693 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos
del Poder”
UNA ESCUELA NACIONAL DE FÚTBOL
Si
imitamos, estamos perdidos, pues por bueno que sea el plagio, siempre será
inferior al original. Y eso es lo que
nos está pasando en el fútbol.
Intentamos remedar un modelo inventado por los europeos para ponerse en
práctica con atletas de características diferentes a las nuestras. Con mentalidad diferente. En general, estos hombres son más altos, más
fuertes y resistentes; pero sobre todo, mucho más DISCIPLINADOS. Ellos se
aplican terca y tenazmente a los libretos de una escuela que tiene plena
validez para ellos (también para los gringos), pero no para nosotros. Así
que si jugamos el juego bajo las reglas de los europeos, no tenemos oportunidad
alguna. Vean que esto es parte de
una guerra sicológica con la que nos han venido lavando el coco. Y son precisamente nuestros paisanos que
juegan en Europa, los voceros de una serie de mitos con los que pretenden
socavar nuestra moral. A todos estos jugadores
argentinos, brasileños etc., los hacen
creer y repetir ciertas consignas acerca de la velocidad, la potencia, el nivel
de exigencia, el método y mil cosas más que hacen que el fútbol europeo “sea superior”, que sus ligas sean
mejores. Así lo repiten los nuestros
pero, ¿por qué estos siguen brillando por encima de los europeos? Vean que casi todas las estrellas de esas
ligas son latinos. No es cierto el
cuento de que los europeos son mejores; pero nos quieren convencer de eso. Les conviene porque no tienen con qué
contrarrestar la magia del fútbol latino.
La picardía, el genio, la improvisación milagrosa, la malicia y falta de
un método previsible son nuestras ventajas.
Los
europeos actúan como robots; es fácil predecir qué harán y hacia dónde se
mueven sus jugadores en cada lance; es simple saber dónde estarán y cuáles son
las jugadas y movimientos que harán de acuerdo con el esquema básico de cada
equipo o selección. En ellos no hay
sorpresa, todo está planificado y se ajusta a una monotonía que no ofrece
novedad. Es por eso que en la medida que
nos ASIMILEMOS a los sistemas
europeos, les estamos dando una gran ventaja.
Si renunciamos a lo nuestro y jugamos el juego bajo sus términos, estamos
fritos. ¿Y por qué? Porque ellos son más grandotes, más fuertes,
mejores atletas, más veloces y disciplinados. A un europeo NUNCA se le ocurriría ni se atrevería a realizar un “solo” de
fútbol como el que hizo Maradona contra Inglaterra en el mundial de
México. JAMÁS. Tal travesura no está en sus chips ni su
programa general robótico. ¿Por qué les
encanta Ronaldiño a los
europeos? ¿Por fuerte, disciplinado y
veloz? ¡No! Porque
es un mago del fútbol. Porque hace
cosas que no están en libreto alguno, porque
crea fantasía. Y en eso se resume
la belleza última de este deporte. Se
puede admirar la precisión táctica de los europeos, pero nada iguala o supera
cualquiera de las “brujerías” u ocurrencias de Diño. Y eso los vuelve
locos. Nuestro fútbol es MEJOR porque es emotivo, porque ha sido
elevado a la categoría de arte revuelto con magia, santería, tango, merengue y
samba. Porque es irreverente,
impredecible y embrujador.
Si
nos subordinamos a la escuela europea, estamos acabados; les damos la ventaja
porque renunciamos a nuestras armas y peleamos con las de ellos, en su terreno,
bajo sus condiciones. En ese fútbol
mecánico no hay sorpresa ni encanto; talvez el placer del triunfo grisáceo,
pero nada más. Como el que desplegó Italia en la penúltima copa: trabajo pertinaz y monótono de termitas sin
imaginación. Eficaces pero
aburridoras. Pero el fútbol no es eso;
por lo menos, no para los latinos. Tanto
es así, que decenas de equipos europeos están “plagados” de los nuestros. ¿Y por qué será, si sus futbolistas y su
fútbol son mejores? ¿Por qué llevar
jugadores tercermundistas a las “tecnológicas” ligas del Viejo Continente? Lo hacen porque desean, desesperadamente, que
los suyos APRENDAN de nosotros. Lo que no saben es que esa habilidad es
genética, congénita, que no se puede asimilar; que se tiene o no se tiene, como dice el anuncio de Chivas Regal. Y eso es lo que debemos fomentar en nuestros
jugadores para que lo desarrollen al máximo.
Y de esa gran escuela latina debe
partir cada país para crear su propia modalidad, Costa Rica incluida.
¿Por
qué ha crecido la liga española? Por la
presencia de cientos de los nuestros; también la italiana, francesa e incluso
la de los toscos y tenaces alemanes, cuyas victorias solo se sustentan en su
fuerza, terquedad y disciplina tan brutal como la de ejército de tambochas. O la de un tejón. No en balde les dicen “los jornaleros del
fútbol”. Incluso los arrogantes
ingleses han tenido que contratar latinos para observarlos y tratar de entender
en qué se basa esa habilidad que no se puede enseñar en ninguna escuela,
con ningún programa, con ninguna
tecnología. Es una magia que ellos NO PUEDEN aprender. Esta capacidad de los futbolistas latinos es
para los europeos algo así como el merengue
o la lambada, que por más que intenten bailarlos, solo logran verse
ridículos, torpes y fuera de lugar.
Porque está en los genes… en el alma… en los sueños.
Eso es lo que el fútbol de Costa Rica
debería priorizar: un retorno a las raíces de aquel fútbol “autóctono”, en
la medida de lo que eso tenga sentido. El
que jugaban aquellos chicos que eran capaces de quitarse en encima a dos o tres
defensores en el área de un ladrillo.
Como Cuty Monge, Álvaro Murillo, Juan Ulloa, Leonel Hernández, Rubén
Jiménez, Cuca Herrera y toda aquella pléyade de jugadores que nos hizo figurar
en la principal vitrina del fútbol regional.
No mundial, porque esa no es nuestra liga, pero sí en el área de la CONCACAF. Re-crear esa escuela no significa volver al futbolito
inoperante sino a una especie de mezcla balanceada entre lo moderno y lo viejo;
entre las mejores técnicas europeas y la habilidad personal inherente a
nuestros jugadores. No se trata de anular
las cualidades naturales de nuestros chamacos, sino de incorporar en su bagaje
deportivo personal todo aquello que pueda mejorarlos. Una síntesis de todo lo que pueda ofrecernos
la tecnología, con la magia natural de nuestros jugadores. Si copiamos lo bueno del fútbol europeo y lo
amoldamos a nuestra capacidad e ingenio, seremos invencibles. Pero si sacrificamos lo nuestro para imitar
lo ajeno, estaremos condenados a que nos pase lo que ya nos está sucediendo con
los gringos y su fútbol artesanal, pero
metódico y demoledor como el de los europeos.
Desde luego que ellos apostaron por ese estilo no solo porque son
europeos, sino porque tampoco saben
bailar el merecumbé ni el danzón.
Escuelerescamente Blog: “LA CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/
Ricardo
Izaguirre S. E-mail:
rhizaguirre@gmail.com
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