jueves, 11 de noviembre de 2010

845 La pornografía

845    “LA CHISPA     (21 octubre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA  PORNOGRAFÍA
            El avance de la pornografía en el país.  Ese es el tema de esta nota.  Debe entenderse muy bien el objetivo de esta “Chispa”, pues lejos de ser un manifiesto puritano, es solo un recordatorio del progreso de la lascivia en todos los estratos de casi todas las sociedades del mundo.  No es, pues, la formulación de un deseo para que esta desaparezca mediante leyes ilusorias o decretos poco realistas.  Es solo una propuesta para que todos, Estado y ciudadanos, hagamos algo para mantenerla dentro de ciertos cauces que podríamos llamar “normales” y no permitir que se desborde de manera incontrolada y nos ahogue a todos, en especial, a la niñez.  El pueblo tiene la OBLIGACIÓN DE EXIGIR AL GOBIERNO que cree los mecanismos que hagan posible impedir la divulgación de vulgaridades que estén al alcance de los niños.  No es que pretendamos eliminar esa tendencia humana; ni siquiera de ejercer una censura clasificatoria, sino de ordenarla, si cabe la palabra, de manera que esta solo sea accesible a los adultos.  Reconocemos que el control sobre ciertos medios como la red es imposible, pero eso sí, hay cierto tipo de pornografía local que es regulable e incluso eliminable antes de su publicación.  Como la de televisión, radio y periódicos nacionales.  Eso está bajo el control del Estado, pues no son empresas transnacionales que cuenten con el respaldo político del TLC ni de los grandes capitales que hay detrás de la Internet.
            Debe crearse un capítulo dentro del código penal que contemple este tipo de delitos que atentan en contra de la moral y las buenas costumbres; pero sobre todo, en contra de la juventud.  No es correcto que se pasen películas de explícito contenido erótico a las 2, 3 ó 4 de la tarde.  Hace poco exhibieron “Bajos instintos” con Michael Douglas y Sharon Stone.  Un filme muy crudo y sexualista en donde lo único que no se presenta son los órganos genitales de los protagonistas.  Y eso puede ser regulado por el Gobierno, pues para eso puede funcionar una oficina de censura que, aunque suene muy desagradable el nombre, es necesaria en nuestra sociedad en donde muchísimos niños tienen acceso a la televisión pagada y la Internet.  No puede ser, y no debemos permitir que esas empresas de “cable” nos receten las vulgaridades que ya en los Estados Unidos son el pan nuestro de cada día.  Ese país no es ejemplar en ese aspecto, y no es digno de imitar.  No es aceptable que las cadenas NOS IMPONGAN esa basura desde tempranas horas del día.  Y nos es que se pretenda quitarles ese placer a los que gustan de este tipo de diversión.  Solo se trata de hacer una separación entre un público que entiende, se divierte y pasa el rato ameno con estas cosas; y entre los niños que aún no tienen la capacidad de comprender un asunto que, muchas veces, les es presentado de una manera violenta y con insinuaciones de pecaminosa.  Películas de ese tipo solo deben presentarse en horas avanzadas de la noche.
            Para que eso se regule, es necesario un marco jurídico que contemple todas las opciones que sean viables y realistas pero que, por sobre todo, hagan prevalecer el bienestar de la juventud y niñez.   Que no sean los beneficios económicos de las empresas los que determinen la conveniencia o no de la programación que exhiben.  Que no sea contra el bolsillo de los empresarios que se balanceen los intereses morales de nuestros niños.  La decencia de nuestra sociedad.  La conducta del Estado no debe estar condicionada por los pequeños y miserables impuestos que pueden pagar estas empresas a las que lo único que les interesa es el dinero.  La libertad de expresión NO PUEDE, NO DEBE incluir la vulgaridad ni la chabacanería; mucho menos, las inmoralidades descaradas e inoportunas. 
            El artículo 29 de la Constitución dice que: “Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito, y publicarlos sin previa censura, pero SERÁN RESPONSABLES de los abusos que cometan en el ejercicio de este derecho, en los casos y del modo que la ley establezca”.   Pero ¿qué tal que las leyes son omisas en los casos de la pornografía, materia que atenta en contra de la familia?  El artículo 51 dice que: “La familia, como elemento natural y fundamental de la sociedad, TIENE DERECHO A LA PROTECCIÓN ESPECIAL DEL ESTADO.  Igualmente tendrán derecho a esa protección la madre, el NIÑO, el anciano y el enfermo desvalido”.   Entonces, tenemos que preguntarnos: ¿Es o no un daño al niño la publicación de indecencias de manera indiscriminada?  En un diario, por ejemplo, que está al alcance de todos mundo sin ninguna restricción.
            ¿Por qué no existe una legislación especial en cuanto a esta materia que cada día va cubriendo todos los estratos de la sociedad?  Hay cientos de personas y empresas que reclaman la libertad (o libertinaje) para que esto NO sea controlado por las autoridades; pero estas personas son comerciantes que viven de eso; por lo tanto, la moral es algo que interfiere con su negocio y siempre estarán en contra de toda limitación.  Ellos propugnan por el desenfreno total, pues en tal actividad les va la bonanza económica.  Repetimos: no se trata de una posición mojigata e ilusa que pretenda eliminar de raíz una tendencia humana natural, sino de ponerle un orden necesario.  Que no sea una opción para aquellos que aún no tienen el alcance intelectual para entender temas que solo deberían plantearse cuando se inicia su madurez hormonal.  Y aunque este tipo de educación puede iniciarse en cualquier tiempo, otra cosa es la pornografía, temática que podrán entender, calificar, censurar o degustar cuando tengan la capacidad intelectual y física para hacerlo.  Pero mientras sean niños, esta es una materia a la que no deben ser expuestos.  Y el Estado, en cumplimiento de ese mandato constitucional señalado en el artículo 51, debe velar porque eso se lleve a cabo rigurosamente.  El Gobierno debe crear una legislación específica, minuciosa y tajante en relación con la impudicia en todos sus aspectos, incluyendo la que se presenta como educación sexual.  Sobre todo, cuando son accesibles a los niños. 
            La sociedad NO debe permitir la libre circulación de la pornografía en medios que estén al alcance de los niños.  No es “moralismo”, es simple sentido de lo adecuado. 
            
 Fraternalmente                                                                 ¿Tienen este problema en sus países?)
                                   RIS

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