672 “LA
CHISPA”
Lema: “En la
indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS TIRANOS SOCIALISTAS
Primero
aclaremos los términos tirano, dictador,
déspota y sátrapa para no
indisponernos afectivamente en contra del concepto que representan modernamente
en forma generalizada. En la actualidad
equivalen a mal hombre, criminal, arbitrario, injusto, absolutista y perverso. Pero en su forma original en Roma, el Tirano era un funcionario al que se le
concedían poderes casi omnímodos para enfrentar situaciones de crisis en donde
la democracia o pluralidad de poderes se convertían en un inconveniente para la
toma de decisiones rápidas y necesarias. Todas las formas del poder tradicional
quedaban en suspenso mientras duraba la tiranía y se salía del apuro; luego
todo volvía a la normalidad y el Tirano
cesaba en sus funciones. Lo mismo pasaba
con el Sátrapa de la antigua Persia,
solo era el gobernador de una región o provincia. El tirano también era una autoridad en la
Grecia de Pisístrato y Cispelo. Igual o
parecido es el título de Déspota,
que en Bizancio solo se concedía a la
clase nobiliaria. Fue después que estos
adquirieron su condición peyorativa.
Es
en el sentido clásico que se utiliza en este artículo la palabra tirano, acompañada del adjetivo socialista con la significación de
individuo preocupado por el bienestar de la sociedad a la cual gobierna. Es el político que surge de la emergencia de
una crisis mundial, que demanda medidas heroicas para paliar las consecuencias
de una desbocada actividad capitalista que nos ha puesto al borde del
precipicio. Los Tiranos Socialistas son aquellos individuos que habrán de tomar el
mando absoluto en los países de la América Latina y conducir a sus pueblos
hacia metas de bienestar social y económico colectivo, sin considerar como
prioridad los intereses de grupos minoritarios elitistas. Probado que los latinos somos incapaces de
entender la Democracia Verdadera,
debemos ser dirigidos por la mano fuerte, protectora y justiciera de
gobernantes identificados con las mayorías.
Sabemos también que la democracia
formal (la única que funciona en casi toda la América Latina) es el
mascarón de proa que solo se encuentra al servicio de las Oligarquías, y es por
eso que tampoco es una alternativa beneficiosa para los pueblos. Doscientos años de esa “democracia” son la
prueba de este aserto, ya que cada día nuestras naciones son más pobres y
arruinadas. Entonces ¿qué debemos
escoger si Democracia Real y Democracia
Formal son conceptos antagónicos en la práctica? Las oligarquías JAMÁS aflojarán la teta del Poder (remember Honduras) y eso hace
imposible cualquier diálogo conciliatorio que pudiera llevar al bienestar a
todos; o por lo menos, una mejoría general a la población de países riquísimos
en recursos y que, sin embargo, su gente se debate dentro de los linderos de la
MISERIA (Honduras y un etcétera
interminable).
Tampoco
es posible que funcione la Democracia
Verdadera porque esta presupone la existencia de una población EDUCADA, crítica, centrada, no politiquera y capaz de actuar y escoger
a sus gobernantes mediante un sistema democrático que no permita que los
resultados siempre sean en beneficio de unos pocos. Una población que no tolere las argollas ni
la plutocracia política. En síntesis,
unos pueblos maduros (NO solo
domesticados para votar cada cuatro años) y conocedores de sus derechos y
obligaciones; personas cultas que entiendan
bien qué cosa es el Estado, cuáles son sus funciones y sus relaciones con
él. Ciudadanos que demanden de sus
gobernantes, sin concesión alguna, el cumplimiento de sus deberes
constitucionales. Un demócrata verdadero que no confunda las obligaciones del Estado con la CARIDAD. Que les den unas casuchitas a unos cuantos
pobres NO es bondad del Presidente
sino un DEBER DEL GOBIERNO. Pero en la América Latina es todo lo
contrario, pues la Oligarquía se ha asegurado de que los pueblos sean ignorantes, indolentes y cobardes. Los han idiotizado hasta el punto de
convencerlos de que la función estatal (un
asunto de todos) es cuestión solo de la llamada “clase dirigente”, tomada
de la entraña de la Oligarquía; o de serviles comprados. La población latina es fatalista y no le
encuentra salida alguna a su situación de desamparo. Es la razón por la cual es imposible que
entre nosotros germine la semilla de la democracia verdadera: el erial cívico americano no es apto para
ella. No al menos por ahora.
Esa
es la razón por la cual necesitamos Tiranos,
Sátrapas y Déspotas en el buen sentido de estos términos. Hombres poderosos que no sean intimidados por
nada ni por nadie. Hombres valientes que
tomen las decisiones que hay que tomar, aunque eso implique el uso de la
violencia para poner coto a los revoltosos y saboteadores de su obra
social. Justicia para los pueblos
significa limitaciones para la Oligarquía, por lo tanto, esta siempre estará en
contra de todo aquello que afecte sus intereses. Al Sátrapa latino eso no debe importarle, y debe imponer la justicia al precio que sea. Con la mano amigable extendida, pero con el
garrote listo para aplastar las cabezas de todas aquellas víboras y
sanguijuelas que pretendan obstruir su labor.
El Tirano Socialista debe ser sordo a los chillidos de las hienas oligárquicas
y debe centrarse solo en su TRABAJO. Y si para esto es necesario que caigan
cabezas, ¡pues que caigan! La Revolución Socialista NO DEBE hacer concesiones de ninguna clase a la Oligarquía, pues
donde esto se ha hecho, ha resultado el fracaso. No se pacta con los que lo quieren TODO.
El Dictador solo debe sentir COMPASIÓN
por aquellos desposeídos incapaces de valerse por ellos mismos; los demás,
deben ser objeto del más severo rigor.
La Revolución francesa triunfó porque no fue complaciente y cortaron todas las cabezas que tuvieron que rodar,
pese a la algarabía que formaron las clases nobiliarias de toda Europa. La Revolución rusa vivió mientras NO transó con el Capital. La cubana también ha durado por la misma
razón: la intransigencia. El Tirano Socialista TIENE que saber que no se puede ser indulgente ante la Oligarquía. Con esa gente no se puede andar con paños
tibios porque “se montan”. Si el Tirano quiere completar su obra, tiene
que ser duro, valiente, implacable y fuerte; despiadado, si fuera
necesario. Sordo ante el griterío coral
de las clases poderosas del continente.
Ese es el tipo de
gobernante que, por ahora, es necesario, vital en toda la América Latina. Lo demás es una farsa de conveniencia solo
para una clase: la Oligarquía y su
“democracia formal”.
Tiranescamente Blog: http://lachispa2010.blogspot.com/
Ricardo Izaguirre S. E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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