jueves, 10 de junio de 2010

169 El dengue

169     “LA CHISPA

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

EL DENGUE AL ATAQUE
    Desde hace tiempo se veía venir la tragedia que están viviendo miles de ciudadanos en este momento. Infectados por una enfermedad que parece propia de Etiopía, Zambia o Mali, y no de un país que hasta hace poco era poseedor de uno de los mejores índices de salud de la América Latina. Pero ¿cuál es la causa de una enfermedad de países sucios y atrasados? Presupuestos de salud diezmados hasta límites temerarios, actitud irresponsable de los diputados y poder central. Pero sobre todo, tolerancia ante la imposición de los organismos financieros internaciones que nos han impuesto cortes severos en todos los programas de asistencia social, con tal de que seamos acreedores a préstamos para el desarrollo de las exportaciones, la industria y el comercio. Es decir, que mientras las finanzas del Estado estén “sanas” para que el “sector productivo” pueda tener dinero para la inversión, que el pueblo se vaya al carajo. Que la educación retroceda al siglo XV, que los sistemas de pensiones quiebren, pues al fin y cabo los viejos para nada sirven. Que la niñez callejera se pierda en el peor abandono, la trampa de los vicios y la prostitución infantil. Eso qué le importa al FMI o al Banco Mundial. De por sí ¡sobran indios en la América Latina! Ya hace muchos años nos hicieron creer ese cuento. Cuando en el año 1957 nació mi primera hija, estuvo disputando el premio del “NIÑO MILLÓN” en Costa Rica. Y ya los organismos internacionales nos habían convencido de que estábamos superpoblados. Imagínense, con menos de un millón de habitantes, nos habían hecho creer que aquí había explosión demográfica, y a nuestras mujeres las esterilizaban masivamente; repartían preservativos a millones y daban pastillas anticonceptivas a chorros.
     Esos mismos o parecidos organismos que en aquel tiempo nos asustaban con las teorías de Malthus, son los que ahora obligan a nuestros gobiernos a recortar los programas de medicina y asistencia social. Todos nuestros estadistas solo están preocupados por complacer al Fondo Monetario y a la Oligarquía Nacional, sin importar que el pueblo enferme o reciba una medicina deficiente y mediocre. Al Banco Mundial poco le importa la educación del costarricense, pues al fin y al cabo, cuanto más burra sea la población, mayor disponibilidad de mano de obra barata.
     Ese es uno de los aspectos que nos ha llevado al rebrote de enfermedades que prácticamente habían sido erradicadas porque las habíamos combatido integralmente. Pero la naturaleza no es estática, y el Aëdes Aegypti tiene milenios de estar entre la humanidad. Y aunque pueda parecer vencido, solo reposa en sus largos períodos larvarios, de los cuales sale cuando las condiciones son propicias. Estos zancudos son “inmortales e indestructibles”, pues están hechos de acero inoxidable y aleaciones de titanio. Y a lo largo de la historia, entre el Aëdes, el Anópheles y el Cúlex, han acabado con poblaciones enteras y con poderosos ejércitos que, pese a su fortaleza en los campos de batalla, acabaron derrotados por estos minúsculos y disciplinados guerreros de la noche. Bajada la guardia sanitaria, vuelven las condiciones propicias para su “resurrección” y ¡zas!, la fiebre amarilla, el dengue, el paludismo, la filariasis etc. etc. Pero eso ¡qué le importa al Banco Mundial, al fondo o al T.L.C!
     Ahora resulta que el gobierno sí está preocupado, y aunque no sea por la población enferma, sino porque se espanta el turismo, se han empezado a tomar ciertas medidas tardías y casi inútiles. Esto nunca debió suceder, pues si el Ministerio de Salubridad tuviera los medios para mantener sus campañas de higiene, esta tragedia no se hubiera dado. La lucha para mantener el ambiente sano no es cuestión de un día, un mes o un año. Es una tarea permanente en la que el Estado no puede, no debe bajar la guardia. Y aunque es responsabilidad de todos los ciudadanos, el Gobierno es el guía de lo que la población debe hacer continuamente para la preservación de la salud colectiva. Para eso los nombramos y les pagamos: para que piensen. Esa es su obligación inalienable. El Estado NO PUEDE PONER PRETEXTOS para disimular su irresponsabilidad en el manejo de esta situación. La salud del pueblo es lo PRIMERO.
Es risible la ocurrencia del Estado de ofrecer premios a las “casas libres de dengue”, o imponer multas a aquellos que tengan macetas y cualquier criadero del mosquito. Sin embargo, da lástima ver como el gobierno, a través de sus municipalidades ineptas, propicia un gigantesco criadero de este y cualquier parásito en las calles de San José. Cada ciudadano que hace rampas para sus garajes, hace lo que le da la gana. Taponean las cunetas con toda clase de adefesios con tal de que sus carros no tengan dificultad para ingresar a las aceras. De esa manera, ponen tubos en los caños y los rellenan con cemento. O simplemente hacen la rampa hasta la calle, creando infinidad de trampas de aguas estancadas que allí permanecen, invitando a los mosquitos a la procreación. Sin ir muy lejos, invito a los ciudadanos a que vean la calle de la Procuraduría General de la República, el espacio entre las rayas del tren y la avenida segunda. Solamente en esa cuadra hay DIECIOCHO de estas trampas, incluyendo dos o tres de la propia Procuraduría. Así no hay manera. ¿Los multará el Gobierno? ¿Con cuánto? ¿Y de dónde saldrá la plata para la multa? ¿Irán a la Sala Cuarta para impugnar la multa? Después de todo, son los defensores de las “tortas” del Gobierno.
     Si le gustó esta “Chispa”, hágale copias escritas y repártalas entre sus amigos; o bien, hágala circular por la Internet.
Denguemente

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