sábado, 25 de diciembre de 2010

737 Feliz Navidad?


737   “LA CHISPA”                (24 diciembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿FELIZ NAVIDAD?  
            Es lo clásico, lo que siempre se dice para esta época, que es como cualquier otra.  Tiempo de dilapidación, hartazgos y borracheras memorables.  Velada para compartir con los “seres queridos”, de regalos, de buenos deseos escritos en papel.  Momento de cerrar el círculo familiar, comer el pavo, el jamón, los vinos, los dulces, los presentes; hora de recordar la Natividad y las peripecias que pasó la Sagrada Familia; instante de evocación de un simbolismo profundo que hemos vulgarizado tanto, que parece divorciado por completo de la lección que deberíamos derivar de él.  Fiesta de cantos, de amor, de recuerdos y propósitos; de adioses y memorias de los que ya se han ido, de abrazos y sonrisas, de promesas e intenciones.  Jornada de felicidad.  La efeméride del acto histórico más significativo para la cristiandad, la cual nos enseña tantas cosas tan diferentes de lo que hacemos en esta noche.   “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, lo hemos reducido únicamente a nuestras propias familias; ahí termina el alcance de nuestra interpretación del mandato más sublime del Maestro.  Una celebración espiritual que hemos convertido en una bacanal romana, repleta de un materialismo ofensivo y desprovisto de todo gesto de hermandad.
            Es hoy que damos gracias al Altísimo por las viandas que vamos a disfrutar, y a la vez, cuando descargamos la consciencia y trasladamos nuestro cotidiano deber con el prójimo, mediante una oración, a ser responsabilidad de Dios: “Te pedimos ¡oh Señor!, que proveas alimentos a aquellos que no tienen nada”.   A pesar de que sabemos que Dios no le da nada a nadie, suponemos que nuestra indolente y acomodaticia petición es la adecuada alternativa al deber que hemos evadido todos los días, todos los meses, todos los años.  Hacemos responsable a la Deidad de la carencia que tienen nuestros hermanos, y pretendemos que con una mecánica petición, está resuelto el problema: el hambre de millones de niños del África, Asia y la América Latina van a desaparecer con la encomienda que le hacemos a Dios.  “Bendice y derrama tus bienes sobre los pobres, te lo pedimos en nombre de tu hijo Jesucristo.  Amén”.   Un alivio de la consciencia, y ya podemos atiborrarnos tranquilamente mientras miles mueren de hambre por todo el mundo.  Pero, ¿puede una oración dicha al desgaire sustituir al deber?   Mientras comemos y bebemos hasta vomitar y enfermarnos, multitudes de personas no tienen nada que llevar a la boca.  Y Dios NO los va a ayudar ni llevarles comida, por más que creamos (o no) que la oración que hacemos con ese propósito pueda tornarse realidad.  Nuestra petición solo es un intento inútil para evadir al dedo acusador de la consciencia.  ¿Qué hicimos este año en beneficio de nuestros hermanos más necesitados?   ¿Hicimos algo que no fuera solo por “YO”?
            Cuando esta noche nos dispongamos al hartazgo y la bebida, debemos recordar que hay legiones de gente con hambre y enfermos de hambre de todo: de comida, de justicia, de salud, educación, cariño y tolerancia; talvez eso nos amargue algo la fiesta, pero nos hará ser un poco fraternales aunque solo sea por unos instantes; es probable que nos avergüence y que “algo” dentro de nosotros (la consciencia) nos obligue a hacer un repaso honesto de cuánto hemos cumplido nuestro deber con los más necesitados y desposeídos de la fortuna.  Cuando piensen que con los miles de dólares que dilapidaron en regalos se podría paliar por varias semanas el hambre de docenas de niños, talvez sientan un poco de pena.  Si meditan en el desperdicio que hacen en licores finos y comidas de lujo, mientras en el mismo barrio hay personas afligidas y en necesidad de lo mínimo, es posible que empiecen a vibrar con el verdadero espíritu de la Natividad.  Si entran en sintonía y logran comprender el concepto de hermandad, habrán entrado en el sutil mundo de la Navidad Verdadera, que nada tiene que ver con el boato y la mascarada en lo que la hemos convertido.  En realidad deseo que se atraganten de amargura, si es posible, cuando en cada bocado de las delicias que comerán, sientan el dolor y la desesperanza de legiones de prójimos sometidos al martirio de la carencia de un plato de comida en esta noche de la Natividad del Hombre, el portador del mensaje de Fraternidad Universal.
            La verdad es que no les deseo esa feliz navidad tradicional; no quiero colaborar con esa farsa que nada significa en relación con lo que, supuestamente, estamos celebrando este día.  No quiero ser cómplice de una actitud que nada tiene que ver con el mensaje que nos llega desde aquel sitio remoto y que, lejos de ser un jolgorio desenfrenado, es el recordatorio del compromiso y obligación que tenemos con nuestros hermanos más necesitados.   ¿Hemos cumplido con él?  ¿Hemos hecho algo por alguien?   Sin pretextos, sin explicaciones… ¿O hemos estado demasiado imbuidos en “mis problemas, mis cosas, mi familia, mi, mi, mi?   Igual que yo, espero que estén angustiados y no puedan comer con tranquilidad, a menos que hayan estado a la altura del mandamiento.   Es hora de la meditación y el enfrentamiento con ese juez de cuyo ojo no podemos escapar ni aunque nos metamos debajo de la tierra.  Podemos mentir, contar historias, fanfarronear o endilgarnos conductas postizas, simular que somos buenas personas, pero no podemos engañarnos.  Y por más oraciones que hagamos en esta noche, si no hemos cumplido con nuestros hermanos más pobres, todo será inútil.  No podremos entrar en la fraternidad de los hombres buenos, de los elegidos, de aquellos que han hecho su tarea en silencio, sin fanfarria y con humildad. 
            Así, pues, que mi Feliz Navidad va prensada entre dos signos de interrogación.   No es un deseo libre e irrestricto, y aunque a ustedes no les desvele ni impida que coman y beban felizmente, espero que en cada bocado que traguen, sientan que hay millones de estómagos que no tienen nada, y que nada esperan de nadie, y que las oraciones no se comen.  Si consigo eso, habré hecho parte de mi tarea.  Y si ustedes meditan sobre esto, habrán hecho parte de la suya y podrán cenar en paz.  Todos estamos obligados a entender qué cosa es la Natividad y cuál su significado; pero si ni siquiera lo intentamos, solo estaremos participando en una fiesta vulgar sin ningún sentido espiritual.  En esta fecha debemos someternos a un severo escrutinio de consciencia, y si no lo pasamos, no tenemos derecho a disfrutar de esta ceremonia que es mucho más que un festín de licor, comida y regalos materiales.  Es el resumen anual de lo que hemos hecho por nuestros prójimos; y si el balance es favorable, entonces, y solo entonces ¡Feliz Navidad!  De lo contrario, ¡placentera comilona y borrachera!
            Fraternalmente
                                      Ricardo Izaguirre S.                              E-mail: rhizaguirre@gmail.com


727 Instrucción y medicina pública vs privatización

727   “LA CHISPA        (5 diciembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
INSTRUCCIÓN Y MEDICINA PÚBLICA  versus PRIVATIZACIÓN
            Los parásitos se distinguen por la habilidad que tienen para vivir del trabajo biológico de los huéspedes.  No construyen nada, no laboran; solo se aprovechan del esfuerzo ajeno cuando alguien a hecho la parte difícil.  Esa definición no solo es válida para plantas y animales que tienen esa forma de vida por evolución o necesidad fisiológica, sino también para los humanos que la remedan de manera mucho más eficiente y feroz que las criaturas de la naturaleza.  Siempre hay chupadores dispuestos a aprovecharse de los demás, y solo les basta controlar los hilos del Poder para ejecutar su maligna labor sin sentir el menor sonrojo por esa actividad criminal.  “Empresa privada”, le dicen.  “Libertad de mercado”, “Oferta y demanda” y mil eufemismos más con los cuales pretenden legitimar su oficio de bebedores de sangre.   Es por eso que la Medicina y la Educación NO PODÍAN escaparse a la codicia y manipulación de esa gente.
            El esfuerzo por crear ambas instituciones ha sido de los pueblos.  Son estos los que han aportado todo para que se creara la ESCUELA.  La organización, los edificios, la formación de Maestros, el material escolar, los programas y salarios; todo es una labor nacional.  Por lo tanto, la ESCUELA LE PERTENECE A TODA LA COMUNIDAD, es su propiedad inalienable que no debe estar al servicio económico de esa clase explotadora y sus bastardos intereses solapados bajo el antifaz de la “empresa privada”.  La Educación y la Salud son responsabilidades obligatorias del Estado y no deben ser transferidas a NADIE, bajo ningún pretexto.  El país, a través del Gobierno creó esas instituciones populares; hizo las escuelas, colegios y Universidades.  Invirtió en la preparación de maestros y profesores; creó los cuerpos docentes con el tesoro público, por lo tanto, estos son propiedad “privada” de la nación.   Así que cuando la empresa privada contrata maestros y profesores formados en instituciones estatales, se está aprovechando de un bien público para su servicio particular.  Es decir, están parasitando un recurso que pertenece a todos.  Puede ser que esto sea difícil de entender incluso para los docentes que, por falta de análisis, suponen que ellos son el producto de su empeño exclusivo y que no tienen obligación con la sociedad que creó los medios para que ellos estudiaran.   
            Igual pasa con la Medicina.  Los gobiernos fundaron las escuelas de medicinas para formar médicos.  Así que estos también tienen obligaciones comunitarias que cumplir y no deben convertirse en expoliadores de la gente que hizo posible su educación.  No pueden decir: “Yo pagué mi carrera”, porque eso no es cierto.  El Estado les proporcionó la primaria y secundaria (gratis) que hicieron posible su ingreso a la Universidad.  Y en esta pagaron un mínimo que NO EQUIVALE a la inversión que hizo el Estado en la creación de ese centro educativo.  Los únicos médicos libres de ese compromiso son los extranjeros que ya vienen formados.  La deuda de ellos es con su país.          (Chiste electorero: “Prioridad de mi gobierno: la seguridad”)
            Ambos profesionales, médicos y maestros, son parte del patrimonio nacional y deben estar al servicio de la población.  Desde luego que estos tienen que recibir sus justos estipendios en proporción con su esfuerzo y años de estudio.  Pero de ahí a que se conviertan en mercenarios de la empresa privada con el único fin de enriquecerse (No los maestros.  A estos los explotan) a costillas de la comunidad que los formó, es una actitud censurable que refleja la calidad moral de quienes así proceden.  Desconocer la deuda adquirida con la sociedad que los preparó, es la más clara demostración de lo que el egoísmo puede hacer.  Sin embargo, no se puede negar el derecho que tiene cada persona para decidir lo que considera mejor, siempre y cuando pague el costo de sus estudios a quienes se los dieron.  Si no labora en el sector público debe pagar por sus estudios, pues no es justo ni correcto que este lo financie para que se vaya a la empresa privada o al extranjero.   El Estado educa para que el individuo sea útil al pueblo que pagó por sus estudios.    No en forma exclusiva al sector adinerado.   A los profesionales les cuesta mucho entender esta simple ecuación.
            Es aquí en donde surge la piratería de la empresa privada.  Utiliza a ambos profesionales preparados para el servicio de las colectividades, y forma empresas mercantiles para lucrar con estos bienes públicos.  Incluso han logrado en muchos países que el Estado subvencione sus actividades de rapiña.  Crean clínicas, escuelas, colegios, universidades y hospitales privados con fondos de los gobiernos, o con dinero de la banca estatal, sin riesgo alguno.  Sin embargo, en ellos cobran sumas astronómicas a los usuarios adinerados y a aquellos pobres que hacen esfuerzos extraordinarios para ingresar a esos centros.  Montan un comercio privado con bienes públicos, de la población en general.  Pero no solo eso sino que, desde dentro de los Gobiernos, que siempre controlan, logran todas las ventajas propias de los parásitos.  Además, van desacreditando a las instituciones estatales haciéndolas perder la estimación de los usuarios.  Degradan la enseñanza pública, la demeritan y le quitan fondos para que su inferioridad sea más evidente ante la escuela privada.  Lo mismo hacen con los hospitales nacionales, a los cuales les han ido cercenando todos sus recursos para que se conviertan en instituciones casi inútiles, no confiables y con características de limosneras.  
            Si las tesis de la empresa privada fueran reales, deberían formar sus propios maestros y médicos, sin montarse sobre las estructuras centenarias que han venido creando nuestros países.  Y si van a utilizar a estos profesionales, deberían reembolsar al Estado el costo real de la formación de cada uno de los que utilicen para el servicio privado.  En síntesis, la privatización indiscriminada no solo es una forma de atentar contra la solidez de la institucionalidad de una nación, sino que se ha convertido en una manera de aprovecharse del trabajo colectivo de esta para ponerlo al servicio de unos pocos con poder político.  La medicina y la escuela privada son dos aberraciones que DEBEN DESAPARECER.  La Educación y la Salud no deben COMERCIALIZARSE como si se tratara de un negocio de agiotaje o una casa de empeños.  Estas deber ser responsabilidad exclusiva del Gobierno.                          (¿Cómo anda este “negocio privado” en su país?)
           (Chascarrillo político de Año Nuevo: “Nos preocupa la educación y salud del ciudadano”)              
Fraternalmente                                              
                                       Ricardo Izaguirre S.  E-mail: rhizaguirre@gmail.com                                                                                                 
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viernes, 24 de diciembre de 2010

776 El calentamiento global


776    “LA CHISPA     (26 marzo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL CALENTAMIENTO GLOBAL
            Todo el mundo sabe las causas, todos estamos conscientes del problema, pero nadie hará nada; ni ahora ni en el futuro.  Esta agresión en contra del medio es igual a la adicción del alcohólico crónico o la del cocainómano: sabe que lo va a matar, pero no hace nada para evitarlo.  Ninguna nación (pobre o poderosa) hará nada al respecto.  Seguirá la carrera desbocada en la producción de autos de gran cilindrada; continuará la industria contaminando todo.  Los aviones lo harán en el cielo, y los barcos y submarinos en el mar.  No hay escape, no hay salida.  ¿Quién no lo ha denunciado y quién no entiende la gravedad del problema que pasó de la fase teórica de los alarmistas a una realidad que ya no se discute?   ¿Quién diablos no lo sabe?  Entonces, ¿por qué no se hace nada?   ¿Se trata de un suicidio colectivo consciente?  ¿O es que los países contaminadores tienen ya alguna fórmula de supervivencia para sus pueblos?   ¿Es la forma como van a deshacerse de todas las razas inferiores y estorbosas que aún tienen algo de los recursos que desean las grandes economías?  No hay aspecto de esta maraña que no sea bien conocido, y todas las empresas causantes de la tragedia que se avecina también lo son.   Aquí no hay misterio alguno ni denuncia que agregar.  Todo es del dominio de todos.      Ahora bien, ¿qué podemos esperar de la alteración del clima?   ¿Es el calentamiento una consecuencia de la emisión de gases, o estos solo son un detonante en un episodio cíclico que se ha dado durante incontables edades y, mediante los cuales, el planeta se libera por un tiempo de tan molestas criaturas que somos los hombres?  Es seguro que diversas humanidades han alcanzado parecidos o superiores estados de desarrollo industrial y tecnológico, y que también hayan desaparecido como consecuencia de sus abusos en contra del ambiente.  O por una coincidencia entre estos y la actividad terrícola de renovación periódica.  Pero cualquiera que sea el caso, parece irracional la conducta del hombre ante la inminencia de las grandes catástrofes que parecen avecinarse.   Sin embargo, una cosa es segura, la tierra hará los ajustes necesarios para librarse de tan molestos bichos que no solo la están asfixiando, sino que están poniendo en peligro todo el equilibrio planetario y la infinidad de especies que tanto trabajo les ha costado a los encargados de la evolución.
            Da risa y lástima ver a tanto ciudadano y agrupaciones mundiales haciendo manifestaciones, denunciando y suplicando a las grandes potencias industriales que cesen en su actividad depredadora para darle un respiro a la madre tierra; pero son oraciones tan inútiles como las que elevan a Dios, millones de niños que mueren de hambre en el África, Asia y otros lugares, mientras que en los países ricos botan la comida.   Admiro a los de Greenpeace y a todos los grupos de esa naturaleza, ya sean exhibicionistas o que crean sinceramente en lo que hacen.  Pero aparte de hacerle saber al mundo lo que todo el mundo sabe, NADA pueden hacer para frenar la actividad vandálica de los grandes saqueadores planetarios.   ¿Quién puede detener a los japoneses, verdaderas “tambochas” humanas cuya voracidad parece ser tan insaciable como la sed de Tántalo?  ¿Quién para a la China, los europeos o los gringos, gentes que se creen con el derecho divino para acabar con todos los recursos de TODA la humanidad únicamente en su beneficio particular?  Todo al respecto está denunciado.  Sin embargo, todos conocemos los procedimientos que siguen para hacerlo; no hay misterio alguno al respecto.   No hay inmoralidad que no apliquen en la consecución de sus objetivos.  Todos lo sabemos y ellos saben que nosotros lo sabemos y no les importa un tacaco.  Ni siquiera la opinión de su propia gente.  Y en muchos casos, estos pueblos suelen ser indolentes ante la carrera suicida que llevan sus gobiernos, como si estos tuvieran la certeza de que van a sobrevivir gracias a las “riquezas” monetarias acumuladas.    Así que, ¿de qué sirve denunciar nada?  Ya todo está denunciado.  Solo falta esperar el resultado que de manera inevitable se dará.  Solo es cuestión de tiempo.   ¿Talvez en el 2012?
            Otra cosa es segura: no será la primera vez que la humanidad sea borrada por cataclismos planetarios curativos.  Pero quedarán manchitas de gente por aquí y por allá para que vuelva a poblarse la tierra.  Quedarán Adanes y Evas dispersos por todo el globo para volver a empezar con los mitos y la religiosidad; con las leyendas, los dioses y las promesas de la vida eterna y los paraísos terrenales o celestes.  La Madre Tierra sabe cómo arreglarse cuando sus criaturas se vuelven demasiado molestas e irritantes y le producen urticaria.  Y esto no será un castigo divino ni una decisión de los dioses, sino la continuidad de un proceso que, sin lugar a dudas, se ha venido repitiendo por eones.  No en balde todas las literaturas “sagradas” hablan de estos cataclismos que parecen tener una alternancia entre el fuego y agua.   Y por el calor que está haciendo mientras escribo esta “Chispa”, parece que el venidero será de fuego y azufre.   Así que pueden seguir tan indolentes como siempre; pero si nos hemos de achicharrar, sírvanos de consuelo que junto con nosotros se irán los japoneses, chinos, gringos y europeos, aunque ellos tengan mayores posibilidades de supervivencia gracias a su tecnología, previsión y capacidad para almacenar comida.
            Los humanos somos como la sarna en la piel de la tierra; es por eso que esta requiere esos tratamientos curativos cada vez que la llevamos al borde de la desesperación.  Esto es pura fisiología que nada tiene que ver con cosas espirituales o divinas, aunque… ¿quién podría negarlo enfáticamente?  A lo mejor hay personas superiores que toman ciertas decisiones necesarias cuando nos volvemos tan insoportables, arrogantes y malignos.   Después de todo, podría ser que a Alguien le importe la cuestión moral de lo que le estamos haciendo a nuestro hogar planetario… y a nuestros hermanos. ¿Será posible que haya dioses… o extraterrestres que impongan algo de justicia?  ¿O a nadie le importa un carajo en ninguna parte del Universo, y es por eso que la tierra toma la decisión de eliminarnos cuando nos volvemos tan pesados y dañinos?  ¿Qué podemos hacer?  NADA.  Absolutamente nada.   Ni les digo que guarden agua y comida, pues eso solo logrará prolongar la agonía.  Pero eso sí, pueden guardar su pomito de cianuro… por si las moscas y la cosa se alarga demasiado.
            Fraternalmente   
                                               Ricardo Izaguirre S.                       E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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jueves, 23 de diciembre de 2010

872 Solsticio de invierno


872    “LA  CHISPA              (21 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
SOLSTICIO DE INVIERNO
            No sabemos cómo ni cuando los hombres empezaron a celebrar estos hitos astronómicos que implican profundos conocimientos de esa ciencia, pero se sabe que tenían esta información desde tiempos inmemoriales  y qué indicaban estos en relación con el clima.  Es más, alrededor de ellos se fueron articulando las religiones primitivas y las celebraciones y fiestas públicas.  Para ellos el solsticio de invierno implicaba tristeza, dolor y pérdida temporal, pues el sol emigraba del norte hacia los campos veraniegos del sur, y sumía todas las tierras conocidas en una languidez de muerte que habría de durar hasta el retorno de la primavera, cuando el astro dador de vida, retornaba de su periplo y traía el calor y la alegría al moribundo norte.  Y así se continuaba el círculo interminable de muerte y resurrección, que fue plasmado en infinidad de bellísimas leyendas que han sobrevivido incluso a las religiones originales. 
            ¿Cómo supieron los antiguos acerca de este ciclo?  El sentido común parece indicar que todo fue cuestión de observar la repetición del fenómeno, pero esa respuesta no es satisfactoria, pues el empirismo en este campo no puede conducir a conclusiones matemáticas tan precisas y complejas como la fijación exacta de estos prodigios puntuales en la órbita terrestre.  Además, calcularon con exactitud la fecha del retorno solar a las tierras del norte.  Y eso sería imposible si no tuvieran un calendario exacto, conocimiento sobre la rotación, traslación y otros aspectos de la mecánica celeste que, hasta el día presente son materia indescifrable para la casi totalidad de los hombres.  Entonces, ¿cómo es que esos primitivos tenían semejantes datos sobre una ciencia tan abstrusa?  ¿Cómo llegaron a esos resultados tan sorprendentes?   Los solsticios, como los equinoccios, son puntos astronómicos variables y difíciles de comprender si no es con muchas y complejas explicaciones; con dibujos y todo tipo de diagramas.  Y aún así, continúan siendo una materia volátil, sin punto de apoyo y sin referencias que nos den seguridad.  Debemos “confiar” en lo que nos dicen los que saben.  Y como en el espacio todo se mueve, resulta que en realidad no hay marcas que sirvan para referir estos fenómenos.  Es una complicada relación de movimientos en un Universo en donde todo se mueve. 
            Después del equinoccio de otoño, cuando el Sol pasa por el nodo que forman el plano de su órbita y el de la eclíptica, se inicia la “muerte” del astro; y su renacimiento solo se dará en la primavera, cuando este vuelva a pasar el nodo de manera ascendente.   Y ese punto marca la resurrección, la vuelta a la vida, el esplendor y la gloria; las cosechas y la disposición para que  todas las especies se reproduzcan.  Todo esto era bien conocido por los antiguos.  ¿Cómo?  ¿Por pura observación?   Pero ninguno de esos indicadores están fijos en la órbita, sino que se van desplazando en un lento movimiento que es imposible detectar en la vida de cientos o miles de generaciones humanas.  Ese movimiento retrógrado del Punto Vernal es lo que conocemos como precesión.   Pero ese corrimiento es tan lento que dura alrededor de unos 26 mil años (más o menos).  Cinco ó seis veces más que todo el período histórico que conocemos.  Entonces ¿cómo lo averiguaron estos hombres de una época supuestamente cavernícola y sin tecnología alguna?  Antediluvianos que, según las versiones religiosas y de la ciencia, eran casi infrahumanos.   ¿Cómo calcularon estos movimientos sobre un plano inestable en el que no hay puntos de referencia permanentes?
            ¿Cuántos de nosotros todavía no tenemos ni la menor idea de cómo se desplazan los planetas de nuestro sistema solar?  Y si no fuera que alguien nos dijo en la escuela o colegio que estos existen, no tendríamos ni la menor noción de estos astros y sus movimientos.  Decimos que están allí, que se mueven, que tienen órbitas de tal o cual tipo, pero NO sabemos dónde están, hacia dónde se mueven ni cuál es la velocidad de ese movimiento ni en qué dirección.  Nosotros solo tenemos FE astronómica, confianza en lo que otros nos dicen.  Entonces, ¿cómo es que estos “primitivos” descubrieron esas enigmáticas leyes del universo?  Leyes que para nosotros todavía siguen siendo misterios inextricables.  Materia de FE.  Si nos hicieran tabla rasa en el cerebro y nos pidieran una explicación de cómo funciona el sistema solar, llegaríamos a la desoladora conclusión de que la Tierra es plana, que no se mueve, que es el centro del Universo y que, además, el sol gira alrededor de ella.  Y esta reflexión nos obliga a sentir mucho respeto por la gente que descubrió esos hechos que nos asombran, y que muchos todavía no entendemos ni siquiera de manera superficial.
            Borre de su mente la información formal que le han dado, y trate de deducir las leyes del movimiento planetario con solo lo que usted es capaz de observar.  ¿Qué cree que averiguaría?  Y cuanto más lo piense, más sorprendente y grandiosa continúa siendo la imagen de los hombres que descubrieron esos códigos que rigen el sistema solar.  ¿O se trataba de dioses que les pasaron esas enseñanzas a los individuos más listos de la especie humana?  Si este fuera el caso, el misterio quedaría resuelto y la mente podría descansar.  Estos seres serían el Prometeo de las antiguas mitologías, los ángeles, los elohim bíblicos, el Brahma indo, el Demiurgo platónico, el Logos de los ocultistas, en fin, extraterrestres con sabiduría acumulada a través de incontables eones.  Porque si no es así, IMPOSIBLE saber cómo lo hicieron nuestros humildes antepasados.  Y son esos conocimientos los que nos hacen sospechar de la existencia de seres extraordinarios, producto de ciclos evolutivos anteriores y de una capacidad imposible de racionalizar por nuestra parte, y es por eso que los terrícolas los consideramos dioses.   Después de todo, esa sería una explicación aceptable para todos.  Dioses para la gente sencilla, y alienígenas más desarrollados para los científicos.
            De otra manera, no hay forma de aclarar cómo pudieron darse cuenta de la precesión de los equinoccios, o del solsticio de hoy.  Y eso sin telescopios ni nada, y hace miles y miles de años.  La mayoría ni siquiera nos damos cuenta de que la Tierra tiene una órbita y se mueve por ella.  ¿No es así?  Y más modernamente, ¿cómo hizo Kepler para saber que las órbitas de los planetas son elípticas?  Y a “puro ojo”.  Piénselo, y verá que le da dolor de cabeza.  Si usted tiene algunas respuestas, nos gustaría conocerlas.
            Fraternalmente
                                     Ricardo Izaguirre S.         E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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miércoles, 22 de diciembre de 2010

865 ¿Países en desarrollo??


865    “LA CHISPA       (10 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿PAÍSES EN DESARROLLO???
            ¿Qué será lo que quieren decir o tapar con ese burlesco eufemismo?  ¿A quiénes se pretende engañar con esa clasificación?   La prensa y televisión suelen referirse a muchos estados africanos, asiáticos y latinos como países en desarrollo (o en ruta de eso, o emergentes). Pero ¿desarrollo de qué o en qué?   Estos son pueblos “ESTANCADOS”, en camino de mayor atraso y ruina. Sin futuro, sin esperanza alguna, pues una vez que se acaben los recursos naturales que ahora venden a precio de grano mojado, entrarán en picada hasta su desaparición.  Pero el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así los tienen definidos.  ¿Por qué?  ¿Un tecnicismo financiero para indicar otra cosa?  Nos saltamos el comentario sobre África porque para esa gente no existe la mínima ilusión.  Algunos estados del Asia pueden revertir el proceso de coloniaje y convertirse en progresistas como China, Japón, Singapur, Corea y Taiwán.  Pero por ahora, todas esas naciones clasificadas como “en vías de desarrollo”, no son más que productoras de materia prima y mercados cautivos de las grandes potencias industriales.  Irónicamente amarradas con tratados de “libre comercio”, se encuentran a merced de los centros de poder, que pueden decretar su aniquilación con solo dejar de comprarles o venderles; o bien, con realizar bloqueos comerciales en su contra.  La docilidad de los tercermundistas está garantizada por una férrea y homogénea política de las grandes potencias.  Es una relación muy clara entre explotadores y explotados, y hay cero tolerancia ante cualquier rebelión de estos últimos.    Incluyendo a los petroleros.
            Los árabes marcan un extraño grupo que, por ahora, se encuentra en la cúspide de un capitalismo espumoso cuyo fundamento solo tiene un carácter temporal que no podrá prolongarse más allá de la duración de sus reservas  de crudo.  El petróleo de África está en manos de compañías europeas y norteamericanas y nada les deja a los nativos, ni siquiera buenos salarios.  Como los diamantes, el uranio y todos los recursos que explotan en ese continente.  Salvo la excepción de la minoría blanca de Sudáfrica, ese es un territorio de miseria, enfermedad, ignorancia y desesperanza.  Parecida es la situación en toda la América Latina, pues salvo Brasil, ninguno tiene una economía sólida que no esté subordinada a los caprichos del mercado internacional o de la venta de materia prima.  Desde México hasta la Argentina, todos dependen de que los Estados Unidos, Europa, China o Japón les compren o no sus productos.  Incapaces (¿?) de procesar sus inmensas riquezas naturales, se conforman con ser suplidores de materias que una vez refinadas (tecnología) en los centros industrializados, tienen que comprar al precio que estos fijan.  Cualquier economía de estas puede ser llevada a la quiebra cuando así lo dispongan los entes financieros internacionales.  O la política.   Entonces ¿de dónde salió esa etiqueta y cuál es su propósito? 
Si todos sabemos cuál es nuestro estatus social y económico ¿por qué aceptamos llamarnos “países en desarrollo”?  Pueblos en ese proceso son España, Bélgica, China, India, Rusia, Brasil, Portugal, Italia y unos cuantos más de Europa.   Desarrollados son Suiza, Estados Unidos, Inglaterra, Suecia, Noruega, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Japón, Alemania, Francia, que dependen de ellos mismos.  Los demás son “estancados”, atrasados, el farol de cola.   La América Latina, excluyendo a Brasil, es un territorio de abandono, atraso, pobreza generalizada e indefinición de rumbo; naciones que van al garete y que no presentan posibilidad alguna de avance verdadero, de autarquía.  Economías enclenques diseñadas solo para ser productoras de materia prima y consumidoras obligadas de productos elaborados en el exterior.  La estructura económica y política está planificada para que eso nunca cambie.  Todas las bonanzas nuestras son pasajeras y dependen de las tendencias y caprichos de los poderosos.  Si hacen más o menos turismo a Paraguay o Bolivia.  Si le compran más café a Costa Rica porque el de África se echó a perder; o si al de Brasil lo dañaron las heladas.  Los nuestros son Estados en precario permanente, sujetos a la fortuna, de mentirilla, SIN NINGÚN TIPO DE DESARROLLO.  Somos sumisos, débiles, dependientes; somos serviles solo por la subsistencia, pues si les hacemos mala cara a nuestros compradores, nos hunden en la desgracia.  No tenemos política alguna más que la que nos ordenan que debemos tener.
Mientras que la estrategia de las sociedades ricas es cristalina y forman un bloque monolítico respecto al comercio y explotación, nosotros no tenemos ni la menor idea de lo que nos conviene o no; y si la tenemos, hay millones de intereses personales y localistas que se encargan de sabotear todo proyecto de crecimiento e independencia.  Con el ejemplo de la Unión Europea al frente, nosotros vivimos como perros y gatos: dispuestos a hacernos trizas por cualquier idiotez con la que nos manipulen los que tienen grandes intereses en lo nuestro.  Nosotros mismos somos los principales saboteadores de nuestro progreso.  Los europeos, con mil idiomas diferentes, con larga historia de guerras y agresiones, con diferencias culturales enormes, forman un grupo homogéneo orientado hacia el bienestar general de todos sus componentes.  ¿Y nosotros?  Llenos de intrigas, envidias, xenofobias injustificadas, egoísmo, patrioterismo y mil vicios más que a nada conducen, nos mantendremos en la retaguardia del progreso, por más que nos hagamos llamar, pomposamente, “países en vías de desarrollo”, o emergentes.  Es cierto que con la globalización existe una interdependencia de todos; pero hay una diferencia entre esa condición, y la miserable y enfermiza dependencia a la que estamos sometidos todos los latinos.   Mientras NO pensemos en grande y no adoptemos una estrategia de BLOQUE, seguiremos siendo suplidores de materia prima, con altibajos que dependerán de qué tan serviles seamos con los poderosos que manipulan nuestros destinos.  Nuestra supervivencia y bonanza es cuestión de “cepillo”.
¿Cómo es posible que Andorra, Liechtenstein, Mónaco y otros pueblitos liliputienses y sin recursos minerales pertenezcan al primero o segundo mundo, mientras que todos nosotros somos “países en desarrollo”, que bien sabemos lo que eso significa?  La unión hace la fuerza, pero si escogemos el camino de la individualidad, hagámoslo bien: invirtamos en las bases duraderas de un gran proyecto nacional para el bienestar de todos.  Así, todos seremos sus constructores y defensores. 
Fraternalmente
                        Ricardo Izaguirre S.                    E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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sábado, 18 de diciembre de 2010

866 Difamación sexual

866    “LA CHISPA             (11 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DIFAMACIÓN SEXUAL
              ¿Qué haría una nación como Inglaterra si fuera esta a la que le pelaron el fondillo con lo de Wikileaks?  Es probable que la prensa británica hiciera fiesta con su clásico humor negro; y con mucha decencia y tacto, renunciaría el Primer Ministro y otras cuantas cabezas de Inteligencia y Seguridad Nacional.  La reina se mostraría avergonzada, y los ingleses sentirían cierto bochorno.  Y lo más seguro es que la Corona ofrecería alguna forma de disculpa a los ofendidos.  Diplomacia británica, de la verdadera.
            ¿Pero qué han hecho los gringos?  Pedir la cabeza de Julian Assange.  Su arrogancia e infinito sentido de superioridad no les permite ni siquiera admitir que han cometido un error.  El mundo entero TIENE QUE ADMITIR SU VERDAD Y VISIÓN DE LAS COSAS.  Así como las “armas de destrucción masiva” que tenía Irak.  Y en su rencorosa rabia, ya decretaron pena de muerte en contra de Assange, el hombre que exhibió los chingos de la “diplomacia” yanqui.  Pero como aperitivo a su eliminación personal, ya procedieron a desacreditarlo con el argumento más manido, burdo y barato que pueda haber: acusarlo de ofensas sexuales, como si la gente no supiera lo fácil que es un montaje de esa clase.  En USA les funcionó con Mike Tyson, Charlie Chaplin, Alí, Roman Polansky, el clero y una lista interminable de personajes a los que querían desacreditar; incluso lo hicieron con Edgar Hoover, nada menos que el jefe de la CIA, al que acusaron de homosexual.  Y ¿quién no conoce el más brutal truco sexual que jamás se haya hecho en ese país?  Eso debería saberlo muy bien la señora Clinton, ya que su marido y ella fueron víctimas de él.  Entonces ¿tendrán la pretensión de que eso será suficiente para tapar los entuertos de su gobierno?   ¿De verdad creerán que con pagar a un par de mujeres (podrían ser mil) para que acusen a Julian se resolverá la gran metida de pata de ese gobierno?   El descrédito sexual, aunque efectivo, está muy quemado y nadie se lo traga. 
             La eliminación de rivales políticos o personas incómodas a los gobiernos, ha sido un recurso utilizado desde que el hombre existe, y presenta todas las variantes imaginables que van desde el libelo y la calumnia velada o abierta, hasta el asesinato brutal.  Las opciones para difamar son variadísimas, y van desde las mentiras descaradas hasta la imputación de falsos delitos.  Y en el límite, está el homicidio.  La historia reciente está repleta de muchos de estos ejemplos: Mahatma Gandhi, Malcolm X, Martin Luther King, Indira Gandhi, J. F. Kennedy y una lista que ustedes pueden ampliar a voluntad.  Si hay plata, sobran los voluntarios-as para sostener cualquier acusación, por absurda que pueda parecer.  O para asesinar.  Los sicarios abundan, solo es necesario el fanatismo o el DINERO, material con el que siempre cuentan los ejecutores de estos crímenes.  Y como los sistemas jurídicos no tienen medios adecuados para probar los delitos de conspiración, aquellos que los cometen casi siempre tienen éxito (Kennedy).  En este caso, éxito significó haber sembrado la duda y hacer turbias todas las conclusiones de la comisión Warren.   Y en el affaire Assange, desprestigiarlo como persona y presentarlo como delincuente sexual.   No importa que salga bien en los tribunales y que estos lo exculpen, porque lo que cuenta es la primera noticia, aquella que lo denigra y que, por efecto de la prensa, deja una marca imborrable en el público.  El velo de la duda queda para siempre, pues la gente piensa que… “por algo sería, por algo lo acusaron”.   Claro que la eliminación física es la mejor opción.   La solución del viejo oeste: un mecate y un palo bien alto (Saddam Hussein). 
            Así, pues, este recurso siempre ha sido de gran utilidad cuando alguien se torna intolerable para el sistema, cualquiera que este sea.  Todos lo han utilizado y lo utilizan para deshacerse de la gente que no se pliega y se atreve a denunciar, como el caso de Julian Assange el creador de Wikileaks, página que ha producido el mayor impacto político, social y moral que jamás hubiéramos podido imaginar.  Este ha sido el escándalo del siglo mediante el cual ha quedado al descubierto la tenebrosa red de espionaje, irrespeto, desconfianza y menosprecio con la que los norteamericanos tratan al mundo, incluyendo a sus más serviles adláteres.  La vergüenza ha caído sobre ese gobierno, y si la dama Clinton tuviera un poco de decencia, debería RENUNCIAR.  Pero es claro que no lo hará, como tampoco los Estados Unidos ofrecerá disculpas a todos aquellos a los que han ofendido.  Son demasiado orgullosos, y su visión del mundo fuera de sus fronteras, es solo de menosprecio. La bárbara “diplomacia” yanqui es muy semejante a la alemana, y nunca se ha caracterizado por la fineza.  Cuando se comprobó que jamás existieron las armas de destrucción masiva que “justificaron” la aniquilación total de dos países, ellos no presentaron la excusa que le debían a la humanidad.  Así que podemos dar por descontado que tampoco lo harán esta vez.     “We are Amerrica, we don’t care”
            Assange ya está clasificado como terrorista, talvez como miembro de Al Qaeda, lo cual justifica su ejecución en cualquier país y momento.  Así lo demanda el libreto básico de la SN de esa nación.  “Nadie le hace esto a Amerrica y vive para contarlo”.   Y como Julian Assange les levantó las enaguas, este puede darse por muerto, como sea.  En un “accidente”, en un atentado por un “loco y solitario fanático” como el que mató a Kennedy; o bien, de una manera desvergonzada y brutal como es la tradición en EU.  Pero por lo pronto, hay que desacreditarlo.  De esa manera, según la “sutil” diplomacia de Washington, sus afirmaciones carecerán de validez y credibilidad.  Según ellos, un depravado sexual que viola mujeres no es digno de crédito.  Parece que así piensan los sistemas de inteligencia de USA y, de inmediato iniciaron su ataque.  Por la prensa supimos que el gobierno de Suecia presentó cargos por ofensas sexuales contra Julian Assange, como si las suecas presentaran ese perfil de “violables”.  Algo de lo más cajonero, vulgar y falto de imaginación.  Hubiera sido más creíble que lo acusaran de fraude con tarjetas de crédito; o que le pegaba a la mamá.  Pero ¿violar a dos suecas?  ¿Y por qué no lo acusaron mientras estuvo allí?  ¿O fue que las violó en el aeropuerto cuando ya iba de salida?  El circo que han querido montarle a Julian Assange solo viene a confirmar la ordinariez del foreing office yanqui, que se exhibe en la multitud de documentos vergonzantes que ahora son del dominio público.      El mundo entero está de fiesta y muerto de risa.
            Matar a Julian sería lo peor que podrían hacer.
            RIS                      rhizaguirre@gmail.com
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jueves, 16 de diciembre de 2010

863 Xenofobia y chovinismo


863    “LA CHISPA     (3 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
XENOFOBIA Y CHOVINISMO
Definamos los términos.  Xenofobia. Dice el DRAE: Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.  Chovinismo.  DRAE: Exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero.
Ahora bien, ¿qué razones hay que puedan justificar, en una mente sana, el odio, repugnancia y hostilidad generalizada hacia los inmigrantes?  Parece ser solo un impulso primitivo grupal; algo atávico que ha prevalecido en el clan durante edades sin cuento, y cuya única razón es el miedo que genera todo aquello que nos es desconocido.  El foráneo se nos presenta como un ente enigmático del que nada sabemos, y eso produce dudas, resquemores e inseguridad; y esta nos conduce al miedo, y el miedo se disfraza de odio para cuya justificación es válido cualquier pretexto.  No es lo mismo tratar con nuestro vecino Juan Pérez al que conocemos de toda la vida, que con un desconocido que nos inspira desconfianza y temor.  Recuerden que fobo significa MIEDO, HORROR.  Y xeno, extranjero.  Por lo tanto, xenofobia es miedo ante lo fuereño, lo cual, modernamente, tiene que corresponder a algún tipo de sicopatía.  O bien, a bajas pasiones generadas por la envidia, inseguridad, sentimientos de inferioridad, superioridad u otros impulsos indefinidos que nadie se atreve a aceptar. 
Chovinismo (del francés, chauvinisme: patriotismo fanático), también está ligado con otra anomalía de la personalidad que, por lo general, indica un complejo de inferioridad.  Una persona mentalmente sana no debería ser víctima de este tipo de anormalidad social, pues ya no somos clanes ni hordas, sino que formamos una sola comunidad mundial que no puede ni debe ser compartimentada como si fuéramos panales de avispas.  Las sociedades tipo tambochas, ya deberían ser parte del pasado.     
Ambas actitudes, que se presentan de manera indiferenciada, eran vitales para la supervivencia de las comunidades antiguas, pues eran respuestas biológicas y sicológicas al peligro que significaba cualquier invasión.  Pero en la actualidad, corresponden a desarreglos de la personalidad que se ubican en ese nivel de nuestras emociones más básicas e irracionales, y que conducen a estados de violencia y agresión.   
La xenofobia nace en el fondo más oscuro del subconsciente; de reacciones turbias y violentas de ese umbral en donde se agazapa lo peor del egotismo con todos sus vicios y frustraciones.  Esta agresividad (disfrazada de patriotismo o nacionalismo) es una obsesión insana producto de los fracasos que el individuo no se atreve a asumir como resultado de su incapacidad y, por lo tanto, busca a quien culpar de ella.  Bajo esa óptica, el forastero pasa, por arte de magia, a ser el responsable de las carencias del nativo,  y se convierte en el causante de todos los males del país. Sobre todo, cuando ese o esos refugiados triunfan y se destacan económicamente por encima de los locales.  La patriotería es producto de la envidia y el MIEDO.  Pero no del temor a esa persona sino a la posibilidad de que esta ponga al descubierto sus deficiencias, falta de iniciativa y constancia para vencer en la vida.  Si un expatriado que vino en la miseria alcanza el éxito y hace fortuna, eso resulta una cachetada para el criollo que, con todas las ventajas de la localía, no ha podido hacerlo.  Esa es la causa principal de la tirria que sienten muchos pueblos hacia los judíos, que siempre forman colonias económicamente poderosas donde quiera que se asientan.  Claro que hay factores adicionales que potencian ese odio, pero la raíz de todo es la envidia.  No hay nada que enchile más a los habitantes de un país, que ver cómo ciertos grupos de extranjeros se destacan y hacen fortuna de la noche a la mañana.  Como los europeos, judíos, chinos, libaneses y otras razas que parecen dominar una fórmula mágica para hacerse de chochoska.
            La xenofobia tiene un rostro difuso, indefinible mediante razones; es un concepto pasional enmascarado; una “etiqueta” con la que se identifica a ciertos grupos de inmigrantes, y la cual confiere permiso para satanizarlos sin razón alguna más que los prejuicios y generalizaciones maliciosas.  Se puede decir que todas las sociedades nacionales padecen de esa lacra en alguna medida.  Y aunque los pretextos con los que se trata de justificar esta actitud siempre son vagos, imprecisos y exagerados, los grupos xenófobos los consideran válidos y, sobre todo, patrióticosAdemás, este vicio se refuerza en el caldo de cultivo del chovinismo, la política oportunista y los bajos instintos presentes en todos los seres humanos, a despecho de su cultura.  Alemania y los judíosLos judíos y los árabesLos gringos y los latinos.  Los blancos y los negros.  Y así hasta el infinito.  El “nosotros” y “ellos” es un automatismo primario de supervivencia, pero que a estas alturas de la historia y la cultura, resulta una aberración inaceptable. 
            La patriotería (que no es patriotismo) es una vena fanática que siempre ha sido diestramente manipulada por los políticos; es por eso que la mantienen viva, pues es un recurso de gran utilidad en cualquier momento de crisis; es un distractor formidable para canalizar emociones brutales al servicio de intereses que nada tienen que ver con los de los pueblos.  Recuerden que bajo el pretexto de la cuestión racial (la supremacía aria), los nazis cometieron infinidad de atropellos en contra de todas aquellas etnias que ellos habían clasificado como “inferiores”.   La misma discriminación que realizan los gringos blancos contra los negros, latinos y asiáticos; igual a la que ejecutan los europeos contra los africanos, latinos y asiáticos.  Idéntica a la que llevan a cabo los judíos en contra de sus parientes palestinos
            Deberíamos aprender muy bien esas lecciones de la Historia reciente y no permitir que NADIE manipule nuestros sentimientos hacia causas de odio, pues este NUNCA ha resuelto algún problema entre las poblaciones.  Toda forma de xenofobia es maligna, inmoral, estúpida y ofensiva, y solo tiene su fundamento en lo más oscuro de la emotividad humana, en el egoísmo y desconocimiento de la mecánica social y la historia, en fin, en el oscurantismo y falta de fraternidad.  ¿Qué queda de las prédicas de odio del nazismo, del judaísmo, del etnocentrismo europeo y gringo y de todas las grandes corrientes xenofóbicas que se han dado?  Nada… mejor dicho, mucho dolor.  No entender esto solo es posible por maldad o ignorancia de la Historia… o por cálculo político.  No caigamos en la trampa del patrioterismo, dirigido hacia esa parte animal de nuestra consciencia.
            RIS                      E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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martes, 14 de diciembre de 2010

862 El "aire" de superioridad

862    “LA CHISPA     (2 diciembre 2010)                               
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL  “AIRE”  DE  SUPERIORIDAD
             En todo el mundo occidental los aires de superioridad personal están determinados por el color de la piel.  Toda la cultura está estructurada sobre el aspecto del pellejo, lo cual es natural en comunidades en donde ese es el patrón general, en donde todo el mundo es blanco.  En la sociedad moderna esta característica confiere ventajas indudables a todos aquellos que poseen la piel clara.   Pero tiene sus bemoles en donde la gente no es así, y esto da pie para una serie de controversias y actitudes discriminatorias fundamentadas solo en ese aspecto del cuerpo.  Con la emergencia de los países europeos en el dominio cultural, económico y militar del mundo, terminó de asentarse la idea de la superioridad racial basada en el color.  Ser blanco se tornó en el referente humano; y alrededor de esta idea madre, se fue creando el etnocentrismo europeo que, con el tiempo, se convirtió en el estándar de clasificación racial. 
            A Dios se le hizo blanco y de ojos verdes (talvez azules o celestes); a su hijo Jesucristo, a pesar de haber sido árabe moreno y crespo, se le pintó de blanco, rubio y de ojos azules, como Odín y ThorBlanca Nieves era rubia y de ojos azules; también Caperucita Roja, y ni qué decir de la Bella Durmiente y otras bellezas de la “cuentología” occidental.   La mayoría de los héroes griegos eran rubios como Menelao, Minerva, Ceres, Aquiles y una larguísima lista de personajes narrados por Eurípides, quien tenía una predilección fanática por los rubios.  Y hasta los judíos se plegaron a esa tendencia e inventaron que el mítico rey David era rubio (¿de dónde?), lo mismo que  Isaac, el hijo de Abimelec y padre de Esaú y Jacob.  Recuerdan que Esaú era RUBIO o ROJO según la versión bíblica.
 Sin embargo, mientras los europeos eran salvajes e incultos, su color de piel y cabello solo se asociaba con el barbarismo.  Eran ladrones y piratas brutales que siempre merodeaban por la vecindad de las culturas del Medio Oriente, civilizaciones refinadas al máximo, y que eran de piel morena, clara y oscura, sin que eso significara alguna clase de inferioridad.  La mística y culta India era poblada por gente de piel negra, café y clara, y eso era respetable; tanto es así, que ni siquiera el racista Eurípides escribió nada denigrante en contra de la gente de esos colores.  La milenaria China estaba poblada por “amarillos”.
            Con el auge de Grecia y Roma, el asunto empezó a cambiar un poco, pues la cultura se fue trasladando del lejano y Medio Oriente hacia Europa (España en especial) con las migraciones de los árabes.  Y el color de la piel empezó a ser un distintivo que marcaba la frontera sicológica entre los invasores de oriente y los europeos cristianos y civilizados... y blancos.   Y con el auge del comercio y la riqueza de Europa, se marcó la diferencia que dura hasta nuestros días.  Así nació la “superioridad racial”, el etnocentrismo europeo y todas las lacras derivadas de esa pretensión de ser mejores solo por ser blancos.  Y empezó la clasificación de las otras razas en escalas que iban desde los “semejantes a humanos”, hasta los individuos claramente bestiales y sin alma, según teorías europeas fundamentadas en ideas derivadas del judaísmo centroeuropeo (azquenazí).
            El color blanco pasó a representar todo lo bueno; y el negro, todo lo malo.  Dios y Cristo son blancos, el cielo es blanco, la luz es blanca, los caballos de los héroes son blancos; los de los malos, negros.  El Diablo es negro, el Infierno también; los negros son malos y brutos.  La maldad es negra.  La noche es negra y mala y peluda y fría.  Todo lo que es malo está asociado a lo negro, y todo lo negro es malo, incluyendo a las razas. 
            A pesar del enorme repunte de razas “no blancas” como los japoneses, chinos e indios, el patrón blanco sigue siendo la medida que determina cuál punto ocupa el individuo en la escala social; a pesar de las excepciones.   Todo se clasifica de acuerdo con ese rasero.  El blanco es la medida de todas las cosas; luego siguen los mestizos, la ancha banda que forma a la población latinoamericana.  Después están las razas inferiores, según el concepto euro-judío que, aunque no lo digan abiertamente, es el sentimiento que prevalece en ellos.   Incluso los judíos asquenazis ven con aprensión a los verdaderos judíos del Medio Oriente, los cuales conservan su fenotipo original y son genéticamente idénticos al resto de sus parientes árabes.
            Pero es en la América Latina en donde esta situación alcanza su mayor expresión.  En la infinita escala del mestizaje que hay en nuestra “raza”, cada país, pueblo, grupo e individuo, trata de situarse en el más alto peldaño que le es posible, según el “colorímetro” de piel.  Cuanto más  se acerque a la B de blanco, mejor; y cuanto más descienda a la N de negro, pior.  Y si se utiliza el “racímetro”, cuanto más se acerque este a la I de indio, la cuestión se vuelve dramática.  Ese es el acabose.  Ser indio, es lo peor que nos puede pasar aquí, en unas tierras que, por definición, son de “indios”.   Ser autóctono es una maldición.  El que es blanco o blancuzco, da por sentado que es superior incluso a sus propios paisanos de piel más oscura.  Y aunque no sepa en qué diablos se fundamenta ese sentimiento, así está establecido sotto voce, y todo el que goza de ese privilegio, es más carga, más europeo, “más mejor”.   Un abuelito vasco nos da aires de superioridad.
            Entre los latinos la consciencia de ser blancos es la base no solo de la xenofobia, sino de la discriminación con los mismos paisanos.  Eso, a lo largo y ancho de América.  Pero ¿es nueva esta tendencia? ¡Desde luego que no!  La Biblia es el súmmum del racismo, y es la literatura que ha dado pie al separatismo más brutal que hay sobre la tierra.  La farsa del pueblo elegido es la peor cachetada que esa gente le ha dado a la humanidad y al concepto de fraternidad e igualdad ante Dios.  Pero este racismo (“colorismo”) no se limita solo a los blancos, pues en el Bhagavad Gita, en el capitulo primero “El pesar de Arjuna” nos dice: “Por esas malas acciones de los destructores de la familia que crean los MESTIZOS, quedan destruidos los cultos religiosos de la familia y de la casta”.  ¿Qué les parece esta teoría?  ¿Mala, buena?  ¿Y qué piensan de la afirmación de “el pueblo elegido”?  Los aires de superioridad son una manía inveterada del hombre, y se manifiestan mediante diversos mecanismos. Todos ofensivos.  En la actualidad, se fundamenta en el color de la piel, pero ¿es eso suficiente para justificar los atropellos que se cometen por esa causa?
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sábado, 11 de diciembre de 2010

861 ¡Allí vienen los rusos... allí vienen los rusos!

861   “LA CHISPA         (Uno de diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
“ALLÍ VIENEN LOS RUSOS... ALLÍ  VIENEN LOS RUSOS”
            Por más de medio siglo, ese fue el estribillo con el cual nos aterrorizaron a todos los habitantes del “mundo libre” liderado por los Estados Unidos.  “Allí vienen los rusos a conculcar nuestra democracia y libertades, a quitarnos todo lo que tenemos y sumirnos en el infierno del ateísmo”.  Y nos tragamos el anzuelo hasta la plomada; decenas de países y ciudadanos bajo los regímenes más opresivos y criminales, le declararon la guerra ideológica a la Unión Soviética porque esta ponía en peligro nuestras conquistas democráticas y libertarias.  Sociedades sometidas a las más brutales tiranías, llegaron a sentirse obligadas a ser enemigas de los rusos.  Y gobiernos precedidos por sátrapas de la peor calaña, se sentían paladines de la democracia.  Las Juntas de Argentina, Brasil y El Salvador; dictadores como los del PRI en México, Pérez Jiménez en Venezuela, Trujillo, Somoza, Carías, Duvalier y un interminable etcétera, se autoproclamaban luchadores anticomunistas y campeones de la democracia.  “Los rusos” era el término con el cual se llegó a equiparar en occidente el concepto de MALDAD.  Alguien a quien culpar de todo lo malo.  Sentimientos que manipularon para canalizar nuestro potencial de odio para que así no nos diéramos cuenta de quiénes eran los que en realidad nos tenían sumidos en la miseria.   “Los rusos”, era el coco con el que nos espantaron durante medio siglo para hacernos creer que la sociedad en la cual vivíamos, era preferible a los supuestos horrores del comunismo criminal.  Fue el catecismo con el que nos convirtieron en sumisos borregos de un sistema de explotación malvado.  Y nos convirtieron en entusiastas defensores de regímenes criminales y expoliadores.  Eso era lo que convenía a los intereses de los Estados Unidos y las mil oligarquías nacionales apoyadas por aquellos.    MANIPULACIÓN de lo más ordinaria.
Los soviéticos se convirtieron, por gracia de la propaganda, en los demonios a quienes culpar de todo lo malo.  Sentimientos que manejaron para dirigir nuestras emociones para que así no nos diéramos cuenta de quiénes eran los que en realidad nos tenían sumidos en la miseria.   “Los rusos”, era el coco con el que nos espantaron durante medio siglo para mantenernos ligados y dependientes de un sistema que no era para nada mejor, pero sí conveniente a las clases dominantes.  La antigua técnica de crear (inventar, fabricar) un falso enemigo foráneo para distraer y cohesionar a las masas ignorantes al servicio de causas que nada tienen que ver con su bienestar, pero que siempre son útiles para evitar que focalicen su atención en las condiciones que les imponen sus propios gobiernos.  El enemigo extranjero es infalible, es la receta talla única para canalizar todas las pasiones patrioteras al servicio de intereses que nada tienen que ver con los de los pueblos. 
            Todos tenían luz verde para atacar a los rusos y decir lo que se les antojara de ellos.  Por dicha para estos, todavía no existían las “redes sociales”, estructuras en donde la gente puede ocultarse para proferir todo tipo de insultos en contra de las personas, pueblos o naciones sin correr ningún riesgo.  Vulgaridades que van desde el chiste gracioso, hasta las groserías más abominables que se hacen circular en este medio.   Pero, ¿correspondían los rusos de carne y hueso a esa imagen que en occidente se había estereotipado acerca de ellos?   ¿Es cierto que los rusos nos querían quitar nuestras “riquezas” y la libertad del “mundo libre” repleto de incontables dictadores y argollas explotadoras? ¿Querían robarnos nuestro elevado estándar de vida, nuestras las mujeres, trabajos, universidades y altos niveles de educación y atención médica de primera?  Pero sobre todo ¿nos querían arrebatar nuestra riqueza cultural y monetaria?  ¿O todo el asunto no era más que una inmensa “bola” que se echó a rodar sin más fundamento que los intereses capitalistas?  Fue una prolongada maniobra para desviar la atención de los pueblos para que no vieran a los verdaderos culpables de su situación. 
Durante la guerra fría se creó al monstruo publicitario más horrendo que recuerda la historia: los RUSOS.  A todo el occidente se le hizo creer que los ROJOS eran lo peor, y cuya única obsesión era destruir toda la brillante y justa civilización del mundo democrático.  Durante medio siglo se nos dijo que eran ateos, malos, criminales, que comían niños y mataban a todos los religiosos, en fin, que eran el Demonio en persona; que querían destruir a los angelitos cristianos del oeste, representados por los buenos muchachotes norteamericanos que, en cientos de bases militares alrededor del mundo, se aprestaban a combatir al feroz y diabólico comunismo.  Miles de kilómetros de celuloide se utilizaron para hacer películas que demostraban esa realidad que se convirtió en artículo de fe para casi todos.  Nos llegaron a saturar con miles de historias acerca de los horrores que se vivían detrás de la Cortina de Hierro, a tal punto, que casi todos sentíamos una cierta repulsión por Rusia y lo que esta representaba para la democracia. El adoctrinamiento fue tan efectivo, que el mundo se convirtió en una dualidad indiscutible: BUENOS y MALOS.  USA y sus buenos amigos, contra la URSS y sus perversos camaradas.  La Unión Soviética era el Imperio del Mal, y los Estados Unidos, el San Jorge de occidente que, en su caballo blanco, tenía que exterminar a la Bestia RojaToda mentira era válida si era contra los rusos.  Incluso gente que vivía bajo las más atroces dictaduras latinas, impuestas y respaldadas por los Estados Unidos, se sentía solidaria con estos y consideraban que eran preferibles las satrapías criollas, que caer bajo el dominio del comunismo. 
Los latinos fuimos víctimas de este gran engaño por espacio de medio siglo.   Con el cuento de ateísmo marxista, las grandes masas evitaron identificarse con todo aquello que oliera a rojo.  Y sin que esto signifique que los regímenes comunistas fueran la panacea, los pueblos jamás debieron dejarse llevar por la propaganda; debieron PENSAR por su cuenta, y así se hubieran evitado tanto dolor y rencor innecesario.  Y haber perdido de vista sus intereses verdaderos.
Sin embargo, dentro de esa atmósfera de odio y recelos, hubo voces que clamaron por la concordia y el entendimiento, aunque solo fuera detrás de la máscara del humor, lo único que se escapaba a la violenta censura que se ejercía en contra de todo aquello que no fuera el aplauso a los líderes del “mundo libre”.   Cualquier otra cosa, era comunismo, razón suficiente para ser encarcelado, torturado o ejecutado, según fuera del gusto del dictador de turno.  Ser comunista era peor que tener lepra.  Luego de la caída del bloque soviético, resulta que todo era mentira (o casi todo); que en Rusia siempre hubo miles de sinagogas, templos cristianos, mezquitas y todo tipo de iglesias.  Que el ejército ruso no sirve para nada, que todos son desertores inmorales que venden sus propias armas, que no tienen buenos cohetes, que sus bombas atómicas no sirven y que explotan espontáneamente; en fin, que nada del horror que nos hablaron de Rusia corresponde a la realidad.  Después de cincuenta años de catequesis con la que nos hicieron odiar a los soviéticos, nos dicen que todo era falsa propaganda, lucha ideológica.  ¿Y cuántos millones de seres murieron por esa farsa?
Lástima que los pueblos son tan duros y tan torpes para aprender las lecciones de la Historia y que, con cualquier pretexto de utilidad para los políticos y clases adineradas, están dispuestos a matarse con quien sea, sobre todo, si ese alguien ha sido clasificado como “el enemigo común”, aunque solo sea un fantasma sin rostro.  Un “Coco”.  ¿Aprenderemos algún día?           (¿Qué creen ustedes en sus países?)
Fraternalmente
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