798 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL MUNDO ÁRABE
La
percepción que se tiene en todo el occidente acerca de los árabes es negativa
en términos generales. Así como la que
se tiene de los negros y latinos en Estados Unidos y Europa. Es una cuestión racial basada en
apreciaciones superficiales y distorsionadas intencionalmente, como todos los prejuicios. Pero en el caso de los árabes, hay varios
elementos que magnifican esos criterios.
Entre ellos está su fe, rival de la religión oficial del occidente; además, su antiguo pleito con sus parientes
judíos. Tan intolerantes los unos
como los otros, pero con una diferencia: los judíos siempre han sabido “acoplarse”
al bando de los ganadores; tanto es así, que incluso se “blanquearon” para
mimetizarse de mejor manera entre sus víctimas, los odiosos goyim. Ese proceso de mestizaje les llevó siglos
mezclando a sus morenas mujeres con nativos del centro de Europa, pero al fin
se convirtieron en asquenazíes,
gente que si no fuera tan testaruda con sus cuestiones religiosas, bien podrían
pasar inadvertidos por toda Europa y el mundo porque, al fin y al cabo, son europeos.
Históricamente
los judíos han estado adscritos a los poderosos, es decir, invariablemente se
han “apuntado” a los triunfadores y han formado alianzas de conveniencia con
estos, aunque los aborrezcan y en privado los traten de goyim (algo así como perros asquerosos). Son maestros en el arte de la simulación, y
mientras saquen ventajas, están dispuestos a identificarse con los “ideales y
tendencias” de los cristianos, religión que detestan pero que patrocinan
subterráneamente ya que como esta es derivada del judaísmo, les queda muy bien
a sus propósitos de subordinación. Y si
tienen que convertirse al
cristianismo, lo hacen (marranos, España) por conveniencia. Continuamente han estado en sociedad con los
potentados de todos los países que han parasitado a través de su historia. Fueron compinches de los faraones (José),
también de los reyes de la Mesopotamia (Daniel y socios), de los filisteos,
griegos, romanos, españoles y, finalmente, de los ingleses, en donde alcanzaron
la cima de su poder en Europa; y luego que vieron las perspectivas de América,
se convirtieron en fervientes americanos.
Ese pueblo es como un corcho, en forma
perenne montado sobre las olas del progreso de los demás. Flotando encima, como el aceite. Escogiendo cuidadosamente a sus aliados, sin
importar qué ideología tengan estos: fascistas,
nazis, comunistas o lo que sea; eso es secundario cuando de dinero se trata. Si ellos pueden hacer sus negocios y
explotarlos, nada importa en lo que los goyim crean. Está escrito en su manual de comercio (la Biblia, Isaías 60).
Cosa
contraria son sus primos árabes. No tienen elasticidad ni se adaptan a nada. Salvo los libaneses que son cristianos, ellos suelen ser fundamentalistas en
casi todos los aspectos de su cultura. Y
eso lo han aprovechado muy bien los judíos gringos desde Hollywood. Desde ahí se ha gestado el anti arabismo
occidental que solo es superado por el odio que les profesan los productores de
cine judío a los alemanes. Ambos pueblos son presentados, en miles de películas judías, como la quintaesencia del mal. Y en estos dos casos, su odio y rencor parece
no tener límites en el tiempo. Casi
durante setenta años nos han bombardeado con la propaganda más abyecta en
contra de Alemania, y de paso, han incluido en esa agenda al mundo árabe, al
cual han desprestigiado de todas las maneras a su alcance. Y este es el principal elemento que incide en
la percepción que occidente tiene de esa gente: el Hollywood judaizado.
Todas las películas que hace la
camarilla judía que domina esa industria,
nos presenta a los árabes como salvajes, NEGROS,
peludos, gritones, estúpidos, asesinos, ignorantes, fanáticos y odiosos. Los
judíos de Hollywood han creado esa imagen negativa que el occidente tiene de
los agarenos. Por otro lado, también
se han fabricado para ellos la fama de buenos, víctimas de mil holocaustos,
perseguidos, sufridos y pueblo de Dios.
Y ligados a los grandes (USA) están en posibilidad de hacer lo que les
dé la gana. Con la fuerza de esa nación,
borraron del mapa a Irak, y pueden hacerlo con quien les plazca en el momento
que les convenga y lo demanden sus negocios.
¿Qué
es lo que hace que una gran nación, formada por tanta gente, con una religión
unitaria, con el respaldo de más de mil millones de fieles y con todo el
petróleo del mundo siga siendo tercermundista, débil, fraccionada y a
disposición de que los judíos les pateen el culo cuando así se les antoja a
estos? ¿Cuál es el problema y la mayor
carencia de esas personas que deberían ser los amos del mundo? Hay mil respuestas obvias; sin embargo, ni
todas juntas producen una explicación adecuada que pueda justificar su posición
socio-política en el panorama mundial. Archimillonarios y miserables. Pero además, incapaces de ponerse de acuerdo ni
siquiera en una sola idea de supervivencia general. Al contrario, se desangran en luchas
intestinas por interpretaciones antojadizas del Corán. Veintitrés países que, unidos con los otros
tercermundistas petroleros, bien podrían taparle el aire no solo a la rica
Europa sino a los mismos Estados Unidos.
Tienen el poder y la facultad para hacerlo, pero NO lo harán. En un mundo bélico que solo reconoce la
fuerza militar como único argumento de poder, los árabes podrían fabricar y
comprar el más abundante y mejor armamento posible. Pero no para convertirse en subordinados
de occidente, ni cuidadores del capital yanqui-judío como los serviles Egipto,
Arabia, Kuwait y el resto de lacayos del Golfo y el norte de África, sino para
hacer que sus puntos de vista y opiniones sean tomada en cuenta y en
serio. Como lo hace Irán, país que por ahora, constituye la pesadilla de todos los
judíos del mundo, lo cual los ha llevado a la movilización de todas sus
influencias con el fin de nulificar lo que significa un obstáculo en sus
proyectos hegemónicos. La misma campaña
que montaron en contra de Irak, porque este era una amenaza para el estado de
Israel. Taco a taco.
Si
los árabes tuvieran el diez por ciento de la actitud de Israel, podrían
convertirse en los amos del planeta en cuestión de pocos años. Pero tienen el lastre de la religión que,
mezclada con otros factores derivados de aquella, hacen imposible el despegue
de los moros... Parece que solo esperan
que se termine el petróleo para volver a los camellos. ¡Qué
pena que con tanto poder sean tan débiles!
Arabescamente
RIS E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
Entrada
al blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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