sábado, 4 de diciembre de 2010

765 ¿Presidente o presidentA?


765     “LA CHISPA”    (14 febrero 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿PRESIDENTE O PRESIDENTA?
            Ante la elección de doña Laura tenemos dos inquietudes un poco frívolas pero incómodas.  ¿Cómo le decimos: PresidentE o PresidentA?  Y a su marido: ¿Primer damo o primer caballero de la República?   En una “Chispa” anterior le dije señora PresidentA, y una serie de amigos lectores se molestaron y me dijeron que se dice señora presidentE.  Algo que me suena a disparate.  Como decirle a la señora del caballo: la caballo.  O a la del zopilote, la zopilote.  ¿Por qué ser tan quisquillosos con esas minucias del lenguaje?  ¿Porque lo manda la gramática o la Academia?  Si el pueblo se siente bien al utilizar determinadas formas, está bien.  Recordemos que es la gente la que hace la lengua y NO las Academias.  Y mucho menos, cuando se trata de un cuerpo colegiado que está al otro lado del mundo y que muy poco sabe de la riqueza lingüística de nuestros pueblos; de la multitud de términos y formas de expresión que inventamos todos los días.  Durante varios siglos hemos sido víctimas entusiastas de las reglas de la Academia Española, y nos hemos sometido a lo que ellos disponen en materia idiomática de una manera casi servil.  Si lo dicen el DRAE o la Gramática, así tiene que ser.  ¿Y dónde está nuestra personalidad, nuestra individualidad?  ¿Seguimos siendo una colonia lingüística de los hispanos?  ¿Somos incapaces de adoptar una forma propia de gobernar nuestra lengua americana o AMERIÑOL?   ¿Por qué un grupito de gente que vive al otro lado del mar ha de imponernos a los latinos de habla hispana, que somos más de QUINIENTOS MILLONES, la manera cómo debemos hablar?
            Hubo quienes me recitaron los dogmas académicos del participio activo y todas esas majaderías con las que no han martirizado por años.  “Que el que canta es cantante, que el que siente, sintiente, el que come, comiente; que el que es, entente, y el que pica es picante, y que por eso no hay presidentA”.  Pero el diccionario (DRAE) consigna esa palabra y nos dice que es la mujer que preside.  Sin embargo, ambas cosas me valen un cacahuate porque la lengua solo tiene un objetivo: hacernos entender.  Y si eso se logra mediante el discurso común, está servido el propósito de aquella.  Es por eso que ya es tiempo de que nosotros nos hagamos cargo de la dirección de nuestros asuntos en cuestiones idiomáticas, y que no sigamos permitiendo que los peninsulares se refieran con aprensión a nuestra manera de hablar, con el despectivo mote de americanismos.   Nosotros hablamos “AMERIÑOL” con propiedad y podemos hacerle los cambios que se nos antojen.  Además, no tenemos que pedir la venia de la Academia Española para hacerlo.  Ya no somos una colonia española, aunque es evidente que todavía hay muchos con esa mentalidad.
            Deberíamos estudiar el ejemplo de los gringos en relación con el inglés. Ellos NO tienen academia ni siguen regla alguna dictada por los ingleses; y su idioma es de lo más moderno, práctico, rico, expresivo y libre de la infinidad de trabas y majaderías de la gramática española, las cuales han convertido a esta lengua en una herramienta casi imposible de manejar.   El español de España es una lengua artrítica, paralizada por un reglamentarismo feroz que acobarda a todos sus usuarios.   Es por eso que muy poca gente se atreve a escribir: por miedo a los gramáticos y todos aquellos payasos que se las tiran de “conocedores de las reglas” de la gramática.   Por la misma razón, hay millones que prefieren ser despellejados o crucificados antes que “hablar en público”.  Y todo eso es culpa del formalismo y todas las idioteces de la Gramática española.  La ortografía de este idioma es el instrumento de tortura más brutal que hemos adoptado los ameriñoles.  Una ortografía infame que poco tiene que ver con nuestra manera de hablar, pues nuestra fonética NO ES equivalente con la de los españoles, y es por eso que estamos en clara desventaja ante ellos.  Y todo porque nos empecinamos en seguir subordinados a la “Real Academia de la Lengua” como si esta fuera palabra de Dios.  Esa institución y sus reglas son buenas para ellos, pero injustas para los americanos.  Nosotros NO decimos Zapato, ZarZa, Cielo, Zanahoria ni Cemento.  Pronunciamos Sapato, SarSa, Sanaoria y Semento, pero tenemos que escribir esas palabras “a la española”.  ¿No es eso una arbitrariedad inaceptable?  Nosotros debemos adaptar la escritura a nuestra forma de hablar el “AMERIÑOL”, y para explicar eso, escribí un libro llamado así.  Con él pretendo marcar una guía acerca de qué debemos hacer con nuestra lengua en nuestro continente.
            Si a un niño español la maestra le dicta: “El Cielo es aZul”, aquel tendrá un sonido claro que le indica cuáles son las letras que debe utilizar, pues la niña le dirá Cielo y aZul, enredando la lengua de esa forma como solo ellos lo hacen.  Entonces el jovencito no tendrá dificultad alguna para escribirlas.  Pero ¿qué pasa cuando un chiquito nuestro recibe la misma orden de su maestra?  Esta le dictará: “El Sielo es aSul”, con eses.  Entonces ¿cómo sabe este alumno que ese Sielo aSul que le dictaron se escribe con C y Z?  Eso es una injusticia ortográfica.  Pero aún así, sin pensarlo dos veces, hay cientos de guardianes feroces de la “pureza del idioma español”, como si eso nos importara a los americanos.  Esa es una preocupación válida para los peninsulares pero NO para nosotros.  Entonces ¿por qué hay tanto falderillo de oficio defendiendo algo que es perjudicial para los americanos? El reglamentarismo de ese idioma es lo que mantiene a los pueblos hispanoparlantes en la cola del tren del progreso.  Empantanados en discusiones idiomáticas estúpidas, mientras otros progresan al compás de la modernidad lingüística liderada por el inglés.  Mientras millones “chatean” y “accesan” mediante la Internet, el DRAE se emperra en decir que tales términos “no existen”.  Tampoco, brasier, chef, menú, negligé, kotex, gillette y una infinidad de palabras de uso corriente en el mundo entero, en todos los idiomas, que la paquidérmica Academia sigue rechazando y considera que son barbarismos.
            En mi libro “EL AMERIÑOL”, abro una puerta y señalo la ruta que los ameriñoles podríamos seguir en la formulación de nuestro propio método para la práctica de nuestro idioma: el Ameriñol.  No más vasallaje ante nada ni nadie.  Ya tenemos la suficiente edad cultural para decidir sobre nuestra lengua y la forma de utilizarla sin estar esperando órdenes provenientes de ultramar.   Y sí existe presidentA.  Así como culebrO, zopilotA, tigrA, águilO y lagartAen Ameriñol.
            Mi libro “El Ameriñol” se encuentra gratis en mi blog: Librería en Red.                      Ameriñolescamente                                      
                                               RIS                                                    E-mail:  rhizaguirre@gmail.com 
Blogs:      La Chispa       http://lachispa2010.blogspot.com/    con link a     Librería en Red                            
 

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