miércoles, 26 de diciembre de 2012

88 Los colegios profesionales



88   LA CHISPA                             


Lema:   “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LOS COLEGIOS PROFESIONALES

            La Historia nos demuestra que los grandes y verdaderos descubrimientos que conoce la humanidad, no han sido producto del trabajo de grupos, sino de genios individuales; con algunos ayudantes quizás, pero solitarios en esencia.  Pareciera que los genuinos logros de la ciencia están reservados a la mente individual y no a los colectivos.  Ninguna Academia o Colegio ha producido un genio fuera de serie, y ninguno de ellos ha pertenecido a Colegio alguno.  Es más, estos Colegios tienen infinidad de manchones morales en sus respectivas bitácoras, pues son ellos los que se han opuesto, criticado, ridiculizado y hecho escarnio de infinidad de genios que, en algún momento, presentaron hallazgos y conclusiones que contradecían a “la ciencia oficial” de las Academias.  Allí están Galileo, Kepler, Bruno y Servet como testigos.  La Sabiduría real nunca ha sido propiedad exclusiva de los hatos o parvadas, sino de hombres solitarios que, en comunión profunda con la Naturaleza, han recibido de esta la inspiración necesaria para descubrir alguna parte de la Verdad, con la cual se ha ido armando el vasto mosaico de la ciencia moderna.  No, la sabiduría y el conocimiento NO SON ATRIBUTOS EXCLUSIVOS DE LOS COLEGIOS. 
            Allí tenemos a Max Planck, genio extraordinario cuyas teorías constituyen la base de la Mecánica Cuántica, la cual abrió la puerta al mundo subatómico, y les dio los elementos necesarios a otros sabios como W. Heisenberg, L. de Broglie,  E. Schrödinger,  P.A.M. Dirac, M. Born y otros, para que penetraran en un mundo novedoso que se apartaba por completo de la física clásica.  Y este monstruo de la ciencia era un francotirador solitario, al cual, después de sus enormes descubrimientos, todos los Colegios y Academias del mundo nombraron miembro honorario, para disfrutar del esplendor de este genio sin paralelo; pero él no fue el producto de ningún Colegio.  Allí también tenemos a la polaca María Sklodowska-Curie, que en la soledad de su casa, logró la portentosa hazaña de descubrir el radio y el polonio.  Dos veces premio Nobel, y no pertenecía a colegio alguno.  Es cierto que después de su triunfo, todos los Colegios del mundo la inscribieron en sus libros de asociados; pero su trabajo fue en solitario, no producto de aquellos.
            Cervantes no pertenecía a la Real Academia; tampoco Rubén Darío fue miembro de esa Institución ni de ningún colegio; y sin embargo, este último marcó un “antes y un después en la historia de las letras hispánicas.
            Ni Galileo ni Copérnico fueron “colegiados”.  Cristóbal Colón tampoco.  Y es seguro que no ostentaban esa categoría Platón, Sócrates, Leucipo, Demócrito, Erasmo, Virgilio o Víctor Hugo.   En solitario trabajaron Erich Strassman, Otto Hann y Becquerel en sus laboratorios de alquimia.  Es cierto que compartieron, pero lo grandioso de su trabajo, fue producto de la individualidad.  Beethoven era como un pizote, hosco y solitario, y en ese mundo final de sordera produjo en soledad, la más espectacular música que se haya oído en la tierra.  Y no era colegiado ni el producto de un Colegio.
            Entonces, ¿cuál es la utilidad social de los Colegios?  O mejor dicho, ¿cuál es el propósito real de estas organizaciones?  No el de los pretextos justificativos (esos, todos los conocemos de sobra), sino los verdaderos.  ¿Son los Colegios cubiles y reductos de gavillas de mediocres carentes de la luz del genio?  O dicho de otra forma, ¿necesita un hombre de genio el soporte de un Colegio profesional?  Bien sabemos que la enorme masa de la población está formada por mediocres, no importa que sean profesionales y cuál sea su profesión; la mayoría son medianejos y forman esa ilustre capa de la MEDIOCRACIA que permea todos los estratos de nuestra sociedad.  Esa es la causa única de la existencia de los colegios.  El Colegio es el parapeto detrás del cual se agazapan, refugian y protegen los miembros de una determinada profesión. Y eso, como dije en otra “Chispa”, para compensar su falta de fuerza y talento individual, con el respaldo de la manada.  Algo así como los “colegios” que forman los chacales y las hienas.  El hombre de genio o poderoso NO NECESITA de una pacotilla para hacer valer y brillar sus derechos o su  talento.  Solo los inferiores.                                        
Los mediocres son, entre otros defectos, racistas y xenófobos, y por eso necesitan de los colegios espontáneos que se forman fugazmente para ofender, desde el anonimato del tumulto, a los extranjeros que se distinguen.  Es por eso que hay colegiados que prefieren que la población se muera por falta de atención médica, en lugar de que “su” colegio permita el ingreso de especialistas de otros países.  Son los mismos que, por idénticas razones, prefieren que un velo de analfabetismo cubra al país, antes que el Colegio autorice la importación de buenos profesores.  Y encapuchados detrás de los más deleznables pretextos, dejan en claro que la única razón que los mueve es el EGOÍSMO PROFESIONAL.  Que nadie les pueda quitar parte de lo que ellos consideran su feudo particular del cual sacan su pitanza.
Solo los incompetentes son los que necesitan del apoyo oficial (por ley de colegio) para poder ganarse el sustento  en su oficio.  Estos nunca se destacan, solo forman parte del colegio, de “los únicos que tienen derecho a ejercer determinada profesión”.  Son los que una vez colegiados, pueden inscribirse en el Servicio Civil y, por número o palancas, alguien tiene que darles un puesto en alguna rama del gobierno solo porque están colegiados y ocupan el número tal en la lista de espera.  Que sepan o no sepan un carajo es lo de menos.  Estos anodinos son incapaces de subsistir en la calle, en la competencia real.   ¿Cuántos medicuchos que destazan gente en los hospitales del Estado tendrían un cliente en su propia clínica?  ¿Cuántos incompetentes del Derecho sobrevivirían en un bufete particular?  Esa es la causa de los Colegios, y estar “colegiado” es glorioso para ellos.  Son esas legiones de adocenados que, una vez graduados, con mucho gusto cerrarían la escuela en la cual estudiaron.  Y son los mismos mediocres que, una vez viejos, quieren limitar la profesión incluso a sus colegas recién llegados al campo laboral.  Son esos abogados que quisieran que los jóvenes no pudieran ser notarios; o los médicos que desean que todos los recién graduados, tuvieran que prestar un servicio social de veinticinco años en África.
Los mediocres son felices formando organizaciones, corporaciones, gremios, asociaciones y, en fin, todo tipo de Colegios que puedan “defender sus derechos” y les garanticen la exclusiva en el ejercicio de una determinada actividad.  Como si un profesional competente necesitara que alguien lo defienda.  El que es capaz, se hace valer y tiene clientela, y es esta la única que dicta el veredicto final e inapelable de su calidad profesional.  Lo demás, son cuentos de “colegiados”.  Ni siquiera la Universidad ni su hoja de calificaciones pueden decirnos quién es quién en capacidad laboral.
Algunas veces los Colegios parecen olvidar la ética que rige el oficio y se dedican a la defensa, a ultranza, de “colegiados” incapaces que han cometido fraudes y fallas inadmisibles en cualquier campo profesional, sin importar la magnitud del error o los derechos de las personas que han sido perjudicadas.  Allí no parece importar la moral ni la responsabilidad que debe recaer sobre un incompetente.  El Colegio solo está para defender a sus asociados y dictaminar fallos absolutorios a favor a favor de estos.  No importa lo que hayan hecho; aunque eso implique haber matado a un centenar de personas por sobre irradiación o envenenamiento.  Todo mundo sabe la VERDAD, pero esta a nadie le importa en el Colegio.  Solamente la impunidad del “colegiado” es lo que cuenta para aquel. Es una de las razones por la cual se paga la colegiatura puntualmente: para estar a salvo de las consecuencias de la propia incapacidad.  Es un seguro contra la mediocridad.  Los colegios son el refugio de la mediocracia.
Las prostitutas no han formado su colegio solo porque no tienen suficiente influencia política.  ¿Se imaginan si pudieran lograrlo?  Nadie, salvo ellas, podría ejercer la fornicadera de cualquier naturaleza: permanente, ocasional, intermitente, aburrida, emocionante o divertida.  Y si no fuera bajo su revisión o aprobación mediante el timbre oficial del Colegio de Prostitutas, el ejercicio de esa añeja y simpática profesión sería del dominio exclusivo de las “colegiadas”.   ¿Qué les parece?  Colegitis aguda.
Si le gustó esta “Chispa”, hágale copias y distribúyalas como quiera; este periodiquito todavía no está “colegiado”, y su utilización está libre de timbres... por ahora.
           
Colegialescamente
                                   Ricardo Izaguirre S.

Correo electrónico: rhizaguirre@gmail.com

84 La ciudad de los embudos



84     LA CHISPA                                  


Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

SAN JOSÉ: LA CIUDAD DE LOS EMBUDOS.

            San José es una ciudad colapsada.  ¿Ya lo había dicho?  Innumerables veces.  Pero no solo eso, es una ciudad moribunda que arrastra en su caída a todos sus moradores.  Contaminación espantosa que a nadie parece importarle un zapallo.  Ruido enloquecedor, suciedad detestable y gente agresiva dispuesta a matarse o matarnos por nada, o por ganarse un segundo para ir a detenerse debajo del próximo semáforo.
            San José está llena de dementes criminales que, al volante de cientos de miles de máquinas infernales, la convierten en una ciudad terriblemente peligrosa.  Hombres y mujeres de apariencia bondadosa, educados o no; jóvenes o viejos, basta que se pongan detrás de los mandos de un vehículo, para que sufran una transformación tan radical como la del doctor Jeckyll.  Estas personas, verdaderos energúmenos, no parecen sentir la mínima consideración por nadie ni por nada, pues parecen locoides poseídos de una furia homicida incontrolable.  Tal pareciera que su prisa es lo único importante en el mundo, y que todos los demás deberían desaparecer de la faz de la tierra cuando ellos tocan en forma impertinente las pitoretas de sus vehículos.  Pero, ¿es toda la culpa de los choferes, o buena parte de esa conducta es determinada por el trazado vial de la ciudad?  Manejar en San José es desesperante, angustioso, de locura.  No puede ser cómodo conducir un carro en una ciudad que solamente tiene una calle (avenida segunda) que merezca ese nombre; las demás, son callejuelas angostitas que fueron diseñadas cuando en la aldea madre únicamente había carretas y carretones que llegaban hasta el mercado central. 
            ¿Cómo es que los gobiernos y las municipalidades han permitido el crecimiento desaforado de una ciudad sin orden ni concierto, y sin ninguna planificación futurista?  Cada día se edifican nuevas urbanizaciones que se construyen a capricho de los urbanizadores, con callejuelas en las que no pueden pasar dos carros simultáneamente.  Estas “urbanizaciones” caprichosas, con sus calles orientadas hacia el sitio que les conviene o les da la gana a los dueños, constituyen verdaderos tapones viales que hacen imposible la circulación normal norte-sur, este-oeste.  Toda urbanización debería estar formada por cuadrantes de ochenta a cien metros de lado; con amplias calles de quince o veinte metros de ancho, y todas orientadas de acuerdo con el patrón fundamental de la ciudad.  Es decir, si la avenida central de San José va de este a oeste, y la calle central de norte a sur, TODAS las urbanizaciones deberían seguir el mismo esquema urbanístico para que, cuando la ciudad las englobe, puedan integrarse orgánicamente al diseño de esta sin producir tapones.  Pero lo que pasa ahora es caótico, cada conejera de esas constituye un bloqueo del tránsito hacia las afueras de la ciudad.  No puede ser que para conveniencia de los “urbanizadores”, en un lote con forma circular, se tracen una serie de callejuelas en círculo para poder acomodar una infinidad de lotecitos de ocho por diez o doce varas.  Y que además, se le haga una entrada y salida única; algo así como si fuera una especie de burgo medieval y no una parte de una ciudad moderna.  Todo el mundo construye este tipo de adefesios, a los cuales es imposible darles alguna forma técnica de incorporarse a la ciudad sin desentonar con la orientación normal de esta.  Los Hatillos son el ejemplo clásico de ese desorden urbanístico.  Pero no solo son esas pocilgas que, por razones económicas, se construyeron de esa ridícula manera, sino que, multitud de urbanizaciones con casas de alto costo, siguen el mismo absurdo estilo.  Y todo para beneficio exclusivo de los “urbanizadores”.  Un lote en forma de triángulo, rombo, círculo, anillo, elipse o lo que sea, es “urbanizado” de manera que salgan el mayor número posible de lotes.  Y cuanto menos espacio se dedique a las calles, mejor para el “urbanizador”.  De ahí que haya calles norte-suroeste, y otras que empiezan en el sur y terminan en el sur.  De manera que cuando la ciudad “llega” hasta esas urbanizaciones, pierde la continuidad armónica y se forma un embudo a veces sin salida, es decir, barriadas en las que hay que salir por donde se entró; verdaderos tapones.
            ¿No tienen visión de futuro nuestros ingenieros responsables del diseño urbanístico de la ciudad?  ¿Tienen que plegarse a la voluntad de las todopoderosas Mutuales de la Vivienda?  Se explica que estas hagan lo que hacen, pues no son más que mercaderes interesados únicamente en hacer dinero, pero ¿se justifica que el Estado permita que estos hagan lo que les dé la gana y ahoguen la ciudad con esos esperpentos que son verdaderas trampas viales?
            Pero ese caos no solo se da en barrios y urbanizaciones, sino que es en el ámbito total de la ciudad; el pequeño tapón o embudo de cada una de estas barriadas, ha traído como consecuencia de su efecto sumado, que San José se haya convertido en “la ciudad de los embudos”, como dice el título de esta “Chispa”.  Analicemos la situación cuidadosamente: si usted se encuentra en el sur de la ciudad (avenida diez, doce, veinte o la que sea) y quiere ir a Cartago, puede seguir hacia el este por cualquiera de esas avenidas, pero a medida que avance, verá cómo se le van cerrando las posibilidades de seguir en línea recta hacia el este.  Finalmente, verá que es empujado, por la fuerza del diseño de la ciudad, hacia el norte, es decir, hacia la avenida segunda.  Y vaya por donde vaya, tendrá que caer, “a güevo”, en la avenida que va a la Universidad y a San Pedro.  No hay escape, salvo el laberinto de la rotonda de las Garantías para que, con suerte, pueda escaparse por Zapote, en el tráfico endiablado que pasa por el Registro Nacional.  Lo mismo le pasa si está al norte de la ciudad.  Ese es el embudo del Este.
            Si usted quiere ir hacia el norte de San José (Tibás, Santo Domingo, Heredia, etc.), tiene que enfrentarse contra el “Embudo del Norte”, el cual está formado por la callejuela que va a Tibás, y que es verdaderamente infernal. Y aunque esta es complementada por la carretera que va a Limón, salir de ella por la calle de la Florida, es una verdadera pesadilla.  También queda la alternativa de irse por la Uruca; pero para eso, tiene que tener la paciencia de Job, para lidiar con el tráfago alucinante y aterrador de esos pocos kilómetros, en donde se puede ver la mayor colección de todos los disparates viales que pudiera imaginarse un demente.
            Luego está “el Embudo del Sur”, el cual, no importa para donde vaya usted, o en qué parte de San José se encuentre, este lo obliga, “a güevo”, a pasar por Plaza González, el Centro Comercial del Sur y la rotonda del puente.  Un poco más hacia el oeste hicieron un escape por el Parque de la Paz, pero este también cae a la calle de Desamparados o al otro embudo de San Sebastián.
            Y finalmente, está “el Embudo del Oeste”, el cual es aterrador.  Allí está el tapón de la Sabana, la cual debería haber sido partida para conectar el paseo Colón con la avenida de Pavas. Eso obviaría el descomunal problema de salir hacia el oeste por la callejuela (Av. 1ª) al norte de ese paseo.  Y hacia el sur de este, queda el otro tapón de la calle vieja de la Sabana y la nueva que va a Escazú, otras dos pesadillas de opio.
            En síntesis, San José es una ciudad estrangulada por un “diseño” urbanístico caótico y sin la más elemental visión de futuro.  Un verdadero disparate surgido de las ocurrencias y la improvisación  de gobiernos y municipalidades, que no parecen tener la menor idea de lo que es la planificación urbana.
            Si le gustó esta “Chispa”, hágala circular, y piense qué podemos hacer para impedir lo que parece ser el trágico e ineluctable destino de la “Ciudad de los Embudos”.
                       
Urbanísticamente
           
                                                      Ricardo Izaguirre S.     Correo: rhizaguirre@gmail.com
Blog:    “La Chispa”            http://lachispa2010.blogspot.com

viernes, 14 de diciembre de 2012

83 La centralización



83   LA CHISPA"         (febrero 2004)


Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA CENTRALIZACIÓN

            Este modelo es una enfermedad administrativa que mantiene a este país en una especie de postración funcional, que le impide el despegue hacia un verdadero desarrollo social, económico y cultural.  “San José es Costa Rica”, dice un viejo y popular adagio, que parece tener razón en toda la extensión de su nocivo significado: LA CENTRALIZACIÓN en todos los aspectos de la vida nacional.  Todo depende de San José; esta  ciudad  es la locomotora que arrastra a todo el tren de Costa Rica; y si esta colapsara por alguna razón extraordinaria, la nación entera se hundiría en la incapacidad administrativa.  No existe en el país una ciudad alternativa que pudiera asumir las responsabilidades de la capital.  San José es todo; lo demás son puebluchos marginales y parasitarios que dependen del cordón umbilical que los liga con la urbe.  Si este se rompiera, morirían como un feto inútil e incapaz de valerse a sí mismo.   Para el ego de los josefinos esto puede ser motivo de orgullo; pero desde la perspectiva nacional ES UNA CALAMIDAD.  La CENTRALIZACIÓN es la herencia nociva de los tiempos coloniales, cuando todo dependía de la casa del gobernador, y nada se movía si no era bajo la aprobación de este funcionario; él era todo; la luz, la vida, la muerte; el principio y fin de todas las cosas.  Pero ahora, en el Tercer Milenio, esa forma de gobierno es anacrónica, ineficiente, despreciativa, arrogante, malvada y obedece únicamente a intereses particulares de grupos poderosos que tienen su residencia en la capital.  Y desde allí, controlan el destino de toda la Nación, sin importarles un tacaco los intereses o necesidades reales de los ciudadanos que viven fuera de San José.
            ¿Cómo es posible que unos cuantos individuos, diputados, ministros y funcionarios, enajenen los recursos de las provincias, en acuerdos que hacen caso omiso de la opinión de los habitantes de esos territorios afectados?  ¿Cómo es posible que en San José se subaste a los mejores postores extranjeros, las playas y mejores tierras de Guanacaste, sin tener en cuenta las necesidades de los nativos y sin considerar las posibilidades de desarrollo local?  Porque vender ese patrimonio a empresas mercantilistas a las que no les importa nada más que hacer dinero, no es beneficiar a ese pueblo.  Crear la posibilidad de trabajos serviles, inseguros, temporales y mal pagados, no es beneficiar a los nativos.  Eso es fomentar un nuevo tipo de esclavitud al servicio de extranjeros a los que nada les puede importar el desarrollo de nuestra gente.  ¿Por qué todos esos “negocios” con el patrimonio nacional se hacen en San José, en silencio y a espaldas del pueblo guanacasteco?  ¿Por qué el gobierno provincial, representante de los ciudadanos de esa zona, no tiene voz ni voto en los asuntos que deberían ser de su exclusiva incumbencia?  Muy simple: porque la Argolla del Poder, la Oligarquía, tiene su lugar de residencia en San José, y desde allí se controla todo porque “San José es Costa Rica”.   La ineficiencia de la centralización no es un resultado casual, sino un plan bien estudiado y puesto en práctica con la mayor precisión imaginable, para que de ella se deriven beneficios únicamente para la gente que detenta el Poder y vive en San José.
            Todas las provincias dependen de San José de una manera enfermiza e inexplicable.  ¿Cómo es posible que para sacar una licencia de conductor haya que venir a San José desde cualquier rincón del país?  ¿Por qué cada provincia no puede tener su registro civil independiente, que otorgue cédulas de identidad a cada uno de sus nativos?  Cada provincia debería tener su propio Registro de la Propiedad; con funcionalidad independiente del tutelaje josefino.  Esta oficina provincial debería tener el control absoluto de todos los asuntos que tengan que ver con los bienes muebles e inmuebles de cada provincia.  Con independencia de la capital, aunque con una subordinación estilo federal, que le dé ensamble y correlación con toda la estructura gubernamental del país.  Cada provincia debería tener sus oficinas provinciales del Seguro Social, que no necesiten la aprobación josefina para invertir, construir hospitales o clínicas; para contratar personal médico o paramédico.  Y que tampoco se necesite del visto bueno de San José para cualquier programa de desarrollo que tenga que ver con las características de la región.   ¿Por qué una clínica de Talamanca tiene que esperar que San José nombre a un médico o enfermero para ese lugar?  Eso debería ser competencia del Seguro Regional de Limón.  El gobierno provincial de Limón DEBERÍA ver por los asuntos de interés de los limonenses, sin tener que esperar meses por la aprobación de San José.  Limón debe determinar sus propios programas de desarrollo urbanístico, vial, hospitalario, escolar, industrial, muellero, habitacional, aduanero, pesquero y todo lo demás que solamente atañe a los limonenses. También un porcentaje fijo del cobro de los impuestos de Aduana debería ingresar a los fondos del gobierno local para proyectos de desarrollo portuario.        
            Cada provincia debe contar con su Universidad independiente que prepare los profesionales que necesita de acuerdo con su desarrollo; jóvenes comprometidos con su provincia, y no oportunistas que solo quieren trabajar en San José.  Cada gobierno provincial debe determinar la clase de educación que necesita, y hacerse cargo de la preparación de sus maestros.
Los gobiernos provinciales de Limón y Puntarenas deberían hacerse cargo de los trabajos y contratos que tengan que ver con Aduanas, carreteras provinciales, muelles, flotas pesqueras y concesiones a las empresas pesqueras internacionales.  No puede ser que San José otorgue y cobre por esos permisos, mientras los pescadores nativos continúan sin recibir ayuda alguna del gobierno central.  Si Cartago o Alajuela producen enormes ingresos a la Hacienda por concepto de su agricultura, ¿por qué deben esperar que San José les devuelva unos cuantos centavos para construir dos escuelas, un camino vecinal o un tendido eléctrico?  ¿Es acaso que los josefinos consideran retardados mentales a los habitantes de las provincias, y que estos son incapaces de autogobernarse eficientemente?   Porque querer manejar todos los hilos del Poder desde San José, no es más que una acción de prepotencia y menosprecio por la inteligencia y capacidad de los “provincianos”.  ¿Por qué no pueden los puntarenenses hacerse cargo de manejar, dirigir y desarrollar todo lo que tenga que ver con materia portuaria, aduanera o pesquera?  ¿Por qué tienen que ser unos cuantos sujetos de San José, los que decidan qué debe hacerse en esa materia, con menosprecio absoluto de los intereses del pueblo puntarenense? 
Desde San José, la Argolla del Poder solo piensa en los intereses de las cámaras comerciales que tienen su residencia en la capital.  El ciudadano de a pata de Puntarenas les importa un chayote.  De allí viene la CENTRALIZACIÓN.   Es una cuestión de intereses económicos mezquinos al servicio de la Oligarquía.  Ellos no quieren que se les escape ni el mínimo negocio que se pueda hacer en todo el ámbito nacional.  Limón podría administrar sus parques nacionales y hacer las concesiones turísticas necesarias para el desarrollo de la provincia.  Pero eso impediría los grandes negocios que hacen los josefinos (la Argolla) con los contratos que hacen con las transnacionales, y los contratos madereros.  ¿Por qué no puede Limón hacerse cargo de la exploración petrolera por su cuenta y otorgar los contratos a las empresas que realizan este trabajo, con independencia de la burocracia josefina?  Desde luego que dentro de un marco legal nacional (federal) que no comprometa los intereses generales de la Patria, pero que tampoco solo esté al servicio y beneficio del Gobierno Central y su capacidad para dilapidar fondos del pueblo en beneficio de unos pocos (como los CAT).
La centralización del poder es una aberración que entorpece, limita y obstruye la funcionalidad del Estado.  No puede San José seguir controlando todo el aparato administrativo de Costa Rica desde el Zapote.  No solo es indeseable, sino que es inoperante y engorroso; además, cae dentro del área del desperdicio de los recursos humanos.  Porque, ¿qué le puede importar a un josefino el desarrollo del cantón de Upala o de Talamanca? Algunos ni siquiera saben dónde quedan esos lugares. ¿Qué saben (pero de verdad) los diputados de las necesidades de los golfiteños, de los habitantes de Santa Cruz o de Sixaola?  Posiblemente nada.  ¿Y cómo puede un ciudadano de esos lugares hacerse oír de esa arrogante Asamblea Legislativa que solo vive inmersa en asuntos de politiquería?  ¿O de los olímpicos que residen en el Zapote?  Y si van al gobierno provincial, ¿qué puede hacer este si todo depende de San José?  Piense en este asunto, pues ya va siendo hora de que tengamos un gobierno federal, que funcione en forma práctica y eficiente.   Esa sí sería una buena y necesaria reforma constitucional.
Si le gustó esta “Chispa”, ya se sabe el resto del cuento.  Póngala a circular.
                                                           Ricardo Izaguirre S.

Correo electrónico: rhizaguirre@gmail.com

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