716 “LA CHISPA” (16 noviembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
ENSEÑANZA SIN BARRERAS
Los países desarrollados pueden darse el lujo de tener una educación selectiva y de gran calidad porque ellos están saturados de profesionales en todas las áreas; por eso pueden exigir la máxima competitividad. En Alemania para cada puesto de algo hay diez o veinte profesionales que tienen que demostrar no solo un título sino los conocimientos del ser humano al cual respaldan. Nosotros los latinos no podemos aspirar a eso… por ahora. Tenemos que conformarnos con una instrucción de menor alcance como un recurso necesario y táctico mientras logramos mayores niveles económicos y sociales. No podemos aspirar a la excelencia como una realidad sino como un ideal… por ahora. Es por eso que debemos dedicar todo nuestro esfuerzo a la masificación de la enseñanza, aunque esta no esté a la altura de la de los países del primer mundo; por ahora eso es suficiente. Necesitamos miles de médicos y enfermeros que puedan curar y evitar la muerte de millones de personas en el abandono total. Tenemos que aplicar, por necesidad, la premisa de que es mejor un médico mediocre o malo que ninguno. Médicos formados en tres años. Lo mismo con maestros y profesores, ingenieros, técnicos, obreros calificados y todas las fuerzas de trabajo de cada país. Es preferible un barniz de cultura, que la madera pelada y expuesta a las fuerzas corrosivas de la ignorancia. Por ahora…
En ese gran plan de la Enseñanza sin Barreras, debemos planificar en varias etapas: la inicial, intermedia y avanzada, cuya duración en años será modificada según los resultados. La primera debe ser simple, básica y dirigida a la vulgarización de la cultura: las artesanías y oficios, las profesiones intermedias y todas aquellas materias que capaciten a nuestra gente para los servicios, el comercio y actividades que requieren conocimientos de aritmética, computación, cálculo, inglés y otras habilidades que se puedan adquirir en uno o dos años de estudio. Pero que todo esto pueda ser llevado a los hogares de todos, sin restricciones de cupo, edad, sexo o cualquier otra consideración negativa de los formalistas y artríticos sistemas de la Instrucción Pública actual. Un solo maestro o programa de tele o Internet puede atender a millones de personas en las aulas del ciberespacio, sin límites de tiempo ni de esfuerzo. Casi gratuitamente. Solo es cuestión de crear esos programas y echarlos a andar. Después se pueden ejecutar automáticamente y por toda la eternidad. En estos tiempos de comunicaciones planetarias vertiginosas, sin límites de tiempo, cantidad ni espacio, la escuela tradicional empieza a convertirse en un fósil. En el disco duro de mi ordenador cabe toda la sabiduría que la humanidad ha colectado en toda su existencia. Sin errores y sin olvidos. Y aparte del calor humano y el romanticismo escolar, los maestros de carne y hueso se están haciendo obsoletos.
Un CD (cidí) puede repetir hasta el infinito la misma lección sin cansancio ni estropearse la garganta. Un pinche disquet bien confeccionado puede sustituir a docenas de maestros con un costo de centavos. A docentes que pueden ser olvidadizos y que están sujetos a mil deficiencias que no tienen los equipos electrónicos. Y no es que aquellos sean innecesarios. El hombre siempre lo será. Lo que queremos decir es que este no debe GASTARSE en tareas monótonas de repetición que un disco puede hacer billones de veces sin cansarse. Además, esta tecnología puede llegar adondequiera sin costo alguno y sin limitaciones. Y si alguien no la aprovecha, nada se pierde. Gústenos o no, la nueva enseñanza deberá estar fundamentada en los recursos electrónicos, por más tradicionalistas y románticos que seamos los que hemos ejercido esa profesión. La Electrónica es la ciencia del futuro y, por definición, la que hará que los procesos de enseñanza-aprendizaje se conviertan en juegos de niños. Esta tecnología impedirá la sobrecarga de materias de “relleno” que solo se dan en las escuelas, colegios y universidades para inflar los programas y darles trabajo a cientos de profesores innecesarios que cuestan millones en salarios. (Broma electorera: “Estamos escuchando la pueblo”)
La enseñanza del futuro y para esta etapa inicial, deberá ser lo más sobria posible; desprovista de adornos inútiles para nuestra condición actual, pues por ahora, ¿qué nos importa la Revolución Francesa y qué consecuencias tuvo? ¿Qué le puede interesar a un operador de computadoras o a un mecánico de autos cuál es la altura del Matterhorn? ¿Qué nos importa quiénes fueron los reyes de España durante la colonización de América? Toda esa es cultura “accesoria”, facultativa, y que no resuelve ninguno de los problemas que tiene un indio del Altiplano de Bolivia o de las selvas del Petén. O de un desempleado de Puntarenas o Limón. Cuando medito en ciertas materias de la escuela o colegio, e incluso de la universidad, pienso dolorosamente en el enorme desperdicio de tiempo y esfuerzo que se hace con el talento de nuestra niñez y juventudes. Nos impusieron cientos de estupideces que para nada sirven, pero que pusieron en peligro nuestra permanencia en el sistema educativo. Nos saturaron nuestras jóvenes mentes de pura paja, de conocimientos inútiles como el de los logaritmos. En mi larga vida JAMÁS he necesitado un condenado logaritmo para nada. Never. Una calculadora de unos cuantos colones tiene todas las respuestas matemáticas del mundo. Aprieto un botón y salen todos los logaritmos que se me antojen; y si la pila está buena, sin posibilidad de falla.
Debemos dirigir todas nuestras fuerzas a esa Educación sin Barreras. Sin cosas superfluas ni apegadas a fetiches románticos. Y cuando esta sea general, podremos pasar a la segunda etapa, cuando tengamos la suficiente riqueza para montar programas escolares poderosos y capaces de suministrar a nuestros niños una enseñanza esmerada. Y en un futuro, ojalá cercano, podremos darnos el lujo de ser selectivos en la escogencia de los mejores sistemas educativos que nos ofrezcan para nuestros hijos. Recordemos que la EDUCACIÓN es la puerta única al progreso verdadero y permanente. A un pueblo de burros se le puede dar un millón de dólares por habitante, y es seguro que en pocos años volverán a ser burros, pero con malos hábitos derivados de una riqueza subitánea artificial e insostenible. Solo la educación nos GARANTIZA que siempre estaremos a flote. En la cima. Con menos de lo que se desperdicia en una campaña política, se puede implementar este proyecto de valía trascendente.
RIS
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