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“LA CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
EL ABSURDO DE LA PRIMOGENITURA BÍBLICA.
La
forma como opera el programa doctrinario sobre la mente de los feligreses, sí que
es un verdadero misterio bíblico y sicológico, pues de ninguna manera es
posible explicarse, racionalmente, cómo es que ciertos auténticos disparates
dichos en ese libro, se convierten en VERDADES
DE REVELACIÓN en las cabezas de infinidad de bibliómanos. ¿Cómo funcionan esos mecanismos alienantes en
los cerebros de los feligreses? ¿Cómo es
que personas inteligentes crean como “cosas de Dios”, los despropósitos que
esos ignorantes y malintencionados rabinos consignaron en su literatura
sagrada? Está bien que un creyente
establezca una duda razonable sobre cuestiones metafísicas que están más allá
de una demostración práctica o científica; y en este caso es válido creer o no
en cualquier enunciación religiosa, ya que eso cae dentro del campo de la fe. Se puede creer o no en la vida en el más allá
o en la inmortalidad del espíritu, pues eso está fuera del alcance de una
verificación física y aun dialéctica. No
hay posible comprobación de la realidad de esos fenómenos desde la
perspectiva estrictamente materialista o
científica. Y en estos casos la elección
en uno u otro sentido es válida, porque bien sea que creamos o no en la
existencia del alma, no hay manera física de probar ninguna de ambas
proposiciones. Allí también entran la
fe, y creer o no, es cuestión personal y absolutamente respetable. Pero otra cosa es creer en afirmaciones
descabelladas cuya falsedad es evidente incluso para un retardado mental. Y ese es el famoso caso de la
primogenitura que Esaú le vendió o cambió a Jacob por un plato de lentejas. Solamente la bibliomanía es capaz de acomodar
en la cabeza de un creyente, como cosa cierta, semejante necedad.
En
el capítulo quince, versículo treinta y tres Génesis (15: 33) se nos explica la
manera cómo Esaú vendió la primogenitura a su hermano menor por un plato de
guiso o lo que fuera. Ese cuento es tan
ridículo, que nos sentimos ofendidos por esas majaderías que los creyentes
modernos pretenden presentar como historia sagrada, pues cualquiera que tenga
un gramo de cerebro, sabe que la primogenitura es una propiedad no
negociable. Lo mismo que no lo es el
color de la piel, la forma del cráneo o la inteligencia; incluso un idiota sabe
que no es posible “vender” el talento o la pigmentación propia; pero suponemos
que la moraleja que el hagiógrafo quería derivar de ese absurdo suceso es que
Esaú era un individuo indigno de tal posesión, ya que no había tenido reparo en
deshacerse de algo tan valioso, a cambio de un miserable plato de frijoles,
sopa o guiso.
Ya
conocemos la trama en la que participaron Jacob y Rebeca para robarle a Esaú la
bendición que le correspondía como primogénito.
También nos enteramos de que ese acto desvergonzado contó con la
aprobación tácita de Yavé. Y desde
luego, sabemos que el hombre Rojo se había casado con las mujeres hititas y,
con eso (según el hagiógrafo) se había perdido la pureza de la estirpe
de Abraham. De esa poco sutil manera, el
cronista encontró que era mejor trasladarle la primogenitura y bendición al
hijo que habría de continuar con la raza babilónica incontaminada (iraquí si
fuera en este tiempo). Y nada importaron
los métodos tan poco honestos de los que se valió, pues como diría Maquiavelo
muchos siglos después: “El objetivo le da validez a los procedimientos”. Incluso puso en boca de Rebeca una amarga
queja ocasionada por el matrimonio de Esaú con las narizonas hititas, lo que
resulta sumamente sospechoso, pues esta señora babilonia no había tenido
empacho alguno para confabularse con Jacob con el propósito de despojar a su
hijo Rojo de los supuestos privilegios de la primogenitura.
“Me pesa la vida a causa de las
hijas de Het; si Jacob toma mujer entre las hijas de esta tierra, ¿para qué
quiero vivir?” (Gén. 27:46).
Nótese
en este versículo bíblico, el clásico estilo literario que los poetas helenos
utilizaban en sus tragedias, pues en esa expresión que los hagiógrafos pusieron
en boca de Rebeca, nos parece estar escuchando a Electra, Antígona, Hécuba o
a la Helena de
Eurípides, el gran maestro de los plagiarios bíblicos. Oigamos a la heroína de la tragedia de
Troya:
“...Y esa esperanza ahora la perdí
para siempre. ¿PARA QUÉ VIVO? ¿A qué destino esperando estoy? ¿Otro matrimonio? Ese Eurípides copión...
Una
reflexión final sobre el asunto de la primogenitura y la bendición. Para el lector fanático de la Biblia, algunas necedades
que esta sostiene, constituyen verdades irrebatibles que no deben ser sometidas
a la menor especulación por absurdas que sean.
El caso de la primogenitura es una de ellas. ¿Ha pensado algún bibliómano en lo que tal posesión
significa? La primogenitura es,
sencillamente, ser el mayor de una camada de hermanos; el que nace primero es
el primogénito. Para cualquiera que
tenga un adarme de sesos, debería serle claro que tal condición o privilegio
(si fuera tal) es absolutamente intransferible. SI UN HERMANO ES EL MAYOR, ES EL
PRIMOGÉNITO, Y NO PUEDE VENDER, CAMBIAR O RENUNCIAR A ESA CONDICIÓN DE
NINGUNA MANERA, NI SIQUIERA MURIÉNDO porque si se muere, con él se va la
primogenitura. Tampoco es heredable, como
para decir que el segundo hermano se convertirá en primogénito a partir de la
muerte del primero. Y solamente un
alienado puede afirmar lo contrario, una vez que se haya hecho algún
razonamiento sobre el asunto. Por lo
tanto, la maniobra fraudulenta del hagiógrafo que puso a Esaú a vender esa
“posesión”, no es más que una patraña inventada por personas malintencionadas,
ignorantes e incapaces de hacer la mínima reflexión acerca de ese tema, y que
solo tenían como objetivo el aspecto doctrinario de la cuestión. Jacob no pudo, pues, haberse convertido jamás
en el primogénito de Isaac, por más que las oscuras mentes de los hagiógrafos
así lo hayan concebido, y aun cuando millones de creyentes en la Biblia apoyen esa
cavernícola afirmación. El acuerdo común
de una multitud de necios sobre un asunto falso, no lo convierte en verdadero. Así que, a pesar de lo que puedan sostener
los bibliómanos del mundo entero, Esaú continuó siendo el primogénito de Isaac,
como Ismael lo fue de Abraham, aunque mal les pese.
Los
diccionarios dicen que “bendecir” es decir bien de algo o de
alguien. De manera que de acuerdo con
esa definición, tenemos la capacidad ilimitada para bendecir a quien nos dé la
gana cuantas veces queramos. Sin
embargo, el lector irreflexivo de la
Biblia hace extrañas suposiciones que no están fundamentadas
más que en la presunción de sentido, pues ni la misma Escritura crea limitación
alguna en relación con la libertad y capacidad que tenemos para bendecir a
quien nos plazca. Veamos el objetivo de
este razonamiento. Cuando Jacob le
“robó” la bendición a su hermano Rojo (Esaú), este se fue donde su padre y le
pidió que le diera otra a él, pero Isaac (el hagiógrafo) se negó a hacerlo
aduciendo que ya esta había sido conferida al Suplantador (Jacob). Analicemos este fenómeno sicológico tan
interesante, pues para la mente plana del bibliómano, la bendición --que no es
más que un deseo afectuoso-- se ha materializado en una especie de objeto que
una vez que se ha entregado a alguien, se ha perdido para siempre y no puede
repetirse. Tal forma de ver las cosas no
es más que una simpleza complicitaria con la mala intención del rabino, quien
bajo ninguna circunstancia quería que el hermano Rojo recibiera algún beneficio
de su progenitor. El egoísmo característico
del “pueblo elegido”, que es incapaz de compartir algún bien con quien no
pertenezca a su tribu. Bien sabemos que
Isaac pudo haberse retractado de su acción anterior y haberle conferido a su
legítimo dueño la bendición que le correspondía. Sin embargo, eso iba en contra de la voluntad
del colegio de rabinos de Caldea y, por lo tanto, el patriarca tenía que
negarse a la petición de su hijo Rojo.
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especialmente por Internet, la última ventana abierta para la libre expresión
del pensamiento. Y si encuentra gazapos
en estas “Chispas”, por favor háganoslo saber, pues siempre hay tiempo
para mejorar.
Fraternalmente
RIS
E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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