miércoles, 23 de junio de 2010

186 Las idioteces de Hollywood III

186 “LA CHISPA”                                 (enero 2006)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
LAS IDIOTECES DE HOLLYWOOD. (III parte).
En esta “Chispa” continuaremos analizando algunas de las boberías que un cine rutinario o sobresaturado, nos sigue imponiendo como material de diversión. Entre bombas, terroristas árabes, sexo y decenas de crímenes innecesarios, nos dejan caer las innumerables y variadas tonterías con las que rellenan la falta de imaginación que, desde hace años, empezó a reinar en Hollywood.
1) ¿Por qué trepan en Hollywood? No importa donde estén, sean los buenos o los malos, siempre que van huyendo y llegan a cualquier edificio, represa, puente, torre o estructura, de inmediato empiezan a subir por las escaleras de incendio o lo que les quede a mano. Suben y suben a pesar de que saben (¿saben?) que una vez que lleguen al último piso o la azotea, allí termina la historia. Claro que llegar y pararse en la baranda o en el pretil frente al vacío, siempre proporciona elementos emocionales que cautivan al público; sin embargo, el recurso es muy manido, pues ya sabemos que si es el bueno, alguien lo salvará en el último momento para satisfacción general de la audiencia; pero si es el malo, caerá hasta el pavimento o el techo de un auto estacionado en la calle, en donde se hará papilla ensangrentada para deleite del público. ¿Por qué siempre se suben o se meten en cuevas, calles sin salida o en túneles? Como efecto cinematográfico sabemos el porqué; pero desde el punto de vista del sentido común, esa conducta es inexplicable, lo cual nos lleva a preguntarnos que si esa gente es tan idiota de verdad. ¿Son tan burros los personajes cinematográficos de Hollywood? ¿O es simple desprecio a la inteligencia de los espectadores, de los cuales lo único que se solicita es la producción de emociones brutales y baratas? A una mujer que la persiguen en un lugar concurrido, sale corriendo hasta meterse en un edificio en donde no hay un alma que pueda ayudarla. O bien, corre y corre hasta que se encuentra en un callejón solitario, oscuro y lleno de basura y ratas. Del esplendor de un elegante “Mall”, a un sórdido callejón en cuestión de segundos.
2) Otro clásico de teléfono. Todo el mundo sabe (incluso los tercermundistas) que si estamos hablando por teléfono y apretamos el pulsador de este, la comunicación se corta de inmediato. Hay que colgar y volver a llamar, o esperar que nos vuelvan a llamar. Eso lo sabe hasta el más bruto. Pero parece que esa información tecnológica no ha llegado a Hollywood. Allí cuando a alguien se le corta la comunicación, de inmediato empieza a golpear repetidamente el pulsador de manera por demás inútil. Lo golpean y golpean y siguen repitiendo; “Jelou, jelou, jelou” hasta el “shit” o “fuck” final. ¿Es que esos actores no saben que cuando se corta la comunicación es imposible restablecerla golpeando el switch que precisamente es el que la corta? Si diez veces lo golpean, diez veces cortan la llamada. Entonces, ¿cuál es el estúpido propósito de llevar a cabo esa maniobra tan majadera como inútil? Otro de los grandes misterios de Hollywood...
3) Otro clásico del suspense idiota. Casi al final de la película, el bueno derriba al malo de un puñetazo después de una prolongada lucha en la que queda exhausto. El malo cae, pero su ametralladora, hacha, puñal, pistola desintegradora o rayo láser queda al alcance de su mano. Entonces el héroe se da vuelta hacia la muchacha herida, cansada o golpeada, se abrazan y se tiran al suelo a descansar y respirar agitadamente. Le dan la espalda confiadamente al asesino con el arma a su alcance. ¿No es eso absolutamente idiota? El sentido común nos dice que debería rematarlo, asegurarse de que está “bien muerto” y retirar cualquier objeto con el que el malo pudiera hacerles algo. Pero no, lo deja tendido, con el arma cerca, y se dedica a suspirar. Entonces, el malo se incorpora, toma su arma y los agarra por sorpresa. Eso es cajonero en casi todas las películas. Siempre le dan la espalda a un tipo que parecía muerto, pero que, sorpresivamente, agarra un segundo aire y está en condiciones de acabar con los buenos. Desde luego que todos sabemos lo que va a pasar y nos vamos llenando de terror. Esa es la idea. Pero a pesar de ser tan efectiva en la generación de emociones desbocadas, es totalmente idiota y cajonera. No pueden existir personas tan poco maliciosas que cometan semejante tontería. Después, de la nada, aparece el otro detective quien, finalmente, le mete al malo una bala en medio de los ojos. Como “Atracción Fatal”. Happy end al estilo Hollywood.
4) El clásico de los submarinos. Esta manía empezó con “Viaje al fondo del mar”, o con las películas de la segunda guerra mundial. Apenas algo roza o toca al submarino, comienzan a romperse todas las válvulas y a disparar agua por toneladas dentro de la nave. Y simultáneamente, empiezan a salir chispas de todas partes, algo como el 4 de julio. Además, a menudo hay un traidor que le da al enemigo la posición del submarino. O peor aún, de alguna manera siempre se les mete un extraterrestre que empieza a comérselos a todos; hasta que solo queda el chavalo y el capitán; o bien, la mujer que, gracias a que es especialista en algo, fue admitida en la misión. Y siempre anda con la falda levantada y medio rota, de manera que buena parte de su cuerpazo queda expuesto. La blusa desabotonada con un nudo en la cintura, permite adivinar su imponente busto y ver las redondeces de su cadera. Es el implacable sexo hollywoodense, sin importar las trágicas condiciones de la situación. Ellos se las arreglan para disparar nuestra lujuria a como dé lugar. Lo mismo pasa si se trata de un avión en vuelo. De la nada salen los árabes barbudos y mal encarados que gritan como locos; disparan, abren huecos en el fuselaje, los cuales hacen que varios pasajeros sean succionados y lanzados al vacío. Y de inmediato empieza el consabido chispero, caen las máscaras y se inicia el griterío de los pasajeros y las infaltables y hermosísimas azafatas.
Bueno, queridos lectores, esos son algunos ejemplo de cómo Hollywood menosprecia la inteligencia de los espectadores del cine o la televisión. Es por eso que debemos estar vigilantes sobre ese material que constituye el “alimento intelectual” de nuestros niños. Sea cuidadoso; ejerza una censura responsable sobre lo que ven sus hijos. Es su deber.
RIS

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