viernes, 5 de noviembre de 2010

850 Apellidos... ¿paterno o materno?

850    “LA CHISPA                  (28 octubre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
APELLIDO   ¿PATERNO… O MATERNO?   
                                      (Notita dominical)
             Uno de los rescoldos más solapados y persistentes del machismo es el asunto de los apellidos.  Al principio solo se utilizaba el paterno; luego, como una concesión, se le arrimó el pegote del materno.  Y lo que más llama la atención, es el hecho de que por ser tan evidente esta costumbre, NADIE se fija en ella.  Su práctica generalizada lleva a la desaparición de los apellidos maternos cuando los hijos son de matrimonios “legítimos”.  Los de los hombres sobreviven casi siempre; sin embargo, si el varón solo tiene “hijas mujeres”, en dos generaciones también se pierde.  Claro que entre los que formamos parte del ilustre grupo de la plebe, con apellidos ultra vulgares, eso parece carecer de algún valor.  Y talvez esa sea la razón por la cual a nadie le ha preocupado este asunto en la América hispanoparlante, ya que aquí todos somos Pérez o López, nombres populacheros que no vale la pena conservar. Otra cosa son las personas importantes, con nombre, como diría Susanita la de Mafalda; pero aquí no hay Windsors, Grimaldis ni Rothschilds.  Lo que explicaría la indolencia al respecto, a pesar de las bravas corrientes feministas.  
Entonces, ¿qué podemos hacer para remediar ese desbalance familiar en cuanto a la igualdad de sexos y derechos?  Parece que portugueses y brasileños lo han resuelto a su manera; pero como es natural en esta gente, se fueron al otro extremo y las mulheres se impusieron en este pugilato, si es que lo hubo.  Sin embargo, no es deseable que deba verse este asunto como una cuestión legal y forzada, sino que debe dejarse a criterio de los padres, pero con algunas salidas obligatorias, si estos no llegan a un entendimiento.  
En Francia es libre la escogencia del apellido que le pondrán a la criatura; sin embargo, hay un principio de injusticia, pues el que elijan para el primogénito, TENDRÁ que ser el de toda la camada.  Y eso no parece imparcial, pues algún chamaco podría diferir en cuanto a preferencia paterna o materna.  En España hay una ley que también hace este tema facultativo; pero si los padres no se ponen de acuerdo, el bebé llevará el PATERNO.  Se impone el machismo, y eso tampoco es justo.  Además, la ley agrega la inequidad francesa: todos los demás hijos usarán el apellido que se le puso al primero.  En Chile también están aprobando una ley muy semejante a la española, con el mismo defecto que se da cuando los progenitores NO coinciden: prevalecerá el nombre PATERNOArgentina anda por ahí, un poco enredado el asunto.  En Alemania los padres deciden el apelativo que tendrá la prole, pero hay una variante.  Ahí las parejas suelen tener un “apellido conyugal” para ambos; y si esta es la situación, ese será el que le pongan todos sus críos.  Pero el colmo de esta situación, por lo contradictorio, se da en los Estados Unidos, país en donde las mujeres han alcanzado la cima de los derechos sociales.  La cuna de la “women liberation” es víctima, talvez porque no les importe, del más grande atropello que existe en cuanto a los apellidos.  Ahí la gente solo usa el paterno, y el de la madre desaparece, aunque este sea de abolengo y la mujer sea hija de un presidente de la nación.  Caso de Chelsea Clinton.   Es más, se elimina el de la esposa, la cual pasa a utilizar el del marido de forma absolutamente legal.  En la sociedad en donde las mujeres han alcanzado los mayores logros igualitarios, existe esta anomalía inexplicable: Hillary Clinton,  Jackeline Kennedy¿Cuáles eran sus apellidos familiares?
En todos los casos anteriores parece existir un principio de injusticia, pues NO se considera la voluntad, el afecto ni las preferencias de los hijos.  No es razonable que un niño o niña, hija-o de un marido que abandonó a su familia, tenga que llevar el apellido de su padre solo porque este estaba casado con su madre.   Hay millones de personas que preferirían llevar en primer lugar el de sus madres, sobre todo, por los méritos que estas suelen hacer con sus retoños.  Hay otros que ni siquiera conocieron a su progenitor (porque murió o abandonó del hogar) y tienen que cargar con un nombre de una persona absolutamente extraña.   En todo caso, el asunto debería plantearse con dos salidas: que los padres decidan cuál va primero; pero además, que quede abierta la posibilidad legal para que los hijos cambien el orden de estos cuando lleguen a la mayoría; o que eliminen el que no les guste.  O ambos, y que los cambien por otros.  Y en apoyo a esta tesis que parece una exageración, debemos recordar que hay infinidad de apellidos verdaderamente horribles e inadecuados.  Eso sin contar los nombres de pila, tales como Epifanio o Serafina.  Y corregir ese tipo de absurdos, debe ser un derecho de las personas, aun cuando sean menores de edad.  Yo tengo un sobrino llamado Donald, y sé que sufrió horrores en la escuela.  Por aquello del pato. También tuve una alumna llamada Santos Rudecinda.  Esta jovencita, por dicha, logró cambiar su nombre antes de que lo estamparan en su título de bachiller.  ¿Se imaginan ustedes lo que es llamarse así cuando estaba en su apogeo el programa de Tres Patines?
Hay progenitores que parece odiaran a sus hijos, pues suelen ponerles nombres abominables tan solo para conservar el “linaje” paterno, como Fermín, Orestes, Cipriano y otros adefesios parecidos.  De esa manera, hay criaturas que son bautizadas con nombres que van desde lo espantoso hasta lo cómico.  Y eso es un crimen que se perpetra en contra de alguien que no puede defenderse.  Por lo tanto, la ley debe dejar abierto un portal para cuando estos crezcan y puedan expresar su voluntad en cuando a semejantes desatinos paternales.  ¿Cómo pueden ponerle Severo a un niño?  ¿O Clavel?  Yo conocí a un hombre que era apellido Blanco y le pusieron Clavel por nombre de pila.  Así que ante semejante grosería, él decía llamarse Clável, con tilde en la a.  Esto no es una broma, aunque lo parezca.  Existen apellidos Piña, Mora, Cerdas, Jugo, Pichardo, Ratón, Rincón y Beteta, que son un verdadero atentado en contra de sus poseedores; sobre todo, cuando se combinan por matrimonio y se les agrega el “de”.   Elena Rincón de CerdasMaría Jugo de Ratón.  Conozco un matrimonio en el que el marido es Matamoros, y la esposa, Mora.  Las leyes, costumbres o vanidades, NO deben perpetuar estas agresiones en contra de los niños.  ¿Se imaginan lo que es llamarse Cosme?
Mi hija Ivania, cuando tenía diez años le preguntó a mi madre: ¿Abuelita, quién me puso ese nombre tan tonto?    ¡Y yo tan orgulloso que estaba de haberla llamado así!
Pero todavía hay otra salida a este asunto: que las niñas lleven el apelativo materno, y los varones el de su padre. Esa solución no es machista ni feminista; o es ambas cosas, pero sin mucho abuso.  Así las mujeres y varones perpetúan sus nombres según el sexo de sus hijos.  Jorge Gómez y María Brito tienen dos hijos: Juanita y Manuel.  La niña será Juanita Brito-Gómez, y el niño Manuel Gómez-Brito.  En todo caso, siempre conservarían la posibilidad de cambiárselo o eliminarlos a cualquier edad; pero en el entendido de que una vez que lo hicieran, ese sería su nombre por el resto de la vida.  Por aquello de los títulos escolares y las propiedades que puedan adquirir.  La única discusión es acerca de cuándo se podría tomar esa decisión por parte de los menores.  Las mujeres tienen la última palabra… como siempre.
Apellidescamente
                            RIS
                            

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