jueves, 16 de diciembre de 2010

863 Xenofobia y chovinismo


863    “LA CHISPA     (3 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
XENOFOBIA Y CHOVINISMO
Definamos los términos.  Xenofobia. Dice el DRAE: Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.  Chovinismo.  DRAE: Exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero.
Ahora bien, ¿qué razones hay que puedan justificar, en una mente sana, el odio, repugnancia y hostilidad generalizada hacia los inmigrantes?  Parece ser solo un impulso primitivo grupal; algo atávico que ha prevalecido en el clan durante edades sin cuento, y cuya única razón es el miedo que genera todo aquello que nos es desconocido.  El foráneo se nos presenta como un ente enigmático del que nada sabemos, y eso produce dudas, resquemores e inseguridad; y esta nos conduce al miedo, y el miedo se disfraza de odio para cuya justificación es válido cualquier pretexto.  No es lo mismo tratar con nuestro vecino Juan Pérez al que conocemos de toda la vida, que con un desconocido que nos inspira desconfianza y temor.  Recuerden que fobo significa MIEDO, HORROR.  Y xeno, extranjero.  Por lo tanto, xenofobia es miedo ante lo fuereño, lo cual, modernamente, tiene que corresponder a algún tipo de sicopatía.  O bien, a bajas pasiones generadas por la envidia, inseguridad, sentimientos de inferioridad, superioridad u otros impulsos indefinidos que nadie se atreve a aceptar. 
Chovinismo (del francés, chauvinisme: patriotismo fanático), también está ligado con otra anomalía de la personalidad que, por lo general, indica un complejo de inferioridad.  Una persona mentalmente sana no debería ser víctima de este tipo de anormalidad social, pues ya no somos clanes ni hordas, sino que formamos una sola comunidad mundial que no puede ni debe ser compartimentada como si fuéramos panales de avispas.  Las sociedades tipo tambochas, ya deberían ser parte del pasado.     
Ambas actitudes, que se presentan de manera indiferenciada, eran vitales para la supervivencia de las comunidades antiguas, pues eran respuestas biológicas y sicológicas al peligro que significaba cualquier invasión.  Pero en la actualidad, corresponden a desarreglos de la personalidad que se ubican en ese nivel de nuestras emociones más básicas e irracionales, y que conducen a estados de violencia y agresión.   
La xenofobia nace en el fondo más oscuro del subconsciente; de reacciones turbias y violentas de ese umbral en donde se agazapa lo peor del egotismo con todos sus vicios y frustraciones.  Esta agresividad (disfrazada de patriotismo o nacionalismo) es una obsesión insana producto de los fracasos que el individuo no se atreve a asumir como resultado de su incapacidad y, por lo tanto, busca a quien culpar de ella.  Bajo esa óptica, el forastero pasa, por arte de magia, a ser el responsable de las carencias del nativo,  y se convierte en el causante de todos los males del país. Sobre todo, cuando ese o esos refugiados triunfan y se destacan económicamente por encima de los locales.  La patriotería es producto de la envidia y el MIEDO.  Pero no del temor a esa persona sino a la posibilidad de que esta ponga al descubierto sus deficiencias, falta de iniciativa y constancia para vencer en la vida.  Si un expatriado que vino en la miseria alcanza el éxito y hace fortuna, eso resulta una cachetada para el criollo que, con todas las ventajas de la localía, no ha podido hacerlo.  Esa es la causa principal de la tirria que sienten muchos pueblos hacia los judíos, que siempre forman colonias económicamente poderosas donde quiera que se asientan.  Claro que hay factores adicionales que potencian ese odio, pero la raíz de todo es la envidia.  No hay nada que enchile más a los habitantes de un país, que ver cómo ciertos grupos de extranjeros se destacan y hacen fortuna de la noche a la mañana.  Como los europeos, judíos, chinos, libaneses y otras razas que parecen dominar una fórmula mágica para hacerse de chochoska.
            La xenofobia tiene un rostro difuso, indefinible mediante razones; es un concepto pasional enmascarado; una “etiqueta” con la que se identifica a ciertos grupos de inmigrantes, y la cual confiere permiso para satanizarlos sin razón alguna más que los prejuicios y generalizaciones maliciosas.  Se puede decir que todas las sociedades nacionales padecen de esa lacra en alguna medida.  Y aunque los pretextos con los que se trata de justificar esta actitud siempre son vagos, imprecisos y exagerados, los grupos xenófobos los consideran válidos y, sobre todo, patrióticosAdemás, este vicio se refuerza en el caldo de cultivo del chovinismo, la política oportunista y los bajos instintos presentes en todos los seres humanos, a despecho de su cultura.  Alemania y los judíosLos judíos y los árabesLos gringos y los latinos.  Los blancos y los negros.  Y así hasta el infinito.  El “nosotros” y “ellos” es un automatismo primario de supervivencia, pero que a estas alturas de la historia y la cultura, resulta una aberración inaceptable. 
            La patriotería (que no es patriotismo) es una vena fanática que siempre ha sido diestramente manipulada por los políticos; es por eso que la mantienen viva, pues es un recurso de gran utilidad en cualquier momento de crisis; es un distractor formidable para canalizar emociones brutales al servicio de intereses que nada tienen que ver con los de los pueblos.  Recuerden que bajo el pretexto de la cuestión racial (la supremacía aria), los nazis cometieron infinidad de atropellos en contra de todas aquellas etnias que ellos habían clasificado como “inferiores”.   La misma discriminación que realizan los gringos blancos contra los negros, latinos y asiáticos; igual a la que ejecutan los europeos contra los africanos, latinos y asiáticos.  Idéntica a la que llevan a cabo los judíos en contra de sus parientes palestinos
            Deberíamos aprender muy bien esas lecciones de la Historia reciente y no permitir que NADIE manipule nuestros sentimientos hacia causas de odio, pues este NUNCA ha resuelto algún problema entre las poblaciones.  Toda forma de xenofobia es maligna, inmoral, estúpida y ofensiva, y solo tiene su fundamento en lo más oscuro de la emotividad humana, en el egoísmo y desconocimiento de la mecánica social y la historia, en fin, en el oscurantismo y falta de fraternidad.  ¿Qué queda de las prédicas de odio del nazismo, del judaísmo, del etnocentrismo europeo y gringo y de todas las grandes corrientes xenofóbicas que se han dado?  Nada… mejor dicho, mucho dolor.  No entender esto solo es posible por maldad o ignorancia de la Historia… o por cálculo político.  No caigamos en la trampa del patrioterismo, dirigido hacia esa parte animal de nuestra consciencia.
            RIS                      E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blog:     La Chispa       http://lachispa2010.blogspot.com/     con link a     Librería en Red



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