lunes, 8 de noviembre de 2010

844 ¿Qué podemos o deberíamos comer?

844    “LA CHISPA                                                                                                                            (Notita dominical)        (20 octubre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ PODEMOS O DEBERÍAMOS COMER?
            La Red está repleta de fórmulas, consejos, dietas, bromas y, mucho alarmismo.  He recibido cien advertencias de lo que se debe comer o no.  De lo que produce cáncer y qué lo cura.  De todo y a granel.  Y esto suele confundirnos y, en lugar de ser una salida, nos encierra en la duda y el desamparo.  Es por eso que me permito sugerirles algo que talvez pueda ayudarnos (yo lo practico) a resolver al menos la parte sicológica del problema, si es que esto nos trae alguna preocupación.  Unas pocas reglas de sentido común, nada de magia ni resultados espectaculares para verse en cinco o diez días.  Veamos:
1ª) Si puede, coma solo productos naturales y frescos.  Verduras y frutas de las llamadas “orgánicas”; pero si va a pagar un poco más, asegúrese de que le están vendiendo un producto genuino.  Solo en eso se ahorrará tragar la multitud de agroquímicos que usa la industria alimentaria en la producción en masa.  No puede ser saludable consumir semejantes cantidades de químicos que se incorporan a los tejidos de los frutos o granos que comemos.  Esto no es cuestión de ciencia o prejuicios sino de lógica.  Pero si no puede o no quiere hacerlo, lave bien todos los vegetales que va a usar; y pélelos, incluidos los tomates, pues es en la piel donde se acumula la mayor cantidad de químicos con los que son tratados; además, esta está expuesta a todo tipo de contacto físico.  Recuerde: PÉLELOS TODOS. No es cierto que en la cáscara está “lo mejor”  Al menos no hay estudio que así lo pruebe.  No crea todas las cosas que lee en la Internet.   
            2ª)  Evite TODOS los alimentos enlatados, pues para que duren hasta la eternidad, se han sometido a procedimientos artificiales y se les ha agregado toda clase de químicos preservantes cuyo efecto en el organismo usted desconoce.  No es que el benzoato de sodio de una chilera nos va a matar en un mes, pero sus efectos a la larga, pueden ser peligrosos.  Hay estudios que así lo aseguran, y usted puede consultarlos en cualquier fuente.  Siempre tenga presente que a la INDUSTRIA ALIMENTARIA le importan un carajo su salud o buena  nutrición.   Ellos solo quieren vender en cantidades enormes.  Acostumbre a sus niños a los refrescos naturales, a esos que se ponen “malos” después de veinticuatro horas de confeccionados.  Es cierto que es muy práctico meterles en el bulto escolar una Red Bull o una Coca con dos bolsas de meneítos.  Pero esos “alimentos” pueden ser peligrosos con el tiempo.  No es que una Coca o un paquete de picaritas nos vayan a matar de un día a otro, pero son sustancias muertas sujetas a laboriosos y complicados procesos que no dejan nada nutritivo en ellas.  Y en muchos casos, pueden contribuir al mal funcionamiento de nuestro organismo.  Evite, pues, todos aquellos alimentos que han sido momificados para durar años en su empaque.  Cuando tenga sed, beba agua, el único alimento hecho para aplacar esa necesidad biológica.  Ninguna otra sustancia quita la sed de verdad.  Claro que ahora ya no podemos beber agua “sana” por completo porque esta ha sido alterada para el consumo masivo.  Le agregan CLORO, una mortífera sustancia que destruye las cañerías por las que pasa.  Averigüe qué otras cosas le echan al agua de su casa, en qué proporciones y quiénes vigilan que el procedimiento sea “correcto”.  Todo aquello que haya sido sometido a “procesamientos” es sospechoso.  Evite estos productos en la medida de lo posible, y si le gustan mucho, al menos reduzca su consumo a cantidades mínimas.  El organismo puede lidiar con estos venenos cuando no son tan abundantes ni repetitivos. 
            3ª)  No se unte sobre la piel ningún producto que no sea natural y de efectos bien conocidos a través del tiempo.  No sea esnobista ni use cremas y lociones novedosas con sustancias cuyos efectos se desconocen.  Muchos productos de “belleza” están dentro de esa categoría de peligrosos, como aquellos que contienen aluminio (desodorantes) y otras drogas sujetas todavía a investigación y duda.  Sea cuidadoso-a y prudente.
4ª)  Dicen que algo tiene el agua cuando la bendicen.  Desconfíe de aquellas comidas que se publicitan demasiado como la panacea alimentaria.  Tales como la leche, carne y huevos.  Es posible que en alguna época de la evolución del hombre lo fueran.  Como los africanos que matan el antílope de carne sana fabricada con la hierba de las praderas.  O que toman el pescado de los ríos y aguas cristalinas de los lagos o mares.  Pero la carne de las reses preparadas artificialmente para el consumo a gran escala, son animales ahítos de hormonas e infinidad de químicos para “mejorar el engorde y la producción”.  Su carne es un producto tóxico.  Lo mismo que la de todos los animales que son criados por la industria alimentaria para el consumo humano: pollos, terneros, peces, ovejas, pavos…  Son engordados a base de químicos con un propósito único: que pesen más, aunque sean pura grasa nociva.  Es por eso que se sospecha que todas estas carnes son cancerígenas y productoras de innumerables dolencias.  Pero la propaganda de la industria es abrumadora y silencia toda voz de alerta de los consumidores; incluso en los Estados Unidos, en donde estos son tan poderosos.  Capítulo aparte merece la leche, pues la industria de esta es un comercio de billones de dólares en todos los países; de ahí que cuente incluso con la complicidad de los ministerios de salud, los dietistas y médicos en general.  Esta es como la producción del guaro, un negocio dañino pero que deja enormes ganancias en manos de la industria y los gobiernos. 
No es cierto que el hombre necesite tomar leche, ni siquiera los niños.  La necesidad de esta solo se da en esa época biológica conocida como “lactancia”.  Y esa NO es intercambiable.  Cada mamífero produce una leche especial y única para sus crías.  Así como la hembra humana produce leche para la suya.  Porque si no fuera así, bien podríamos alimentar a los bebés humanos con leche de elefanta, búfala, gata, perra, rata, coneja o cualquier otro mamífero.  ¿No es así?  Entonces, ¿por qué se nos revuelven las tripas cuando pensamos darles a nuestros hijos leche de zorra, zarigüella o de mona chimpancé?  ¿Y por qué sí la de vaca?
Todo esto es cuestión de sentido común… si lo ejercitamos.  Piense en lo que se le hace a la “carne” con la que se preparan los embutidos.  ¿Sabe usted lo que le agregan para que esa carroña dure “de por vida”?
            Con afecto
                               RIS
                            


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