jueves, 25 de noviembre de 2010

288 ¿Qué es una constitución política?

288   “LA CHISPA”   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

¿QUÉ ES UNA CONSTITUCIÓN POLÍTICA?

            Desde que el hombre vive en grupos, clanes o sociedades organizadas, ha sido necesario fijar reglas de convivencia que garanticen no solo el funcionamiento del grupo, sino los derechos individuales de sus componentes.  La reglamentación es una necesidad básica de toda sociedad y, es de suponer, esta forma de gobierno es tan antigua como el hombre.   Entonces la disposición, norma, regla, ley o como quiera llamársele no es más que un acuerdo común mediante el cual se facilita todo.  Y todas esas leyes acumuladas, orales o escritas, se convirtieron códigos como el de Ammurabi, el draconiano y otros de la antigüedad de los cuales tenemos noticia.  Todos fueron inspirados con el propósito de hacer viable la vida de los hombres en sociedad; para establecer balances y contrapesos que impidieran los abusos del Poder, o los desmanes de la chusma.  De ese principio brotó la Carta Magna y toda Constitución moderna con su respectiva separación de poderes.
                Por desgracia las constituciones en el occidente, por cierta similitud básica con el Canon religioso, se fueron matizando con ciertos aires de solemnidad y carácter sagrado.  La Ley bíblica, que no es más que un código de tantos, se convirtió en mandato de Dios y, por lo tanto, en una imposición brutal imposible de ser corregida o suprimida por los hombres.  Y esa es la idea que los grupos de poder han venido realizando durante decenios con las Constituciones Políticas.  Las han coloreando con cierto aire de cosa divina y sagrada cuya violación conlleva castigos terribles.  Violar la Constitución se ha convertido en un pecado mortal político, si es el ciudadano ordinario quien lo hace.
            Pero ¿qué es en realidad una Constitución?  Un conjunto de normas básicas con las cuales se organiza cualquier sociedad, y de cuyo cumplimiento depende que cada ciudadano reciba aquello de lo cual es merecedor, que se reconozcan y respeten sus derechos esenciales: vida, hacienda, salud, educación, felicidad.  Que nadie pueda perjudicarlo deliberadamente y con impunidad.  Pero a la vez, esta obliga a cada ciudadano a cumplir con su prójimo en todas aquellas facetas de la vida que él considera esenciales para sí mismo.   La Constitución, pues, no es más ni menos que un conjunto de leyes que regulan los derechos de los individuos en sociedad,  que nos protegen de los abusos de los demás, incluyendo al Estado.  También nos someten a limitaciones que debemos acatar para que todo camine de acuerdo con el bien común, objetivo supremo de toda colectividad organizada.
            Pero bien ¿cuál es el principio básico de toda Constitución?  Que sea de aceptación general, pues es un acuerdo entre todos los componentes de una sociedad.  La Constitución es algo que acepto porque sé que me favorece en igual medida que a todos los ciudadanos.  Que me limita, por el bien común, como al resto de mis conciudadanos, lo cual me garantiza obligaciones y derechos iguales a los del resto. 
            Como en una sociedad moderna no es posible que diez o veinte millones de personas nos pongamos de acuerdo en algún tema social, se ha creado el mecanismo de la separación de poderes, entre los cuales se encuentra el Legislativo, cuya función es crear las leyes de la República.   Pero esto es lo que JAMÁS debería perder de vista el ciudadano: la potestad de acordar leyes es una función que el PUEBLO realiza a través de sus delegados (diputados), los cuales NO TIENEN DERECHO a legislar a contrapelo de la voluntad popular, vicio que se ha entronizados en nuestras democracias gracias a la indolencia de los ciudadanos.  Los diputados son empleados del pueblo, y deben acatar la voluntad soberana de este, porque si imponen leyes impopulares, están violando la Constitución.   
            La esencia de la democracia se fundamenta en ciertos principios muy simples: predominio de la mayoría, igualdad ante la ley, prevalencia del bien común sobre los intereses de grupos, y transparencia absoluta en todos los negocios del Estado y sus relaciones con los ciudadanos. 
            Desde luego que los hombres que detentan el Poder, han venido realizando en los ordenamientos jurídicos una serie de violaciones sistemáticas que han convertido a las Constituciones y sistemas legales en un parapeto, una enredadera de leyes cuyo propósito es impedir que el ciudadano tenga acceso a los asuntos del Estado, derecho inalienable, bajo una serie de triquiñuelas tácticas a las que les han conferido la categoría de constitucionales.  Por ejemplo, el llamado “secreto de Estado” bajo el cual se cobijan acciones delictivas que deberían estar bajo la jurisdicción del Poder Judicial y ser tratadas como lo que son: delitos comunes.  Los negocios y chanchullos que realizan los funcionarios, se catalogan como secreto de Estado.  Como el asunto de los CAT, los contratos con transnacionales (Las Crucitas) y mil sinvergüenzazas más que se han calificado como secretos de Estado bajo el pretexto de que eso se hace “para no perjudicar la investigación”.  Y con ese truco, se han encubierto centenares de desfalcos al Estado (pueblo), negocios sucios bajo la tutela del Estado.  Venta y enajenación del patrimonio nacional bajo el mismo pretexto.
            En resumen, la Constitución NO es una cosa sagrada; simplemente es un acuerdo entre todos los individuos que forman una sociedad, y que debe cumplirse al pie de la letra, siempre y cuando sea en la búsqueda del bien común; pero si no es así, bien podemos desentendernos de ella, pues recuerden que las leyes se han hecho para servicio del Hombre, y no a este para servicio de aquellas.
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.
E-mail:                        rhizaguirre@gmail.com
Blogs:        “La Chispa”        http://lachispa2010.blogspot.com/    con link a       “Librería en Red”
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