miércoles, 3 de noviembre de 2010

653 ¿Cómo defendernos?

653     “LA CHISPA”     (17/06/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿CÓMO DEFENDERNOS DE LA COSMÉTICA ARTIFICIAL?
            Como es obvio que no podemos prescindir de ellos, nos queda la alternativa: utilizar productos naturales.  Pero esto nos lleva a otro dilema: la CERTIFICACIÓN, asunto del que la gran mayoría de consumidores americanos no tenemos ni la menor idea de lo que significa.  Y aunque esta es una obligación moral de los fabricantes, también adquiere la condición de responsabilidad civil, financiera y penal cuando los productos que nos venden como aptos para el consumo o la salud pública entrañan algún tipo de peligro.  Por leve que sea; aunque solo sea una sospecha, debe ser motivo para la reflexión.  ¿Y quiénes tienen la autoridad para exigir que las normas de seguridad se cumplan?  Los CONSUMIDORES, los que PAGAN, dicho en el único lenguaje comprensible por la industria.
            Como sabemos que la cosmetería es muy poderosa en USA, debemos sospechar que esta no se somete a los dictados de seguridad que exigen los estándares europeos para certificar los productos.   Y aunque ya existe la USDA, los cosméticos norteamericanos están bajo una duda razonable.   Así que bien podemos preferir los europeos, zona donde existen cinco agencias que GARANTIZAN la condición natural de lo que ofrecen los fabricantes de cosmetería natural o ecológica.  Estas tienen sus sellos y son reconocidas mundialmente: La de mayor prestigio es la BDIH alemana; luego está Ecocert, Qualité France, Soil Association, Cosmebio y Deméter.  Por ejemplo, Ecocert tiene oficinas en más de ochenta países en todo el mundo.  También hay una serie de laboratorios conocidos e independientes que hacen los análisis de todo el proceso de fabricación y dan el respectivo sello de “natural o ecológico”  a la marca que lo solicita para entrar a ese apetecible mercado.   Sin embargo, no olviden que hay muchas fábricas que venden multitud de productos bajo la etiqueta de NATURALES, pero que no lo son.  Es un mercado difícil que nos obliga a ser cuidadosos y a estudiar con detenimiento las etiquetas.  Desde luego que JAMÁS podremos convertirnos en autoridades en un campo tan vasto y complejo, pero al menos podremos distinguir muchos de los químicos más dañinos que se incorporan en gran cantidad de artículos de belleza.  En Europa ya hay más de mil sustancias prohibidas en la confección de cosméticos; sin embargo, es probable que en la América Latina, donde no hay controles oficiales, se sigan utilizando muchos de ellos.  Esa es la razón de estas “Chispas”: advertir para que cada ciudadano se convierta en un consumidor selectivo y cuidadoso con lo que consume.
            Las cinco organizaciones que controlan y certifican tienen parecidas agendas, así que se puede elegir una sola para indicar cuáles son las normas generales que le dan la calidad de “NATURAL” a cualquier cosa que le ofrezcan en el mercado:
1)     Todas las plantas que se utilicen deben ser de cultivo ecológico.
2)     No deben tener materia prima derivada de animales.
3)     Se permite el uso de sales minerales y materia prima obtenida de los minerales, menos los del punto 5.
4)     Todos los emulgente y tensoactivos deben ser de origen vegetal: grasas, aceites, lecitinas, ceras, etc.
5)     Prohibidos TODOS los colorantes y fragancias sintéticos, siliconas, materiales etoxilados y parafinas y otros derivados del petróleo.
6)     Se permite el uso de conservantes naturales como el ácido benzoico, ácido ascórbico, acido salicílico y alcohol bencil.
7)     Se prohíbe todo tipo de RADIACIONES con el fin de eliminar gérmenes tanto en la materia prima como en los productos terminados.
8)     Los fabricantes DEBEN someter sus productos al análisis en laboratorios independientes que revisan y otorgan el respectivo sello BHID, Ecocert, COSMEBIO,  Soil Association o el que sea.
Como pueden ver, esta es una materia muy técnica y difícil de entender por parte de los que somos simples consumidores.   Por lo tanto, debemos confiar en esas asociaciones si podemos consumir cosméticos europeos o americanos certificados (USDA), como “Green people”, “Weleda!, “Alqvimia”, “Logona”, “Sanoflore” y otros.  Pero los que no podemos darnos ese lujo, tenemos que comprar “lo nuestro aunque sea malo”, como decía un eslogan.    Y ¿qué pasa con los cosméticos hechos en América Latina?  ¿Son totalmente confiables?  Por supuesto que NO.   Lejos de eso.  Así que no nos queda más remedio que estudiar un poco.  Como dije: la química cosmética es insondable y no todos podemos estudiarla a fondo; pero eso sí, podemos conocer los principios básicos sobre los cuales se asienta y conocer las principales sustancias tóxicas que utilizan en la fabricación de su mercancía.  No hay otro camino.  Si de entrada sabemos que los aceites minerales, los colorantes, preservantes, solventes y aromatizantes artificiales son nocivos, ya hemos dado un paso gigantesco en nuestra información para convertirnos en consumidores responsables.  Y después de una larga y cuidadosa observación y estudio, estaremos en capacidad de defender nuestra salud por cuenta propia, sin depender del “Ministerio de Salud” o de la propaganda parcializada de los fabricantes.  Si cada vez que nos vamos a espolvorear en cualquier parte de nuestro cuerpo (en especial a los niños) nos acordamos de que el talco es similar al amianto o asbesto, estaremos en situación privilegiada para protegernos y defender a los nuestros.  Si recordamos que el hidróxido de aluminio (presente en todos los desodorantes) es sospechoso reproducir cáncer del seno, habremos dado un paso grandioso en la preservación de nuestra salud.   Lo mismo con el lápiz de labios y la infinidad de cremas que contienen aceites minerales derivados del petróleo, y que son cancerígenos.   Espero que tomen esta advertencia con interés pero sin fanatismo.  Estudien, la Red está repleta de información valiosa; aunque también de tonterías.
            Fraternalmente
                                   RIS

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