lunes, 14 de junio de 2010

267 La cienciología del fútbol

267    “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA CIENCIOLOGÍA DEL FÚTBOL

     A raíz del fútbol, en Costa Rica se ha desarrollado una “ciencia” que tiene implicaciones matemáticas, estadísticas y cabalísticas; de santería, religión, patriotismo, palo mayombe, brujería, sociología, astrología, cibernética y mucha fe. Es un fenómeno social muy complejo, derivado de la eterna ansiedad frustrada del aficionado nacional. Ante los repetidos fracasos de la “tri”, el creyente se refugia en cualquier cosa que pueda ofrecerle una esperanza de redención. Y esa es la “cienciología del fútbol”, creada por expertos en brindar a las masas, un consuelo que les sirva para paliar las amarguras del fracaso. Estos gurúes del fútbol saben que el pueblo está cansado de tantos sinsabores y de estar siempre al borde del abismo en todas las clasificaciones; y es por eso que inventaron esta disciplina capaz de transmutar en una visión de esperanza todo el dolor, la pasión y la tristeza del aficionado nacional. Son los alquimistas que transforman la derrota en ilusión. ¡Felicitaciones por mantener viva la llamita de la fe!
    “Cachetada --dice un periódico--, primer trago amargo en la era Medford”. Esa frase lapidaria parece decirlo todo: estamos fritos. Pero ahí es donde aparece el mágico encanto de la cienciología del fútbol. Y la primera frase sacramental de los cienciólogos es: “Todavía no estamos eliminados; desde el punto de vista matemático, estadístico y agüisotero, todavía les podemos ganar a Haití y Guadalupe. Todo es cuestión de sacar la casta y recurrir a la historia. Y esta nos dice que de tantas veces que hemos jugado en contra de ellos, tantas les hemos ganado, por lo tanto, la estadística está en nuestro favor”. Como las veces que le hemos ganado a Canadá. “Es cierto que los haitianos utilizan el vudú, pero nosotros llevamos a la Virgen de los Ángeles para que les eche a perder el pasodoble. “Aún existe la posibilidad de clasificar en segundo lugar”. “O como mejor tercero”. Olvidémonos de Canadá, ya es primero. Ahora es cuestión de hacer números con Haití y Guadalupe; y ya que empataron, solo es asunto de ganarle a uno de ellos y empatar con el otro. Así llegamos a cuatro puntos y clasificamos. Pero si Guadalupe le gana a Canadá y empata con nosotros, la cosa se complica, pues estos podrían ganarle a Haití y siempre irían en el primer lugar. Pero si Guadalupe también le gana a Canadá, ambos caribeños harían cuatro puntos, Canadá tres y nosotros dos. Hay que ganarle a Guadalupe y empatar con Haití para que, en el caso de que Canadá le gane a este, nosotros tendríamos cuatro puntos y habría que esperar el mejor “gol diferencia”.
     “También hay que contar con la posibilidad de que a los canadienses los ataque la fiebre aftosa y tengan que retirarse de la competencia. En ese caso, solo tendremos que ganarles a los dos isleños. O basta con uno. Pero aún perdiendo con los dos, siempre hay la posibilidad de clasificar como “mejor tercero”, ya que solo seríamos tres en el grupo. Nada más es dar buena pelea y perder apretadamente y con dignidad. Pero si los de la hoja de maple no se enferman y empatan con Haití y le ganan a Guadalupe, harían siete puntos y serían los primeros del grupo. Tal situación dejaría a Haití con dos puntos, y a Guadalupe con uno. Entonces solo tendríamos que ganarle a Haití y empatar con Guadalupe y tendríamos cuatro puntos y el segundo lugar del grupo. Pero si Guadalupe nos gana, nos revienta, pues serían ellos los que hagan los cuatro puntos. Claro que es mejor que Canadá les gane a todos. De por sí, ya es primero del grupo. Entonces solo tendríamos que ganar un partido y esperar que Guadalupe y Haití empaten. Todavía estamos dentro del baile”.
“No olvidemos que el calor está con ellos, es un factor que hay que tomar en cuenta, y pedirles a los duendes del viento que refresquen la atmósfera. Hay que encenderles muchas velitas a San Judas Tadeo (santo de los imposibles) y a la Virgen de los Ángeles. Eso es todo”.
“Tampoco hay que olvidar la posibilidad de un huracán en Haití, lo cual los haría perder la concentración y nos daría una ventaja sicológica. O que Cedrick Fiston, el goleador de Guadalupe, se quiebre una pata en los entrenamientos. También es posible que los excesos de comida en que incurran los haitianos, les produzca diarreas incontrolables”.
     Esta es la cienciología del fútbol, esa especie de ruleta rusa en la que, desde hace mucho tiempo, se fundamenta el fútbol costarricense para alcanzar “algo”. Incluso cuando se ha ido a un mundial, se considera que lo máximo es pasar a la segunda vuelta, y con esa mentalidad, salvo ganarse unos centavos, no vamos a parte alguna. Hace muchos años dejamos de depender de nuestra capacidad de golear a quien fuera, y entramos en esa penumbra de mediocridad que solo aspira a trabajosas clasificaciones que dependen de las debilidades ajenas. Pero este estado no es producto de la casualidad, ni siquiera de que nuestros rivales de área hayan crecido mucho, sino a la gris rutina y falta de aspiración a los grandes logros que se ha entronizado en todos los niveles del deporte nacional favorito. ¿Y qué hay de las tácticas? “Línea de cuatro, dos volantes de contención y un “creativo”, un enganche y dos delanteros. O bien, dos líneas de cuatro, un enganche, un contención y un media punta. O, una línea de cuatro con dos carrileros, un volantes de ataque, un enganche (que es algo así como el güirro del chiste), un punta entera y dos hombres de ataque. Abrir la cancha, reducir los espacios y ejercer pressing sobre la defensa. Filtrar balones al área y no dejar pensar al enemigo”.
   Pero ¿que hay del talento individual, de la creatividad, de la capacidad del futbolista tico para resolver situaciones que no están en ningún manual? Resulta que ahora el “creativo” es un título o un puesto, y no el hombre capaz de crear el arte-fútbol. Cualquiera entra como “creativo” aunque sea incapaz de crear algo. El genio colectivo y de equipo sucumbió ante los métodos. Los métodos y tácticas de libreto y pizarra, constituyen la “globalización” de la mediocridad, pues les cercenan las alas a los grandes.

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