797 “LA CHISPA” (18 mayo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
MODERNIDAD Y RELIGIÓN
¿Qué
se necesita para entrar a la modernidad?
No es tan fácil definirlo, aunque
hay elementos muy obvios que facilitan ese objetivo, tales como poseer cierto
tamaño y ubicación geográfica favorable; buen clima y recursos abundantes;
además, el desarrollo de un gran poderío militar que intimide a los
rivales. Pero Suecia, Noruega, Mónaco, Islandia,
Luxemburgo, Canadá, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Suiza y otros, nos
demuestran que se puede progresar en climas ásperos e inhóspitos, en cualquier
parte del mundo. Con recursos o sin
ellos, con mucha o poca tierra. Y por
otra parte, la totalidad de los países latinoamericanos cuentan con todos esos
recursos sin que ninguno haya podido desarrollarse. Tampoco se puede decir que solo sea la
cuestión racial, aunque esta sea muy importante. También son arios los indios (hindúes),
argentinos, brasileños, chilenos, cubanos, ticos y muchos pueblos árabes que
forman la retaguardia del mundo desarrollado.
Y eso debilita un poco la teoría racial, aunque NO la anula del todo. Étnicamente
solo existe una constante de atraso pleno, no importa dónde estén situados: la raza negra. Subordinados o libres, es la misma historia: rezago
absoluto sin perspectiva alguna. Entonces
¿qué es lo que determina el desarrollo y pertenencia a la elite socio-económica
mundial? ¿Es una cuestión de carácter? ¿Es la
religión un factor de atraso o desarrollo en las sociedades actuales? Bajo el
monopolio del cristianismo y el lema de “bienaventurados
sean los pobres”, en la América Latina la religión nos ha conducido a la
conformidad y la indolencia. Lo mismo le
ha pasado a la India y al mundo árabe.
Parece que las religiones en
condición de monopolio constituyen un lastre que limita las aspiraciones
personales, con lo cual se pierde todo interés por cualquier empresa. Si el hombre no ve ventaja alguna, deja de importarle
lo que sea. Y eso es válido también para
el cristianismo y su infinidad de sectas, pues muchos creen que en esta
religión hay tolerancia absoluta, lo cual NO
ES CIERTO. Entonces ¿debe una
población ser abierta y receptiva a todas las formas de creencia? Singapur
parece confirmar esta tesis, pues allí conviven el budismo, taoísmo, Islam,
hinduismo y cristianismo. Y ninguna de
ellas interfiere con el progreso meteórico que ha logrado este diminuto y
superpoblado país de menos de 700 kilómetros cuadrados y casi cinco millones
de habitantes. Pero en la moderna,
civilizada y cristiana Irlanda, hasta hace muy poco, los “cristianos” se
mataban entre ellos con una saña diabólica.
Así, pues, no solo son los árabes los que hacen eso. Y ya que se menciona a este pueblo como
ejemplo, es bueno hacer un análisis de ellos para sacar algunas conclusiones
acerca de los factores que determinan el desarrollo.
Según la teoría de las razas son
arios con todas las variantes de colores. Forman una unidad geocultural gigantesca
(cerca de trece millones de kilómetros cuadrados) solo superada por Rusia, y
una población cercana a los 250 millones de habitantes. Además, con el respaldo de todos los
musulmanes que suman más de mil trescientos millones de personas. Y por
si eso fuera poco, son dueños de casi todo el petróleo del mundo. ¿Y qué son en conjunto? Una enorme colección de miserables que no han
podido asomarse ni siquiera a los linderos de la modernidad. Con una lengua común, petróleo, religión
común, petróleo, sangre común, petróleo, grandes territorios, petróleo, grandes
capitales, petróleo, ingenio, petróleo, inteligencia y petróleo. Pero siguen siendo moradores estacionarios
del cuarto mundo. Y parece que mientras
anden con esos camisones y ese montón de trapos en la cabeza, ahí
seguirán. En sus camellos, nadando en
petróleo pero analfabetos, pobres, atrasados y mal queridos por todo el
occidente. ¿Por qué? ¿Qué es lo que le falta a esta “nación” para
ingresar a la modernidad? Veintitrés
países que se debaten entre la miseria y el boato, con una religión de extremos
y con gobiernos autocráticos, teocráticos, tiránicos e incluso “democráticos”. ¿Será
culpa de la intolerancia del Islam? Sin
embargo, sus parientes judíos los superan en ese aspecto y están en la cúspide
del Poder. Y aunque los latinos somos
tan atrasados como los árabes, no somos víctimas de tanto fanatismo
religioso.
¿Qué es, entonces, lo que impide el
desarrollo de comunidades tercermundistas que tienen casi todo lo necesario
para ingresar a la modernidad por la puerta grande? Los latinos podríamos hacerlo con cierta
facilidad, y ni qué decir de los árabes; estos podrían lograrlo en carrozas de
lujo. Pero para eso, tienen que romper
esa imagen de intolerancia que se han y les
han formado en occidente, pues hasta las personas cultas suelen percibirlos
como comunidades cerradas que todo lo enfocan no con la razón sino con dogmas religiosos. Y eso
es anticuado, en cualquier lugar o situación. Los asiáticos ya se están inscribiendo en la
bitácora de países modernos y ricos: La lista encabezada por China y Japón es
impresionante. Y en el cabús del tren
del progreso, seguimos montados los latinos en la desagradable compañía de los
africanos negros y los árabes. En la cola, los negros; y en la semi cola,
árabes y latinos. Dos pueblos que bien
podrían estar en la cima del mundo, continuamos marginados, explotados y sin
esperanza alguna de ver el sol claro.
¿Qué es lo que nos impide el despegue hacia una vida mejor? Tenemos de todo, pero por encima de eso,
siempre gravita el fantasma de la
religión de alguna manera que nos convierte en negativos. La
religión cristiana nos ha hecho conformistas y ha trasladado nuestras
expectativas de progreso al reino de la muerte; para las grandes mayorías de latinos, nuestros problemas se resuelven
“en el cielo”. Allí habrá justicia y
todo aquello de lo que carecimos en vida.
Y eso, en cierta forma, nos iguala a los árabes, negros y algunos países
asiáticos. Mientras esperemos que la solución
de nuestros problemas venga del cielo, estaremos jodidos. Mientras creamos que los partidos y los
políticos van a desenredar la madeja social en la que estamos atrapados, allí
seguiremos ahogándonos, pues siempre tendremos a esa clase parasitaria que es común, con diversas máscaras, en todos los
países tercermundistas. Y así, NUNCA entraremos a la modernidad.
Modernescamente (¿Piensa usted que
hay alguna solución?)
RIS Correo: rhizaguirre@gmail.com
Blog: La Chispa http://lachispa2010.blogspot.com/
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