miércoles, 3 de noviembre de 2010

659 Entonces, ¿qué podemos comer o untarnos?

659    “LA CHISPA”     (2/06/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ENTONCES, ¿QUÉ PODEMOS COMER O UNTARNOS?
            He recibido varias notas de amigos-as que se sienten inquietos por las “Chispas” que les he mandado en relación con los cosméticos y la comida (tema poco tratado).  Y la inconformidad se puede resumir en lo que he incluido como título de esta nota.  ¿Qué comer?  ¿Qué utilizar en productos de belleza?  Puedo decir que lo mejor que podemos hacer es comer solo productos naturales, cultivados en granjas especializadas en las que no se utilicen los muchos químicos que hacen posible la agricultura masiva.   También les diría que debemos eliminar las carnes de nuestra dieta, especialmente aquella que se obtiene mediante procedimientos “artificiales” (engorde con hormonas y otros químicos antinaturales en la vida de los animales).  Y en cuanto a los cosméticos, la elección parece mucho más sencilla: renunciar al uso de todo, menos el agua.  ¿Y por qué?  Porque NO PODEMOS CONFIAR EN NADIE.   Digo, confiar plenamente.  La capacidad de mentira y engaño por parte de los comerciantes es casi ilimitada, y la ética que se utiliza en los procedimientos de manufactura, es tan fiable como la palabra de un adicto a la heroína.   Les importa un carajo la salud de los consumidores; y a pesar de que existen dudas razonables sobre la toxicidad de muchos productos, los continúan utilizando sin consideración alguna.  Varias fábricas de cosméticos de prestigio mundial, se encuentran con el “SELLO ROJO” de Greenpeace, y el asunto les resbala.  En esa negativa Lista Roja se encuentran muchos cosméticos de Carolina Herrera, Avon, Uniler, Procter & Gamble, Estée Lauder, L’Oreal, Revlon y algunos más que se resisten tercamente a eliminar sustancias nocivas de sus cosméticos.
            Así el decorado, ¿qué podemos hacer?  Mucho, poco o nada.  Todo depende de la voluntad que tengamos para mantenernos lo más alejados de la influencia nociva de la química alimentaria, farmacéutica y cosmética.   Pero como esta es omnipresente, NO PODEMOS librarnos de ella por completo.  A menos que andemos desnudos, en la selva, y que vivamos en forma primitiva.  Pero eso NO ES POSIBLE.  Vivimos inmersos en la sociedad y utilizamos y consumimos toda clase de productos contaminantes de nuestros cuerpos.  Eso significa que solo nos quedan dos caminos: seguir nuestras vidas en la forma que lo hemos venido haciendo, y que confiemos en la evolución y capacidad de adaptación que tienen nuestros organismos.  Talvez llegue el momento en que estas cosas no nos maten y que, aunque seamos radiactivos y estemos repletos de químicos, sigamos viviendo vidas “normales”.   En Hiroshima todavía hay cucaracha y ratas con altos índices de radiactividad y viven felices.  La diferencia y peligro podría estar en las enfermedades y sufrimientos que tuvieron que padecer esas criaturas entre el estado actual y el momento del inicio, pues recuerden que entre las que sufrieron la irradiación y las de ahora, han transcurrido centenares o miles de generaciones.
            La otra opción es pugnar porque los empresarios se enteren de que somos conscientes del riesgo que corremos todos (incluyéndolos a ellos y sus familias) al abusar de los químicos.   Esta es una labor dura y de avance muy lento; sin embargo, hay mucha gente y organizaciones comprometidas en esa causa; la abanderada de ellas “Greenpeace”, sociedad humanitaria cuyo trabajo se puede calificar de excelente.  Averigüe, consulte, hágase miembro espiritual de ella.  Trabaje por el ambiente, empezando por su propia persona.  Pero como esta etapa será larga, también nos queda aquella escogencia que depende exclusivamente de nosotros: convertirnos en consumidores conscientes, selectivos, exigentes, inquisidores, desconfiados e inteligentes.  Eso significa que, sin llegar a extremos imposibles e imprácticos, no incurramos en la criminal indolencia de confiar de manera  irresponsable en la oferta que nos hacen los comerciantes y proveedores.  Por principio, recuerden que TODOS los cosméticos corrientes son potencialmente peligrosos, pues contienen sustancias tóxicas de valor acumulativo.  Tengan presente que en realidad no son muchos los que necesitamos como recursos de belleza o higiene personal.  Busquemos la alternativa de la cosmética “ecológica o natural” que nos ofrece una aceptable variedad de productos.  Pero tenemos que asegurarnos de que no sean de farsantes aprovechados. 
            En cuanto a la comida, también podemos aplicar el mismo principio.  Preferir los productos frescos y libres de químicos.   Y aunque sabemos que esto es casi imposible dentro de un medio de sinvergüenzas, al menos podemos cerciorarnos de que sean frescos.   Frutas, vegetales, legumbres, granos y todo aquello que haya tenido la menor influencia de elaborados procesos.  Evitemos todas las conservas, refinados, embutidos, enlatados o empacados; sin embargo, eso no significa que debemos convertirnos en fanáticos majaderos, pues la verdadera clave del asunto consiste en la moderación.   Hay que rechazar toda comida con colorantes, saborizantes, edulcorantes y aromatizantes artificiales.  Helados, carnes, dulces, frutas, encurtidos, salsas de tomate y todos esos productos que pueden durar “toda la eternidad” en sus envases, están repletos de químicos nocivos.   Algunos tan peligrosos como el benzoato de sodio que, en los procesos caseros de manufactura de alimentos embutidos, son utilizados de manera criminal y sin medida.
            Repito y termino: sea consciente de lo que consume y da de comer y untar a su familia.  Exija, haga correr la bola para que, tarde o temprano llegue a los oídos de los fabricantes de estos venenos, por más sordos que sean o finjan serlo.  Como los de una famosa fábrica de cosméticos nacionales de origen “natural”, que ha puesto en cuarentena a mis “Chispas” solo porque les pregunté que cuál es la institución que CERTIFICA la calidad de sus productos.  Hasta el presente, me las rebotan mediante un sistema automático que en nanosegundos me las devuelve.   Pero ya están avisados, y cuando sean muchos los que les hagan la misma o parecida pregunta, TENDRÁN que dar algunas respuestas; pero más importante todavía, deberán hacer algo en beneficio de la salud de los consumidores.   Y eso es lo que TODOS debemos hacer para que nos pongan atención, porque si lo hacemos solos, estaremos perdidos.   Recuerde que usted es el JEFE, el que manda y determina mediante el PODER DE COMPRA.   Solo es cuestión de multiplicarlo mediante la unión.  Si a usted solo no le hacen caso, consígase media docena de socios y verá la respuesta del comercio. 
            Fraternalmente                                                            (¿Cómo lo hacen en su país?)
                                     RIS
                                    

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