822 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA VERDAD SOBRE LA MUERTE
Dicen
algunos cálculos (todos inexactos, desde luego) que desde el año 50.000 antes
de Cristo hasta el presente, la humanidad ha tenido CIENTO SIETE MIL MILLONES de habitantes (107.000.000.000). Y eso es mucha gente, suficiente como para
que tuviéramos múltiples informes acerca de la vida que hay después de la vida física (si es que la hay). Billones de madres que han muerto dejando
niños abandonados, deberían tener el poder del Amor para retornar y hacerse
presentes de alguna manera que resultara evidente. Pero NADA. Nada
de nada. Con lo único que contamos
es con los cuentos y la mitología que hemos hecho acerca de lo que quisiéramos
que existiera después de la muerte. Lo
que complace nuestras expectativas de vida
eterna acomodada al gusto de nuestra mente y deseos. Pero nada de eso es cierto; o al menos, NO EXISTE PRUEBA ALGUNA DE TAL MUNDO. Por otra parte, contamos con las fábulas
clientelistas de las religiones, las cuales prometen de todo aquello que colma
las pasiones y sueños de los feligreses.
Pero SIN DEMOSTRACIÓN ALGUNA, y solo con el fundamento de la fe, la cual NO constituye un elemento de prueba
válido sino un placebo emocional.
Repetimos:
la FE no es un elemento experimental
con el que se pueda demostrar una teoría.
Es solo un sentimiento, una emoción.
Por lo tanto, en el análisis final, debemos descartar casi todas las
explicaciones religiosas acerca de la vida en el más allá, pues todas se
limitan a una serie de propuestas inverosímiles e inviables. Como que TODOS
vayamos a estar a la diestra de Dios en el cielo. No hay forma de acomodar a semejante multitud
en ningún sitio. O como que TODOS vayamos a ser juzgados a la hora
de morir para ser remitidos al cielo, infierno o purgatorio. Sin
explicaciones milagreras, desde luego.
Los
ocultistas nos dicen que existe un mundo paralelo, entrelazado con el nuestro,
pero de una sutileza tal, que resulta imperceptible para cualquier habitante
del mundo físico y viceversa. Sus átomos
son de una dimensión tan pequeña, que la materia que forman es impalpable con
los sentidos humanos. Ese es el mundo de
los muertos, al que se conoce como “plano
astral”. Y es allí donde residen temporalmente
los desencarnados. Pero este nivel o
plano NO es uniforme sino que
contiene siete subplanos de diferente densidad, los cuales constituyen la
escala ascendente hacia la perfección.
El séptimo subplano constituye algo así como el INFIERNO; luego, el muerto va “subiendo” y pasa por el purgatorio;
después alcanza los niveles superiores y vuelve a “morir” su cuerpo astral para
resucitar en el plano mental. Otro mundo cuya sutileza material ni siquiera
podemos imaginar. El ocultismo nos dice
que allí NO llegan las vibraciones
ordinarias del mundo físico ni del astral y que, por lo tanto, constituye el
cielo. Es un sitio donde no existe el mal (vibraciones ordinarias de la
materia basta de los planos inferiores).
Todo esto suena muy bonito, piadoso y con cierta lógica aceptable. Pero ¿es cierto? ¿Hay pruebas de eso? ¿Cómo se entronca esta teoría ocultista con
el budismo y su doctrina de la aniquilación? ¿Sobrevive el hombre (la personalidad y sus
recuerdos) a todo ese trayecto? Y de ser
así, ¿adónde va? Y si sabemos que está
constituido de esa materia tan sutil e imperceptible, eso descalifica cualquier
posibilidad de comunicación o retorno al mundo físico. En suma, NO
PUEDE haber contacto alguno con el mundo de los muertos, en ninguna
dirección.
¿Qué
somos después de la muerte? ¿Sólo un
núcleo de consciencia perecedera? Así
parece ser, de acuerdo con el budismo y la lógica subyacente que hay en el
ocultismo. Y si creemos en la
reencarnación o rueda de Samsara, bien sabemos que NADIE recuerda sus vidas anteriores (aunque hay muchos cuentos al
respecto), lo que nos lleva al mismo punto muerto: nada sabemos de ese mundo. Aunque el ocultismo nos brinda la más
“lógica” de las respuestas, se cuida mucho de explicar con claridad cómo es la
mecánica del asunto. Los grandes
maestros son elusivos y nos dicen que la muerte solo es un “estado de
consciencia”, que no es un lugar con jardines, ángeles, dioses y todas las
cosas que nos dicen en las iglesias. Que
solo es un “estado de consciencia”. Y eso ¿qué significa? Una autoridad
en este campo Monseñor Carlos Webster
Leadbeater, en su libro “Más allá de la muerte”, nos da una
interesante pincelada sobre este espinoso tema; pero esta no concuerda con la
de las religiones, y ni siquiera con aquello que podría agradarnos. Se dice que este eminente teósofo tenía la
facultad de hacer viajes astrales y sumirse en el mundo de los muertos, de
comunicarse con ellos e investigar las condiciones de ese plano. Sin embargo, hay algo que no dice con detalles,
y sí bajo cierto velo. ¿Hasta cuándo
dura ese “estado de consciencia”? Y
luego, ¿qué es del conjunto de recuerdos que forman el Yo soy Yo, nuestra personalidad, lo que “somos”? ¿Es aniquilada la Personalidad como sostiene
el budismo? ¿Qué se conserva de
nosotros? ¿Seguimos teniendo consciencia
de que yo soy Pancho Pérez o Lupita Méndez?
La
propuesta (un poco velada) que nos hace Mme
Blavatsky en su obra “La clave de la
Teosofía”, es de una lógica aplastante en cuanto a lo que sigue
inmediatamente después de la muerte: el
olvido (el Leteo de los griegos). Y
hasta allí se pierde la senda. No hay
respuesta que vaya más allá, ya que si olvidamos nuestros recuerdos, todo
termina allí. Y así debería ser, pues
esta es la más piadosa de las opciones para todos aquellos que han vivido una
vida que, con fortuna o no, no deja de ser un largo camino de suplicio y
sufrimientos sin cuento. Pero esto sigue
siendo una ilusión, un deseo y no una prueba que nos pueda sacar de encima la
asfixiante duda acerca de qué nos espera después de la muerte. Parece que averiguar ese enigma es un
privilegio de muy pocos que pueden bucear en las profundas aguas del mundo de
los muertos. Labor de personas
superiores y con CONOCIMIENTOS
místicos que no están al alcance de cualquier hijo de vecina.
Continuaré
con las posiciones del ateísmo (materialismo puro) y la filosofía. Hasta entonces, mediten sobre este tema que,
tarde o temprano, dejará de ser una cuestión especulativa para convertirse en
nuestra realidad.
Fraternalmente
RIS. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs: La Chispa http://lachispa2010.blogspot.com/ con link a Librería en
Red
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