo”)
Nuestra dependencia es lastimosa y se refleja en los programas escolares de la manera más abyecta.  Nada de lo propio merece consideración de la gente que se dedica a reseñarlo.  A pesar de la identidad lingüística de todas las naciones latinas, vivimos absolutamente aislados de ellas.  Todos tenemos los ojos puestos solo en Europa y Estados Unidos y menospreciamos a nuestros hermanos y no les concedemos la mínima consideración.  Ni siquiera sus sabios nos inspiran el menor respeto.  Lo único bueno que existe viene de Europa o de USA.  Incluso la música criolla nos inspira menos admiración que la estridencia del Rock.
Pero el peor de todos los servilismos del que hacemos gala es el que le rendimos al idioma español, a España y su Academia de la Lengua.   El español en las escuelas y colegios es un culto, una materia de adoración ante la cual todos hacen genuflexiones y doblan la espalda.  No se considera como una herramienta de utilidad sino como un fin en sí misma, y es la causa del fracaso y frustración escolar de millones de latinos.  La han transformado en una religión a la que hay que dedicar cuarenta o cincuenta años para utilizarla con “corrección”, que es uno de los grandes objetivos de los llamados gramáticos.  Y un continente apremiado como el nuestro NO SE PUEDE DAR EL LUJO DE PERDER EL TIEMPO en estupideces cuyo valor ha sido exagerado.  Los programas escolares en la América Latina NO deben ser diseñados por “técnicos en pedagogía europeizada sino por hombres con sentido común y conocimiento de la realidad que vivimos.  No por ilusos comprometidos que se sientan europeos o medio europeos, y que se crean en deuda con aquellos y que anden buscando quién les ponga la jáquima y les amarre el mecate.  No tenemos diez, quince o veinte años para dedicarlos exclusivamente al estudio del español.  Seguiré con este tema del idioma y otras materias innecesarias o recargadas con las que hacemos perder un tiempo valioso a los estudiantes.  Incluidas las universidades.                                                                      (¿Cree que esto es posible en su país?)
                           RIS