martes, 17 de enero de 2012

672 Los tiranos socialistas


672    LA CHISPA                                                 
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS TIRANOS SOCIALISTAS
            Primero aclaremos los términos tirano, dictador, déspota y sátrapa para no indisponernos afectivamente en contra del concepto que representan modernamente en forma generalizada.  En la actualidad equivalen a mal hombre, criminal, arbitrario, injusto, absolutista y perverso.  Pero en su forma original en Roma, el Tirano era un funcionario al que se le concedían poderes casi omnímodos para enfrentar situaciones de crisis en donde la democracia o pluralidad de poderes se convertían en un inconveniente para la toma de decisiones rápidas y necesarias.   Todas las formas del poder tradicional quedaban en suspenso mientras duraba la tiranía y se salía del apuro; luego todo volvía a la normalidad y el Tirano cesaba en sus funciones.  Lo mismo pasaba con el Sátrapa de la antigua Persia, solo era el gobernador de una región o provincia.   El tirano también era una autoridad en la Grecia de Pisístrato y Cispelo.  Igual o parecido es el título de Déspota, que en Bizancio solo se  concedía a la clase nobiliaria.  Fue después que estos adquirieron su condición peyorativa. 
            Es en el sentido clásico que se utiliza en este artículo la palabra tirano, acompañada del adjetivo socialista con la significación de individuo preocupado por el bienestar de la sociedad a la cual gobierna.   Es el político que surge de la emergencia de una crisis mundial, que demanda medidas heroicas para paliar las consecuencias de una desbocada actividad capitalista que nos ha puesto al borde del precipicio.  Los Tiranos Socialistas son aquellos individuos que habrán de tomar el mando absoluto en los países de la América Latina y conducir a sus pueblos hacia metas de bienestar social y económico colectivo, sin considerar como prioridad los intereses de grupos minoritarios elitistas.  Probado que los latinos somos incapaces de entender la Democracia Verdadera, debemos ser dirigidos por la mano fuerte, protectora y justiciera de gobernantes identificados con las mayorías.  Sabemos también que la democracia formal (la única que funciona en casi toda la América Latina) es el mascarón de proa que solo se encuentra al servicio de las Oligarquías, y es por eso que tampoco es una alternativa beneficiosa para los pueblos.  Doscientos años de esa “democracia” son la prueba de este aserto, ya que cada día nuestras naciones son más pobres y arruinadas.  Entonces ¿qué debemos escoger si  Democracia Real y Democracia Formal son conceptos antagónicos en la práctica?   Las oligarquías JAMÁS aflojarán la teta del Poder (remember Honduras) y eso hace imposible cualquier diálogo conciliatorio que pudiera llevar al bienestar a todos; o por lo menos, una mejoría general a la población de países riquísimos en recursos y que, sin embargo, su gente se debate dentro de los linderos de la MISERIA (Honduras y un etcétera interminable).
            Tampoco es posible que funcione la Democracia Verdadera porque esta presupone la existencia de una población EDUCADA, crítica, centrada, no politiquera y capaz de actuar y escoger a sus gobernantes mediante un sistema democrático que no permita que los resultados siempre sean en beneficio de unos pocos.  Una población que no tolere las argollas ni la plutocracia política.  En síntesis, unos pueblos maduros (NO solo domesticados para votar cada cuatro años) y conocedores de sus derechos y obligaciones; personas cultas que entiendan bien qué cosa es el Estado, cuáles son sus funciones y sus relaciones con él.  Ciudadanos que demanden de sus gobernantes, sin concesión alguna, el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Un demócrata verdadero que no confunda las obligaciones del Estado con la CARIDAD.  Que les den unas casuchitas a unos cuantos pobres NO es bondad del Presidente sino un DEBER DEL GOBIERNO.  Pero en la América Latina es todo lo contrario, pues la Oligarquía se ha asegurado de que los pueblos sean ignorantes, indolentes y cobardes.  Los han idiotizado hasta el punto de convencerlos de que la función estatal (un asunto de todos) es cuestión solo de la llamada “clase dirigente”, tomada de la entraña de la Oligarquía; o de serviles comprados.  La población latina es fatalista y no le encuentra salida alguna a su situación de desamparo.  Es la razón por la cual es imposible que entre nosotros germine la semilla de la democracia verdadera: el erial cívico americano no es apto para ella.  No al menos por ahora. 
            Esa es la razón por la cual necesitamos Tiranos, Sátrapas y Déspotas en el buen sentido de estos términos.  Hombres poderosos que no sean intimidados por nada ni por nadie.  Hombres valientes que tomen las decisiones que hay que tomar, aunque eso implique el uso de la violencia para poner coto a los revoltosos y saboteadores de su obra social.  Justicia para los pueblos significa limitaciones para la Oligarquía, por lo tanto, esta siempre estará en contra de todo aquello que afecte sus intereses.  Al Sátrapa latino eso no debe importarle, y debe imponer la justicia al precio que sea.  Con la mano amigable extendida, pero con el garrote listo para aplastar las cabezas de todas aquellas víboras y sanguijuelas que pretendan obstruir su labor.  El Tirano Socialista debe ser sordo a los chillidos de las hienas oligárquicas y debe centrarse solo en su TRABAJO.  Y si para esto es necesario que caigan cabezas, ¡pues que caigan!  La Revolución Socialista NO DEBE hacer concesiones de ninguna clase a la Oligarquía, pues donde esto se ha hecho, ha resultado el fracaso.   No se pacta con los que lo quieren TODO.  El Dictador solo debe sentir COMPASIÓN por aquellos desposeídos incapaces de valerse por ellos mismos; los demás, deben ser objeto del más severo rigor.  La Revolución francesa triunfó porque no fue complaciente y cortaron todas las cabezas que tuvieron que rodar, pese a la algarabía que formaron las clases nobiliarias de toda Europa.  La Revolución rusa vivió mientras NO transó con el Capital.  La cubana también ha durado por la misma razón: la intransigencia.  El Tirano Socialista TIENE que saber que no se puede ser indulgente ante la Oligarquía.  Con esa gente no se puede andar con paños tibios porque “se montan”.  Si el Tirano quiere completar su obra, tiene que ser duro, valiente, implacable y fuerte; despiadado, si fuera necesario.   Sordo ante el griterío coral de las clases poderosas del continente. 
Ese es el tipo de gobernante que, por ahora, es necesario, vital en toda la América Latina.  Lo demás es una farsa de conveniencia solo para una clase: la Oligarquía y su “democracia formal”.   
            Tiranescamente                                             Blog:     http://lachispa2010.blogspot.com/
                                     Ricardo Izaguirre S.          E-mail:   rhizaguirre@gmail.com
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