lunes, 20 de abril de 2015

797 Modernidad y religión



797    LA CHISPA                            (18 mayo  2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
MODERNIDAD Y RELIGIÓN
            ¿Qué se necesita para entrar a la modernidad?   No es tan fácil definirlo, aunque hay elementos muy obvios que facilitan ese objetivo, tales como poseer cierto tamaño y ubicación geográfica favorable; buen clima y recursos abundantes; además, el desarrollo de un gran poderío militar que intimide a los rivales.  Pero Suecia, Noruega, Mónaco, Islandia, Luxemburgo, Canadá, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Suiza y otros, nos demuestran que se puede progresar en climas ásperos e inhóspitos, en cualquier parte del mundo.  Con recursos o sin ellos, con mucha o poca tierra.  Y por otra parte, la totalidad de los países latinoamericanos cuentan con todos esos recursos sin que ninguno haya podido desarrollarse.  Tampoco se puede decir que solo sea la cuestión racial, aunque esta sea muy importante.  También son arios los indios (hindúes), argentinos, brasileños, chilenos, cubanos, ticos y muchos pueblos árabes que forman la retaguardia del mundo desarrollado.  Y eso debilita un poco la teoría racial, aunque NO la anula del todo.  Étnicamente solo existe una constante de atraso pleno, no importa dónde estén situados: la raza negra.  Subordinados o libres, es la misma historia: rezago absoluto sin perspectiva alguna.  Entonces ¿qué es lo que determina el desarrollo y pertenencia a la elite socio-económica mundial?  ¿Es una cuestión de carácter?  ¿Es la religión un factor de atraso o desarrollo en las sociedades actuales?   Bajo el monopolio del cristianismo y el lema de “bienaventurados sean los pobres”, en la América Latina la religión nos ha conducido a la conformidad y la indolencia.  Lo mismo le ha pasado a la India y al mundo árabe. 
Parece que las religiones en condición de monopolio constituyen un lastre que limita las aspiraciones personales, con lo cual se pierde todo interés por cualquier empresa.  Si el hombre no ve ventaja alguna, deja de importarle lo que sea.  Y eso es válido también para el cristianismo y su infinidad de sectas, pues muchos creen que en esta religión hay tolerancia absoluta, lo cual NO ES CIERTO.   Entonces ¿debe una población ser abierta y receptiva a todas las formas de creencia?  Singapur parece confirmar esta tesis, pues allí conviven el budismo, taoísmo, Islam, hinduismo y cristianismo.  Y ninguna de ellas interfiere con el progreso meteórico que ha logrado este diminuto y superpoblado país de menos de 700 kilómetros cuadrados y casi cinco millones de habitantes.  Pero en la moderna, civilizada y cristiana Irlanda, hasta hace muy poco, los “cristianos” se mataban entre ellos con una saña diabólica.  Así, pues, no solo son los árabes los que hacen eso.  Y ya que se menciona a este pueblo como ejemplo, es bueno hacer un análisis de ellos para sacar algunas conclusiones acerca de los factores que determinan el desarrollo.    
Según la teoría de las razas son arios con todas las variantes de colores.   Forman una unidad geocultural gigantesca (cerca de trece millones de kilómetros cuadrados) solo superada por Rusia, y una población cercana a los 250 millones de habitantes.  Además, con el respaldo de todos los musulmanes que suman más de mil trescientos millones de personas.  Y por si eso fuera poco, son dueños de casi todo el petróleo del mundo.  ¿Y qué son en conjunto?  Una enorme colección de miserables que no han podido asomarse ni siquiera a los linderos de la modernidad.  Con una lengua común, petróleo, religión común, petróleo, sangre común, petróleo, grandes territorios, petróleo, grandes capitales, petróleo, ingenio, petróleo, inteligencia y petróleo.    Pero siguen siendo moradores estacionarios del cuarto mundo.  Y parece que mientras anden con esos camisones y ese montón de trapos en la cabeza, ahí seguirán.  En sus camellos, nadando en petróleo pero analfabetos, pobres, atrasados y mal queridos por todo el occidente.  ¿Por qué?  ¿Qué es lo que le falta a esta “nación” para ingresar a la modernidad?  Veintitrés países que se debaten entre la miseria y el boato, con una religión de extremos y con gobiernos autocráticos, teocráticos, tiránicos e incluso  “democráticos”.  ¿Será culpa de la intolerancia del Islam?  Sin embargo, sus parientes judíos los superan en ese aspecto y están en la cúspide del Poder.  Y aunque los latinos somos tan atrasados como los árabes, no somos víctimas de tanto fanatismo religioso. 
¿Qué es, entonces, lo que impide el desarrollo de comunidades tercermundistas que tienen casi todo lo necesario para ingresar a la modernidad por la puerta grande?  Los latinos podríamos hacerlo con cierta facilidad, y ni qué decir de los árabes; estos podrían lograrlo en carrozas de lujo.  Pero para eso, tienen que romper esa imagen de intolerancia que se han y les han formado en occidente, pues hasta las personas cultas suelen percibirlos como comunidades cerradas que todo lo enfocan no con la razón sino con dogmas religiosos.  Y eso es anticuado, en cualquier lugar o situación.   Los asiáticos ya se están inscribiendo en la bitácora de países modernos y ricos: La lista encabezada por China y Japón es impresionante.  Y en el cabús del tren del progreso, seguimos montados los latinos en la desagradable compañía de los africanos negros y los árabes.   En la cola, los negros; y en la semi cola, árabes y latinos.  Dos pueblos que bien podrían estar en la cima del mundo, continuamos marginados, explotados y sin esperanza alguna de ver el sol claro.  ¿Qué es lo que nos impide el despegue hacia una vida mejor?   Tenemos de todo, pero por encima de eso, siempre gravita el fantasma de la religión de alguna manera que nos convierte en negativos.  La religión cristiana nos ha hecho conformistas y ha trasladado nuestras expectativas de progreso al reino de la muerte; para las grandes mayorías de latinos, nuestros problemas se resuelven “en el cielo”.  Allí habrá justicia y todo aquello de lo que carecimos en vida.  Y eso, en cierta forma, nos iguala a los árabes, negros y algunos países asiáticos.  Mientras esperemos que la solución de nuestros problemas venga del cielo, estaremos jodidos.  Mientras creamos que los partidos y los políticos van a desenredar la madeja social en la que estamos atrapados, allí seguiremos ahogándonos, pues siempre tendremos a esa clase parasitaria que es común, con diversas máscaras, en todos los países tercermundistas.   Y así, NUNCA entraremos a la modernidad.
Modernescamente                                (¿Piensa usted que hay alguna solución?)
                         RIS                  Correo:  rhizaguirre@gmail.com
Blog:     La Chispa      http://lachispa2010.blogspot.com/        


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