miércoles, 2 de junio de 2010

722 La escuela y el niño dócil

722      “LA CHISPA”                      (23 noviembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA ESCUELA Y EL NIÑO DÓCIL                 
     Los programas escolares en la América Latina han sido diseñados para producir ciudadanos dóciles, gente pasiva e incapaz de reclamar sus derechos de manera varonil. Manadas a las que les han hecho creer que estos son una dádiva que las Oligarquías les hacen a través de sus instrumentos serviles: los Gobiernos. El individuo producto de este sistema no entiende que sus prerrogativas son inalienables y que no tiene que esperar que nadie se las reconozca; que debe y puede exigirlas en la medida de su productividad. Si un hombre trabaja, tiene derecho a tener casa propia, buena y abundante comida, educación para él y sus hijos, atención médica de primera, vestimenta, diversión, vacaciones y una pensión que le permita vivir con dignidad su vejez. Esa potestad se la ha ganado con su trabajo y NO constituyen un regalo por el cual TIENE que estar agradecido a tal o cual administración, presidente, ministro o político. Es deber del Estado proveer todos esos bienes que constituyen la Riqueza Nacional producida por TODOS. Para eso se le puso allí, para eso se organizó así la sociedad. El Estado no es un caritativo Santa Claus; es un empleado del Pueblo nombrado para que se encargue de distribuir, DE MANERA JUSTA, la riqueza que produce la colectividad que lo eligió. Pero el “hombre dócil” no entiende eso. (“Nos preocupa la seguridad ciudadana” ¿De repente?)
     El sujeto domesticado no puede entender sus opciones porque la escuela torció su entendimiento para siempre, y le hizo creer en una serie de “valores” que solo convienen a los que diseñaron los programas escolares. Se le enseña la moral cristiana en lo que conviene, pero nunca se le explica el porqué Jesucristo echó a palos a los mercaderes del Templo. Solo se saca de esta acción una moraleja casual y no la esencia: Que el hombre debe tener carácter para demandar lo que es correcto y justo, incluso con el riesgo de perder la vida. El establishment (el clero judío) permitía que unos bandidos hicieran negocios en la casa de Dios (la Patria, el Estado o lo que sea) y que se enriquecieran de manera exclusiva, ilícita e irreverente con lo que era propiedad de todos y que, además, merecía el más alto respeto. El pueblo domesticado NO se había dado cuenta de eso. Pero al parecer, Jesús se había educado en otro mundo y fue un niño “indócil” al que nuestros maestros hubieran mantenido bajo castigo permanente. Era un rebelde inadaptado a la corrupción y el mal, un niño-hombre capaz de hacer valer sus DERECHOS a punta de pistola. Por eso lo llevaron a la cruz.
     La escuela latina es un fraude en la formación de estudiantes; es solo un campo de entrenamiento para gente destinada a la servidumbre, el silencio, la inacción y la pasividad enfermiza. Por eso los ricos mandan a sus hijos a instituciones privadas en donde les enseñan “otras cosas”, otros patrones, otra realidad. Las instituciones públicas son centros de apaciguamiento de los instintos naturales de los niños: la rebeldía, la protesta, la inconformidad ante la injusticia, el deseo de ser escuchados, la libertad para expresarse y el derecho a no aceptar lo que no les gusta o conviene, y la negativa a poner la otra mejilla, en el sentido cómo lo interpreta a su favor la Oligarquía. Y el que no se somete a ese régimen arbitrario, lo transforman en un “niño-problema”, candidato a todo tipo de presiones necesarias para “adaptarlo a lo sociedad y convertirlo en un habitante respetuoso de la ley y el orden”. Es decir, ANULAN SU PERSONALIDAD y lo convierten en un instrumento dócil, maleable, con bisagra en las rodillas y espalda. Finalmente le quiebran su voluntad y deviene un resentido silencioso y acobardado, uno más de los millones y millones que hay en la América Latina, y que jamás hacen oír su voz ni valer sus derechos. La masa callada y quieta… obediente. El ideal.
     Los niños tienen una percepción muy especial de la igualdad y el derecho a tener lo que otros poseen. No se les puede engañar ni atenuar ese deseo. Hay que aplastarlo. Y eso es lo que hace la escuela pública. Esta los convence de que ellos “son pobres” y que no deben o pueden aspirar a más. Que es una disposición ineluctable tomada por Dios y que deben conformarse con eso, pues en el cielo tendrán la recompensa que    Aquel ha ofrecido a los bienaventurados pelagatos. Así se utiliza el cristianismo en las escuelas.
     El joven que no se adapta al sistema se convierte en la basura en el ojo de este; es un “mal ejemplo” que debe ser arrancado de raíz. Así que se le ponen las orejas de burro, se le ridiculiza, lo llevan a la “orientación”, lo castigan y le quitan sus privilegios; se le humilla públicamente, se le acusa con los padres y se le acosa sin misericordia hasta que, finalmente, se rinde y se convierte en un ser pasivo, en el modelo ejemplar que la sociedad (oligarquía) espera de él. En un zombi inútil incapaz de pensar o tomar decisiones. En un inválido para escoger racionalmente. En un tarado “seguidor” y dócil que votará por el candidato que haga más propaganda o le ofrezca mayor número de estupideces que todo el mundo sabe que no cumplirá. Como la “seguridad ciudadana”, mejor educación, soluciones de vivienda, mejor atención médica y cuánta ocurrencia se les venga al magín. Ese niño dócil de ayer, es el ciudadano domesticado de hoy. Es el producto aberrado de un sistema educativo diseñado para embrutecer.
      ¿Se puede salir de ese infierno? ¡Claro que sí! Pero es una batalla desigual entre los que tienen todos los mecanismos de dominación, y los que no tienen nada más que su voluntad. Sin embargo, esa será la verdadera REVOLUCIÓN LIBERTARIA de la América Latina. La que se librará en la clandestinidad urbana, en la camaradería de las aulas; la que realizarán los Educadores rurales en los más apartados sitios al amparo de la lejanía. Es la semilla de la esperanza que todos los Maestros DEBEN sembrar en la mente de sus pupilos. Y cuando esta germine (QUE LO HARÁ) se producirá la gran transformación con la que han soñado innumerables legiones de próceres que suspiraron por una América más justa para TODOS. La instrucción oficial masiva es asunto del Estado; la EDUCACIÓN, es un acto íntimo entre el Maestro y el Alumno. Y cuando este se realice a plenitud, habremos convertido en realidad nuestros sueños de unas tierras de igualdad y bienaventuranza para todos sus hijos. Padre, madre: si su hijo es rebelde no lo castigue, no lo anule: es uno de los soldados de la guerra que se avecina.
Indócilmente
RIS

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