miércoles, 24 de noviembre de 2010

768 La cultura guarera


768     “LA CHISPA”          (20 febrero 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA CULTURA “GUARERA”
            Nada nuevo, solo unas reflexiones.  No se puede conjugar el papel protector que el Estado debe ejercer en la sociedad, con la de recaudador implacable y voraz de impuestos, vengan de donde sea.   Y ese es el caso de los que producen los licores.  Como estos generan grandes sumas de dinero, el Estado patrocina, defiende e incentiva su consumo, ya sea mediante lo permisivo que es con su propaganda comercial, o mediante el otorgamiento indiscriminado y sin el adecuado control de patentes de bares y permisos de venta de licor en todos los negocios.  En los supermercados se vende guaro desde las 8 de la mañana.  ¿Y por qué?  Porque estos pagan buenos impuestos al gobierno.  Cuanto más guaro se consuma, más dinero en las arcas de este para satisfacer lo que sea (ustedes saben qué). Es triste que el ente responsable de la salud y seguridad de los ciudadanos, sea el que facilita el camino hacia toda clase de males, solo porque de este comercio obtiene pingües ganancias.  El interés por encima de la moral.  Y casi todo parte de una premisa equívoca: que el ciudadano “mayor de edad” tiene la capacidad de elegir adecuadamente lo que le conviene o no, y el Estado tiene que respetar esa decisión.  Pero como en el ejemplo de la “Chispa” anterior, repito: “La mayoría de edad y una cédula no son garantía de buen juicio en la escogencia de las ofertas que nos hace la sociedad de consumo”.
            Miles de personas adultas siguen siendo niños en muchos aspectos en los cuales necesitan la guía de otros adultos de verdad.  Pero como tienen cédula, pueden comprar el guaro que quieran en los miles de sitios de expendio de ese veneno.  Como son “mayores” pueden darse el lujo de ignorar a sus padres, hijos, amigos y familia.  Y el estado respalda esa conducta con su indiferencia o lenidad.  ¿Qué caminos hay para remediar esta situación tan perjudicial a la sociedad en general, pero principalmente a nuestra juventud, como el caso de los universitarios?  La primera de ellas es la reglamentación del comercio del licor.   Como hemos vivido dentro de esa cultura, hemos llegado a verla como algo natural, inevitable y casi necesaria.  Es la cultura del capitalismo consumista: triyones de dólares se mueven en ese comercio de muerte y degradación.  Y contrario a lo que la gente cree, que se trata de un negocio menor, esta actividad tiene una dimensión económica incalculable para los estados y los grupos que la protegen y realizan.  Los grandes guareros, productores y gobiernos, obtienen fabulosas ganancias con este inmoral comercio que en Costa Rica, hasta hace poco tiempo era un monopolio del Gobierno, así como lo están leyendo.   Una auténtica vergüenza
            De ahí deriva el compromiso del Estado con los comercializadores del alcohol.  Este se niega a ponerles limitaciones porque aquellos producen grandes ingresos al Fisco.  Esa es la razón por la cual se vende guaro en todas partes y a todas horas, todos los días.  Y las autoridades lo saben.  Incluso en los turnos y fiestas escolares y colegiales se vende licor.  Todo el mundo lo sabe y se hacen los tontos.  O nos hacemos.  La cultura guarera nos ha hecho creer que sin guaro no puede haber alegría, baile ni sexo.  El licor es el preámbulo a todos los relajos, y todos sabemos que si “le metemos un par de cuartas” a una mujer, el camino a la cama se expedita.  Es un procedimiento reglamentario y cajonero.  Solo es cuestión de jumarla…
            ¿Se puede reglamentar como paso previo a su eliminación?   ¡Claro que sí!  El mundo musulmán es la prueba de que sí se puede.  Cuando el Ayatola Khomeini tomó el poder y ordenó la destrucción de todo el licor existente en Persia, alguien le dijo: “Podemos reexportarlo y obtendríamos grandes ganancias”.  A lo que  Ruholla le replicó: “Destrúyanlo, pues no se trata de que no dañe a un musulmán, sino a ningún ser humano”.   Hermosa lección que el capitalismo, en forma esmerada, se ha cuidado divulgar.  Desde luego que habrá miles, talvez millones de personas que protesten y juzguen que eso “es un crimen en contra de la democracia y la libre empresa”.  Incluso los estados se opondrán a la medida.  Pero es posible si de verdad hay interés en el bienestar del pueblo.  Solo piensen en esto: el licor produce más enfermedades, muertes, abusos, crímenes, violaciones, embarazos no deseados, daños, pobreza y degradación que TODAS las otras drogas conocidas juntas.  Lo que pasa es que las otras son más “publicitadas”, pues es más glamoroso un actor cocainómano de Hollywood que un borrachito de San José o Lima.
            Podríamos empezar con clausurar la mitad de las patentes que hay en el mercado negro de ese comercio; cerrar la mitad de las cantinas y prohibir la venta de licor en TODOS los negocios que nos sean exclusivos para ese fin, como las licoreras.  No parece ético que establecimientos para el expendio de alimentos vendan guaro a la par de la leche o los pañales.  Claro que eso no le importa al capitalismo feroz, pero sí debería interesarle al Estado.  También debe limitarse el horario de venta y atención al público.  Las cantinas deben abrirse a las 6 PM y cerrarse a las 11 PM, pues eso es tiempo de sobra para jumarse.  En una sociedad “joven”, sin el suficiente buen juicio para hacer elecciones, es necesario que las autoridades le fijen límites al ejercicio de su libre albedrío, sobre todo, cuando este no es el más acertado.  Y ese es el punto que TENEMOS que admitir: que no tenemos la suficiente madurez para enfrentar con éxito la propaganda abrumadora de ese comercio ni, como es conocido, el peso histórico de una cultura guarera que se ha convertido en genética en grandes capas de nuestras sociedades latinas, y que constituye la principal desgracia de nuestras poblaciones que son víctimas de ese azote.  Y lo que es peor, patrocinado por las autoridades, sin más guía que la sed de hacer dinero.
            Jóvenes, viejos, hombres, mujeres e incluso niños, son el objetivo de aquellos que se dedican a fomentar la “cultura del guaro”, respaldada en la mayoría de nuestros países por la autoridad de los Estados.   La gran paradoja latina: el órgano nombrado para preservar la salud y bienestar de los pueblos, es el principal alcahuete de una actividad criminal que no solo mata a millones, sino que degrada a todos aquellos que se convierten en sus víctimas.  Algo tenemos que hacer.  Ayúdenos a buscar alternativas, pues es seguro que entre todos podremos encontrar la manera de paliar parte de la magnitud de este problema…  por ahora.
            Ricardo Izaguirre S.    E-mail: rhizaguirre@gmail.com 
Blog:   “La Chispa”      http://lachispa2010.blogspot.com/        con link a       “Librería en Red”
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